lunes, 29 de mayo de 2017

Instructivo Pastoral


Instrucción Pastoral

Y todo procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Cor. 5,18)

“Igual que ustedes, estoy persuadido de que los graves problemas de Venezuela se pueden solucionar si hay voluntad de establecer puentes, de dialogar seriamente y de cumplir los acuerdos alcanzados. (Papa Francisco, Carta a los Obispos de Venezuela)

Muy Queridos hermanos Presbíteros y Diáconos permanentes,

Me dirijo a ustedes, junto con mi Obispo Auxiliar, llevado por el deseo de responder a la gran inquietud que muchos de ustedes tienen de hacerse presentes al lado del pueblo al que pertenecen, en este momento de tanto dolor y sufrimiento, para compartir con ellos estas horas de tanta angustia e incertidumbre y aportarles lo más genuino de su vocación de servicio,

Impulsados por los mismos motivos, los Obispos de la CEV nos reunimos recientemente en Asamblea Extraordinaria en Caracas, con la finalidad de apoyar la posición asumida por la Presidencia en sus comunicados, analizar la complicada situación nacional desde la luz del evangelio, elaborar una exhortación pastoral que nos ayudara a todos a actuar consecuentemente y contribuir, desde nuestras funciones y carismas propios, a transformar esta realidad ominosa que nos constriñe, y abrir espacios a la concordia y la reconciliación. Les invito a leer esos documentos y tomar en cuenta las orientaciones que allí se presentan.  

A la luz pues de esta situación y de estos recientes pronunciamientos de los principales organismos de la Conferencia episcopal, comparto con ustedes las siguientes reflexiones, acompañadas de disposiciones concretas que les pido tomen en cuenta en sus actuaciones pastorales al frente de sus respectivas comunidades.

ALGUNOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES

1. Hemos de reafirmar, primero que todo, un principio fundamental de nuestra fe: Somos conscientes de que: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de (nosotros) los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en (nuestro) corazón” (GS, 1),

2. Por tanto, nosotros, los ministros de la Iglesia, no podemos permanecer indiferentes ante la terrible realidad que están viviendo nuestros fieles, sujetos, protagonistas y destinatarios directos de nuestra acción evangelizadora. Ellos, en estos momentos esperan, más que nunca, como lo comenta el Papa Francisco, vernos caminar en la delantera para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo; otras veces estar simplemente en medio todos en cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones detrás de ellos para ayudar a los rezagados. (Cf EG 31)

3. Todas las actividades y acciones que emprendamos deben tener en Jesús y en el servicio de la reconciliación, su raíz y fuerza convocadora, no en programas y convocatorias hechas por partidos y organizaciones políticas. De este modo, aportaremos a la solución de la crisis que atravesamos, lo más propio y genuino de nuestro ministerio y que otros sectores del Pueblo de Dios, no pueden aportar.

4. El Santo Padre, desde el inicio de su ministerio petrino, nos ha pedido que seamos “’sacerdotes con olor de ovejas”; que sintamos “el gusto espiritual de ser pueblo” (EG 273), a imitación de Jesús, a quien se le estremecían las entrañas cuando veía a su pueblo padecer cualquier tipo de necesidad (Cf Mt 9,36). Su entrega en la cruz no fue más que la culminación de la forma abnegada de entrega y servicio que marcó toda su existencia y que su Padre del cielo ratificó haciéndolo resurgir de la muerte (Cf Fil 2,5-11).

5. Por tanto, los Sacerdotes, juntamente con toda la Iglesia, estamos obligados, en la medida de nuestras posibilidades, a adoptar una línea clara de acción, cuando se trata de defender los derechos humanos fundamentales, de promover integralmente la persona y de trabajar por la causa de la paz y de la justicia. Pero todo ello, lo debemos de hacer desde nuestra identidad propia y desde nuestro “officium amoris” (Cf Jn 21,15-17), sin quitarle el protagonismo a los laicos, valiéndonos de aquellos medios que sean conformes con el Evangelio. Ya sabemos y espero que lo hayamos bien asimilado, que hemos de abstenernos de intervenir directamente en la actividad política o en la organización de la vida social -campo propio de los laicos-, pues no tenemos esa misión ni ese carisma, y debemos ser siempre agentes de comunión. (Cf S. Juan Pablo II, EiA 39).

6. Pese a que la Iglesia no intenta entrar en la política con el objetivo de apoyar a partidos políticos o de influenciar indebidamente a gobiernos legítimos, tiene el deber de enseñar con firmeza lo que, en esta materia, es conforme a la verdad. Dicha enseñanza no debe de ninguna manera entenderse como un intento de ejercer el poder político o de eliminar o restringir la libertad de los católicos en cuestiones que son de libre elección. Por el contrario, intenta- tal como lo indica su función propia- instruir e iluminar las conciencias de los fieles, en particular de aquellos involucrados en la vida política, de modo que con sus acciones puedan actuar siempre en la promoción integral de la persona humana, de todas las personas y del bien común.

CUATRO DESAFIOS

7. En su reciente Exhortación Pastoral (No 5), los Obispos nos trazamos cuatro desafíos “que hemos de asumir con decisión”:

a) COMPROMISO POR LA PAZ. Es decir, trabajar juntos por la edificación de la paz entre todos, de acuerdo a lo que nos enseña el Evangelio. Esto conlleva abrir espacios de encuentro y diálogo para la negociación de soluciones reales.

b) DENUNCIA PROFETICA. Advertir con claridad sobre las situaciones estructurales de pecado presentes y denunciar todo aquello que vaya en contra de la dignidad de los ciudadanos y que pretenda destruir la paz social;

c) SOLIDARIDAD FRATERNA. Para colocarnos sin titubeos del lado de los que pasan más necesidad por la falta de alimentos, insumos médicos y encarecimiento de la vida diaria, mostrándonos con ellos más que solidarios, hermanados.

d) CARIDAD Y ORACIÓN. Acompañar la acción de la Iglesia con gestos de fraterna caridad y oración, alimentada por la Palabra y la Eucaristía.

Estos compromisos no son solo de los Obispos sino también de todos ustedes, mis queridos sacerdotes y diáconos, ya que son nuestros más estrechos colaboradores en el ejercicio del ministerio episcopal.  Por eso, les invito a aprovechar este tiempo pascual y las próximas solemnidades de Pentecostés, Corpus Christi, el 118º aniversario de la Consagración a Venezuela al Santísimo Sacramento, el próximo dos de julio, y el aniversario de la creación de nuestra Iglesia local, el 28 de julio, para vivirlos más intensamente e implementarlos de manera concreta y conjunta.

