miércoles, 1 de julio de 2015

LOS DOS ENDEMONIADOS DE GADARA


INVOQUEMOS EL ESPÍRITU SANTO

Ven, Espíritu Santo, ayúdanos a escrutar la Palabra de Dios, como  Jesús lo hizo con  los dos discípulos de Emaús. A medida que el Señor les fue explicando todo lo que le había sucedido en Jerusalén esos días, Tú les fuiste abriendo el entendimiento de las Escrituras y así descubrieron la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret. Iluminados por ti, entendieron que la cruz no era el final de toda su esperanza, sino fuente de vida y resurrección.
Rompe hoy, para nosotros también, los sellos del Libro sagrado, para que tengamos acceso a su verdadero sentido y su aplicación concreta en nuestras vidas, experimentemos cómo está presente la fuerza de la resurrección de Jesús en medio de nuestras tribulaciones y sufrimientos y demos testimonio de la Pasión y la Cruz como únicos caminos para llegar a la vida plena y a la construcción  de un mundo más justo y fraterno. Amén


LEAMOS EL TEXTO EVANGÉLICO: Mt 8,28-34

Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, dos endemoniados salieron de los sepulcros a su encuentro. Eran tan peligrosos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Entonces ellos empezaron a gritar: “¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?. A cierta distancia había una gran cantidad de cerdos alimentándose. Los demonios le suplicaban: “Si nos expulsas, mándanos a los cerdos”. Jesús les dijo: “¡Vayan!”. Ellos salieron y entraron en los cerdos, y estos se arrojaron por un barranco al mar y murieron ahogados. Los que cuidaban los cerdos huyeron a la ciudad y difundieron todo aquello, incluso lo de los endemoniados. Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús para rogarle que se fuera de su territorio.

PALABRA DEL SEÑOR

REFLEXIONEMOS LA PALABRA

En el tiempo de Jesús, las palabras demonio  Satanás, eran usadas para indicar el poder del mal que desviaba a las personas del buen camino (Cf Mc 8,33). Otras veces, aquellas mismas palabras eran usadas para indicar el poder político del imperio romano que oprimía y explotaba a la gente (Cf Ap 12,9). Otras veces la gente usaba las mismas palabras para indicar los males y las enfermedades. Así se hablaba de demonio o espíritu mudo, espíritu sordo, espíritu impuro, etc. ¡Había mucho miedo!

En el tiempo de Mateo, segunda mitad del primer siglo, el miedo a los demonios estaba aumentando. Algunas religiones, venidas de Oriente, divulgaban un culto a los espíritus. Estas religiones, en vez de liberar a la gente, alimentaban el miedo y la angustia. Ahora bien, uno de los objetivos de la Buena Nueva de Jesús era ayudar a la gente a liberarse de este miedo. La llegada del Reino de Dios significó la llegada de un poder más fuerte.

Jesús es “el hombre más fuerte” que llega para amarrar a Satanás, al poder del mal, y robarle la humanidad prisionera del miedo (cf. Mc 3,27). Por ello, los evangelios insisten en la victoria de Jesús sobre el poder del mal, sobre el demonio, sobre Satanás, sobre el pecado y sobre la muerte. Era para animar a las comunidades a vencer este miedo al demonio.

El evangelio de hoy acentúa el poder de Jesús sobre el demonio. En nuestro texto, el demonio o el poder del mal es asociado con tres cosas: (a) Con el cementerio, el lugar de los muertos. La muerte que ¡mata la vida! (b) Con el cerdo, que era considerado un animal impuro. ¡La impureza que separa de Dios! (c) Con el mar, que era visto como símbolo del caos antes de la creación. El caos que destruyó la naturaleza.

• Mateo 8,29: Ante la simple presencia de Jesús el poder del mal se desmorona y se desintegra.  El poder demoníaco, que antes parecía tan fuerte, se derrite y se desmorona ante Jesús. Ellos gritan: "¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido para atormentarnos antes de tiempo?" Se dan cuenta de que perdieron poder.
• Mateo 8,30-32: El poder del mal es impuro y no tiene autonomía, ni consistencia. El demonio no tiene poder sobre sus propios movimientos. Consigue sólo entrar en los puercos con el permiso de Jesús. Una vez dentro de los puercos, éstos se precipitan a la mar. El mensaje es muy claro: ante Jesús, el poder del mal no tiene autonomía, no tiene consistencia. Quien cree en Jesús, ha vencido ya el poder del mal y no tiene que temer.
• Mateo 8,33-34: La reacción de la gente del lugar. Alertado por los empleados que se ocupaban de los cerdos, la gente del lugar fue al encuentro de Jesús. Como se quedaron sin sus rebaños de cerdos,  piden a Jesús que se vaya lejos. Para ellos, los cerdos eran más importantes que el ser humano que acababa de recobrar el juicio.
Y hoy, ¿Quién de nosotros puede decir: “Soy totalmente libre”? ¡Nadie! Entonces, si no soy totalmente libre, alguna parte en mí es poseída por otros poderes. ¿Cómo expulsar estos poderes? El mensaje del evangelio de hoy sigue siendo válido para nosotros. Solo Jesús nos puede liberar totalmente de los poderes que nos dominan interiormente.
OREMOS
Los que te buscan, Señor, no carecen de nada. Señor, tu sabes cuáles son las ataduras que me impiden ser totalmente libre para seguirte. Rompe esas cadenas con tu poder liberador, expulsa de mi territorio personal y social la presencia del Mal y envuélveme en el manto de tu gran misericordia.
NOS COMPROMETEMOS
Quiero ser hoy portador de tu bondad en mi familia, en mi trabajo, en el vecindario y con todas las personas con quienes me relacione. No permaneceré indiferente ante el dolor humano y buscaré ayudarle para que salga de sus tribulaciones.

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