viernes, 31 de julio de 2015

La Predicación de Jesús en Nazaret

JULIO 31
SAN IGNACIO DE LOYOLA, FUNDADOR DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

INVOCA AL ESPIRITU SANTO
Ven, Espíritu Santo, envíanos un rayo de tu luz
para que escrutemos la Palabra de Dios,
como  Jesús lo hizo con  los dos discípulos de Emaús.
Abre nuestro entendimiento a las Escrituras
para que, así como ellos la descubrieron
en la pasión y muerte de Jesús de Nazaret en Jerusalén,
nosotros también descubramos la presencia de la Pascua de Jesús
en los sufrimientos de nuestra vida.
Que iluminados por ti, entendamos que la cruz no es el final de toda esperanza,
sino camino que desemboca en la fuente de la vida y de la resurrección.
Danos un corazón puro y sencillo como el de María
para guardar tu Palabra, meditarla con atención y llevarla a la práctica,
con prontitud y alegría, en nuestra vida diaria. Amén.
 
LEE LA PALABRA DEL SANTO EVANGELIO: Mt 13, 54-58
En aquel tiempo, al llegar a su pueblo Jesús se puso a enseñar en la sinagoga de tal manera que la gente se asombraba y comentaba: “¿De dónde le vienen esta sabiduría y esos milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven entre nosotros sus hermanas? Y estaban decepcionados de él. Pero Jesús les respondió:”Un profeta solo es menospreciado en su pueblo y en su familia”. Y no hizo allí muchos milagros por la falta de fe de aquella gente.
PALABRA DEL SEÑOR
GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS

MEDITA LA PALABRA DE DIOS

Jesús acaba de dedicarle tiempo a la enseñanza de sus discípulos en el discurso de las parábolas y ha encontrado en ellos acogida y una inicial comprensión. No ocurre así con los dirigentes del pueblo (Herodes, saduceos, fariseos ), ni con las poblaciones donde ha predicado, Cafarnaúm, Betzaida, Corozaín,  ni tampoco con la gente de su pueblo, Nazaret. Allí sufre un doloroso rechazo como el que sufrió Jeremías en su pueblo natal de Ananot (Jer 11, 18-23). La gente queda decepcionada o peor aún, escandalizada de él. ¿Cómo pretende presentarse venir a dar enseñanzas como profeta si es hijo de carpintero, cuya madre, hermanos y hermanas todo el pueblo conoce?
También eso es posible: que Jesús decepcione o escandalice. Este verbo ya lo habíamos encontrado anteriormente cuando unos discípulos vinieron a preguntar de parte de Juan el Bautista si él era el Mesías esperado. En su respuesta Jesús concluirá con estas palabras: “Dichoso el que no se decepciona de mi” (Mt 11,6). Ante estos rechazos, Jesús empezará a ampliar su radio de acción a poblaciones ubicadas más allá de las fronteras de Israel (14,13; 15,21; 16,4) y continuará la enseñanza de sus discípulos.

Estos episodios nos permiten descubrir una vez más que Jesús quiere revelar los misterios del Padre a los humildes y sencillos de corazón y que el Reino de Dios, como él mismo lo ha relatado en sus parábolas, comienza con lo mínimo e insignificante, con aquellos signos y realidades que la gran mayoría no valora sino que, por lo contrario, consideran insignificantes, decepcionantes o hasta escandalosos.

ORO A PARTIR DE ESTA PALABRA

¿Qué preguntas suscita en mi Jesús? ¿Qué palabras, actitudes o acciones de Jesús provocan aún en mi resistencia, rechazo, decepción? Señor, ¿te reconozco realmente como mi Señor y mi Dios, como lo confesó Santo Tomás? Puedo estar despreciándote cuando no ignoro tus mandatos o no te dejo espacio en mi vida, o no acepto a alguno de mis hermanos (as).

ME COMPROMETO  A LA LUZ DE LA PALABRA

San Ignacio, cuya fiesta celebramos hoy, convaleciente de su herida en la pierna y de sus tres dolorosas operaciones (sin anestesia), al leer la vida de Jesucristo o de los santos, a veces se ponía a pensar y se preguntaba a sí mismo. "¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?". Y así lo hizo.
 De ahora en adelante estaré más atento (a) a leer libros que me ayuden a conocer mejor a Jesús, a amarlo y a seguirlo por el camino de santidad que me corresponde.

31-07-15/URSS

miércoles, 29 de julio de 2015

La Red del Reino de los Cielos

INVOCA AL ESPIRITU SANTO

Espíritu Santo,
Amor del Padre y del Hijo,
Inspíranos siempre
lo que debemos pensar,
lo que debemos decir,
cómo debemos decirlo;
Lo que debemos opinar,
lo que debemos callar,
lo que debemos hacer,
lo que debemos vivir
para procurar la Gloria de Dios,
el bien de las almas,
nuestra propia realización
y santificación personal.
Espíritu Santo,
ilumina nuestra inteligencia
y fortifica  nuestras voluntades. AMEN
 
LEE LA PALABRA DE DIOS: Mt 13,47-53
 
El Reino de los cielos se parece también a una red que se echa en el mar y recoge toda clase de peces. Una vez que está llena, los pescadores la sacan a la orilla, y, sentados, colocan los peces buenos en canastos y, en cambio, arrojan afuera los malos. Así ocurrirá  al fin del mundo: vendrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los arrojarán al horno de fuego, donde habrá llanto y desesperación.”
“¿Comprendieron todo esto?” Le respondieron: “Si”. Entonces Jesús les dijo: “Por eso, todo maestro de la Ley que se ha convertido en discípulo del Reino de los cielos se parece al dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y antiguas”.
Cuando terminó estas parábolas, partió de allí.
 