EDIFICACIÓN DE LA PAZ Y DE LA CONCORDIA

8. En primer lugar, comprometámonos, como embajadores de la reconciliación (2 Co 5,18-20), a edificar la paz y la concordia entre los venezolanos, siguiendo el camino abierto por la triunfante resurrección de Jesús, por medio de la cual derribó el muro que separaba a judíos y paganos y los unió en un solo pueblo (Cf. Ef. 2, 14). Es una tarea difícil pero no nos desanimamos, porque Dios, en su misericordia, nos ha encargado su trabajo” (2 Cor. 4, 1): “y ese trabajo es hacer realidad en nuestra patria el reinado de justicia, paz y amor nacido en la Cruz, y manifestado en la Resurrección” (Cf Exhortación pastoral de la CEV No 13).

Les invito entre otras iniciativas a que, en todas las próximas Solemnidades, Misas dominicales y feriales introduzcamos una intención por la paz en Venezuela, para que todos los dirigentes políticos, sociales y económicos tengan la sabiduría divina necesaria para realizar actos que apunten a la solución de la crisis, y para que todos actuemos según los principios del Evangelio y de la Caridad fraterna. Puede ser la recitación de la Oración por Venezuela al final de la Oración de los Fieles.

SEAMOS PROFETAS QUE ANUNCIAN Y DENUNCIAN

9. En segundo lugar, comprometámonos a ejercer nuestra función profética de anuncio y denuncia. Tendamos puentes, acerquemos a las partes enfrentadas, creemos iniciativas para fomentar la solidaridad y la generosidad, evitar cualquier tipo de violencia; promover la dignidad humana y sus derechos fundamentales. Anunciemos a tiempo y a destiempo que la violencia, sea institucional, civil o militar, no tiene ninguna explicación cristiana y no puede ser aceptada.

Los Caínes que ejercen la violencia, derramando la sangre inocente de tantos Abeles, cometen un grave pecado del cual deben arrepentirse, confesarse, y responder por ellos ante la justicia. Así mismo los saqueos, los atentados contra las personas y las propiedades, comercios, instituciones también son pecados. Quienes cometieron o auparon los saqueos no sólo deben confesar su grave pecado, sino arrepentirse y resarcir los daños (devolver las mercancías robadas, por ejemplo).  Apoyémonos, a este respecto, en lo que nos enseña el CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA sobre el séptimo mandamiento (NN 2408-2414)

SOLIDARIDAD AFECTIVA Y EFECTIVA CON LOS POBRES

10. En tercer lugar, manifestemos nuestra solidaridad con los más pobres y necesitados con gestos concretos de servicio fraterno y misericordioso. Por eso, los párrocos motivarán a los fieles a realizar ayuno y pequeñas penitencias. Los frutos de estas privaciones serán entregados a los más desfavorecidos, siguiendo el consejo de San Agustín “Tus privaciones serán infecundas si no muestras generosidad con otros”, e imitando las primeras comunidades cristianas, “que compartían lo que tenían y nadie pasaba necesidad” (Cf Hech 2,44-46). Una obra que ha ayudado mucho en tiempo de Cuaresma son las Ollas Comunitarias. Los invito a continuarlas manteniendo todos sus objetivos que no son solo asistenciales sino también promocionales y liberadores y a confiárselas a las Cáritas parroquiales.

ORACION, AYUNO Y CELEBRACIONES

11. En cuarto lugar acompañemos nuestras acciones caritativas con la oración personal, familiar y comunitaria, sostenida por el ayuno y fundamentada en la Palabra de Dios y en la Eucaristía. Les exhorto vivamente a organizar en cada parroquia las Cuarenta Horas, como novena preparatoria a la fiesta solemne del Corpus. Donde no puedan realizar las $0 Horas, podrán organizar un “Via Lucis” juvenil.   En todas las parroquias, al terminar una de las celebraciones eucarísticas de la Solemnidad del Corpus Christi, se realizará, donde se den las condiciones de seguridad, una concurrida procesión con el Santísimo Sacramento por las principales calles del territorio parroquial, siguiendo las indicaciones litúrgicas. Antes de la bendición final, se realizará con todos los fieles la consagración a Venezuela al Santísimo Sacramento.

El domingo 2 de julio, con motivo de cumplirse 118 años de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento y el viernes 28 de ese mismo mes, en el centésimo vigésimo aniversario de la creación de nuestra Iglesia local, realizaremos dos intensas Jornada de Oración, ayuno y solidaridad,

Un arma poderosa, y muy querida por nuestro pueblo, es el rezo del Santo Rosario, el cual puede ser rezado donde sea posible también fuera del templo. Recordemos la petición y promesa que hizo Nuestra Señora de Fátima a los pastorcitos en la sexta y última aparición, el 13 de octubre de 1917, “Yo soy la Señora del Rosario. Continúen siempre rezando el Rosario cada día. La guerra va a su fin y los soldados pronto regresarán a sus casas

EUCARISTIAS Y PROCESIONES CON EL SANTISIMO

12. Procuremos no protagonizar eventos alejados del marco litúrgico que puedan llevar a confusiones o a malas interpretaciones por parte de los diferentes sectores de la sociedad venezolana. Igualmente les recuerdo que no deben participar ni hacerse presentes, de no ser urgentemente necesaria su presencia para evitar males mayores o derramamientos de sangre, en actividades como los llamados “plantones”, “guarimbas” o en cualquiera otra programación donde se irrespete el orden, no se tome en cuenta el bien común, se dañe el patrimonio de la Nación y puedan desembocar en represiones o actos de violencia.
Les pido encarecidamente se abstengan, en las circunstancias actuales, de celebrar misas en las calles, ofrecer el sacramento de la confesión dentro del marco de acciones de protesta cívica así como exponer o procesionar con el Santísimo Sacramento.

CONCLUSION

13. Que Dios Padre bueno, “que hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5,45), nos haga partícipes, por la intercesión de nuestra Madre de Chiquinquirá, de la bienaventuranza de la edificación de la paz en Venezuela, la cual es a la vez un don y una tarea de todos.

