sábado, 20 de febrero de 2016

EUCARISTIA DEL JUBILEO DE LOS JOVENES



EUCARISTIA DEL JUBILEO DE LOS JOVENES
HOMILIA
Muy queridos jóvenes,
Es una gran alegría tener este encuentro con todos ustedes y a través de ustedes con toda la juventud cristiana que camina en esta Arquidiócesis,  para celebrar el día de la Juventud,   la Jornada Nacional de la Juventud, que nos conecta con todos las pastorales juveniles de Venezuela y el Año Jubilar de la Misericordia, regalo que nos ha hecho Dios por medio del Papa Francisco.
Jubileo significa precisamente alegría, entusiasmo. Jesús en sus parábolas relaciona siempre la alegría con la misericordia divina. Las tres parábolas de la Misericordia del capítulo 15 del Evangelio de San Lucas: la de la oveja perdida y recuperada; la de la moneda encontrada y la del hijo pródigo: las tres tienen  el denominador común de la alegría. Alegría del pastor por haber encontrado la oveja extraviada; alegría de la mujer por haber encontrado la moneda de plata; alegría del padre por el regreso del hijo a casa.  Y para que no haya duda, Jesús añade: “Les aseguro que de la misma manera Dios se alegra más por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión (Cf Lc 15,7).
Mencioné también la palabra entusiasmo. Significa literalmente algo así como estar metido en Dios. A ustedes les gusta la alegría, la rumba, estar siempre metidos en algo. Pues yo les digo que la mega rumba de la vida verdadera es estar metidos en Dios y dejar que Dios se meta dentro de nuestras vidas y con El descubrir la inmensa riqueza de nuestras vidas.
La verdadera riqueza no está, amados jóvenes, afuera. Está dentro de nosotros mismos. Oigan estas palabras del Papa Francisco a los jóvenes mexicanos congregados en un estadio de Morelia: “No podemos sentir el mañana si primero uno no logra valorarse, si no logra sentir que su vida, sus manos, su historia vale la pena. Dios les ha dado vida, mente, alma, corazón y manos para transformar la riqueza de sus propias vidas en esperanza”.
Es sin duda una tarea hermosa pero difícil. El mundo y Venezuela están muy convulsionados. Pareciera que cada día nos hundiéramos más en arena movediza. ¡Cuántas veces no habrá pasado por la mente de muchos de ustedes abandonar la carrera, colgar los guantes, tirar la toalla y dejar como decimos popularmente que esto se lo lleve quien lo trajo! Pero no todo está perdido. Desde que Dios se vino en la persona de Jesús a caminar dentro de nuestra historia humana, la última palabra no la tienen ni la desesperación ni la resignación. El tesoro que cada uno de nosotros lleva por dentro está allí, casi intacto. Piénsenlo bien. Cristo los puede ayudar a redescubrirlo, a valorarlo y a compartirlo. Gandhi, el alma grande de la India nos dejó este gran consejo: “¿Quieres cambiar el mundo? Empieza por ti mismo y el mundo ya habrá empezado a ser mejor.
Pero, cuidado, no emprendamos este cambio solos. Contemos con Cristo, el Señor. Con su gracia. Con su amor. Contemos también con nuestra Iglesia, nuestra comunidad, nuestros compañeros de grupo. No se dejen comprar ni alienar por los mercaderes de falsas esperanzas, los sicarios que matan el alma.  Terminarán esclavizándolos. Tenemos dos grandes adversarios: aquellos que nos desvalorizan y nos dicen todos los días que no servimos para nada; y aquellos que nos quieren comprar como simple mercancía barata y reducirnos a meros esclavos consumidores de moda, de fama y de sexo.  En realidad no están interesados en ustedes sino en el dinero que produzcan. La principal amenaza, enseña el Papa Francisco, es cuando uno siente que tiene que tener plata para comprar todo, incluso el cariño de los demás. En ninguna posesión material: celulares de última generación, iphone, ipod, tabletas, motos, está la verdadera felicidad.
La riqueza son ustedes, mis queridos jóvenes, que han sido amados desde toda eternidad. No existirían si no hubieran sido amados por Dios. La riqueza son ustedes que Cristo ha rescatado de la muerte con su sangre preciosa. La riqueza son ustedes que han sido transformados en templos vivos del Espíritu Santo desde e bautismo.  Existen porque la Santísima Trinidad los ama y quiere establecer una vida de alianza y comunión con cada uno.
Por eso solo volviendo a Dios por el camino que nos señala Jesús, vivirán a fondo nuestra condición humana y alcanzaremos nuestra verdadera estatura adulta.  Es verdad, son muchos los obstáculos que se interponen en el camino: se sienten solos, no consiguen trabajo,  no pueden pagar la matrícula. Pero si no cultivan lo que verdaderamente son, imágenes de Dios, si no creen en el don de Dios que llevan dentro, no subsistirán.
Aprendan a encontrarse, a valorarse unos a otros, a vivir y a caminar en equipo, a soñar juntos grandes ideales. Cultiven comunidades juveniles. Nuestra arquidiócesis cuenta con un proyecto que toma en cuenta a todos y propone la construcción juntos de una Iglesia casa, escuela y taller de comunión, misión y solidaridad. Este año será su difusión coincidiendo con las bodas de oro de la creación de la arquidiócesis. Los invito a hacer suya la idea-fuerza de este proyecto pastoral. Dice así: “La Arquidiócesis de Maracaibo, Pueblo de Dios conducido por el Espíritu Santo a través de sus pastores en la diversidad de ministerios, carismas, dones y acompañados por la Chinita, vive, celebra y anuncia su experiencia de Cristo en comunión, participación y misión permanente como signo y presencia del Reino de Dios”.
Juntémonos en nombre de Jesucristo. Pongamos juntos nuestros talentos y nuestro tiempo para construir una pastoral juvenil arquidiocesana que evangelice el mundo juvenil y sus realidades a través de los mismos jóvenes para que brote entre nosotros la civilización del amor y de la fraternidad solidaria.
Este año extraordinario de la Misericordia nos ofrece un tiempo de gracia maravilloso. No dejemos que se nos escape de las manos. Siempre es tiempo de ordenar nuestra vida a partir de Jesucristo y de su Evangelio. El es la clave para acceder al verdadero sentido de nuestra vida, para atravesar con coraje y fortaleza los sufrimientos y dolores que trae siempre consigo el compromiso cristiano por el bien común y la justicia social. Con la luz de Cristo podremos desenmascarar a todos los que nos quieren encerrar en el consumismo materialista, en ideologías inhumanas y en la cultura de la indiferencia y de la resignación.
No se contenten con ser objetos. Sean sujetos. No se contenten con ser meros consumidores, sean productores de esperanza. Sean luz que disipa tinieblas; sean sal que da sabor y cauteriza. Sean fermento que ponga de pie a sus hermanos, a sus amigos a sus mismos perseguidores. Dice Jesús que cuando se desata una tormenta, la casa construida sobre arena se desploma, mientras que la casa construida sobre roca permanece estable y aguanta la torrentera. Estamos en plena tempestad. Construyamos nuestras vidas sobre Cristo-Roca (Cf Mt 7,24-25).
Que María les enseñe a confiar en su hijo Jesús. Que les anime y les eduque para que hagan siempre con alegría y empeño todo lo que Jesús les pida. Que ella los acompañe a lo largo de este año en todos los proyectos que tienen para vivir a fondo su condición de cristianos jóvenes callejeros de la fe, discípulos misioneros del Señor.
Maracaibo 20 de febrero de 2016

+Ubaldo R Santana Sequera FMI 
Arzobispo de Maracaibo

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