PALABRA DEL SEÑOR
TE ALABAMOS, SEÑOR
 
MEDITO LA PALABRA DEL SEÑOR.
 
El discurso de las parábolas concluye con la parábola de la red. Esta parábola guarda mucha semejanza con la parábola del trigo y de la cizaña (Mt 13,24-30). Una vez más el Señor insiste en que el Reino de los cielos toma en cuenta la dinámica de la presencia simultánea en las realidades de este mundo, en nuestras comunidades y en cada uno de nosotros del bien y del mal, de la gracia y del pecado.
 
Pero se trata de una situación pasajera, con la que tenemos que convivir en este mundo. Cuando el Reino de Dios se manifieste de manera definitiva vendrá la separación de esas dos realidades. Habrá un juicio de Dios. Mientras se produce ese discernimiento, es necesario aprender a afrontar con lucidez y coraje esta coexistencia y a no rebelarse contra ella; a mantenerse firmes en la fe, a conservar la identidad de creyentes sin dejarse contaminar por la mala hierba y a vivir en fidelidad el seguimiento del Señor.
 
El último pasaje de este discurso sobre la sabiduría del maestro de la Ley y del discípulo del Reino, más que un simple apéndice del discurso, representa la culminación de éste.  El evangelista reúne a dos figuras emblemáticas del antiguo y del nuevo testamento: el escriba, ligado a la Ley antigua, y el discípulo, el seguidor de Jesús en la Nueva Alianza. El primero señala el camino de preparación, el segundo su cumplimiento. Cada uno, en su momento, si es fiel al espíritu que lo mueve, sabrá actuar en conformidad con lo que Dios le quiera ir revelando y sabrá valorarlo y darlo a conocer. Todo, al final, confluye en Cristo Jesús y en el Reino de su Padre que él ha tenido a bien revelarnos.
 
ORO LA PALABRA LEÍDA (¿Qué me dice la Palabra de Dios? ¿Qué me hace decir al Señor esa Palabra?
 
ME COMPROMETO A VIVIR LA PALABRA
 
“Pongan en práctica la Palabra y no se contenten solo con oírla, engañándose a ustedes mismos. El que se fija con atención en la ley perfecta, aquella que hace libres, y persevera en ella, no como oyente olvidadizo, sino poniéndola por obra, ese será dichoso al practicarla” (Sant 1,22.25)
 
30-07-15/URSS

martes, 28 de julio de 2015

LA CONVIVENCIA EN ESTE MUNDO DEL TRIGO Y LA CIZAÑA

LA CONVIVENCIA EN ESTE MUNDO DEL TRIGO Y LA CIZAÑA

INVOCA AL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo, llena mi corazón de tu presencia
Y enciende en  mí ser el fuego de tu amor.
 
Envía tu Espíritu, Señor, y todo será creado
Y renovarás la faz de la tierra.
 
Oh Dios que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haz que guiado(a) por ese mismo Espíritu saboree hoy la dulzura de tu Palabra y goce siempre de su divino consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Amen
 
LEE CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS: Mt 13, 36-43
 
Cuando despidió a la multitud, Jesús fue a la casa. Entonces sus discípulos se le acercaron y le dijeron: “Explícanos con claridad la parábola de la cizaña en el campo”. Él les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los partidarios del Reino, mientras que la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el Diablo; la cosecha es el fin del mundo; los segadores son los ángeles. Así como se recoge la cizaña y se arroja al fuego, de igual modo ocurrirá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles para arrancar de su Reino todo lo que lleva al pecado y a quienes hacen el mal y los arrojará al horno de fuego, donde habrá llanto y desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que quiera escuchar que entienda.”
 
PALABRA DEL SEÑOR
GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS
 
MEDITA LA PALABRA DE DIOS
 
Te invito a volver algunos versículos más atrás y leer nuevamente la parábola (vv. 24-30). Habitualmente las parábolas no se explican. A cada oyente o lector el Señor le invita a  buscar su comprensión y aplicación a su vida. Esta parábola no solamente se explica sino que se le atribuye a cada uno de sus siete elementos (sembrador, campo, buena semilla, cizaña, enemigo, siega y segadores) un significado preciso, lo que la transforma en una alegoría.
 
En su explicación Jesús le da además un sesgo escatológico, poniendo el acento en el destino final de los partidarios del diablo y los seguidores del Reino. A los primeros se les aplica el castigo que menciona el libro del profeta Daniel: serán arrojados a un horno de fuego (Da 3,6); los justos en cambio gozarán del destino descrito por el profeta Malaquías: “Porque ya viene el día, ardiente como un horno; todos los arrogantes, los malvados no serán más que paja. Ese día que está llegando, dice el Señor todopoderoso, los devorará y no dejará de ellos ni rama ni raíz. Pero sobre ustedes, los que respetan mi nombre, se levantará un sol victorioso que trae la salvación en sus rayos.” (Mal 3,19-20).
 
Mientras llegan los tiempos finales del juicio y por consiguiente de la separación definitiva del bien del mal, ambos tienen que convivir juntos en esta tierra. Esta convivencia de la gracia y del pecado se da en varias dimensiones: se da en las realidades del mundo, en los miembros de nuestras familias, en los integrantes de nuestras comunidades parroquiales y diocesanas, y también en cada uno de nosotros.  Tenemos que aceptar, que por más que luchemos contra la presencia del mal en nosotros, no será posible desarraigarlo del todo en esta vida. No nos adelantemos. No emitamos juicios definitivos sobre personas y situaciones. Las cosas pueden cambiar. Hay chance de convertirse hasta el último momento (Cf Ez. 18). Pero tampoco nos acomodemos a la presencia del mal, ni nos congraciemos con él, ni nos hagamos sus cómplices. Tengamos claro que al final habrá un juicio y  triunfará el trigo sobre la cizaña, la gracia sobre el pecado, el Bien sobre el Mal.
 
