lunes, 27 de abril de 2015

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES


 Papá Dios,
¡Tu mies es grande
y pocos los operarios para cosecharla!

Te pedimos, en nombre de tu hijo Jesucristo,
que suscites en el Pueblo de Dios que peregrina en Maracaibo
sacerdotes, diáconos permanentes, religiosos, religiosas,  consagrados y consagradas
llenos de santidad comunitaria,
 ardientes discípulos misioneros de tu Hijo.

Que todos juntos,
bajo la guía de nuestros pastores, 
animados por el Espíritu Santo
y acompañados por la Chinita,
construyamos una Iglesia
que vive, anuncia y celebra su experiencia de Cristo
en comunión, participación y misión permanente,
como signo y presencia del Reino de Dios en el Zulia
Amen.



+Ubaldo R. Santana Sequera
Arzobispo de Maracaibo

26-04-2015

domingo, 26 de abril de 2015

HOMILÍA DEL DOMINGO DEL BUEN PASTOR 2015

Muy queridos hermanos y hermanas,
Hoy celebramos el cuarto domingo de Pascua, conocido como el domingo del Buen Pastor. Es uno de los títulos preferidos de Jesús junto con el de servidor e Hijo de hombre. Así se presenta sobretodo en el evangelio de San Juan. El Señor lo contrapone al desempeño de los falsos pastores. Los pastores asalariados a quienes no les importan las ovejas y las abandonan en el momento de peligro; los malos pastores que maltratan las ovejas débiles, preñadas y hasta las mismas sanas y gordas;  los pastores mercenarios que huyen y dejan que el lobo haga estragos en el rebaño. Todos ellos son indignos del título y oficio de pastores porque ponen en peligro la vida de las ovejas.
Cinco rasgos resaltan, en cambio, en Jesús buen Pastor: conoce sus ovejas, las llama por su nombre, las alimenta, las guía y las defiende hasta dar la vida por ellas, si es necesario.  La palabra “conocer”  en San Juan significa amar entrañablemente. Sin amor entrañable no hay posibilidad alguna de ser pastor como Jesús. Es la condición que el  Señor le pone a Pedro antes de colocarlo al frente de su rebaño. Le da a entender a él y a todos sus sucesores que a mayor capacidad de amor mayor capacidad de pastoreo. (cf Jn 21, 15-17). No debiera hacerse sacerdote, ni diácono, ni ministro o delegado de la Palabra quien no muestre que sabe amar como y hasta donde amó Jesús. ¡Dios nos libre de pastores con corazones marchitos, secos y fríos,  incapaces de transmitir con sus vidas el evangelio de Jesús!

El pastoreo bueno exige llamar a cada oveja del rebaño por su nombre. Es curioso que en un rebaño de ovejas, de vacas, cada una tiene su nombre. He tenido oportunidad de presenciar ordeños en hatos llaneros y comprobar cómo el ordeñador llama a cada vaca por su nombre y le canta mientras la ordeña. Solo así la vaca se deja ordeñar y da leche. Me vienen también a la mente las hermosas tonadas de ordeño de nuestro inolvidable Tío Simón: “¡Mariposa, Mariposa!” 
Como pastores a imagen de Jesús estamos llamados a conocer nuestras ovejas por su nombre. No hay  mejor piropo que el de oír su propio nombre, pronunciado con amor y respeto por otra persona.  Las relaciones dentro de nuestras comunidades cristianas han de ser personalizadas. Nuestras parroquias no son compañías comerciales ni sociedades anónimas, frías y burocráticas.  ¡Qué triste  el pastor que solo se guía por horarios de oficina y se comporta como un funcionario con requisitos de atención al público! Una organización semejante traiciona la misión que Jesús le ha confiado a su Iglesia.
Un buen pastor alimenta bien a sus ovejas. ¿Cuál es el alimento que debemos darle? El de primera calidad: la Palabra de Dios y la Eucaristía. El capítulo 6 de San Juan nos presenta a Jesús como el pastor que nutre su pueblo no solo con pan efímero y pasajero sino con el alimento que le permite vivir, vivir a plenitud, vivir en Dios y vivir eternamente. ¡Ay del pastor que les da dominicalmente a sus hermanos comida chatarra, es decir sus propios pensamientos, ideas y teorías aburridas en vez de darle los buenos pastos de la Palabra divina y el cuerpo y sangre del Señor Jesús! Con razón el Papa Francisco insiste tanto en la importancia de las homilías y de la necesidad de prepararlas con gran cuidado (EG 145-159).
Somos guías del rebaño. No somos señales de carreteras, que indican el lugar de destino pero que se quedan clavadas en el sitio. Nosotros indicamos la dirección del camino y además nos ponemos en camino con nuestra gente hacia la meta señalada. Jesús fustigó fuertemente a los dirigentes religiosos de su época porque no eran guías de su pueblo: no eran buenos ejemplos;  predicaban una cosa y hacían otra; cargaban pesados fardos sobre las espaldas de los fieles; no sabían distinguir lo secundario de lo esencial;  buscaban reconocimientos, honores, prebendas y privilegios. Querían ser servidos y no servir. (Cf Mt 23).
El pastor según Cristo debe oler a ovejas, caminar delante de su grey con el ejemplo; en medio de su grey para contagiarla con su cercanía alegre y misericordiosa; detrás de su grey para ayudar a los rezagados y mostrar su confianza en el buen olfato de las ovejas líderes (Cf EG 31).   Para ser buenos guías debemos dejar siempre muy en claro que hay un solo guía y pastor: Jesús;  que el rebaño no nos pertenece; que no nos debemos estar peleando entre nosotros y que  somos simples administradores y no dueños (Cf Lc 12, 42-48).
El buen pastor, a imagen y semejanza de Jesús, ha de estar siempre dispuesto a dar su vida por el rebaño que se le ha confiado. La vida se puede entregar  “por goteo” en el servicio y desgaste diario o de un solo golpe, como los mártires y confesores de la fe, si las circunstancias lo exigen. Viene a mi mente en este momento la figura del p Ricardo Benedetti, un sacerdote italiano que se vino de Italia a servir a los larenses y guayaneses y que, hace 20 años, se negó a lanzarse de la piragua arrastrada por la corriente y prefirió morir junto con los niños, jóvenes, mamás y catequistas, 14 personas en total, que lo acompañaban, cuando la embarcación se precipitó por las torrentosas aguas del Salto Aponguao en la Gran Sabana.
Además de estos rasgos fundamentales que ha de tener todo buen pastor en la Iglesia de Cristo, el Papa Francisco, en el Mensaje de este año para la celebración de la Jornada Mundial de las vocaciones, añade uno más: el de ser pastores con mística misionera, “en éxodo”, que se olvidan de sí mismos y, como María, abandonan sus propios planes para ponerse incondicionalmente a la disposición del cumplimiento de los designios salvadores de Dios (Cf. Mensaje de Francisco para la Jornada Mundial de las Vocaciones 2015).
Seguir a Cristo Jesús es una locura que solo el amor hace posible (Cf Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est, 6). Solo un amor como el de Cristo logra que nuestra vida en vez de girar en torno a nuestros intereses egoístas gire en torno a Jesús y al bien del prójimo. Solo la fuerza movilizadora de la vida misionera de Jesús  nos cura de nuestras parálisis, nos pone en movimiento, nos lleva hacia los que nos necesitan; nos abre los ojos para no errar el camino.  
Esta  actitud ha de marcar el estilo de nuestra existencia no por ratos o por sacudones emotivos sino durante toda la vida. Solo la persistencia en el bien obrar revoluciona el mundo. Acordémonos además que nuestro servicio no se queda encerrado en los círculos eclesiales. Cristo Jesús nos envía para ser luz del mundo, sal de la tierra y fermentos de la masa (cf Mt 5,13-16; 13, 33). “La vocación cristiana, dice Francisco, radicada en la contemplación del corazón del Padre, lleva al mismo tiempo al compromiso solidario en favor de la liberación de los hermanos, sobre todo de los más pobres. El discípulo de Jesús tiene el corazón abierto a su horizonte sin límites, y su intimidad con el Señor nunca es una fuga de la vida y del mundo, sino que, al contrario, «esencialmente se configura como comunión misionera» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 23).
Hermanos y hermanas, estos son los pastores que necesita nuestra Iglesia en Maracaibo y en toda Venezuela. No pidamos tanto cantidad sino calidad. Ya Gregorio Magno se quejaba en su tiempo de tener tanto cura y tan pocos verdaderos operarios de la viña del Señor. Un puñado de ministros santos transforma el mundo; un ejército de pastores mediocres entorpece.

