lunes, 22 de junio de 2015

NO JUZGUEN Y NO SERÁN JUZGADOS

Muy buenos días, con gran gusto les envío en este segundo día de la semana una propuesta de lectura orante del evangelio correspondiente al día de hoy. Les invito también a hacer memoria de Santo Tomás Moro, Gran Canciller del Reino de Enrique VIII, patrono de los políticos y del Centro Bíblico de Maracaibo.

NO JUZGUEN Y NO SERÁN JUZGADOS

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO: Mt 7,1-5
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “No juzguen a los demás, para que Dios no los juzgue, porque él los juzgará de la misma manera como ustedes juzguen, y los medirá con la medida con que ustedes midan.  ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que tienes en el tuyo? ¿O cómo dices a tu hermano: Deja que la paja de tu ojo, si tu tienes una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”.
“No den las cosas santas a los perros ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y luego se vuelvan contra ustedes y los ataquen.”
PALABRA DEL SEÑOR

COMENTARIO
Seguimos avanzando en la lectura del Sermón de la Montaña, que abarca los capítulos 5 al 7 del evangelio de San Mateo.  Jesús les ha hecho descubrir a sus discípulos cómo han de relacionarse con Dios: como hijos con su Padre y cómo tienen que ajustar toda su vida a esta relación transformándola en el pivote en torno al cual todo gire. Ahora presenta las consecuencias que esta actitud filial tiene en las relaciones con los demás seres humanos, particularmente hacia el prójimo.
La primera que aparece en este capítulo es la de ser honesto con nosotros mismos, conocernos lo mejor posible, aceptar con humildad nuestras propias limitaciones y defectos, como condición preliminar para poder establecer una sana relación con el prójimo. Esto nos llevará a asumir una actitud comprensiva e indulgente  frente a las deficiencias de los hermanos.  Si queremos comportarnos como verdaderos hijos de Dios, lo tenemos que demostrar adoptando una actitud fraternal hacia el prójimo.
Jesús nos libera de la tarea de estar juzgando a los demás y nos pide que le dejemos ese juicio a él ya que sólo  él conoce lo que hay en el corazón del ser humano (Cf Jn 2, 24-25). Ya le decía Dios a Samuel, cuando éste buscaba un rey entre los hijos de Jesé: “La mirada de Dios no es como la del hombre,: el hombre ve las apariencias, pero el Señor ve el corazón” (1 Sam 16,7).
En la medida que nos conozcamos, limpiemos nuestra mirada, nos despojemos de prejuicios y estemos bien conscientes de nuestras limitaciones, en esa misma medida seremos más  indulgentes, más tolerantes, más comprensivos, más pacientes con los  hermanos que se equivocan y sabremos encontrar la manera más certera y eficaz de corregir a quien yerra. La mejor lección de esta actitud que Jesús quiere que asimilemos para ser buenos obreros de su Reino, la encontramos en el relato de la mujer sorprendida en adulterio, en Jn 8,2-11.

ORACIÓN
Señor, ten piedad de mi que soy un pobre pecador. Podemos hacer nuestra la actitud humilde y arrepentida del orante en el Salmo 32(31).

COMPROMISO
Conocerme mejor, particularmente mis defectos y limitaciones. Pedir al Señor esa gracia y buscar ayuda para lograrlo.

22-06-15/URSS

No hay comentarios:

Publicar un comentario