HAGO ORACIÓN A PARTIR DE LA PALABRA

GRACIAS,  SEÑOR,  por   mis   brazos   buenos,   cuando  hay    tantos mutilados;  por  mis   ojos    buenos cuando hay tantos  sin  luz;   por mi voz  que   canta,  cuando tantas  enmudecen;  por  mis  manos  que trabajan,    cuando    hay  tantas    que mendigan;  por  conservarme  siempre  con  buena  salud,por  el  pan nuestro  de  cada  día,  por guiarme siempre  por  el buen  camino.

ES MARAVILLOSO, SEÑOR, tener  un  hogar  donde volver,  cuando hay  tanta gente que llora, que odia, que   resuelve  en     pesadillas;    y tantos   que  mueren  antes  de  nacer.

ES MARAVILLOSO, SEÑOR, sobre  todo  tener  tan   poco que  pedirte Y TANTO  QUE  AGRADECERTE.

ALABADO  SEAS, SEÑOR

ME COMPROMETO HOY
¿Cómo está sembrado el campo de mi vida? Lo reviso para identificar el trigo de la cizaña. Buscar conocerme mejor para aceptarme en todos mis componentes y a partir de allí aceptar a las personas que me rodean tal como son y no como yo quisiera que fueran y convivir con ellas en las condiciones reales de sus cualidades y limitaciones.

28-07-15/URSS

lunes, 27 de julio de 2015

EL GRANO DE MOSTAZA Y LA LEVADURA EN LA MASA

27 DE JULIO
EL GRANO DE MOSTAZA Y LA LEVADURA EN LA MASA

INVOCA AL ESPIRITU SANTO
      Ven Espíritu Santo
y envía desde el cielo
un rayo de tu luz.
      Ven, Padre de los pobres,
ven dador de las gracias,
ven lumbre de los corazones.
      Consolador óptimo,
dulce huésped del alma,
dulce refrigerio.
      Descanso en el trabajo,
tranquilidad en el ardor,
consuelo en el llanto.
      Oh luz santísima,
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.
      Sin tu ayuda nada hay en el hombre
nada que sea inocente.
      Lava lo que está manchado,
riega lo que es árido
cura lo que está enfermo.
      Doblega lo que está rígido
calienta lo que está frío
dirige lo que está extraviado
      Concede a tus fieles que en Ti confían,
tus siete sagrados dones.
      Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación,
dales el eterno gozo.
Amén. Aleluya.

LEE CON MENTE ABIERTA EL SANTO EVANGELIO: Mt 13,31-35

Jesús les propuso otra parábola:”El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en el campo. A pesar de ser la más pequeña de todas las semillas, cuando crece llega a ser la mayor de todas las hortalizas, hasta convertirse en un árbol, de modo que hasta los pájaros del cielo vienen y anidan en sus ramas”.
Les dijo también otra parábola: “El Reino de los cielos se parece a la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa”.
Jesús enseño todo eso a la multitud en parábolas y nada les decía sin recurrir a ellas, para que se cumpliera lo que dijo Dios por medio del profeta:
 “Abriré mi boca por medio de parábolas
Y daré a conocer las cosas escondidas desde la creación del mundo”.

PALABRA DEL SEÑOR
GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS

MEDITA LA PALABRA

El Sermón de las Parábolas pertenece al Tercer bloque de discursos de Jesús que presenta el evangelio de San Mateo. Jesús explica el advenimiento del Reino de su Padre Dios por medio de comparaciones sencillas, extraídas de la vida cotidiana de los campesinos de Galilea: la naturaleza, la preparación casera del pan, para que el pueblo sencillo lo pueda entender. Jesús no suele explicar las parábolas. Deja a sus oyentes la tarea de entenderlas. Solía decir al concluirlas:“El que tenga oídos para oír que oiga”. Es decir que cada uno aguce su entendimiento para descubrir el sentido de la comparación. No hay que tratar de encontrarle sentido a cada elemento de la parábola sino buscar el núcleo, el meollo del mensaje que el Señor quiere transmitir.

¿Qué quiere comunicarnos Jesús sobre el Reino de Dios con la parábola del grano de mostaza?
El Reino de los cielos es la presencia de Dios en medio de nosotros. Pero no es una presencia espectacular, esplendorosa, que se impone por su grandeza y poder. Sino una realidad pequeña, muy pequeña que entra con los pies descalzos dentro de nuestros corazones, de nuestras vidas y si no se lo impedimos y la cultivamos, empieza a crecer, a crecer, a crecer lentamente hasta llegar a transformarse en una realidad que ilumina y abarca toda nuestra vida como las grandes ramas de un árbol frondoso. El Reino de Dios no se rige por los criterios de las grandezas de este mundo sino por la lógica de Dios que es muy distinta y trabaja desde la humildad y sencillez. Así era Jesús, así actuó Jesús. Así fue como sembró el Reino de su Padre Dios en este mundo.

La misma dinámica sigue la parábola de la levadura. Una cosa pequeña, insignificante, como un poquito de levadura que el ama de casa coloca dentro de la masa de harina, es capaz de “fermentarla”, de levantarla y, al pasar por el horno, la levanta y la transforma en pan, ese rico alimento que forma parte de la dieta diaria de muchas poblaciones del mundo. “Quién tenga oídos para oír que oiga”.

No hacen falta grandes cosas para cambiar mi vida, para cambiar el mundo, sino realidades pequeñas y sencillas, dotadas de dinamismo propio, cultivadas con tesón y amor y pasadas muchas veces por el horno del dolor, del sufrimiento, de los pacientes y lentos procesos de cambio. Así actúan virtudes como el amor, el servicio, la solidaridad, la ayuda mutua.  Logran introducirse sin mucho ruido ni algarabía, dentro de otras realidades más grandes y amorfas y transformarlas desde dentro.