+ Ubaldo R Santana Sequera, Maracaibo 26 de abril de 2015

lunes, 20 de abril de 2015

En Comunión - ABRIL 2015

ABRIL 2015

TIEMPO DE PASCUA Y LA DIVINA MISERICORDIA
El mes de abril, junto con el mes de mayo, conforma el tiempo de Pascua. En este tiempo, Cristo, como a los primeros discípulos, nos convoca, nos quita el miedo, nos llena de su Espíritu, nos abre a la inteligencia de las Escrituras, nos hace entrar en el misterio de sus llagas gloriosas, se hace nuestro compañero peregrino y nos muestra su gran confianza al  enviarnos como sus testigos a pesar de nuestras debilidades y flaquezas.  
Todo este misterio lo vivimos intensamente  en la fiesta de la Divina Misericordia que convocó una inmensa muchedumbre de fieles en Maracaibo y en otros lugares de nuestra lugares de nuestra Iglesia arquidiocesana como en San Rafael de El Mojan, Nueva Lucha  de Mara, La Cañada entre otros evidenciando el creciente arrastre de esta devoción.
 Ya sabemos que lo más importante no es que se reúnan millares de peregrinos sino que esos momentos sean espacios para la evangelización kerigmática, la oración comunitaria, el encuentro personal con Cristo a través de la confesión penitencial, la reconciliación y el perdón mutuo,  el fomento de la devoción y comunión eucarística, la santificación de hogares y un cambio serio en la vida cristiana.
El motivo central de este año fue conmemorar el trigésimo aniversario de la visita apostólica de San Juan Pablo II  a esta Iglesia local. Por eso se escogió la esplanada de Grano de Oro para la culminación de la procesión y la celebración eucarística.  La vuelta a Grano de Oro nos permitió además  seguir avanzando en la consecución de un terreno en esa área para construir el conjunto parroquial de la Parroquia personal universitaria y levantar un templo en honor a Jesús de la Divina Misericordia.  En cuanto tengamos la evaluación de estos eventos se lo haremos llegar.
Queremos destinar el fruto de la colecta de este año a la Misión de Santa María de Guana con la cual todos hemos contraído un compromiso particular de solidaridad y de comunión de bienes.
RETOS QUE LA SITUACION ACTUAL PLANTEA A NUESTRA IGLESIA
La semana pasada los Obispos de la CEV nos congregamos en Caracas para trabajar en nuestras respectivas comisiones episcopales. Apartamos un espacio al inicio para reflexionar juntos sobre los retos que la situación actual de nuestro país presenta a nuestras Iglesias en Venezuela. Comparto con ustedes algunas de esas reflexiones.
Vienen tiempos aún más difíciles y duros para nuestro pueblo. Para ser sus pastores con olor a ovejas necesitamos fomentar y fermentar la esperanza en sus corazones. Habrá que ser creativos para responder a situaciones humanitarias  y a  necesidades primarias de alimentación y  salud (ollas comunitarias, boticas zonales o parroquiales, comités de salud, promoción de la cultura del patio y de la barbacoa entro otros). Para responder a esas situaciones  necesitamos contar con plataformas de servicio bien organizadas como la Caritas arquidiocesana y las parroquiales.  (Cf EG 49).
Hemos de trabajar de tal manera que la atención humanitaria primaria no nos disperse y nos impida llevar a cabo nuestra misión específica: la evangelización integral, la promoción total de la persona humana, la defensa de sus derechos humanos fundamentales. Eso nos debe llevar a fortalecer nuestras comisiones de derechos humanos, de justicia y paz, a la conformación de pequeñas comunidades eclesiales fundadas en la Palabra de Dios y al fortalecimiento interno de nuestras respectivas comunidades cristianas, a contar con programas  de formación de agentes pastorales, a hacer realidad nuestro proyecto  diocesano y parroquial de renovación pastoral.
Avanzar en esta dirección sin perder el rumbo va a requerir que alimentemos nuestra espiritualidad comunitaria, que no perdamos la calma ni la paz, que no nos dejemos arrastrar ni por el miedo ni por el decaimiento, que caminemos juntos, que nos apoyemos unos o otros, que seamos capaces de trabajar en equipo: obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos.
ORAR, ORAR Y ORAR ANTE EL SANTISIMO SACRAMENTO EN COMPAÑÍA DE NUESTRA MADRE SANTA MARIA
Estoy profundamente convencido de que lo que nos hace falta en estos momentos es orar más intensamente ante el Santísimo Sacramento. Menos quejas y lamentos y más oración de rodillas. Acogiendo una propuesta, que considero inspirada, de una de nuestras feligreses les pido que intensifiquemos en nuestras parroquias,  rectorías, centros misioneros y comunidades la constitución de grupos de adoradores al Santísimo Sacramento, conformados por miembros pertenecientes a los diferentes grupos apostólicos, a las realidades eclesiales, a fieles no asociados, todos mezclados, que hagan turnos de adoración ante el Santísimo.


ROSARIO DE ADORACION AL SANTISIMO SACRAMENTO DEL ALTAR:
Les exhorto vivamente además a propagar en las horas santas la recitación del siguiente rosario pidiendo a Jesús Sacramentado la aceptación de la voluntad de Dios sobre nuestro país.  Sólo El y nadie más nos enseñará cómo superar la división diabólica que reina entre nosotros y cómo reconstruir la verdadera unidad. En esta conversión la intercesión y ayuda de Santa María de Coromoto que se apareció para unir indios y blancos, es fundamental. Solo con ella venceremos el estrés, la angustia y la ansiedad que nos acorralan y aprenderemos a vivir la “hora país” con una mente y un corazón pacificados.
1. Inicio
- Señal de la cruz
- Padre Nuestro
2. En las cinco decenas se recitarán las siguientes palabras:
V/ Adorado y glorificado sea siempre en toda Venezuela
R/ El Santísimo Sacramento del Altar
4. Al final de cada decena se dirá:
V/ Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela
R/ Renueva la fe en toda la extensión de nuestra patria
5. Al concluir las cinco decenas se recitará:
- El Credo
- Tres Glorias en honor a las tres personas de la Santísima Trinidad
6. Se concluirá con la siguiente advocación:
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ En Vos confiamos nuestra fe, esperanza y caridad. Amén

ASAMBLEA NACIONAL DE PASTORAL (ANP)
Nos encontramos en la fase preparatoria de este magno evento de la Iglesia en Venezuela que nos va a permitir tomar el pulso de la aplicación del Concilio Plenario de Venezuela y  actualizar sus líneas de acción y orientaciones pastorales para el conjunto de nuestras Iglesias locales. Para facilitar el trabajo de la Vicaría de Pastoral que tiene a su cargo esta tarea, después de oír a los consejeros del Consejo Presbiteral, he decidido pedirle a los Pbros. Rafael Morales y José E Varela que trabajen conjuntamente con el p Alexis Rodríguez y su equipo en la coordinación y animación de esta fase preparatoria.
Tenemos por delante completar el itinerario preparatorio en el nivel zonal y diocesano, elegir los delegados diocesanos, participar en la asamblea provincial.  Tenemos tiempo porque la Asamblea Nacional de Pastoral (ANP) se realizará, Dios mediante, en Caracas del 6 al 8 del próximo mes de noviembre.  Pero no nos debemos dormir en los laureles porque el tiempo pasa rápido.
BODAS DE ORO DE LA DIOCESIS DE CABIMAS

El próximo 23 de julio se cumplirán  50 años de la creación de la diócesis de Cabimas, con territorio de la costa Oriental desmembrado de la diócesis de Maracaibo. En un principio quedó como sufragánea de Mérida y su primer obispo fue Mons. Constantino Maradei Donato (1915-1992). A partir de 1966, quedó adscrita a la Provincia eclesiástica de Maracaibo. Desde ahora nos unimos al júbilo agradecido de nuestros hermanos orientales y, Dios mediante, participaremos en los diversos actos de su programación aniversario. Conjuntamente con Cabimas celebran también sus bodas de oro las diócesis de Barinas y Los Teques.