Imploro la bendición de Dios sobre ustedes y cada una de sus comunidades parroquiales, a fin de que puedan ser signos visibles y creíbles de Jesús Resucitado,


Maracaibo 27 de mayo de 2017


+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo



+Ángel Caraballo Fermín
Obispo Auxiliar









domingo, 28 de mayo de 2017

ASCENSIÓN DEL SEÑOR 2017 SI NO NOS ATRAE EL CIELO, NOS PUEDE TRAGAR LA TIERRA

ASCENSIÓN DEL SEÑOR 2017
SI NO NOS ATRAE EL CIELO, NOS PUEDE TRAGAR LA TIERRA


Mis queridos hermanos y hermanas,
Permítanme iniciar esta homilía hablándole de una mujer rusa, comunista y atea que se convirtió al cristianismo. Su nombre es Tatiana Goricheva. Fue la fundadora del primer movimiento feminista ruso, de cuya ala radical surgió la tenebrosa ideología del género. Recién convertida, desplegó una intensa actividad intelectual que provocó su encarcelamiento por las autoridades comunistas y su posterior expulsión del país. Escribió un libro testimonial, cuyo título en español “Hablar de Dios resulta peligroso”. He aquí algunos de sus testimonios:
“Hubo un tiempo en que por la tarde y por la noche, me mantenía en compañía de marginados y de gente de los estratos más bajos: ladrones, alienados y drogadictos. Esa atmósfera sucia me encantaba. Os emborrachábamos en bodegas y tabernas. Me invadió entonces una melancolía sin límites. Me atormentaban angustias incomprensibles y estaba volviéndome loca. Ya ni siquiera tenía ganas de seguir viviendo. ¡Cuántos de mis amigos de entonces han caído víctimas de ese vacío horroroso y se han suicidado! ¡Otros de han convertido en alcohólicos! Algunos están en instituciones para enajenados. Todo parecía indicar que no teníamos esperanza de vida alguna en la vida.
Cansada y desilusionada, realizaba ejercicios de yoga y repetía mantras. Conviene saber que, hasta ese instante, yo nunca había orado ni conocía realmente oración alguna. Pero el libro de yoga proponía como ejercicio una plegaria cristiana, en concreto, la oración del Padrenuestro. Empecé a repetirlo mentalmente, como un mantra, de un modo inexpresivo y automático. La dije unas seis veces. Entonces de repente, me sentí transformada por completo. Comprendí con todo mi ser que El existe. ¡El, el Dios vivo y personal, que me ama a mí y a todas las criaturas, que ha creado el mundo; que se hizo hombre por amor, ¡el Dios crucificado y resucitado! ¡Qué alegría y que luz esplendorosa brotó, entonces, en mi corazón! El mundo entero, cada piedra, cada arbusto, estaban inundados de una suave luminosidad. ¡El mundo se transformó para mí en el manto regio y pontifical del Señor!
En un Estado totalitario, la Iglesia se nos aparecía como la única isla limpia en la que realmente se podía vivir. Era la antítesis de cualquier ideología asesina y embrutecedora. Y el poder de la ideología es realmente absoluto en nuestro Estado. La Ideología corrompe la personalidad, mientras que en la Iglesia es la persona la que debe madurar hasta su plenitud (resaltado añadido por mi). La ideología vive como un parásito de los sentimientos y de la infelicidad de los hombres. En la Iglesia se da el trato afectivo y creador de las personas entre sí, hay una comunicación sin mentiras”.
Cuando llegó a Austria, escribió: “En Rusia no era libre. La libertad es un don de Dios. Es una obligación. No un derecho. Si en Rusia teníamos que consumir al menos la mitad de nuestras energías vitales en superar miles de impedimentos que lleva consigo una forma absurda y difícil, como el ruido de las calles, el apretujamiento en las oficinas, las largas colas ante las tiendas de comestibles, la lucha por un puesto en los transportes públicos. La grosería y la agresividad generales, aquí en Viena esas dificultades no se daban. Pero había otras: el exceso de cosas hermosas, de cosas que a una la arrastran, si no está bastante orientada hacia el cielo. Si no estás bastante orientada hacia el cielo, aquí, la tierra te puede tragar para siempre”.
Recojo este testimonio de esta mujer atea convertida por dos grandes enseñanzas que tienen que ver con la fiesta de la Ascensión del Señor a los cielos.
La primera es su afirmación de “en la Iglesia cada persona cuenta y debe madurar hasta su plenitud”. Este es uno de los sentidos de la fiesta de hoy. Cuando Jesús asciende y se sienta a la derecha del Padre, no es solo su divinidad que vuelve a su casa. Es una persona divina que al hacerse hombre en el seno de la Virgen María se ha echado al hombro la humanidad entera y es con ella a cuestas, bajo la forma de una cruz, que vuelve a la casa del Padre.
Con Jesús la humanidad alcanza la plenitud de su verdadera y original condición. Aquella imagen y semejanza que el Creador quiso introducir en ella en el momento en que la plasmó de la arcilla de la tierra (Cf Gen 1,26).  Con Cristo el hombre ha recuperado nuevamente y para siempre su meta. Tenemos hacia dónde ir. No somos unos errantes peregrinos perdidos en el polvo de los espacios intergalácticos. Estamos llamados a entrar como Jesús en la comunión definitiva y amorosa de la Trinidad (Cf Jn 14,1-3).
Es lo que Cristo le dio a entender a sus apóstoles cuando les dijo en el evangelio que se acaba de proclamar: “Hagan discípulos y bautícenlos en el nombre, es decir en las personas, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Nuestra verdadera estatura y dignidad nos la consiguió Cristo Jesús, nos hizo partícipes de ella en el bautismo y es hacia ella que con todas las fuerzas de la esperanza debemos aspirar.
La fiesta de la Ascensión del Señor es la fiesta de la esperanza. Así inicia el Papa Benedicto VI su Encíclica sobre la Esperanza: “Se nos ofrece la salvación en el sentido de que nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar, si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esa meta, y si esa meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”. Y prosigue más adelante:
“El mensaje cristiano no es solo una buena noticia, una comunicación de contenidos… No es solo informativo sino “performativo”. Eso significa que el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida (…). Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva.” (Spe Salvi 1). Eso fue lo que le paso a Tatiana Goricheva. Con la fe descubrió que había esperanza y que valía la pena vivir para Dios y para los hombres.
La otra enseñanza del testimonio de esta mujer convertida es su frase: “Si no estás bastante orientada hacia el cielo, aquí la tierra te puede tragar para siempre”. Es verdad. Tienen razón los ángeles que sacuden a los discípulos que se quedaron tiesos mirando a Jesús desaparecer entre las nubes, es decir entrar en la plenitud de la comunión con su Padre. Tenían que regresar a Jerusalén y disponerse a cumplir el gran mandato que les acababa de dar, colocándose en oración en torno a María para esperar el cumplimiento de la promesa.
Hay una gran tarea evangelizadora y misionera que realizar en esta tierra, pero la tenemos que realizar en el nombre de la Santísima Trinidad, que nos hala y nos atrae a todos irresistiblemente hacia ella como un imán atrae a cualquier pieza metálica. Trabajemos arduamente por hacer un mundo mejor, pero con el corazón ya puesto con Jesús en la casa del Padre del cielo. Así se lo dice San Pablo a los cristianos de la ciudad de Colosas: “Si han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Prefieran pues los bienes de arriba, no los de la tierra” (Col 3,1-2).
Entendamos bien el mensaje de esa mujer comunista feminista radical convertida: si no vives de esta manera, te puede tragar la tierra sea que vivas en un país comunista atosigante y despiadado como en un país capitalista materialista y secularizado.
Que el Señor ilumine pues nuestra mente para que, en esta fiesta de la Ascensión del Señor a los cielos, comprendamos, tal como lo pide Pablo para los Colosenses, cuál es la esperanza a la que hemos sido llamados, cuán gloriosa y rica la herencia que Dios quiere darnos y que es al servicio de esta comunión amorosa de los hombres entre sí con Dios trino que el Señor quiere desplegar la extraordinaria grandeza de su poder. Que Santa María de Fátima nos muestre el camino de la infinita y total confianza en el cumplimiento de esta promesa. Amén.
Maracaibo 28 de mayo de 2017, fiesta de la Ascensión del Señor