ORA A PARTIR DE LA PALABRA: (¿Qué te hace decir a Dios la Palabra?)

Te invito a orar a partir de la profecía de Ezequiel (Ez 17,22-23):

“Esto dice el Señor: También yo tomaré la copa de un cedro, de la punta de sus ramas tomaré un tallo y lo plantaré en un monte muy alto, lo plantaré en un monte alto de Israel y echará ramas y dará frutos y se hará un cedro magnífico. Toda clase de pájaros anidarán en él y habitarán a la sombra de sus ramas. Y sabrán todos los árboles del bosque que yo, El Señor humillo el árbol elevado y exalto al árbol pequeño, hago secarse el árbol verde y reverdecer el árbol seco, Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré”

ME COMPROMETO:

A partir de esta pregunta me preparo a darle una respuesta al Señor a partir de la Palabra de hoy: Con qué lógica organizo mi vida, ¿con la lógica de la grandeza y del éxito ya, aquí y para mi, o con la lógica del Reino de Dios, que es la del grano de mostaza y de la levadura escondida en la masa de harina?

27-07-15/URSS

domingo, 26 de julio de 2015

EN CRISTO JESÚS, ES DIOS MISMO QUIEN ALIMENTA HOY A SU PUEBLO

DOMINGO 17 ORDINARIO. CICLO B

EN CRISTO JESÚS, ES DIOS MISMO QUIEN ALIMENTA HOY A SU PUEBLO

Muy queridos hermanos y hermanas
A partir de este domingo, se interrumpe durante cinco domingos la lectura del evangelio de San Marcos, en el punto donde narra la multiplicación de los panes, para hacer la lectura continua de todo el capítulo 6 del Evangelio de San Juan.  Se trata de un capítulo totalmente dedicado a la enseñanza sobre la Eucaristía.
Los otros tres evangelios, sitúan esta enseñanza dentro de la última cena de Jesús con sus discípulos (cf Mc 14,22-25). Juan en cambio la ha colocado en la etapa inicial del ministerio de Jesús. Este domingo corresponde el relato de la multiplicación de los panes. Juan utiliza en su relato una serie de datos, calificativos y descripciones intencionalmente escogidos para dejar bien claro la divinidad de Jesús.

Al igual que Dios en el Antiguo Testamento, que alimentó con el maná bajado del cielo al pueblo liberado de la esclavitud egipcia, así también Jesús alimenta al pueblo de la nueva Alianza, con el pan de su palabra y de la Eucarístía. En la antigua alianza,  Dios se valió de Moisés para arrancar al pueblo de Israel del dominio del Faraón.  Ahora en la nueva y definitiva alianza,  lleva a cabo la liberación definitiva de la humanidad,  de las garras de Satanás y del pecado mediante la enseñanza y la entrega de su Hijo Jesús, que se hace alimento de vida al alcance de todos. Todos los signos y afirmaciones que vamos a encontrar en este capítulo de San Juan revelan la verdadera identidad de Jesús: él es verdaderamente el Hijo de Dios, que está en medio de nosotros los hombres para llevar a cabo de manera irreversible nuestra salvación e introducirnos en la compañía de su Padre. Hemos de creer en él.

Ya vimos en el evangelio del domingo anterior que una muchedumbre de gente se puso en busca de Jesús y corriendo salió a su encuentro en el momento en que él se dirigía a un lugar solitario y tranquilo para descansar con sus discípulos. Al ver a la gente, el Señor sintió una gran compasión  por ellos “porque andaban como ovejas sin pastor” y se puso a enseñarles largamente (Cf Mc 6,34). E inmediatamente después se dio cuenta de que tenían hambre, de que era tarde y sin hacer caso de las insinuaciones disuasivas de sus discípulos, decidió darles de comer.  El evangelio nos cuenta que lo hará a partir del reporte que le hace Andrés, uno de sus discípulos: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados”.
No hay proporción entre la poca comida existente y la cantidad de gente que sigue a Jesús.  Se trataba de una gran muchedumbre. Solo los hombres son unos cinco mil.  Jesús hace una oración de acción de gracias sobre el pan y los peces e inicia la distribución. Intencionalmente el texto no precisa quien distribuye la comida como para que entendamos que es Jesús mismo quien se encarga de dar de comer y no los discípulos. El texto además aclara que comieron pan y pescado todo lo que quisieron hasta saciarse. Para que quede claro que la comida que Jesús da es abundante y sacia totalmente todas las clases de hambre que el ser humano pueda sentir. Los discípulos intervendrán después, al  final, para recoger lo que ha sobrado.  Se saciaron y aún así recogieron doce canastas de pan.

El gesto de Jesús nos invita y nos incita a la generosidad y a la práctica de la solidaridad compartiendo nuestros bienes con los más necesitados.  Para ninguno de nosotros es un secreto la situación de hambre y necesidad por la que está pasando en la actualidad mucha gente tanto en Venezuela como en el mundo.  Basta salir a la calle o ver las noticias para ver cómo muchos hermanos nuestros andan desesperados corriendo de un lugar a otro, haciendo colas interminables para conseguir la comida básica para sus hijos, particularmente los más pequeños. Lo más triste es presenciar cómo, en vez de solidaridad y apoyo, la escasez se presta para la reventa deshonesta y corrupta de los productos de primera necesidad a precios escandalosamente altos.
La multiplicación de los panes por parte de Jesús es sin duda un gran y hermoso milagro que anuncia la multiplicación del bien, del amor, de la gracia salvadora que él ha venido a traer a este mundo en nombre de su Padre Dios. Jesús llevó a cabo ese gran milagro por medio de su muerte en la cruz y su Resurrección gloriosa. Pero él ha querido contar con nosotros los cristianos, sus discípulos para hacer llegar esa gracia hasta los confines del mundo. Nos toca ahora a nosotros colaborar con Jesús para que el milagro de la multiplicación no ocurra una sola vez sino siempre y en todas partes.