ANIVERSARIOS Y CUMPLEAÑOS

El próximo 30 de abril nuestra arquidiócesis cumple 49 años de creada por el hoy Beato Paulo VI. Por consiguiente el año que viene celebraremos las bodas de oro de esta creación. Coincidirá con el Año Santo de la Misericordia declarado por el Papa Francisco.

Felicitamos en este mes a nuestros hermanos cumpleañeros: Diácono Jesús Alfredo Serrano; Mons. Enrique Pérez, Pbros. Jorge Dos Passos, Valentín Rodríguez, José E Varela y Wilmer Olano.

Hacemos grata y feliz memoria de nuestro hermano Mons. Luis Guillermo Vílchez (25 de abril).

NOMBRAMIENTOS
Vicario episcopal territorial de la Goajira: Pbro. Rafael Morales.  Combinará esta nueva misión con su cargo de director de la Escuela arquidiocesana San Francisco en Sinamaica.
Párroco de la parroquia personal universitaria San Juan Crisóstomo: Pbro. Diúver Martínez. Además he decidido colocarle un co-patrono a esta parroquia. Será  San Juan Pablo II, en honor del trigésimo aniversario de su memorable visita a nuestra ciudad y de la celebración eucarística precisamente en los terrenos de LUZ de Grano de Oro.
El Diácono Juan José Pérez se encargará de la atención del Centro Misionero de los sectores Rodeo I, II y III en el Municipio San Francisco, vía hacia La Cañada, manteniendo su conexión pastoral con la rectoría de San Benito de El Bajo.
PROYECTO ARQUIDIOCESANO DE RENOVACION PASTORAL
Este año es decisivo para la conclusión de la fase previa y la puesta en marcha de la primera fase de la primera etapa. Como saben este proyecto es eminentemente participativo por eso se tomó tanto tiempo para montar las plataformas que hacen posible y concreta la participación: EPAPs, Mensajeros, Carta a los cristianos, EZAPs. Ya tienen en sus manos la Idea-Fuerza del Modelo Ideal que inyecta un fuerte soplo inspiracional a nuestra caminata.  Es importante divulgarla, utilizarla en todas nuestras reuniones de Consejos pastorales, de formación de agentes, de sesiones catequísticas, de celebraciones de la Palabra. Asimismo los invito a introducir una petición por el Proyecto de Renovación en la oración de los fieles dominicales y recitar la Oración por el Proyecto al final de la misa.  
MES DE LAS VOCACIONES
El IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor, se inicia el mes vocacional. Ya está disponible el Mensaje del Papa Francisco para esta ocasión. Acordémonos que todos somos promotores vocacionales con nuestro ejemplo de vida, nuestro estilo ministerial, nuestra alegría de vivir nuestro sacerdocio a fondo. Eso significa que más que un mes vocacional debemos hablar de una vida vocacional. Siempre es tiempo vocacional. Sin embargo durante este mes intensificamos nuestra oración, difundimos el mensaje de Francisco. Introduzcan en las misas dominicales una petición por las vocaciones en la oración de los fieles, difundamos en nuestras redes sociales la oración por las vocaciones, activemos  la formación de monaguillos.  Compartamos las iniciativas y acciones creativas de pastoral vocacional. 
INFORMACIONES SOBRE NUESTROS SACERDOTES Y DIACONOS
El Pbro. José G Villalobos ya se encuentra en Alzira, en la Arquidiócesis de Valencia, España. Esperamos que en tierras levantinas su salud se estabilice y pueda poner todas sus cualidades y talentos al servicio de esta Iglesia a título de sacerdote “fidei donum”, como expresión de la vocación misionera de esta arquidiócesis.
Recibimos la visita del P. Arlindo, visitador general para América Latina de los Misioneros del Verbo Divino. Este encuentro nos permitió realizar una amplia revisión de la presencia de los Misioneros en nuestra Iglesia a la luz de los objetivos iniciales. Se concluyó que los Misioneros se centrarán en la animación bíblica de la pastoral, el ministerio parroquial y la cooperación en la animación misionera de nuestra arquidiócesis. Por el momento se deja de lado el servicio misionero entre indígenas.
El P. Hernán Portillo se recupera de una reciente intervención en las vías urinarias y se apresta a entrar en un ciclo de quimioterapia y radio terapia en la Clínica Sagrada Familia. Se encuentra actualmente en la Casa Hogar San Vicente de Paul, Av. 10 entre calles 66 y 67. Los gastos de hospitalización y cirugía han sido asumidos inicialmente por  la Arquidiócesis a través de In-preclero, por el Hogar Clínica San Rafael, que ha bajado sensiblemente los costos médicos, y por un grupo de laicos amigos. La Divina Providencia nos ayudará a encontrar los modos de solventar los gastos que sobrevendrán. Contamos con su interés, su apoyo, su colaboración y su oración por su pronta y total recuperación.
El Diacono Román Rincón ya se encuentra plenamente recuperado y en plena actividad laboral y ministerial. Gracias a Dios.
TRANSITOS PASCUALES

Han partido este mes a la casa del Padre dos hermanos seglares que han prestado un gran servicio a nuestra Iglesia arquidiocesana: el Sr. Pedro Chávez, de la rectoría San Juan Bosco y miembro del Consejo de Asuntos Económicos. Era un miembro muy activo y coordinaba la Comisión ad hoc encargada de la regularización documental y legal de las propiedades de la Arquidiócesis en el Municipio Maracaibo. La Sra. Ana Teresa León de Pardi, de la parroquia de Ntra. Sra. del Rosario. Cursillista, catequista, cristiana convencida y ejemplar con gran influencia en su familia y en su parroquia. Nos alegramos por haber contado en nuestra grey con tan buenos servidores. Que Jesús los haga partícipes de la plenitud de su Pascua. Nuestras sinceras condolencias a sus familiares.
NUEVO DIACONO PERMANENTE
Desde el pasado 18 de abril nuestra Iglesia local cuenta con un nuevo diácono permanente en la persona de Gustavo Carrillo. Su ordenación tuvo lugar en el templo del Smo. Sacramento y la recibió de manos de Mons. Ángel Caraballo. Felicitamos a Gustavo y a toda la Asociación arquidiocesana de diáconos.

NUEVOS OBISPOS
El Santo Padre ha nombrado dos nuevos obispos para Venezuela. Ambos estrechamente relacionados con el Zulia y con nuestra provincia  eclesiástica: Fray Ernesto Romero capuchino, originario de Machiques, vicario apostólico de Tucupita. Su ordenación episcopal tendrá lugar el 12 de julio próximo en Tucupita. Mons. Juan de Dios Peña, obispo de El Vigía –San Carlos, oriundo de Mérida. Su ordenación tendrá lugar el 4 de julio próximo en el Vigía. Esta diócesis  es sufragánea de la Provincia eclesiástica de Maracaibo.  Nos alegramos y bendecimos al Señor por estos nuevos pastores tan ligados a nuestra Iglesia provincial y local. Sigamos orando porque falta aún la provisión de 10 diócesis para que pronto puedan contar con sus respectivos pastores.
VISITAS PASTORALES 2015
Este año, con motivo del año de la vida consagrada,  he querido visitar con mi obispo auxiliar algunas parroquias atendidas por religiosos. Actualmente se está llevando a cabo la visita a la parroquia San Judas Tadeo de la zona pastoral No 2. Seguirán las de San Isidro, Santa Mónica y Ntra. Sra. de la Paz
BONO ARQUIDIOCESANO 2015
No olvidemos de darle todo nuestro apoyo al Bono Arquidiocesano, programa con el cual buscamos concretar la corresponsabilidad cristiana del pueblo de Dios que peregrina en esta Iglesia y fomentar la auto sustentación de nuestra Arquidiócesis. Iglesia somos todos y a todos nos corresponde por consiguiente dar de nuestro tiempo, talentos y bienes materiales para que nuestra Iglesia marabina pueda funcionar y llevar adelante todos sus programas evangelizadores.
Debemos trabajar arduamente para superar la mentalidad clientelar y asistida vigente y caminar hacia una Iglesia que no tenga que depender de organismos oficiales ni de agencias internacionales para cumplir su misión. Estamos profundamente agradecidos por el apoyo que nos brindan tan generosamente agencias católicas como Adveniat, Kirche in Not, la CEI, MIVA. Desde hace varios años estos hermanos nos vienen recordando que somos Iglesias con más de 500 años de existencia y por consiguiente debemos no solamente sostenernos por nuestros propios medios sino estar en capacidad de ayudar otras Iglesias jóvenes y carentes de bienes.
PROXIMAS REUNIONES Y EVENTOS
28 de abril: Consejo de órdenes. En el Seminario a las 9.00 am
4 de Mayo: 7.30 am. Consejo Episcopal. Basílica
5 de Mayo: 9.00 am Consejo Presbiteral. Sta. Mariana de Jesús
11-20 de Mayo: Participación del Arzobispo en la Asamblea General del CELAM en Santo Domingo. Allí entregará oficialmente su cargo de Presidente del Departamento de Comunión eclesial y diálogo.
26 de Mayo: 9.00 am Reunión del Clero. Seminario Mayor

