jueves, 1 de enero de 2015

FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2015

FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO
 
En los primeros días de este año 2.015 que el Señor nos regala, es propicia la ocasión para hacer un balance de vida del año recientemente concluido y hacer propósito para el que hemos iniciado. Mirando hacia atrás vemos, en primer lugar,  una montaña de beneficios y dones que Dios, en su infinita bondad, nos ha concedido. Por eso, elevamos nuestro corazón y decimos: “en verdad, es justo y necesario, darte gracias, siempre y en todo lugar”. Pero también vemos otra montaña formada por nuestras faltas, defectos, pecados, y, como el publicano en el templo, indignos de levantar nuestra mirada, de corazón, le decimos “ten piedad de nosotros que somos pecadores”. Pero lo más importante es que dirigimos nuestra mirada adelante, a este nuevo año que iniciamos, quizá haciéndonos la señal de cruz, le decimos al Señor que lo queremos vivir cerca de él, que nos conceda su  gracia para que, en medio de las dificultades y  el dolor, nunca nos apartemos de él.

Este nuevo año 2.015, es como un libro nuevo que el Señor nos concede, tiene 365 hojas y en él debemos escribir la historia de nuestra vida y también la historia de nuestra relación cotidiana con el Señor. Querido hermanos, permítanme darles algunos consejos para que le saquemos frutos de vida eterna a este nuevo año.
.-  Tengamos  la actitud de la Santísima Virgen María “María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. El cristiano de este siglo, para que realmente sea “cristiano”, es decir, “seguidor de Jesús”, “con los mismos sentimientos de Cristo Jesús”, debe ser místico, debe tener una experiencia personal con él. No basta que tenga un “barniz”, o sea, religioso desde el punto de vista sociológico, o emotivo, pues tendrá que ir contra corriente. Mientras más estemos en Dios, tendremos más serenidad, capacidad de ver las cosas con objetividad y acertaremos más en nuestras decisiones. No olvidemos nunca que nuestra existencia está repleta de decisiones. Me comentaba un sacerdote muy cercano a mi persona : “Un amigo piloto que hacía vuelos trasatlánticos solía pedirme la bendición de viaje antes de iniciar esos largos recorridos. Un día en el que el tiempo andaba muy revuelto por las tormentas y él se disponía a realizar uno de estos desplazamientos, le manifesté mi preocupación por las condiciones meteorológica, y me dijo: no te preocupes, es cuestión de subir un poco más. Arriba no hay turbulencia…”. 

.- Cumplir el deber de cada día, pues es el camino que nos llevará al encuentro con Dios. No hacer cosas extraordinarias sino hacer extraordinariamente bien las cosas ordinarias, para escuchar la alabanza de Jesús: “Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho, entra en el gozo del Señor” Mt. 25, 23. La santidad de vida se compone de muchos actos de amor: honradez, puntualidad en el trabajo, sinceridad, afabilidad en el trato, orden...Cuando alguien sucumbe en su vida y mide el suelo en su caída, no hay que creer que eso obedezca a una causa repentina. Puede ser por dos razones: una formación defectuosa recibida en el principio de su carrera le ha conducido por una senda defectuosa, o una negligencia persistente ha minado poco a poco su virtud y, dejado crecer los vicios, por lo que se  ha precipitado en una lamentable ruina. Casi siempre esta segunda causa está presente cuando no se cumple el deber de cada día.
.-  “Carpe Diem”: «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» o «vive cada momento de tu vida como si fuese el último» o más claramente “aprovecha el día con intensidad y provecho”. El tiempo para un empresario o un hombre de banca es oro, pero para nosotros, los cristianos, es salvación o condenación. El tiempo es la distancia que nos separa del momento en que nos presentemos delante de Dios, el día de nuestra muerte, con las manos vacías o llenas de buenas obras. Y la experiencia nos dice que “la vida en esta tierra es breve, es corta”. Por eso, no podemos darnos el lujo de “matar el tiempo”, “de aburrirnos”, de hacer que las horas pasen sin hacer algo bueno por los que están a nuestro alrededor. La Palabra de Dios nos exhorta: “anden con prudencia, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, pues pronto viene la noche, cuando ya nadie puede trabajar, “No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos, si no desfallecemos. Por consiguiente, mientras hay tiempo hagamos el bien a todos.
 .- Vivamos con alegría, esperanza y optimismo. Somos hijos del Gran Rey que nos defenderá en nuestras batallas contra nuestros enemigos, externos e internos. Secundemos la iniciativa del Papa Francisco: “comuniquemos con gozo la alegría de tener a un Padre, a Jesús que nos amó y se entregó por nosotros, y al Espíritu que viene en auxilio de nuestra debilidad, nos sostiene y nos perdona”.  
Queridos hermanos, apliquemos estos sencillos, pero profundos consejos para que podamos con letra agradable a Dios llenar el libro de este nuevo año que se abre ante nosotros.
El Señor nos bendiga y nos guarde.
Él haga resplandecer su rostro sobre nosotros  y tenga de nosotros misericordia.
Él vuelva hacia la tierra su rostro y ponga en ella su paz. Amén.




Mons. Ángel Caraballo

Obispo auxiliar

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