miércoles, 10 de febrero de 2016

MIÉRCOLES DE CENIZA 2016 - HOMILÍA

MIÉRCOLES DE CENIZA 2016
HOMILÍA
 
Muy queridos hermanos y hermanas,
Hoy se inicia el ciclo litúrgico de la Cuaresma, tiempo fuerte de combate cristiano contra las tentaciones y el pecado que nos acecha permanentemente. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que en el ser humano al ser “un compuesto de espíritu y cuerpo existe cierta tensión, y se desarrolla una lucha de tendencias entre el espíritu y la carne” (No 2516). Es una lucha que proviene de nuestra condición pecadora, inclinada hacia el mal. Forma parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual.
En la primera lectura el profeta Joel convocaba a todas las categorías de personas, niños de pecho, jóvenes, recién casados, ancianos, sacerdotes, a volver a Dios, a arrepentirse y a llorar sus pecados y pedir humildemente perdón. Hoy también la Liturgia convoca a todo el pueblo de Dios a abandonar los caminos del mal, a voltearse nuevamente hacia Dios y reemprender la ruta que conduce hacia su casa. Y la razón principal es que Dios es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia y se conmueve ante la desgracia de sus hijos.
Nuestra madre la Iglesia nos exhorta con mucha insistencia y fuerza, a ponernos en ruta hacia Dios recibiendo la ceniza. Por medio de este signo que el ministro nos coloca en la frente, mientras nos dice: “Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás”, reconocemos nuestra pequeñez, nuestra fragilidad y la gran necesidad que tenemos de vivir fuertemente aferrados a Dios y a sus mandamientos.
Hacemos nuestro el Salmo 90: “Señor, Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, con solo decirles: <vuelvan seres humanos>. Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. Tú los arrebatas y son como un sueño como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y florece y por la tarde se seca y se marchita (…) Nuestros años se acaban como un suspiro (…) Ten compasión de tus servidores. Sácianos enseguida con tu amor y cantaremos felices toda nuestra vida”
Es Dios mismo que nos ofrece por medio de Jesucristo este tiempo de gracia y de reconciliación. Así lo anuncia el apóstol Pablo en la segunda lectura: “En nombre de Cristo, hermanos, reconcíliense con Dios para recibir la salvación”. Este es un tiempo favorable. No lo echemos en saco roto. La ruta cuaresmal nos ha de llevar renovados y fortalecidos a las fiestas pascuales de este año y a asumir con mayor entusiasmo y coherencia nuestro bautismo y las promesas que allí le hicimos a Dios.
No echemos en saco roto esta gracia que se nos ofrece con particular abundancia en este año jubilar de la misericordia. El Papa Francisco nos exhorta a vivir esta Cuaresma jubilar “con mayor intensidad para celebrar y experimentar la Misericordia de Dios”. La Misericordia de Dios se vive, se celebra, se experimenta. No es una palabra vacía. Es una realidad concreta en la que todos estamos llamados a sumergirnos. La palabra Misericordia nos abre a la vivencia de un Dios que nos revela su amor, como el de un padre o una madre, que se conmueve en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo (Cf Misericordiae Vultus No 6). Escuchemos esta palabra del profeta Oseas: “¿Cómo voy a abandonarte, como voy a entregarte, Israel? Mi corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura: no daré libre curso al ardor de mi ira, no destruiré a Efraín. Porque yo soy Dios y no hombre, soy el Santo en medio de ti.” (Os 11, 8-9).
La Iglesia en Venezuela, a través de la Conferencia Episcopal Venezolana, nos invita cada año al inicio del tiempo de Cuaresma a abrirnos a Dios y al prójimo por medio de la Campaña Compartir. Este año, nos propone adentrarnos en  una novedosa experiencia de misericordia y solidaridad con el lema: “Alienta la vida, donde haya desesperación que yo lleve esperanza”.  Con esta Campaña pone a nuestra disposición una herramienta para luchar juntos, en comunidad cristiana, contra tres males que dañan la vida personal, familiar y socio-política de los venezolanos: la indiferencia, la violencia y el individualismo. Todos, sin excepción, estamos invitados a emprender juntos la construcción de una cultura del encuentro, de la reconciliación y de la solidaridad.
Esta Campaña hace eco del Mensaje que el Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz que lleva por título “Vence la indiferencia y conquista la paz”. La corresponsabilidad solidaria, para el Santo Padre, “está en la raíz de la vocación fundamental a la fraternidad y a la vida común. La dignidad y las relaciones interpersonales nos constituyen como seres humanos, queridos por Dios a su imagen y semejanza” (No 2).  El Papa nos recuerda que con la persistente escucha orante de la Palabra de Dios, nos podemos transformar en cuidadores de nuestros hermanos y hermanas que Dios pone en el camino de nuestras vidas.
Es por este camino y solo por este camino que podremos superar la civilización de la violencia y de la muerte iniciada por  Caín al matar a su hermano Abel (Cf Gen 4,1-16)   con todas las siniestras consecuencias que sufrimos hasta el día de hoy, guerras, atentados terroristas, tráfico de seres humanos, secuestros, narcotráfico, asesinatos de niños en el vientre de su madre, y desembocar en la civilización de la empatía samaritana iniciada por el Hijo de Dios al hacerse hombre en Jesucristo, hijo de María (Cf Lc 10,25-37): dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, acoger a los inmigrantes, asistir al enfermo, liberar a los prisioneros de conciencia y los oprimidos por toda clase de males.
Para luchar contra esos males, que están alojados dentro de nosotros, en nuestras familias y en toda la sociedad, la Cuaresma nos ofrece tres herramientas: la oración, el ayuno y la limosna. Con la oración nos reconectamos con Dios, fuera de cuya presencia no podemos vivir como hermanos. Con el ayuno, nos enfrentamos a nosotros mismos, a nuestras pasiones y vicios y asumimos el control de nuestro cuerpo y de su tendencia a vivir sometido a los pecados capitales. Con la limosna, compartimos generosamente los bienes personales y de la creación con los más necesitados.
Pidámosle al Señor, con la oración colecta de la misa de hoy que “nos conceda emprender este tiempo el combate cristiano con santos ayunos para que en el momento de combatir contra las tentaciones, seamos fortalecidos con los auxilios de la penitencia. Por Jesucristo Nuestro Señor que vive y reina con Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén”. Santa  provechosa cuaresma para todos. Que nos encontremos en la vigilia pascual para renovar como hombres y mujeres cristianos, nuestras promesas bautismales.
Maracaibo, 10 de febrero de 2016
+Ubaldo R Santana Sequera FMI

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