Maracaibo 20 de abril de 2015

+Ubaldo R Santana Sequera FMI

Arzobispo de Maracaibo

domingo, 19 de abril de 2015

TERCER DOMINGO DE PASCUA 2015


Muy queridos hermanas y hermanos,
Desde el Domingo de Pascua Jesús ha iniciado un camino nuevo, una nueva manera de vivir que él quiere compartir con sus discípulos y todos los que creen en él y quieren seguir sus pasos. La Iglesia nos invita este domingo a conocer mejor ese camino, a tomar la decisión de recorrerlo juntos bajo el pastoreo del Señor hasta su punto terminal.
El evangelio de hoy nos ayuda a entender que así como Jesús resucitado se hizo presente en la vida de sus discípulos, así también  sigue manifestándose hoy a los suyos, haciéndose presente en los acontecimientos de sus vidas. Sabemos que Jesús no resucitó para sí solo sino para abrirle a la humanidad la posibilidad de resucitar con él, de recorrer el verdadero camino que la conduzca al encuentro pleno con Dios porque Él es el camino de Dios y hacia Dios.
Así como corrió la piedra del sepulcro para salir del antro de la muerte y del olvido, así también, lleno de vida, derriba las paredes y muros de este mundo para abrir los nuevos senderos de la bienaventuranza de la paz. Los primeros muros que quiere derribar son los de nuestra incredulidad, de nuestros miedos, de nuestras angustias y de nuestras soledades.
Durante su ministerio en Galilea y Judea, Jesús abrió los ojos de los ciegos, puso en pie cojos y paralíticos, curó leprosos, liberó endemoniados, perdonó pecadores esclavos del mal y abrió en ellos nuevos surcos de vida, verdaderas sementeras de amor limpio y puro. Ahora, resucitado el Señor está dispuesto a seguir recorriendo ese mismo camino. Esta vez con su Iglesia para ponerla en condiciones de dar testimonio convincente de él.
La Iglesia tiene la misma misión que su cabeza fundadora: abrir caminos para que todas las naciones lo descubran; echar puentes de reconciliación entre hermanos; rellenar los valles y barrancos que impiden la fraternidad; allanar montes de resentimientos y odios e implantar el Reino de justicia, del amor y de la paz. Todo para que los pueblos puedan ver la salvación de Dios.
El evangelio de hoy es la continuación del episodio de los discípulos de Emaús que escuchamos en  la octava pascual.  El relato consta de tres partes: la huida de los dos discípulos desencantados y tristes; el encuentro con Jesús en el camino y su revelación en Emaús y finalmente el retorno gozoso de los dos a Jerusalén. El evangelio de hoy nos cuenta precisamente el retorno a casa. Les pasó como en el salmo 126: “Al ir iban llorando llevando las semillas, al volver vuelven cantando trayendo sus gavillas” (v 6).
Cuando nosotros nos encontramos con Jesús por medio de la Palabra y de la Eucaristía el Señor disipa nuestras dudas, expulsa nuestros miedos, exorciza nuestras angustias y nos hace desandar el camino de nuestros pesimismos y desesperanzas.  Nos reintroduce dentro de nuestra comunidad eclesial y nos pide que nos hagamos sus testigos.
Para ser Iglesia de Cristo nuestra propuesta evangelizadora ha de ser viva, entusiasta, creativa y alegre. Cristianos con caras engurruñadas de cuaresma nunca podrán anunciar a Cristo y atraer a él a otros hermanos hundidos en el pecado y la desesperación. Nuestra misión, mis hermanos y hermanas, es lograr que los hombres y mujeres de hoy con quienes estamos en contacto y  está alejados de Dios tengan un encuentro personal con Cristo Jesús, tomen la decisión de apartarse de la vida de pecado, de desandar el camino por se están alejando de sí mismos, de su familia, de su Iglesia, de su país y vuelvan a casa llenos de alegría.
Dice el evangelio que Jesús resucitado les abrió a sus discípulos el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y descubrieran que todo lo que le acababa de pasar a Jesús en Jerusalén era el camino que Jesús tenía que recorrer para llegar a la gloria.  Nosotros también necesitamos que el Señor nos abra el entendimiento para entender su Palabra y descubrir cómo nuestra historia de dolor, de sufrimiento, de angustia y pena forma parte de la cruz que tenemos que llevar para participar de la resurrección de Jesús.
Es de gran gozo y consolación saber también que Jesús Resucitado no es el Salvador de unos poquitos, de unos privilegiados sino de todos los seres humanos: de los atribulados, de los angustiados, de los miedosos, de los apocados. De todos sin excepción. Jesús resucitado no tiene límites que lo contengan. Con su cuerpo llagado y glorioso puede recorrer todos los caminos de los hombres. Aún aquellos que nosotros ni siquiera imaginamos. No hay ningún sendero, ninguna trocha por donde no corra la sangre redentora que brota de su costado abierto llevando vida, perdón, consuelo y misericordia.
Para demostrarles la realidad corpórea de su condición gloriosa, Jesús les pide de comer. “¿No tienen ahí algo de comer?”. En otra oportunidad había pedido de beber. Ahora pide de comer. Los evangelios narran varias comidas compartidas en casas y a la orilla del lago. Fueron siempre momentos intensos de intimidad, de amistad pero también de conversión y arrepentimiento para sus anfitriones. Nunca fue solo comer sin más.
Ahora el pez a la brasa que comparte con sus discípulos no es sólo un pez. Es una revelación de amor y del deseo del Señor de comunicarse a los suyos tan honda y profundamente como lo es una comida para el que la consume.  Es un pez a la brasa de comunión de amor. Un pez que despierta hambres de otras comidas más sustanciales.  Despierta en nosotros el deseo de pedirle al Señor que nos dé de comer de su pan y de su vino eucarísticos para tener vida plena en él para siempre.
Hermanos y hermanas, todos debemos anhelar que el Señor Jesús en este encuentro eucarístico que tenemos hoy con él, nos abra al entendimiento de las Escrituras. Necesitamos la luz de su Espíritu para poder atar todos los cabos sueltos que aún tenemos con relación a la comprensión profunda de la Biblia y su conexión íntima con su persona, su misión y su presencia en la Iglesia y en los sacramentos. Hay una ilación profunda entre todos los acontecimientos de la vida de Jesús y su pasión, muerte y Resurrección. Toda la Escritura se cumple en él. Todo tiene sentido. Todo se proyecta hacia la consumación final de un proyecto que ha nacido en la mente y el corazón del Padre.
 Desde la Pasión y de la Resurrección del Señor todo se ilumina.  Su dolorosa pasión y su gloriosa resurrección constituyen la clave maestra para entender la historia de este mundo y la de cada una de nuestras vidas. Jesús es la piedra angular que necesitan los edificios de nuestras vidas para descubrir la belleza de su diseño y hacia dónde nos conduce el Señor. Pidamos al Espíritu Santo nos introduzca en la inteligencia de la Palabra divina para que entendamos que sin Jesús nuestras vidas carecen de sentido y nuestras naves se quedan sin puerto donde atracar.  Sólo así podremos transformarnos en sus testigos y dar razón en el mundo de hoy que él ha resucitado.