+Ubaldo R Santana Sequera FMI

Arzobispo de Maracaibo

sábado, 27 de mayo de 2017

EUCARISTÍA DE ENTREGA DE LA PARROQUIA SAN JUAN DE DIOS Y NUESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ HOMILÍA

EUCARISTÍA DE ENTREGA DE LA PARROQUIA SAN JUAN DE DIOS
Y NUESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ
HOMILÍA

Muy querido hermano, Mons. Ángel Caraballo, Pbros. Engelberth Jackson y David Urdaneta,
Querido Padre Nedward Andrade y demás hermanos presbíteros y diáconos presentes,
Amados hijos e hijas del pueblo chiquinquireño,

En esta mañana del mes de mayo en que tengo el gozo, conjuntamente con mis hermanos obispos Diego Padrón y Mario Moronta, de dar gracias a Dios por nuestros 27 años de vida episcopal, hago memoria grata y agradecida del Cardenal José Alí Lebrún, quien nos ordenó, teniendo como obispos co-consagrantes a Mons. Domingo Roa Pérez y a Mons. Miguel Antonio Salas. Tres grandes modelos de pastores de esta Iglesia que peregrina en Venezuela.
Así como hace casi tres décadas viví intensamente el misterio de fe de la sucesión apostólica, querida por Cristo, hoy vivo también otro gozo: el de compartir mi ministerio episcopal con un hermano sacerdote al confiar a su cuidado pastoral una parte del rebaño marabino. Le estoy confiando al padre Nedward Andrade, miembro de este presbiterio, una bella y hermosa porción: la parroquia donde vive nuestra Madre la Virgen de Chiquinquirá, albergada por el primer servidor de ella, San Juan de Dios y custodiada por el apóstol San Andrés y San Antonio de Padua.
Reitero que es un gozo porque nada causa mayor alegría que poder compartir el ministerio apostólico que Cristo Jesús nos ha confiado con aquellos servidores, ministros ordenados, que ha colocado a nuestro lado para recoger juntos la gran mies que madura en los campos de esta arquidiócesis y que tiene en esta parroquia chiquinquireña su corazón espiritual. Pidamos incesantemente al Señor de estos grandes sembradios que nunca falten los operarios para recoger la cosecha. La casa de María es un buen lugar para pedírselo, ella fue la mujer que dio su asentimiento para que su único hijo, Jesús, se dedicara totalmente a la causa del Reino de Dios.
Estoy profundamente agradecido por el servicio prestado por todos los párrocos que han atendido esta grey, particularmente al Pbro. Eleuterio Cuevas y a Mons. Ángel Caraballo, mi obispo auxiliar, así como a los Pbros. Engelberth Jackson y David Urdaneta, quienes se han dedicado con gran amor, empeño y entrega al servicio de esta gran comunidad parroquial durante estos cinco meses de transición. Así mismo agradezco y bendigo al amplio equipo pastoral que los ha acompañado y sin el cual, bien sabemos, es muy poco lo que hubieran podido hacer.
Con la llegada del padre Nedward y muy pronto del vicario parroquial que lo acompañará, empieza una nueva etapa para la vida de esta hermosa pero exigente comunidad parroquial. Se inicia en medio de una grave crisis que está sacudiendo los fundamentos mismos de nuestra patria y está poniendo en serio peligro su continuidad y su institucionalidad. Hemos visto con gran inquietud y angustia como se han producido en torno a esta misma casa de la Chinita manifestaciones de violencia y de represión desmedida pero también hemos visto cómo con la intervención de los pastores se han evitado en momentos álgidos mayores daños físicos y patrimoniales.
Quiero reiterar desde la casa de la mamá de todos nosotros, lo que ya han dicho mis hermanos de la CEV varias veces y en particular en la última exhortación del cinco de este mes. No habrá paz ni estabilidad posible para Venezuela mientras el Gobierno se empeñe en imponer a rajatablas y unilateralmente una nueva Constituyente. Es una propuesta que no resuelve de forma inmediata y directa los graves problemas que aquejan la población.
Hermanos gobernantes, dejen de lado su empeño político de amasar poder y atiendan a su pueblo que clama al cielo pidiendo comida, medicamentos, seguridad jurídica y civil. Ustedes pueden y deben parar esa hemorragia de venezolanos que están huyendo por centenares de miles de un país que no les está ofreciendo vida digna, trabajo, seguridad y paz para vivir. En la aplicación de la Constitución actual están las respuestas y las soluciones. Aténganse a ella y no estén inventando fórmulas que en vez de resolver los acuciantes problemas de la población crean más enredos y complicaciones políticas.