Porque es un gran milagro lo que el Señor puede hacer cuando consigue personas generosas y solidarias dispuestas a compartir. La gran enfermedad de este mundo es que existen panes y peces suficientes para darle de comer a la humanidad pero no hay voluntad de distribuir, de compartir. Unos poquitos quieren acapararlo todo para si olvidándose de sus hermanos. El Papa Francisco denuncia como uno de los grandes pecados de nuestra mal llamada civilización, la vigencia de la cultura de la indiferencia y del descarte.

El evangelio de hoy nos invita a revisar nuestros comportamientos, a no desperdiciar la comida, a dejar siempre de lado algunos artículos para llevarlo a la Iglesia  el domingo y entregarlo a la parroquia. Hemos de decirle siempre  al Señor en nuestras oraciones personales, en familia y en comunidad que cuenta con nuestros cinco panes y dos peces para seguir realizando sus milagros de amor y de ayuda mutua.  No olvidemos que el compartir generoso y con corazón desprendido son también  potentes herramientas de evangelización y de transformación social. Así como Felipe, Andrés y el muchacho de la canasta fueron intermediarios para que Jesús diera de comer a la multitud, que cada uno de nosotros sea también un valioso intermediario para que Jesús siga haciéndose presente con su amor y su gracia redentora en esta humanidad. Amén.

+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo
26-07-15

sábado, 25 de julio de 2015

SANTIAGO EL MAYOR, APÓSTOL

25 DE JULIO
SANTIAGO EL MAYOR, APÓSTOL
Uno de los primeros cuatro seguidores de Jesús. Hermano de Juan.  Conocido como Santiago, el hijo de Zebedeo, para distinguirlo del otro Santiago, hijo de Alfeo (Cf Mc 3,17-18). Recibieron también el apodo de los hijos del trueno (Cf Lc 9,54). Pertenece, dentro de los 12 apóstoles, al grupo de los tres discípulos privilegiados que acompañaron a Jesús en momentos importantes de su vida (Transfiguración, Getsemaní).  Fue sometido, como los demás apóstoles, a un largo proceso de purificación y conversión. Al inicio ambicionó junto con su hermano Juan, por medio de su madre, obtener un lugar  privilegiado en el Reino de Dios  (Cf Mt 20, 20-28). Al final, lo encontramos  al frente de la primera Iglesia de Jerusalén y es el primero en beber el cáliz de la pasión y compartir la muerte martirial de su Señor. Es patrono de España y su santuario en Santiago de Compostela, atrae, desde la Edad Media hasta hoy, millones de peregrinos a través del famoso camino de Santiago. Patrono de las ciudades de Caracas y Mérida.

INVOCA EL ESPIRITU SANTO
Ven, Espíritu Santo, ayúdanos a escrutar la Palabra de Dios, como  Jesús lo hizo con  los dos discípulos de Emaús. A medida que el Señor les fue explicando todo lo que le había sucedido en Jerusalén esos días, Tú les fuiste abriendo el entendimiento de las Escrituras y así descubrieron la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret. Iluminados por ti, entendieron que la cruz no era el final de toda su esperanza, sino fuente de vida y resurrección.

Rompe hoy, para nosotros también, los sellos del Libro sagrado, para que tengamos acceso a su verdadero sentido y su aplicación concreta en nuestras vidas, experimentemos cómo está presente la fuerza de la resurrección de Jesús en medio de nuestras tribulaciones y sufrimientos y demos testimonio de la Pasión y la Cruz como únicos caminos para llegar a la vida plena y a la construcción  de un mundo más justo y fraterno. Amén

LEE CON CORAZON ATENTO LA PALABRA DE DIOS: Mt 20,20-28

Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó con ellos a Jesús y se postró ante él, para pedirle un favor. Él le preguntó: “¿Qué deseas?”. Ella le pidió: “Ordena que en tu Reino estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Pero Jesús respondió: “¡No saben lo que piden! ¿Pueden beber la copa que estoy a punto de beber? Le contestaron: “¡Si podemos!”. Él les dijo: “Ustedes beberán mi copa, pero sentarse a mi derecha y a mi izquierda no me corresponde a mi concederlo, sino que es para quienes mi Padre lo tiene preparado.
Al escuchar esto, los otros diez se enojaron con los hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones las someten y los poderosos las dominan.  Entre ustedes no debe ser así.  Al contrario el que quiera ser importante que se haga servidor de ustedes, y el que quiere ser el primero que se haga su esclavo, así como el Hijo del hombre, que no vino a que lo sirvieran, sino a servir y a dar su vida para rescatar a todos”.

PALABRA DEL SEÑOR
GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS
MEDITA LA PALABRA DE DIOS

La petición de la madre de Santiago y Juan contrasta fuertemente con el pasaje inmediatamente anterior en el que Jesús, mientras camina con sus discípulos hacia Jerusalén, les anuncia por tercera vez su dolorosa pasión, condena a muerte, crucifixión y resurrección. El camino de entrega de su vida que Jesús se propone recorrer contrasta de modo radical con la búsqueda de puestos de honor. Para los apóstoles será difícil deshacerse de esta visión terrenal basada en posiciones de poder y de dominio (Cf Lc 22,24-27; 24, 21; Hech 1,6).