+Ubaldo R Santana Sequera FMI

Arzobispo de Maracaibo

domingo, 12 de abril de 2015

DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA 2015


 Muy queridos hermanos y hermanas,
Hoy, nosotros también, como los primeros apóstoles nos reunimos, el domingo, el primer día de la semana, para celebrar la inmensa bondad del Padre que en su gran misericordia resucitó a Jesús de entre los muertos y nos manifiesta su voluntad de extender hasta nosotros los dones de la salvación.
El Evangelio de hoy nos narra cómo, el mismo día de su resurrección, el Señor Jesús se presenta en el lugar dónde, llenos de miedo, estaban encerrados sus apóstoles  y  comparte con ellos sus dones. Les ofrece en primer lugar su misma presencia gloriosa que supera los límites del tiempo y del espacio. Les hace entrega  de su paz. Tres días antes había muerto violentamente, víctima del odio y del rechazo de sus adversarios y su primera acción, rotas las cadenas de la muerte, es entronizar la fuerza de la paz.  Reitera el envío en misión, mostrando así que no ha perdido la confianza en ellos y mantiene su disposición, a pesar de sus flaquezas, de hacerlos depositarios y testigos de la difusión de su Evangelio.
El momento clave de todo el relato es la comunicación del Espíritu Santo. Jesús sopla sobre ellos y les dice: “Reciban el Espíritu Santo”.  Este gesto nos remite al momento en que Dios insufló sobre la arcilla primordial un aliento de vida y creó al hombre y luego a la mujer a su imagen y semejanza (Gen 1,25-26). Al exhalar su aliento sobre sus apóstoles, el primer día de la semana, Cristo resucitado da a entender que con su Resurrección empieza la re-creación del mundo y de la humanidad entera, teniendo ahora como modelo al crucificado resucitado.  Así como con nuestros primeros padres entró la desobediencia y la división en el mundo, así con estas nuevas criaturas se inicia el tiempo del perdón y de la misericordia como caminos para llegar a la paz.
La primera lectura, extraída de los Hechos de los apóstoles, nos describe la primera comunidad cristiana de Jerusalén como una comunidad reconciliada, que ha vencido el egoísmo y la avaricia, que es capaz de poner todo en común y compartir equitativamente sus bienes. Los apóstoles ya han superado el miedo; ahora dan testimonio de la Resurrección del Señor con mucho valor.
El texto de evangelio nos muestra además cómo el Señor Jesús se muestra paciente y misericordioso con su apóstol Tomás que recorre un camino muy distinto a los otros compañeros suyos para llegar a la fe en la Resurrección. Sus hermanos tuvieron la experiencia de Jesús resucitado todos juntos. A él le toca hacer camino solitario. Quiere tener fe, está en búsqueda, el testimonio de los demás apóstoles le crea dudas y confusiones. Pide pruebas. Quiere ver, quiere tocar las llagas del crucificado porque son para él evidencias irrefutables de que se trata de la misma persona y no de una mistificación.
Jesús lo comprende y lo va a complacer y va a volver al lugar del primer encuentro, ocho días después, expresamente para despejar definitivamente las dudas de uno de los suyos. Ya había le dicho en una oportunidad a su Padre, en su oración después de la Cena, que no dejaría que se perdiera ninguno de los que El le había dado, excepto el Hijo de la perdición. Así que se presenta nuevamente y se encuentra con Tomás, el Mellizo,  le repite textualmente sus palabras: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en mi costado” y lo invita a transformarse de incrédulo en creyente.  Pero a Tomás ya no le fue necesario tocar las llagas. Le bastó solo verlas. Y de sus labios brotó la más hermosa profesión de fe en la divinidad de Jesús: “Señor mío y Dios mío”. Somos muchos los que la repetimos en el momento de la consagración del pan y del vino.
Hermanos y hermanas, hoy nosotros, nos reconocemos mellizos de Tomás, necesitados de que el Señor se muestre con nosotros paciente y misericordioso para realizar el camino que nos conduzca de la incredulidad a la fe plena en su Resurrección.
Nos encontramos inmersos en un mundo totalmente opuesto a la comunidad descrita en la primera lectura y a la actitud de Jesús para con sus discípulos y para con Tomás. Vivimos en una sociedad que ha olvidado el sentido de la misericordia, del compartir, de la solidaridad. Que no le importa gastar y malgastar, despilfarrar en cosas superfluas mientras millones de seres humanos vegetan en la miseria y se mueren lentamente de desnutrición y de hambre.  El Papa Francisco no se cansa de denunciar la civilización del descarte y de la indiferencia que no le importa matar a inocentes, deshacerse de los ancianos, utilizar a los jóvenes como carne de cañon para el comercio sexual, la droga y el libertinaje.
Por eso el Papa ha sentido la necesidad de proclamar un año jubilar de la misericordia para el cual la fiesta de este año nos ha de servir de introducción y de preludio. La Pascua de Cristo es un camino de vida que se quiere abrir paso también en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestros negocios, en nuestras distracciones y en nuestra sociedad. Necesitamos caminar hacia una civilización de la misericordia y de la humanidad. Son muchas las tentaciones que nos avasallan y los obstáculos que se interponen en nuestro camino pero Cristo abrió definitivamente el camino hacia la vida.

Como Tomás nuestro mellizo podemos pensar que eso de la Resurrección es imposible y que estamos irremisiblemente abocados a la muerte. De nuestra capacidad de creer firmemente en la Resurrección depende la fuerza con la cual nos sentiremos enviados para llevar a nuestros ambientes, a nuestro país y a nuestro mundo un nuevo soplo de aliento y de esperanza.  

Necesitamos, con el Espíritu de Cristo, insuflar un nuevo aliento que reavive la esperanza de todos nuestros hermanos. No podemos seguir alimentando un pesimismo inútil que destruye de raíz todo dinamismo de renovación. Pero ¿cómo mirar al futuro cuando parece que no hay futuro? Sólo desde la confianza en el Dios que ha resucitado a Jesús. Nada ni nadie podrá de ahora en adelante bloquear la acción misericordiosa y salvadora de Jesús resucitado. Alineemos con él, inscribámonos entre sus creyentes y seguidores dispuestos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para difundir su mensaje de vida y de esperanza. Digamos con los labios y con la vida: “Señor mío y Dios mío”.