Los textos escogidos para la misa de hoy son muy iluminadores del ministerio que inicia el nuevo párroco y el equipo pastoral de laicos que lo acompañará. En el evangelio él ángel le dice en sueños al justo José que está tomando una decisión equivocada: “José, no temas en recibir a María como esposa tuya”. A la criatura que nacerá de ella por obra del Espíritu Santo, la llamarás Jesús, porque el salvará a su pueblo de sus pecados.
Eso mismo te digo yo hoy, Nedward, a la luz de este evangelio. Sé que la responsabilidad que te confío es grande y que te puede causar alguna inquietud o turbación, como a José el embarazo de su esposa María. Pero el Señor te dice también hoy a ti: “No temas en recibir la parroquia; no temas en recibir a María. Haz como el apóstol Juan. Cuando recibió a María de manos de Jesús moribundo en la cruz, se la llevó a su casa y cuidó de ella (Cf Jn 19,27). Cuida tu también de tu mamá. Cuida de la mamá de todos los zulianos. Ella también velará sobre ti.
El ángel le explica a José que el fruto de las entrañas de María viene del Espíritu Santo y no es fruto de una infidelidad o adulterio. Que ese niño que va a nacer lo haga suyo, poniéndole el nombre de Jesús. Tu principal responsabilidad no es cuidar la tablita, es sobre todo velar para que nazca Jesús en el corazón de tus parroquianos. La Virgen se pondrá feliz, muy feliz si tu principal empeño es asegurarte que los que aquí acuden no se encuentren con ella en una tablita, sino que se encuentren, personalmente con su hijo Jesús, crean en él y se hagan sus discípulos misioneros.
El ángel le explica a José el nombre de Jesús. Le pondrás Jesús porque el salvará a su pueblo de sus pecados. Esa es la razón de ser de la Iglesia, de las diócesis, de las parroquias, de nuestro servicio. La Iglesia está puesta en este mundo para salvar a la humanidad de las garras del demonio y del pecado y colocar a Jesús, su Evangelio y su proyecto fundamental, que es el Reino de su Padre Dios, en el corazón, en la mente, en los labios y en la vida de los hombres. Ese será tu cometido fundamental. Para llevarlo a cabo no estarás solo porque el Espíritu Santo ha suscitado y seguirá suscitando un gran número de servidores de María, de hijas de María, de agentes pastorales, quienes desde distintas funciones, cargos, ministerios y carismas te acompañarán, te secundarán y harán que tu trabajo no se quede dentro de las paredes de la basílica, sino que se irradie por los 12 sectores que conforman la parroquia.
Te pido te valgas para cumplir este hermoso trabajo evangelizador y misionero del Pla Global de Renovación Pastoral con el que contamos en nuestra arquidiócesis. Que con la fuerza del Espíritu Santo y la poderosa intercesión de María, construyas, con tus pastores y todos tus demás hermanos de la zona pastoral No 1 y del resto de la Arquidiócesis, una Iglesia casa, escuela y taller de comunión y solidaridad misionera.
Mañana es la fiesta de la Ascensión del Señor. Al subir a la derecha del Padre Jesús coloca el punto final a su misión en la tierra. Ya lo había dicho en la cruz: “Todo se ha cumplido” (Jn 19,30). El Plan salvador de su Padre amado se ha llevado a cabo. Ha obedecido a su voluntad salvífica, como ya lo había hecho su madre María, al principio de toda su historia terrestre (Cf Lc 1,38)).
Que se cumpla en ti la Palabra de Dios. Que lleves a cabo el proyecto salvador del Padre en esta populosa comunidad del casco histórico de Maracaibo. Acuérdate que la religiosidad popular que gira en torno a la devoción de la Chinita tiene una proyección nacional e internacional. Haz con alegría y entrega lo que el Señor te pide. Te recomiendo leas los números de la Exhortación del Papa Francisco “La Alegría del Evangelio” sobre el potencial evangelizador de la religiosidad popular (C EG 122-126).
Que el Espíritu Santo sople fuerte para ti para que con la estrecha colaboración del equipo pastoral que te acompaña realices un ministerio profundamente evangelizador y misionero con toda la fragancia chiquinquireña que mana sin cesar de este bendito lugar como un manantial inagotable de bendiciones. Amén.
Maracaibo 27 de mayo de 2017