Esta petición fuera de lugar le permite a Jesús enfatizar una vez más cuál es la verdadera razón de ser de su presencia en el mundo así como la de sus seguidores y de las comunidades que formarán en el futuro, y por consiguiente su distintivo fundamental: el servicio al prójimo, la entrega de sí mismo  para que los demás tengan vida en abundancia (Cf Jn 10,10). Si tu vida no es un servicio para los demás no tiene ningún sentido.

Te invito a leer las sabias y profundas reflexiones del Papa Francisco alertándonos contra lo que él llama “la mundanidad espiritual” en los NN 93-97 de su Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio”.

ORA EN EL SILENCIO DE TU CORAZÓN

No te quiero seguir, Señor, para obtener beneficios, honores, privilegios y prebendas. Quiero buscarte más al Señor de las cosas que las cosas del Señor. Quiero caminar tras de ti para aprender a compartir tu mentalidad, tus sentimientos, la lógica interna del Reino que has venido a traernos, tus actitudes fundamentales ante tu Padre Dios, ante la vida, ante el mundo, ante los demás.  Que con la ayuda de María, Madre y maestra del servicio humilde y callado, aprenda a recorrer  la ruta de la alegría de vivir sirviendo.

ME COMPROMETO

A aprender a servir desinteresadamente a mis hermanos. Si sirvo que lo haga con amor no como una obligación; si ayudo que no sea para buscar mi propio beneficio.

25-07-17/URSS

jueves, 23 de julio de 2015

SANTA BRÍGIDA DE SUECIA, CO-PATRONA DE EUROPA

3 DE JULIO
SANTA BRÍGIDA DE SUECIA, CO-PATRONA DE EUROPA

INVOCA AL ESPÍRITU SANTO (para que abra tu mente y tu corazón a la inteligencia de la escritura que vas a leer y escrutar).
Ven, Espíritu Santo, ayúdanos a escrutar la Palabra de Dios, como  Jesús lo hizo con  los dos discípulos de Emaús. Rompe hoy, para nosotros también, los sellos del Libro sagrado, para que tengamos acceso a su verdadero sentido y su aplicación concreta en nuestras vidas, experimentemos cómo está presente la fuerza de la resurrección de Jesús en medio de nuestras tribulaciones y sufrimientos y demos testimonio de la Pasión y la Cruz como únicos caminos para llegar a la vida plena y a la construcción  de un mundo más justo y fraterno. Amén

LEE CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS: Mt 13,10-17

Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué les hablas en parábolas?”. Él les respondió: “Porque a ustedes Dios les ha dado a conocer los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene, él le dará en abundancia, pero al que no tiene él también le quitará lo poco que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque, aunque miran, no ven, y aunque oyen, no escuchan ni comprenden. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
Ustedes oyen pero no comprenden, y por más que miran no ven, pues se endureció el corazón de este pueblo, sus oídos escucharon con dificultad y sus ojos se cerraron, no sea que vean bien con los ojos, oigan bien con los oídos, entiendan con el corazón, se arrepientan y yo los sane” (Is 6, 9-10).
En cambio, dichosos los ojos de ustedes porque ven, y sus oídos porque oyen. Pues les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron y oír lo que ustedes oyen pero no lo oyeron”

PALABRA DEL SEÑOR
GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS

ESCRUTA LA PALABRA LEÍDA (tras un breve momento de silencio para dejarla aposentarse en tu corazón):

Estás leyendo el tercer discurso de Jesús (Mt 13,1-52), conocido como el discurso de las parábolas. Se compone de siete parábolas, algunas de ellas exclusivas de este evangelista, mediante las cuales el Señor ilustra cómo es el Reino de los cielos y que es menester para poder entrar en él. Las parábolas están dirigidas a todos pero no todos están en capacidad de entenderlas. A los discípulos Jesús se las explica; a los escribas, fariseos y doctores de la Ley, no. Jesús va develando progresivamente el sentido profundo de este Reino a través de sus enseñanzas y de sus actuaciones y signos milagrosos.
Los discípulos le preguntan por qué le habla a la gente de afuera en parábolas. Su respuesta es sorprendente y hasta extraña pues pareciera que lo hace porque no quiere que capten su mensaje. Lo que San Mateo quiere reflejar es el contraste entre la aceptación del mensaje de Jesús por parte de sus discípulos y el rechazo frontal de los dirigentes religiosos y buena parte de su pueblo. La cita de Isaías es quizá difícil de entender para nuestra mentalidad actual pues pareciera que es Dios mismo quien se encarga de endurecer los sentidos y el corazón de sus oyentes para que no entiendan ni se arrepientan. Es una manera de hablar para significar el resultado final de la predicación del profeta: por su mala disposición y obstinada oposición, sus oyentes no van a aceptar su mensaje y se van a negar a recibir la salvación de Dios.
La disponibilidad para la escucha la otorga el Mesías para los que se hacen de su familia (Cf Mt 12,46-50) y abren su corazón de forma pobre y sencilla (11,25).

ORA A PARTIR DE LA PALABRA ESCRUTADA (¿Qué te dice a TI esta Palabra hoy y ahora ¿)
Señor, no quiero ser un destinatario ciego, sordo, mudo, de corazón duro y de cerviz rígida a tu Palabra. Quiero ver bien con mis ojos lo que me quieres mostrar, escuchar bien con mis oídos lo que me quieres revelar, entender con el corazón el significado de tu mensaje para mi vida hoy, deseo de todo corazón arrepentirme de mis pecados y gozar de tu sanación.

COMPROMÉTETE CON JESÚS Y CON TU IGLESIA (Contempla y pon en práctica la Palabra):

Manifiéstale al Señor que quieres pertenecer a su familia y que para ello la pondrás de primera en tus preferencias y decisiones, por encima de tu familia carnal. Examínate a ver si esa es tu verdadera escala de valores que priva en tus opciones diarias.
Anunciar el Reino de Dios con Jesús es una misión que has recibido en el bautismo y desde entonces eres un enviado para transmitirlo no solo con palabras sino con tus obras, tus actitudes y acciones, con la transformación concreta de la vida de tu matrimonio o de tu vida sacerdotal o consagrada.
23-07-15/URSS

miércoles, 22 de julio de 2015

MISA DEL CRISTO NEGRO DE MARACAIBO - HOMILIA - Misa votiva de la Preciosísima Sangre

MISA DEL CRISTO NEGRO DE MARACAIBO
HOMILIA

Misa votiva de la Preciosísima Sangre
Lecturas: Ex 24, 3-8; Salmo 115; He 12, 18-19.22-24; Lc 22,39-46
Muy queridos hermanos y hermanas,
Cristo crucificado es un Cristo orante. San Lucas nos revela que antes de iniciar su ministerio, inmediatamente después de su bautismo por parte de Juan el Bautista,  el Espíritu Santo condujo a Jesús al desierto. Allí fue puesto a prueba por el Diablo.  El episodio concluye con la victoria de Cristo sobre Satanás y estas palabras del evangelista: “Cuando el diablo terminó de someter a Jesús a todo tipo de pruebas, se apartó de él hasta el momento oportuno” (Lc 4, 1-13).
Al final de su ministerio, justo antes de entrar en su Pasión, el Diablo reaparece y ya no  dejará tranquilo al Señor; lo acosará hasta el último suspiro. En el desierto, Jesús lo venció con el antídoto de la Palabra de su Padre Dios. En la Pasión lo vence con la oración. Esa fue la postrera recomendación que le dio a sus discípulos, antes de internarse en el Jardín de los Olivos: “Oren para que puedan enfrentar la prueba” (Ibid 22,39). Inmediatamente se alejó de ellos, se puso de rodillas y, poniendo en práctica su consejo, empezó a orar. En esta oportunidad San Lucas nos entrega el contenido de su oración: “Padre, si quieres, aparta de mí esta copa amarga, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.  (v 42).
Jesús vivió en Getsemaní, una inmensa angustia. Fue tal la lucha interna que se desató en su alma que su Padre le envió un ángel para confortarlo. Aun así el sufrimiento fue en aumento. Lucas nos narra que, en esos momentos dramáticos, Jesús oró con mayor fervor y fue tal la intensidad de su lucha interior para aceptar de corazón la voluntad de su Padre y apartar la suya propia que el sudor se transformó en gotas de sangre que se deslizaban por todo su cuerpo “y corrían hasta el suelo” (v 44). Pero una vez, a fuerza de oración venció la tentación. “Cuando terminó su oración, dice San Lucas, se levantó”. Es decir, se levantó de tierra donde estaba arrodillado; se levantó sobre todo de su postración. Fue hasta donde estaban sus discípulos, los despierta porque se habían dormido y  les recuerda una vez más el secreto para vencer al demonio: “Levántense y oren para que puedan afrontar la prueba, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mc 14,38).
Jesús sabía cuál era su misión. Había venido para fundar la nueva familia de los hijos e hijas de Dios, no sobre lazos carnales sino sobre el poder de Dios. Así lo presenta San Juan en su Prólogo: “A los que creen en su nombre, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios. Estos no nacieron de la sangre ni por deseo  y voluntad humana sino que nacieron de Dios” (Jn 1,12-13). En otra oportunidad Jesús reveló quiénes iban a ser, en el Reino de Dios, sus hermanos, hermanas y madre: “Quién cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. (Mc 3,35).
Es precisamente sobre ese punto que el Diablo lo va a tentar. La misma tentación a la que sometió al viejo Adán, en el Jardín del Edén, en la que la primera pareja cayó arrastrando tras de sí todas las generaciones. La primera familia se fundó sobre un desacato a la voluntad de Dios. Ahora Satanás quiere impedir que Jesús lleve a cabo la fundación de la nueva familia del Reino, distinta a la del primer Adán, fundada en la obediencia y aceptación plena de la voluntad divina. Jesús la enfrenta: “Padre, si quieres, aparta de mí esta copa amarga, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Que no se haga mi voluntad sino la tuya. Jesús mantendrá esta postura a lo largo de  su pasión y el camino hacia el Gólgota. No cumplirá su propia voluntad sino la de su Padre Dios. Digno hijo de su madre María, la cual, redimida anticipadamente por la sangre redentora del Crucificado Resucitado, responderá al Ángel Gabriel cuando éste le vino a proponer los designios de Dios: “He aquí la servidora  la servidora del Señor. Que se haga en mí lo que tú dices” (Lc. 1,38)
Jesús crucificado es un Cristo orante. Ora con todas sus fuerzas para superar las sucesivas pruebas a las que lo somete el Diablo: la traición de Judas (Lc 22,21), la negación de Pedro (Ibid. vv 54-62), la fuga cobarde de sus discípulos (Mc 14,50), la soledad de la cruz, la condenación injusta, los escarnios y torturas, las burlas de los soldados, de los pasantes y de los jefes (Lc 23,35), la sed y sobre todo, el silencio de su Padre: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” (Mt 27,46). Solo al final, antes del último suspiro, Jesús pronuncia la Palabra liberadora: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46).