+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo

sábado, 11 de abril de 2015

MATRIMONIO DE ALBERTO LUIS Y VANESSA CAROLINA

Lecturas: 1 Co 13,4-13; Salmo 127; Jn 2,1-11

Muy queridos novios,
Muy queridos hermanas y hermanos

Esta noche estamos reunidos en esta hermosa Iglesia de Santa Ana para participar en la Santa Eucaristía y presenciar la unión matrimonial de dos cristianos.  El matrimonio es una institución natural que data de la misma creación del hombre y de la mujer (Cf Gen 2,23-24). Dios no creó a Adán y a Eva a imagen y semejanza de los animales sino a semejanza de Él (cf Gen 1,26). No los creó en solitarios ni para la soledad sino para la complementariedad y la compañía mutua. Ya a este nivel se trata de una institución buena y benéfica para el progreso y la unidad de todo el género humano. He tenido la oportunidad de conocer ejemplos impresionantes de parejas que han vivido en esta dimensión en sus uniones naturales y civiles.
Si ya el matrimonio tiene este valor ¿por qué Cristo quiso entonces hacerlo un sacramento? Porque quiso que la unión entre dos cristianos tuviera otra significación. Quiso que, además de su sentido natural,  también expresara el ideal de vida que él había traído al mundo. Quiso revelar otra dimensión del amor hasta ese momento desconocida de la humanidad. ¿Y cuál fue el ideal de vida de Jesús? Unir la tierra con el cielo, Dios con los hombres, los seres humanos entre sí y de todos con Dios. Una unión que no fuera desechable sino irreversible, que no fuera transitoria sino eterna, que no fuera estéril sino fecunda, que no fuera triste y agobiante sino alegre. Esa unión la llamó una nueva alianza.
Y ¿qué fundamento le dio a esa alianza para que tuviera todas esas características y cualidades?  El fundamento del amor. No sobre cualquier tipo de amor. Sino sobre el amor revelado en la vida, el mensaje y la actuación de Jesucristo. Un amor total y absoluto a su Padre Dios, íntegramente dedicado a cumplir sus designios; un amor total y absoluto a sus hermanos los hombres, exclusivamente entregado a hacerles el bien,  a hacerlos hermanos, amigos unos de otros, a ofrecerles vida plena y salvación. Todos los evangelios y los escritos del Nuevo Testamento están dedicados a mostrar cómo Cristo Jesús nos dio a conocer ese amor único. Todos cuentan cómo el Señor lo hizo realidad en todo momento pero más especialmente y con mayor intensidad en su dolorosa pasión, muerte en cruz y resurrección gloriosa.  Todo lo resumió en esta frase: “No hay mayor amor que el de dar su vida por mis amigos” (Jn 15,13).  En un mandamiento: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13,34).
En la vida y enseñanza de Jesús la familia ocupó un lugar privilegiado. De los treinta tres años que estuvo entre los hombres,  30 los pasó con su familia en Nazaret (cf Lc 2,51-52). Se mudó luego para la casa de la familia de Pedro en Cafarnaúm (cf Mc 1,29). Según san Juan inició su ministerio público con un milagro a favor de una joven pareja en Caná de Galilea cf Jn 2,1-11). Este milagro ocurrió porque la pareja tuvo el tino de invitar a María la madre de Jesús y al mismo Jesús con sus discípulos  a la boda. Acabamos de escuchar el relato. Gracias a María que hizo intervenir a Jesús, la fiesta no se aguó, el vino alcanzó y sobró, la fiesta y la alegría continuaron y muchos creyeron en Cristo. Ojalá el Señor Jesús siga haciendo más milagros y atrayendo a otras personas a la fe a través de este matrimonio que estamos presenciando esta noche.
Si nos preguntaran cuál es el mayor tesoro que el cristianismo tiene que entregar a la humanidad no dudaríamos en contestar que es el amor. San Agustín decía que si se destruyera la Biblia y solo se pudiese salvar un versículo, el se quedaría con Jn 13,34 en el que Jesús le dice a sus discípulos después de la última cena: “Ámense los unos a los otros. Como yo los he amado, así también ámense los unos a los otros. Por el amor que se tengan los unos a los otros reconocerán todos que son discípulos míos”. Si nos preguntarán cuál es la razón de ser del cristianismo en el mundo, tendríamos que contestar que su razón de ser es recordar y hacer presente de modo efectivo el mandamiento del amor dejado por Cristo. Ese es el mensaje de Pablo que hemos escuchado en la primera lectura. Y en otra carta compara la presencia y el amor de Cristo por su Iglesia a un matrimonio en el que el novio se entrega de lleno a hacer feliz a su esposa y a embellecerla no con cosas o regalos sino con la plena dedicación y entrega de su vida.
Este es el amor al cual nos referimos en el sacramento del matrimonio. Este es el amor  que estos novios se prometen el uno al otro. Tendrán que buscarlo, descubrirlo, aprenderlo, asimilarlo y comunicarlo. Amor incondicional, unitivo, irreversible,  fecundo y fiel que Cristo elevó a la categoría de sacramento de la Iglesia. Son muchos los cristianos que han asumido este modelo dejado por Cristo. Muchos de nosotros provenimos de matrimonios que han vivido, hasta sus últimas consecuencias, esta forma de unión. Son muchos los que creen hoy en este amor y lo han adoptado como principio fundamental de su vida conyugal. Este es el modelo de amor que Alberto Luis y Vanessa Carolina han elegido, quieren asumir públicamente ante sus familias, amigos y seres queridos en la Iglesia. Y así se lo expresarán dentro de unos momentos. Nos alegramos mucho por esta elección y esta noche estamos aquí para manifestarles nuestra disposición y compromiso de orar por ambos y apoyarlos a lo largo del camino.
Necesitarán permanentemente de las oraciones y del apoyo de sus familias, de sus amigos, de su parroquia y de su Iglesia porque están lanzándose en una empresa exigente y difícil. Eso se llama querer navegar en las aguas profundas del verdadero amor. Tendrán que navegar casi siempre a contra corriente, en un mundo paganizado, una civilización hedonista y una cultura materialista. Lo que está de moda es el divorcio, la infidelidad conyugal, la huida de todo lo que huela a sacrificio, la búsqueda insaciable de placer sexual, la anticoncepción, el aborto y el rechazo a tener hijos. La familia está en crisis. Se quiere imponer a punta de lobbys millonarios modelos espurios de matrimonios y familias. No podremos tener una nueva sociedad si no hay cónyuges dispuestos a dar su vida y a luchar para que el ideal de familia que la Iglesia pregona se mantenga vivo y actualizado.  Necesitamos testimonios de parejas de esposos que vivan alegres y felices, a pesar de todos los obstáculos y dificultades que se presenten en el camino. Bien sabemos que la felicidad no la produce nada que venga de afuera o se compre sino de lo más profundo de cada uno de nosotros y del corazón de nuestras familias.
Por eso, nos alegramos que Alberto Luis y Vanessa Carolina hayan invitado a Jesús y a sus discípulos a sus bodas. Con Jesús presente se constituye el triángulo perfecto que asegura la perdurabilidad de su amor. Un detalle de primerísima importancia. No dejen de invitar a la Virgen María a sus bodas. Ella siempre se trae a su hijo Jesús y si hace falta, si faltara el vino de bodas, ella se dará cuenta y remediará la situación. Llamará a su Hijo para que les ofrezca en abundancia el amor y la gracia que necesitan en ese momento para seguir adelante. No olviden nunca que lo están llevando a cabo esta noche no es un asunto meramente individual o personal. No es un acto social sino un acontecimiento eclesial. Esta noche se están comprometiendo a ser, como nueva familia cristiana, una piedra viva fundamental para edificar la Iglesia y difundir, en donde les toque vivir, el evangelio de la familia cristiana, primer santuario de la vida y piedra sillar de una sociedad más humana y fraterna.
Su matrimonio tiene lugar dentro de la Eucaristía. No es un detalle accesorio. Es una dimensión fundamental de su primera decisión como matrimonio cristiano. No dejen nunca de participar en la eucaristía y sobre todo estar siempre en condiciones para comulgar. La Eucaristía y la comunión son la materia prima de dónde sacarán, como de una bodega bien aprovisionada, el vino mejor, el que necesitan en todo momento para que el amor de Jesús se trasvase en ustedes (cf Jn 15,9); para ser “uno” como él y su Padre son uno (cf Jn 17,21); para tener  un solo corazón y una sola alma como las comunidades cristianas de Jerusalén (cf Hech 24,32); para ser el uno para el otro en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, en la juventud y en la vejez y encontrar su gozo en hacerse felices mutuamente.
Maracaibo 11 de abril de 2015
+Ubaldo R Santana Sequera FMI

Arzobispo de Maracaibo

domingo, 5 de abril de 2015

¡Felices Pascuas a todos ustedes, hermanos y hermanas!

¡Felices Pascuas a todos ustedes, hermanos y hermanas! Que con Cristo resucitado se renueve como una nueva primavera la esperanza de participar desde esta tierra de la vida plena que el Señor ha traído para todos. Como signo de alegría comparto el mensaje de esta vigilia pascual. Un agran abrazo para todos. 