+Ubaldo R Santana Sequera FMI

Arzobispo de Maracaibo

domingo, 21 de mayo de 2017

SEXTO DOMINGO DE PASCUA CICLO A 2017 - HOMILÍA

SEXTO DOMINGO DE PASCUA CICLO A 2017
HOMILÍA
Muy amados hermanos y hermanas,
La Conferencia Episcopal Venezolana en su última exhortación nos ha pedido que dedicáramos este día, domingo 21 de mayo, a la oración, al ayuno y a la solidaridad por la paz en Venezuela y entre todos los venezolanos.
La exhortación deja muy en claro los motivos por los cuales es de gran necesidad que entremos en una oración intensa, profunda, insistente; que le ofrezcamos al Señor alguna privación personal o familiar y que nos prodiguemos en gestos de hermandad y fraternidad solidaria en favor de los más necesitados.
Nuestro país está envuelto en una tremenda convulsión social y estamos al borde de entrar en una espiral irreversible de violencia que podría provocar mayores derramamientos de sangre entre hermanos, mayor desolación y pobreza. Hemos de orar para que nuestros gobernantes abran los ojos y vean el sufrimiento de su pueblo; destapen sus oídos para que les llegue el clamor de un número creciente de sus conciudadanos que padecen hambre, carencia de medicamentos, indefensión casi total ante el hampa, y toda clase de atropellos y represiones por parte de los cuerpos que debieran defenderlos y protegerlos.
Esta misma oración la debemos elevar por las demás expresiones políticas para que lleven a cabo sus actuaciones y protestas de modo pacífico, colocando por encima de sus apetencias particulares, las grandes necesidades del pueblo que aspiran en algún momento conducir. La historia nos ha enseñado que las verdaderas soluciones no están en el cambio de gobernantes sino en el cambio de los corazones.
El Evangelio de hoy nos ubica en el lugar santo donde el Señor celebró la última cena con los suyos antes de entrar en la Pasión, puerta grande que lo conducirá hacia su Resurrección. Fue allí donde Jesús terminó de manifestarles plenamente su identidad, la profunda conexión existente entre él y su Padre; nos entregó su mandamiento supremo de amor incondicional y servicial hasta la muerte y nos invitó a participar con él de todos esos tesoros. “Yo quiero-dijo en esa ocasión- que donde yo esté, estén también ustedes” (Jn 14.
Por eso podemos estar sentados hoy aquí con él a su mesa, para escuchar sus palabras, compartir su cuerpo que nos rescata de las garras de la muerte, su sangre para que estemos unidos para siempre con él y tengamos vida en abundancia. Mientras llega el momento definitivo de la unión total con él, con el Padre y el Espíritu Santo, nos invita a anticipar esa comunión profunda, con la práctica intensa y apasionada del mandamiento del amor. Si amamos con la fuerza del amor de Jesús que el Espíritu Santo infunde en nuestros corazones, todo nuestro ser se transformará en morada habitual de Dios Trinidad Solo el don del Espíritu Santo puede hacer posible que adelantemos de este modo el cielo en la tierra.
El evangelio de hoy nos prepara para la próxima fiesta de Pentecostés y se centra en la primera de las cinco veces en que Jesús habla en el coloquio con los suyos, del Espíritu Santo. Lo presenta como el gran Don que Jesús le pide a su Padre, antes de poner fin a su presencia física y subir a su derecha. ¿Qué pide Jesús a su Padre en esta oración? Le pide, que derrame sobre los suyos ese sublime don. No solo sobre los que están allí en torno a él, sino también sobre los que en el futuro serán sus seguidores, es decir sobre aquellos que querrán en verdad vivir practicando el mandamiento del amor mutuo y estarán dispuestos a regir su vida según el Evangelio, llevando una conducta acorde con su condición cristiana.
Oigamos nuevamente esas palabras: “Si se aman cumplirán mis mandamientos y yo rogaré al Padre y les dará otro Consolador para que esté siempre con ustedes”. Es el Espíritu de la Verdad. Ese el gran regalo que Jesús le ofrece a los suyos a modo de despedida. Más adelante les dice: “Yo no los voy a dejar huérfanos”. Es decir, no los voy a dejar solos, abandonados, indefensos. Yo me voy a quedar con ustedes. Pero para que puedan descubrir mi presencia, darse cuenta de que de verdad camino a su lado, necesitan de la luz especial y de la fuerza renovadora del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es por consiguiente indispensable para que podamos vivir como discípulos de Jesús, comportarnos en todo momento como seguidores suyos, descubrir el sentido del mensaje que él nos ha dejado en el evangelio y tener la fuerza necesaria para llevarlo a cabo a pesar de todas las dificultades que se presenten. El Espíritu es un Don necesario del cual no podemos prescindir. Dice que Jesús que el Espíritu tendrá tres modos de estar presente: como Consolador que estará con nosotros, como Cohesionador entre nosotros, como Fuerza recreadora en lo más íntimo de nosotros.
Estará presente con nosotros para conducirnos a Jesucristo y hacernos descubrir su presencia: en la Palabra que escuchamos, en la Eucaristía que celebramos, en el hermano pobre y desamparado que nos pide ayuda. Sin su presencia, la Palabra que escuchamos en las celebraciones dominicales nos resbalará, no pondrá nuestros corazones en ascuas, no la entenderemos, no sabremos qué nos quiere decir no cómo se aplica a nuestra vida. Si el Espíritu no está con nosotros la misa será un aburrimiento. No seremos capaces de descubrir la presencia del resucitado en la humildad y pequeñez de las especies del pan y del vino. Si el Espíritu no nos asiste no seremos capaces de descubrir la presencia de Jesús en el hermano nuestro, pobre y desamparado, y pasaremos indiferentes al lado de sus miserias sin detenernos.
Jesús está dispuesto a ofrecernos su Espíritu para que esté entre nosotros como una fuerza aglutinante, que nos cohesione, nos una, y nos comportemos como hermanos, creando esa nueva realidad que se llama nosotros, que se llama comunidad.  Tenemos que pedir entonces, con mucha fuerza, que el Espíritu se haga presente en estos momentos, entre los venezolanos y nos cohesione, nos vuelva a hacer hermanos, a respetarnos, a no maltratarnos, a no matarnos. Nos confesamos y declaramos en su gran mayoría, cristianos católicos. ¿Cómo es posible entonces, que, siendo hermanos nos estemos enfrentando unos a otros? ¿Cómo es posible que haya venezolanos que atropellen, disparen, torturen, condenen a otro hermano venezolano? ¿Qué hemos aprendido de estos quinientos años que vivimos jun tos en un mismo territorio?
Necesitamos, como ven todos, con urgencia elevar hacia Jesús una ferviente oración para que nos envíe el Espíritu Santo. Necesitamos con urgencia su presencia, su luz, su fuerza para que crear caminos de encuentro, derribar muros de incomprensión, colocar puentes de comunicación entre todos. ¿Cómo es posible que una ideología vaya a valer más que un hermano de carne y hueso que sufre? ¿Cómo es posible, que, por encima del bienestar de un ser humano, pongamos nuestros apetitos de dominación, de poder y de dinero?
Necesitamos que Jesús nos envíe su Espíritu para que nos quite el corazón de piedra y coloque en su lugar un corazón de carne. Un corazón verdaderamente humano, sensible, que le duela el dolor de su hermano. Como lo cantamos tantas veces: Danos un corazón grande para amar y fuerte para luchar. Un corazón como el de su padre adoptivo José, como el de su madre María, que ame con sinceridad.
No temamos pedirle a nuestro Señor que nos quite ese corazón de piedra y coloque, en su lugar, un corazón compasivo, fraterno, misericordioso y humilde. Hemos sido muy orgullosos y prepotentes creyendo cada uno que nuestra fórmula es la buena y que tiene que imponérsela a los demás a como dé lugar. Cristo nos hizo libres para que vivamos en libertad. Hemos pues de ser humildes y ponernos a buscar juntos lo que más conviene no a un grupito, no a una élite sino a todos. A todos.
El Señor desea que lo que les ocurrió a sus discípulos el día de Pentecostés, ocurra con todos, con nosotros y con todos los hombres y mujeres de todos los tiempos. Y que estemos dispuestos a salir como Felipe a anunciarlo más allá de nuestras zonas de comodidad, corriendo riesgos, contando con su presencia y fortaleza.
¿Estamos dispuestos a entrar en este tipo de relación con el Señor Jesús? ¿No hemos tenido hasta ahora una relación un tanto formal, fría, con él? El Señor insiste en la necesidad de inspirar todas nuestras relaciones con él, entre nosotros, con nosotros mismos por la fuerza de su amor. ¿Hasta dónde he tomado en cuenta esta oferta del Señor? ¿No lo habré dejado con la mano tendida sin recibir el don que nos está ofreciendo?
Tenemos un magnífico ejemplo en los habitantes de la ciudad de Samaría, quienes, al ver actuar a Felipe, al escuchar su predicación sobre el Evangelio de salvación traído por Cristo al mundo, se llenaron de alegría, se convirtieron, se bautizaron y luego recibieron por la imposición de las manos de los apóstoles Pedro y Juan, el don del Espíritu Santo.
Maracaibo 21 de mayo de 2017
+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo

sábado, 20 de mayo de 2017

Los obispos de Venezuela convocan Jornada de Oración por la Paz.

#Oremos Por Venezuela 
Domingo 21 de mayo de 2017
Jornada de Oración por la Paz de Venezuela.
Es necesario fijar nuestra mirada en el Dios de la Vida.

Los obispos de Venezuela convocan Jornada de Oración por la Paz.

La Iglesia ha sido el motor de la fe y la esperanza en medio de ese pueblo que transita momentos muy dolorosos. La oración ha sido la vía para reforzar el deseo de volver a ser un país en el que todos se vean con normalidad, con afecto y se reencuentren. 
Este es un momento en el cual necesariamente debemos fijar nuestra mirada en el Dios de la Vida y de la Paz”, dicen los obispos.
Como parte del comunicado en el que rechazaron la “Constituyente de Maduro”, también invitaron a todas las parroquias y comunidades a organizar una Jornada de Oración por la Paz de Venezuela, el domingo 21 de mayo
El objetivo: “por el cese de la violencia, la represión oficial y por la búsqueda de caminos para el entendimiento y la reconciliación que tanto necesitamos”.
 los venezolanos “tenemos que pedirle mucho a Dios porque actualmente hay muchos problemas: el hambre, desabastecimiento, violencia, saqueos y falta de medicamentos”. 