Jesús crucificado es un Cristo orante. Pero no ora solamente por él para vencer las pruebas a las que lo somete el Diablo; ora también y sobre todo por nosotros para que seamos fuertes y capaces de salir airosos de todas las pruebas a las que es sometida nuestra fe a lo largo de la vida. Se lo dijo claramente a Pedro, dirigiéndose, a través del jefe de sus apóstoles, a todos nosotros: “¡Simón! ¡Simón!  Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos así como se hace con el trigo cuando se lo separa de la paja. Pero yo he rogado por ti para que no pierdas tu fe y tú, una vez convertido, fortalece a tus hermanos” (Lc 22,31-32).
El Cristo Negro es un Cristo orante. El primer hecho milagroso, en torno a esta venerable imagen, se produjo cuando, el 22 de agosto de 1600, el templo de San Antonio de Gibraltar, población costera del sur del lago de Maracaibo, en el que era venerado, fue incendiado, junto con todo el poblado, por los indios quiriquires, “en uno de los episodios más crueles en la historia de la hoy Venezuela” (Oscar Martínez Allegretti, Dos familias en el Maracaibo del siglo VII p42). El mismo historiador comenta que el ataque fue en represalia  por los  tantos maltratos y humillaciones que recibió esa Nación cuando laboraban como esclavos en los hatos y haciendas del Justicia Mayor Rodrigo de Arguelles.
“Todo cuanto rodeaba al Cristo quedó reducido a cenizas, incluso el cepo que sostenía la Cruz. Milagrosamente tanto la imagen como la Cruz de que ella pendía fueron respetadas por las llamas al igual que una pequeña imagen de papel de la Inmaculada Concepción que estaba pegada a los pies del Cristo en la Cruz. Días después regresaba Rodrigo de Argüelles con varios de los sobrevivientes de la tragedia y al visitar los restos chamuscados de la que fuera la Iglesia parroquial quedaron estupefactos al contemplar al Santo Cristo casi como si flotara en el aire. Tan solo pudo observarse una pequeña marca de fuego en una de las piernas del Crucificado. Mas, al observar con detenimiento su rostro, diéronse cuenta de que la cabeza que originalmente estaba echada hacia atrás, aparecía ahora inclinada al costado izquierdo, quizá como testimonio de semejante sacrilegio” (Ibid pp.66-67).
La noticia de lo acaecido al Santo Cristo se divulgó presto en Maracaibo, cuyos vecinos desearon tenerlo en la ciudad. Se presentó la ocasión propicia y lo trasladaron a Nueva Zamora, donde según reza la tradición, “se le ha tenido siempre en gran veneración y grande adorno que la acrecientan los navegantes que entran en la Laguna a quien encomiendan sus viajes y ofrecen grandes limosnas, seguros y confiados en su amparo, de que tienen grandes y conocidas experiencias”  (AGI, Santo Domingo Legajo 208). La cruz del Cristo fue llevada posteriormente al convento de San Agustín de Mérida. La milagrosa imagen fue colocada más adelante sobre una preciosa cruz de nácar y plata.
Cuenta la tradición, que ante la insistencia de los Gibraltareños para que le devolvieran la santa imagen, lo colocaron en una piragua para que él mismo Cristo decidiera en cuál de los dos lugares quería estar, y que al desplegarse las velas empezó a soplar un fuerte viento y tomo rumbo hacia Maracaibo. Ante este hecho sobrecogedor los fieles de Maracaibo decidieron que  la santa reliquia debía quedarse con ellos. Aquí está, desde entonces, el Cristo Negro, en su nicho sencillo, a un costado de la catedral, esperando que el pueblo creyente vuelva sus ojos hacia él y se acoja a su gran misericordia. Allí está orando por este pueblo para que sea capaz de superar la gran prueba a la que ha sido sometido desde sus orígenes: la tentación de la división y de la confrontación agresiva.
¿Por qué quiso el Cristo Negro quedarse con nosotros en esta ciudad? ¿Será que nosotros estamos sometidos a mayores tentaciones o porque el Señor supo de antemano que con el tiempo aquí se congregaría, a orillas del Coquivacoa, una inmensa población que iba a necesitar encontrarse con él para aprender a superar las duras pruebas de la vida y a vivir y comportarse como hermanos?  El hecho es que la convivencia entre las etnias originarias, entre nativos y colonos, entre partidos y grupos sociales siempre ha sido el talón de Aquiles de los habitantes de esta tierra. Cuando la Virgen de Coromoto se apareció a los Cospes, a mediados del siglo XVII,  recomendará esta convivencia a través de la práctica efectiva de la religión cristiana.
Vengamos, hermanos y hermanas, al pie de la Cruz donde nos espera el Señor crucificado. Pongamos nuestra mirada en Cristo Jesús, “el que inicia y perfecciona nuestra fe” (Heb 12,2) y pidámosle que nos ayude a enfrentar la prueba de nuestra falta de convivencia democrática y fraterna, nuestra tentación de tratarnos con agresividad y violencia, de derramar sangre de hermanos. Tenemos un sumo sacerdote capaz de compadecerse de nuestras debilidades. “Acerquémonos con plena confianza al trono de la gracia, para que obtengamos misericordia y encontremos la gracia de una ayuda oportuna” (Heb 4,16). Les invito a hacer nuestra la siguiente oración:
Santo Cristo Negro de Maracaibo
que venciste las llamas que quisieron destruirte,
manifestándole así a las poblaciones de ayer y de hoy
tu ardiente deseo de permanecer
para siempre en esta tierra de gracia con nosotros
para traernos la salvación;

Postrado a tus pies,
te adoro en tu pasión santa y salvadora.
Me arrojo lleno de confianza
en tus brazos abiertos, Jesús crucificado;

Con el poder de tu muerte y resurrección,
Ayúdame a romper el yugo  del pecado,
enciende en mi corazón el fuego de tu amor.
Enséñame a caminar siempre contigo,
con una vida llena de obras de misericordia.

Te encomiendo mi familia, mi pueblo y la Iglesia;
Que siguiendo tus santos preceptos
Aprendamos a vivir entre nosotros  como hermanos
y con la Virgen María, nuestra madre amada,
Lleguemos a gozar  del cielo que nos tienes prometido
Amen