sábado, 4 de abril de 2015

HOMILIA DE LA VIGILIA PASCUAL 2015

HOMILIA DE LA VIGILIA PASCUAL 2015

Muy queridos hermanos y hermanas,
¡Cristo ha resucitado, Aleluya, Aleluya! Este grito de júbilo brota esta noche de millones de cristianos, congregados en vigilia de oración, en catedrales, templos, capillas, ermitas, claustros, o sencillamente debajo de alguna enramada.  Todos compartimos el mismo gozo: la  resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Ayer conmemoramos la humillante e ignominiosa muerte de Jesús en la cruz y su precipitado entierro en un jardín cercano. Lo contemplamos descendiendo todos los peldaños que lo condujeron a los niveles más bajos de la degradación y de miseria humana: fue “comerciado” como un vil esclavo, condenado como blasfemo por las autoridades religiosas; ejecutado finalmente, por las autoridades imperiales romanas, como un criminal y despojado  de todos sus derechos.  
Jesús, una vez muerto, iba a quedar expuesto a la voracidad de las aves carroñeras que ya lo revoloteaban  y sus restos arrojados a la fosa común del monte de las calaveras. Pero la inminencia de la celebración de la fiesta judía de la Pascua y la aparición, última hora, de un rico bienhechor que puso una tumba cercana a su disposición le salvaron de esa última humillación. Todo este descendimiento del Señor lo profesamos en el Credo: “Fue crucificado, muerto y sepultado y descendió a los infiernos”.
En un antiguo himno cristiano encontramos esta estrofa: “Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre” (Fil 2,8-9). Por eso. Porque llegó hasta los últimos atrincheramientos de la humillación y de la obediencia, Dios lo exaltó. Lo resucitó.  Esa es la gran noticia que nos traen los evangelios y los testimonios de sus discípulos y apóstoles: en el sepulcro, no terminó todo. El Hades no engulló  a Jesús como a todos los mortales.
Narra el evangelio proclamado  esta noche que las mujeres que fueron muy de madrugada a embalsamar el cuerpo de Jesús, preocupadas porque no sabían cómo iban a mover la piedra que cerraba el sepulcro, porque era muy grande, la encontraron corrida. Un joven resplandeciente, les dijo que no se asustaran y les anunció que Cristo ya no estaba ahí. Que Había resucitado. Que llevaran la noticia a los apóstoles y juntos se fueran a buscarlo a Galilea donde él los estaba esperando.
Hermanos y hermanas, lo que parecía una triste historia, una ilusión defraudada, terminada en desastre, se transformó de repente esa noche en una gran alegría. Esta es la fiesta que nosotros estamos celebrando. La resurrección de Cristo de entre los muertos es el inicio de una nueva esperanza de vida para toda la humanidad. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del paraíso, un ángel de fuego bloqueó la entrada. Con su vida, su pasión, su muerte y resurrección, Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, despejó nuevamente el camino, corrió la piedra que bloqueaba el acceso a la casa del Padre y abrió definitivamente para todos de par en par las puertas del Jardín de la Vida.
Esta noche es esencial para nosotros porque celebramos la fiesta fundamental de nuestra fe. El viernes santo no es el final del camino. Después del viernes de tinieblas vino el sábado de gloria. Nosotros pertenecemos a esa parte de la humanidad covencida que después del Gólgota, el sepulcro no pudo retener a Jesús, el Padre lo exaltó, la vida estalló más bella y fuerte que nunca, la piedra se corrió y Cristo resurgió triunfante, rompiendo para siempre las ataduras de la muerte, el dominio del pecado y el imperio del Maligno. Esta noche venimos a renovar la fe que recibimos en el bautismo. Somos cristianos y proclamamos nuestra fe. Fue crucificado, muerto y sepultado. Al tercer día resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos y su Reino no tendrá fin.  
Somos cristianos porque creemos además que Jesucristo no se quedó solo en su nuevo estado glorioso de Resucitado sino que nos asoció y nos hizo partícipes de esa nueva condición por medio del Bautismo y la Confirmación. “Si con él morimos viviremos con él. Si con él sufrimos reinaremos con él.” (2 Tim 2,11-12).  Por eso cada año, nos reunimos en Vigilia de oración para expresar que la vida cristiana es una permanente vigilia, un estar siempre alertas, con las lámparas encendidas en las manos, con las túnicas del servidor puestas y ceñidas, manteniendo viva y actual la memoria del Resucitado, aguardando su retorno para ingresar con él, en la sala del banquete del Reino. 
La Vigilia comporta muchos símbolos. Uno de los más importantes es el cirio pascual.  Esta noche el diácono, en nombre todos,  prorrumpe jubiloso en un himno de alabanza, porque Cristo Jesús, con su gloriosa resurrección ha disipado las tinieblas de la noche, del pecado y de la muerte y ha inundado con su esplendor nuestra existencia terrena. Cada una de nuestras velas ha tomado su luz, directa o indirectamente, de la luz del cirio pascual, y de ese modo expresamos nuestra inserción en Cristo Jesús, nuestro deseo de caminar al resplandor de su gracia y de propagar su luz con  nuestras vidas. Estamos conscientes de que los poderes de la muerte y del pecado son grandes, inmensos, aparentemente invencibles, pero nunca serán suficientes para detener el torrente de amor y de salvación que Dios Padre ha derramado sobre este mundo desde el costado abierto y las llagas gloriosas de su Hijo muy amado.
 Alegrémonos y manifestemos nuestro júbilo porque Cristo ha resucitado y ha corrido la piedra. Nada detendrá  la fuerza de los que creen en la reconciliación, el dinamismo de los que cultivan el perdón, el tesón de los  servidores y promotores de la vida, el ímpetu de los campeones de la solidaridad fraterna.
La actitud que debe prevalecer esta noche, en este tiempo de Pascua, en toda la vida de la Iglesia y en cada una de nuestras vidas es la alegría que brota de la esperanza. No una alegría emotiva y pasajera, provocada por emociones de un momento. Sino una alegría fundamentada en la convicción profunda, serena y confiada de que en Cristo Resucitado ha sido decretado definitivamente la renovación del hombre y del mundo. El Espíritu que llevó a Cristo Jesús a romper las barreras de la muerte sigue actuando, mueve los corazones; con su acción eficaz el perdón se impondrá sobre el odio; la indulgencia sobre la venganza; el diálogo sobre la prepotencia del poderoso; la paz sobre las guerras; la unidad sobre las divisiones. (Cf Prefacio de la Reconciliación II).
Dentro de unos momentos seremos rociados con agua bendita. Cuando sintamos su salpicadura correr por nuestros rostros digámosle al Señor. Me siento feliz de ser cristiano católico, quítame el miedo, ayúdame a descubrir la belleza de mi bautismo,  renueva mi fe para que junto con mi familia, así como la Virgen María y los apóstoles, siempre esté dispuesto a poner toda mi existencia cristiana a tu servicio, al servicio del bien, del amor mutuo, de la justicia social y de la paz entre todos los seres humanos.
Maracaibo, Pascua del 2015
+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo


viernes, 3 de abril de 2015

HOMILIA DEL VIERNES SANTO 2015 - Camino de la cruz, camino de la vida

HOMILIA DEL VIERNES SANTO 2015

Camino de la cruz, camino de la vida  

Muy queridos hermanos y hermanas presentes en este templo catedralicio y que nos siguen a través de la TV, de la radio, de Internet y de las redes sociales:

Nos encontramos de nuevo hoy para celebrar un momento clave del misterio pascual: la pasión, muerte y sepultura de Nuestro Señor Jesucristo. Hoy no se celebra misa. Es un día de ayuno y abstinencia marcado también por la oración y la contemplación de Jesús crucificado. Es el día en que escuchamos la predicación de las siete palabras pronunciadas por el Señor en el Calvario.  En esta oportunidad, en honor al año de la vida Consagrada declarado por el Papa Francisco, Fray Richard Godoy, sacerdote perteneciente a la Orden de Ntra. Sra. de la Merced, conocidos popularmente como los padres Mercedarios, las ha acaba de predicar en esta catedral. Este día también caminamos detrás de las imágenes de Jesús crucificado, del Santo Sepulcro, de la Dolorosa y sus acompañantes, María Magdalena y Juan Evangelista. Fueron las personas más cercanas a Jesús en el Calvario y las que nos ayudan a descubrir el sentido del trágico desenlace de la vida del Señor.

¿Cuál es el sentido último de la Pasión y Muerte de Jesús? ¿Por qué tuvo que morir tan joven? ¿Por qué de manera tan horrorosa? Esta pregunta se la ha hecho siempre la humanidad, nos la hacemos nosotros, no solo ante la muerte de una persona como Jesús sino ante los millones de seres humanos asesinados en el vientre de sus madres, asfixiados en las cámaras de gas de los nazis,  ejecutados por millares en genocidios provocados por gobernantes locos, muertos en los bombardeos de ciudades y campos en las dos guerras mundiales, ametrallados por grupos terroristas, decapitados por fundamentalistas, tiroteados por bandas criminales, masacrados por narcotraficantes, descuartizados por comerciantes de órganos.

 ¡Cuántos verbos tenemos para decir matar! Cada día alcanzamos mayor grado de refinamiento en el arte de aniquilarnos los unos a los otros, de infectarnos con virus mortales, de envenenarnos químicamente, de reducirnos a meros vegetales, de exterminarnos, de desecharnos y volvernos chatarras humanas.  ¿Qué sentido tiene todo eso? ¿Por qué la muerte y el sufrimiento de los inocentes? Preguntas que vuelven insistentemente a nuestra mente, asaltan  nuestra conciencia y se quedan sin respuesta. Ninguna religión las puede contestar satisfactoriamente. Tampoco el cristianismo.