jueves, 18 de mayo de 2017

ASAMBLEA XLIII EXTRAORDINARIA PLENARIA DE LA CEV EXHORTACION PASTORAL AL PUEBLO DE DIOS Y A LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD. “Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen sobre ustedes su gracia y su paz” (1 Cor 1, 3)

ASAMBLEA XLIII EXTRAORDINARIA PLENARIA DE LA CEV EXHORTACION PASTORAL AL PUEBLO DE DIOS 
Y A LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD.
“Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen sobre ustedes su gracia y su paz”
(1 Cor 1, 3)
COMO PASTORES DEL PUEBLO
1. Nos dirigimos al pueblo venezolano como pastores que estamos a su servicio. Sus alegrías y esperanzas, sus angustias y problemas (cf. G.S 1) son nuestros. En estos tiempos de crisis que vive el país, queremos que nuestra palabra sea de aliento y consolación (cf. Is. 40,1) para garantizarle cercanía. Asumimos la invitación del Papa Francisco de ser compañeros de camino en los momentos de crisis, de recuperación y de reconciliación. Reafirmamos la comunión con el pueblo, el cual se está expresando en la calle y en otros ámbitos de la sociedad en defensa de sus derechos irrespetados por quienes están violentando la Constitución.
2. Reiteramos nuestra adhesión, comunión y obediencia al Santo Padre Francisco. Agradecemos de corazón su constante acompañamiento: muestra de su preocupación por esta Patria donde se le quiere y respeta. Nos alienta su mensaje del pasado 5 de mayo, en el cual nos asegura que está “siguiendo con preocupación la situación del querido pueblo venezolano ante los graves problemas que le aquejan” y, que, a la vez siente “un profundo dolor por los enfrentamientos y violencia de estos días, que han causado numerosos muertos y heridos, y no ayudan a solucionar los problemas, sino que únicamente provocan más sufrimiento y dolor”. Lamentamos la tergiversación y manipulación que diversos actores han hecho de sus palabras.
SE PROFUNDIZA LA CRISIS.
3. La crisis que ha venido golpeando a Venezuela se ha agudizado. Luego de las desacertadas decisiones del Tribunal Supremo de Justicia en las que se evidenció un desconocimiento del orden constitucional, la más reciente propuesta del Gobierno Nacional de convocar una ASAMBLEA CONSTITUYENTE de carácter comunal ha causado malestar y rechazo en la inmensa mayoría de los venezolanos. Luego de escuchar a muchos miembros del pueblo, también consideramos que la convocatoria a dicha Constituyente “es innecesaria y resulta peligrosa para la democracia venezolana, para el desarrollo humano e integral y para la paz social”[1].
4. La gravedad de la crisis también se manifiesta en hechos concretos que la han radicalizado y han producido desconcierto y desaliento en el pueblo:
A) Crece el hambre por no conseguirse los insumos necesarios debido a la falta de producción y las políticas económicas. Esta situación se agrava por la decisión de numerosos emprendedores y trabajadores del campo de no salir a vender sus productos en diversas partes del país, debido a los continuos asaltos de los que son víctimas y del “matraqueo” en variados puntos de control. Habrá más desabastecimiento, lo cual perjudicará a todos. A esto se une la escasez de medicamentos y la aparición de enfermedades debidas a la desnutrición y falta de salubridad. En el fondo, son los pobres quienes resultan más afectados.
B) Crece la Violencia con acciones que van desde la ofensa personal hasta atentados contra la paz ciudadana, como los saqueos y enfrentamientos entre grupos. La represión ha arreciado y es cada vez más dura en contra de los manifestantes en protestas cívicas, muchos de los cuales son jóvenes. Aumenta el número de quienes son enviados a tribunales militares negándoseles el derecho al debido proceso ante sus jueces naturales. Asimismo los grupos paramilitares (comúnmente conocidos como “colectivos”) han arreciado su acción violenta e ilegal. Comienza a vislumbrarse la tentación de una confrontación entre hermanos, la cual abriría un abismo muy duro de superar. Rechazamos la violencia y la represión desproporcionada. Compartimos el profundo dolor de las familias que han perdido a seres queridos a causa de las acciones violentas, conscientes del valor sagrado de la vida de cada uno de ellos. Asimismo ofrecemos nuestras oraciones por ellos.
C) El creciente irrespeto de los derechos humanos hace sentir y profundizar un sentimiento de indefensión. Ante esto, ya hay quienes se plantean la legitimidad de la objeción de conciencia ante decisiones no concordes con la Constitución Nacional
D) La desesperanza se apodera de la gente y se va perdiendo el sentido de la vida y no se ve un futuro promisor para los jóvenes. Muchos prefieren irse del país a buscar seguridades en otras naciones con las dificultades que esto conlleva.
DESAFIOS.
5. Ante esta situación, se nos presentan algunos desafíos que hemos de asumir con decisión, amor y buen juicio nacidos de la fe (cf. 1 Tim 1,7)
a) COMPROMISO POR LA PAZ. El compromiso por edificar la paz entre todos, de acuerdo a lo que nos enseña el Evangelio. Esto conlleva abrir espacios de encuentro y diálogo para la negociación de soluciones reales.
b) DENUNCIA PROFETICA. Ante el encargo de ser “centinela” para su pueblo (Cf. Ezeq 3,16ss), la Iglesia debe continuar la tarea de advertir acerca de los males que puedan ir surgiendo, denunciar todo aquello que vaya en contra de la dignidad de los ciudadanos y lo que pretenda destruir la paz social; pero sin dejar de anunciar el Evangelio de Jesucristo, quien nos ha dado la liberación precisamente para que seamos libres (cf. Gal 5,1).
c) SOLIDARIDAD FRATERNA. Ante quienes pasan más necesidad por la falta de alimentos, insumos médicos y encarecimiento de la vida diaria, nos hemos de manifestar más que solidarios, hermanados. Seguir a Cristo es optar por los más débiles, porque todo lo que se haga con los pequeños se le está haciendo al mismo Señor (cf. Mt 25, 40). Así lo hicieron los primeros cristianos quienes ponían todo en común y así nadie pasaba necesidad (cf. Hech 2, 44-45).
d) CARIDAD Y ORACIÓN. Acompañar la acción de la Iglesia con gestos de fraterna caridad y la oración, alimentada por la Palabra y la Eucaristía.
¿QUÉ NOS DICE DIOS?
6. Que Él escucha el clamor de su pueblo (cf. Ex. 3,7). También nos recuerda que en Venezuela hemos de difundir una cultura de la vida que podrá realizarse si nos esforzamos por ir consiguiendo las condiciones que la favorezcan: el respeto a la dignidad humana, el reconocimiento de la centralidad de la vida humana y de la familia, el fortalecimiento de la fraternidad en sana convivencia, el desarrollo integral de nuestra sociedad. Una vía para lograrlo es asumir con decisión el reto de “ayudar a construir y consolidar la democracia, promoviendo la participación y organización ciudadana, así como el fortalecimiento de la sociedad civil[2]
7. A nosotros, los pastores, nos enseña que “hemos recibido el encargo de anunciar la reconciliación” (2 Cor 5,18). Así nos lo pide también el Papa Francisco en Carta enviada recientemente a los Obispos de Venezuela: “igual que ustedes, estoy persuadido de que los graves problemas de Venezuela se pueden solucionar si hay voluntad de tender puentes, de dialogar seriamente y de cumplir con los acuerdos alcanzados[3]. Entendemos que para llegar a acuerdos se requiere un diálogo con garantías seguras que en la actualidad no las hay. En nuestros documentos, los Obispos hemos señalado la reconciliación como una tarea permanente en medio de una sociedad polarizada y llena de divisiones. Para ello se requiere una disposición sincera a la conversión, por lo cual urge de todos nosotros, sin excepción, un cambio de actitud.
LLAMADOS Y RESPUESTAS URGENTES:
8 Animamos al pueblo a seguir expresando sus opiniones de manera pacífica. El legítimo y contundente reclamo de los derechos ciudadanos no debe verse contaminado por acciones violentas que afectan la vida y seguridad de las personas, la sana convivencia y provocan la destrucción de bienes públicos y privados. Es urgente que superemos la tentación de solucionar nuestros problemas movidos por el odio y la retaliación. Por el contrario, todos debemos favorecer el encuentro, el debate de ideas y la búsqueda de propuestas que puedan animar el cambio del país.
9. El pueblo es el verdadero sujeto social de la democracia. Creemos que una forma privilegiada e indispensable de concretar su ejercicio democrático es el camino electoral, según lo prevé la Constitución Nacional. Sólo así comenzará a resolverse la crisis del país, como lo expresara el Cardenal Pietro Parolin el pasado 13 de mayo en Fátima. El pueblo podrá manifestarse libremente y decidir en conciencia su destino. Animamos a todos aquellos que, con responsabilidad y audacia, emprenden procesos y acciones que benefician a las personas, familias y comunidades.
10. Es necesario que el Gobierno reconozca y acepte los cuatro puntos expresados en la Carta del Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin[4]: Apertura del canal humanitario, liberación de presos y detenidos políticos, pleno reconocimiento de la Asamblea Nacional y vía electoral para saldar las diferencia. De esta manera dará señales favorables para atender a las serias necesidades del pueblo.
11. Los dirigentes políticos son muy importantes por estar al servicio del pueblo; deben cuidar que el bien común y el auténtico desarrollo integral de nuestra gente estén en primer plano. Los dirigentes políticos de las diversas tendencias deben darle ejemplo al pueblo al encontrarse y dialogar con libertad y respeto, para buscar la auténtica salida a los problemas que aquejan a los venezolanos.
12. Los miembros de los diversos componentes de la Fuerza Armada y de la Policía deben ser defensores y garantes del cumplimiento de la Constitución y, por vocación, tienen que garantizar, por encima de todo, la paz y la sana convivencia del pueblo venezolano, al cual pertenecen. Apelamos a la conciencia de quienes las dirigen ante las numerosas muertes de ciudadanos causadas por abusos de autoridad en acciones represivas. La responsabilidad moral de los actos que desembocan en violencia, heridos y muertes recae sobre quienes las ejecutan, así como también sobre quienes las ordenan o permiten. Adquiere actualidad en nuestro país el pronunciamiento del mártir de América, Beato Oscar Romero: “En nombre de Dios y de este sufrido pueblo les ruego, les suplico, les ordeno que cese la represión”
VOLVER A DIOS.
13. En estos tiempos volvemos a hacerles sentir nuestra voz de compromiso en el servicio al estilo del Buen Pastor. En comunión con nuestros presbíteros, diáconos, laicos y miembros de la Vida Consagrada, ratificamos nuestra voluntad de cooperar en la recuperación de nuestro país transitando los caminos de reconciliación y fraternidad. Lo hacemos en el nombre del Señor Jesús. Así podremos afirmar “que por eso no nos desanimamos, porque Dios, en su misericordia, nos ha encargado su trabajo” (2Cor 4,1): y ese trabajo es hacer realidad en nuestra patria el reinado de justicia, paz y amor nacido en la Cruz y que brilló con fuerza inaudita en la Resurrección.
14. Pedimos a todos los miembros de la Iglesia que nos dejemos guiar por los criterios del Evangelio. Estamos al lado de quienes sufren las consecuencias de estas situaciones, así como admiramos y alentamos a tantos hermanos que con sacrificio y creatividad buscan y promueven soluciones por vías pacíficas con entrega generosa y desprendida. Ello requiere que nunca nos dejemos “vencer por la desconfianza o la desesperación, pues éstos son males que penetran en el corazón de las personas cuando no ven perspectivas de futuro[5]. Fortalezcamos todo esfuerzo por conseguir la paz, el desarrollo y la recuperación del país, con la oración, la Palabra y la Eucaristía.
15. Agradecemos también las diversas manifestaciones de cercanía y fraterna oración del Sr. Nuncio Apostólico en Venezuela, Aldo Giordano, del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) y numerosos hermanos de los episcopados de América Latina. Nos llena de aliento saber que estamos presentes en su oración. También manifestamos nuestro reconocimiento a tantos hermanos obispos, sacerdotes y laicos que en varios países han acogido a hermanos nuestros que han tenido que salir de Venezuela, y los han hecho sentir miembros de una “Iglesia que no tiene fronteras por ser Madre de todos” (Papa Francisco).
16. Finalmente, invitamos a todas las comunidades cristianas de Venezuela a una gran Jornada de Oración, Ayuno y Solidaridad por la restauración de la paz y el progreso de la convivencia entre los venezolanos el próximo 21 de mayo. Ese día todos los obispos, en comunión con nuestros sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos colocaremos de nuevo, en las manos de Jesucristo, la protección y el futuro de nuestra Patria.
En nombre del Señor les bendecimos y los colocamos bajo la maternal protección de María de Venezuela, Nuestra Señora de Coromoto.
Caracas, 17 de mayo del año 2017.
LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS DE VENEZUELA.



[1] COMUNICADO DE LA PRESIDENCIA DE LA CEV, 5 DE MAYO DEL AÑO 2017.
[2] CONCILIO PLENARIO DE VENEZUELA, La contribución de la Iglesia a la gestión de una nueva sociedad, 3.2.4. Desafío 4.
[3] FRANCISCO, A los Obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana, Vaticano 5 de mayo 2017.
[4] Carta del 1 de Diciembre del año 2016.
[5] FRANCISCO, Carta a los Obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana, Vaticano 5 de mayo de 2017.