Ante tanta atrocidad, la Iglesia nos invita hoy a mirar en silencio al crucificado. A todos esos “Job” del mundo Dios no les contesta sino con el envío de su hijo a este mundo. El que impidió que Abraham ejecutara a su hijo Isaac (cf Gen 22, 10-12), que estableció el mandamiento “No matarás”  (Ex 20,13), no impidió que arremetieran contra su Hijo Jesús. A tanto salvajismo solo opuso la fuerza divina de su amor infinito,  el torrente incontenible de su solidaridad compasiva, la irresistible revolución de su ternura. La respuesta de Dios no fue una palabra bonita de consolación, una promesa hueca sino el don de sí mismo en la persona de su hijo Jesús. De ese modo nos quiso decir: “No les puedo explicar el sufrimiento, el mal y la muerte. Pero me vengo a vivirlos con ustedes, vengo a ayudarles a enfrentar el mal, a asumir el peso del sufrimiento, a confrontarse con el vértigo de la muerte. Vengo a enseñarles como salir de semejante laberinto a fuerza de perdón, de compasión, de ternura y de amor. Ahí les mando a mi Hijo único. Fíjense en él, mi Predilecto, en quien he puesto toda mi complacencia (cf Mt 3,17; 17,5). Tomen su cruz y síganlo. Vayan adonde el vaya. Vayan hasta donde él vaya. Aunque pasen por valles tenebrosos, nada teman porque él estará con ustedes; su vara y su cayado les darán seguridad” (cf Sal 23,4; Is 43,1-7)).

Esa es la respuesta del Padre.  La carta a los Hebreos empieza con este texto: “Muchas veces y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros antepasados por medio de los profetas, ahora en este momento final nos ha hablado por medio del Hijo” (He 1,1). Lo sabemos todos, cuando una persona atraviesa por un gran dolor, porque sicarios han matado a su hijo, porque un avión quedó en manos de un desequilibrado mental, porque unos matones irrumpieron en una casa de familia, lo importante no son las palabras que digamos sino que estemos allí, al lado de los seres afectados por la tragedia y los acompañemos en su aflicción. Eso fue lo que hicieron Juan Evangelista y María Magdalena y María de Salómé con la Virgen María al pie de la cruz (cf Jn 19,25-27). Muchos siglos antes, el salmista  lo expresó hermosamente con estas palabras: “Lo libraré porque se aferró a mí, lo protegeré pues conoce mi nombre; me llamará y le responderé, estaré a su lado en la desgracia” (Salmo 92, 14-15). Así está Jesús hoy a nuestro lado.

Son grandes los sufrimientos que está pasando nuestro pueblo, por la inseguridad reinante, por la carencia de los bienes básicos, por las insuficiencias hospitalarias, por la entronización de la corrupción como  forma vergonzosa de ganarse la vida. No le falta ninguna estación al viacrucis venezolano. Tampoco le faltará la de la Resurrección. Una vez más ante la disyuntiva planteada por Poncio Pilatos: “¿a quién quieren que les suelte: a Jesús Nazareno, rey de los judíos, o al ladrón Barrabas? (cf Jn 18,38-40), igual que los habitantes de Jerusalén,  todos preferimos que suelte al ladrón y encarcele al inocente.

La enfermedad de Venezuela es que hemos liberado al Barrabás que llevamos por dentro, hemos optado por ser Barrabás los unos para los otros y no Jesús de Nazaret, acaparando los productos regulados para “bachaquearlos”, explotando con precios exorbitantes a nuestros propios hermanos, transformando en objetos de presa y de codicia a nuestra propia familia. Por ese camino, será muy difícil que encontremos los caminos de la paz, de la justicia y de la sana y fraterna convivencia. La sentencia de Jesús es dura y lapidaria: “Si ustedes no se convierten, todos perecerán igualmente” (Lc 13,5).

Así no actuó Jesús. Ese no fue su camino. El no dio ningún motivo “revolucionario” para que le matasen. No fue un agitador social, ni un líder político, ni un guerrillero. No lo mataron por eso, aunque le acusaron de eso, levantándole calumnias ante los romanos para que lo condenaran a muerte. Hubiera sido un pobre líder, rápidamente olvidado y reemplazado, si hubiera avalado la muerte y la violencia como caminos válidos de liberación. 

Lo mataron por ser un revolucionario de mucha mayor envergadura: por creer en un Dios distinto, Padre de todos sin distinción ni discriminación alguna, por devolverle su plena dignidad a los pobres, por poner a su alcance la Palabra de Dios, por convivir con ellos, por denunciar y condenar las idolatrías del poder, del placer y del dinero.  Ese fue el camino seguido por ejemplo por Mons. Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, que pronto será beatificado  y por eso lo asesinaron. Todos estamos sometidos a la tentación de adorar falsos dioses, de claudicar ante desigualdades y  discriminaciones, colocarnos a la sombra de los ricos y olvidarnos de los pequeños, de prosternarnos ante los poderosos y los potentados de este mundo.  

El camino de Jesús es otro muy distinto. Se hizo realmente nuestro hermano. Prefirió dejarse matar antes que utilizar la violencia para defenderse. “Guarda tu espada, le increpó a Pedro que quiso defenderlo con un arma. Que todo el que pelea con espada a espada morirá. O ¿crees que no puedo acudir a mi Padre, que pondría en seguida a mi disposición más de doce legiones de ángeles? (Mt 26,52-53). Jesús pudo esconderse en Galilea, bajar de la cruz, alejar de si el cáliz del sufrimiento pero prefirió dar la cara,  ir hasta el final del escándalo de la cruz. Pasó sed, aguantó golpes, escarnios, flagelos, vilipendios, traiciones, negaciones y  abandonos. Soportó todo calladamente cuando, por fin, pudo clamar, en los estertores de su agonía: “Todo está cumplido”. (Jn 19,30). Ya podía por fin entregarse tranquilo y apaciguado en los brazos de su Padre: “Padre, en tus manos encomiendo mi  espíritu” (cf Lc 23,46). Había llevado a cabo su misión en esta tierra.

Hermanos y hermanas, la violencia, las ideologías que enarbolan la bandera de la lucha de clases no son respuestas válidas para sacar a la humanidad de los laberintos de la muerte, de las injusticias sociales ni de las guerras. La respuesta está en la cruz y solo en la cruz de Jesucristo. Solo en ella, como Pablo, hemos de gloriarnos porque en ella se concentra la energía indispensable para doblegar las fuerzas demoníacas de este mundo. (cf Gal 6,14). No busquemos otra luz que nos saque de nuestras tinieblas porque “El es la luz del mundo” (Jn 8,12). No busquemos otra agua con la cual saciar nuestra sed (cf Jer 2,13), porque la que brota de su costado, junto con su sangre, es la fuente de agua viva que convierte a quien bebe de ella “en manantial que brota hasta la vida eterna” (Jn 4,13-14). No busquemos otro maestro que nos enseñe a amar porque no hay mejor escuela que el Cenáculo y más prestigiosa  cátedra que la cruz del Gólgota para aprenderlo. Sólo este tipo de amor, que llega hasta la locura extrema de perder para ganar, hasta el colmo de dar la vida por sus enemigos, tiene poder para transformarlos en amigos, hermanos e hijos de Dios (cf Jn 15,13).

San Pablo saca la conclusión práctica de este camino cristiano y a través de su exhortación a sus hermanos de la comunidad de Roma nos invita a recorrerlo: “A nadie devuelvan mal por mal; procuren hacer el bien ante todos los hombres. Hagan lo posible, en cuanto de ustedes dependa, por vivir en paz con todos. No hagan justicia por sus propias manos, queridos míos, sino dejen que Dios castigue…Por tanto si tu enemigo tiene hambre dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que enrojezca de vergüenza. No te dejes vencer por el mal; por el contrario, vence al mal a fuerza de bien” (Rm 12, 17-21).  

TE ADORAMOS, O CRISTO Y TE BENDECIMOS PORQUE POR TU SANTA CRUZ HAS REDIMIDO EL MUNDO. REDIMENOS A NOSOTROS TAMBIÉN, CON EL PODER DE LA SANGRE GLORIOSA QUE BROTA DE TU COSTADO ABIERTO.  QUE EN COMPAÑÍA DE MARIA NO TENGAMOS MIEDO DE ACOMPAÑARTE HASTA EL PIE DE TU CRUZ Y DE CADA UNA DE LAS CRUCES DE NUESTRA VIDA PARA  QUE HEREDEMOS EL DON DE TU ESPIRITU DE AMOR, SEAMOS LAVADOS DE NUESTROS PECADOS Y ENVIADOS A SER PORTADORES DE TU PERDON Y DE TU RECONCILIACION HASTA LOS CONFINES DEL MUNDO. AMEN.

Maracaibo 3 de abril de 2015


+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo