domingo, 8 de septiembre de 2019

DOMINGO XXIII ORDINARIO CICLO C 2019 - EUCARISTÍA EN ACCIÓN DE GRACIAS POR LOS 450 AÑOS DE LA CIUDAD DE CARORA



DOMINGO XXIII ORDINARIO CICLO C 2019

EUCARISTÍA EN ACCIÓN DE GRACIAS
POR LOS 450 AÑOS DE LA CIUDAD DE CARORA

HOMILÍA
Reconoce, oh cristiano, la altísima dignidad de esta tu sabiduría, y entiende bien cuál ha de ser tu conducta y cuáles los premios que se te prometen. La Misericordia quiere que seas misericordioso, la Justicia desea que seas justo, pues el Creador quiere verse reflejado en su creatura y Dios quiere ver reproducida su imagen en el espejo del corazón humano, mediante la imitación que tú realizas de las obras divinas. No quedará frustrada la fe de los que así obran, tus deseos llegarán a ser realidad y gozarás eternamente de aquello que es el objeto de tu amor. ( Papa S. León Magno)


Muy queridos hermanos en Cristo Jesús,
Las lecturas de este domingo son una clara y fuerte invitación a buscar la sensatez, la sabiduría y la libertad. El Libro de la Sabiduría nos dice que son dones de Dios.: “¿Quién rastreará las cosas del cielo?, ¿Quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría enviando tu Santo Espíritu desde el cielo?”. San Pablo preso, le envía a Filemón a su esclavo Onésimo, que se hizo cristiano en la cárcel, para que lo trate no ya como un mero esclavo, sino como un hermano en Cristo.  Jesús expone sus exigencias para formar parte de sus discípulos, pero no se las impone a nadie. Dice: quien quiera ser mi discípulo. Claridad, verdad y libertad son notas siempre presentes en el mensaje de Jesús.
En esta significativa y gozosa celebración aniversaria de la fundación de nuestra ciudad, invoquemos todos al Señor nuestro Dios, para que nos de hambre y sed de esos dones y nos haga partícipes de ellos pues los necesitamos para llevar juntos una vida mejor. Los invito también en entrar en sintonía con la fe la devoción mariana del pueblo venezolano que celebra hoy, en tantas regiones, templos y capillas a Santa María bajo las advocaciones de Nuestra Señor de Coromoto, Nuestra Señora del Valle y más localmente Nuestra Señora de la Corteza.
La libertad es sin duda uno de los mayores del hombre. Pero ¿quién nos enseñará qué es la libertad y como se vive en libertad? Muchas formas y prácticas de la libertad se alcanzan a costa del sometimiento, la opresión y la esclavitud de otros grupos humanos. Jesús nos llama como hijos de Dios a vivir en libertad, nos quiere enseñar la sabiduría de la libertad y aprender, a su lado como practicarla, sin daños ni perjuicios a terceros.
A la mayoría de nosotros nos enseñaron de pequeños lo que estaba bien y lo que estaba mal; lo que se podía y lo que no se podía hacer. Y algunos nos hemos quedado ahí, siempre esperando que alguien nos diga lo que tenemos que hacer. Somos muy propensos a hipotecar nuestra libertad por unas cuantas cebollas de Egipto.  Ser cristiano es una llamada a crecer como personas, a madurar, a ser responsables, a vivir en libertad, a tomar nuestras propias decisiones, a arriesgar. No es porque así ganemos el premio de la vida eterna, sino porque esa forma de vivir es la que le da sentido y finalidad verdaderas a la Vida en sí misma.
Jesús en el Evangelio nos invita a seguirle. Pero no nos dice lo qué tenemos que hacer en cada momento. Nos dice que seguirle a Él conduce a la vida y que implica desapegos y sacrificios. Nada valioso en esta vida se consigue sin renuncias y sacrificios. Seguir a Jesús es dejar la casa donde vivimos. Quizá no en el sentido físico o geográfico sino en el sentido afectivo. Dejar ese lugar mental donde nos sentimos seguros, donde ya tenemos respuestas para todo.
Seguir a Jesús es salir a la intemperie, dejarnos afectar por lo que piensan, sienten y sufren nuestros hermanos, los hombres y mujeres de nuestro entorno y del mundo. Cargar con nuestra cruz significa aceptar nuestras heridas y limitaciones, nuestros errores del pasado. No negarlas sino asumir que son parte de nuestra historia, de nuestro ser. Y caminar con la mirada puesta al frente, confiando en que Dios curará todas esas heridas, confiando en que el don de la libertad, del encuentro gozoso con el hermano y con Dios, compensará con creces todo lo que hayamos dejado atrás. Ser cristiano y seguir a Jesús, mis queridos hermanos, es una aventura de vida, tiene mucho que ver con aprender a ser libre y ayudar a otros a descubrir que somos hijos de Dios y hermanos de todos.
Leer un poco sobre el pasado, presente y previsible futuro de Carora me ha permitido adentrarme en su identidad, que es tan propia. He aprendido también a conocerla por vinculaciones afectivas de larga data; por la cercanía geográfica y similitud idiosincrásica con el pueblo zuliano, donde el Señor me colocó en estos últimos dieciocho años. Haciendo acopio de todo ello, me atrevo a decir, a los pies de nuestra patrona, Nuestra Señora del Rosario, a 450 años de sus inicios fundacionales, que los caroreños somos- ya me incluyo como uno de ustedes- capaces de ejercitar esa libertad, puesto que nuestra historia así nos lo demuestra y lo que se ha sido no se renuncia jamás.
“La ciudad está en un hermoso y dilatado valle, de alegres cielos, apacibles aires y temperamento cálido, muy sano, y aunque sus aguas son abundantes, las más del año están turbias porque descienden por un terreno arenoso, sus campos son bastantes áridos, poblados de tunas y cardones.  No obstante la esterilidad de su terreno, abunda en ello lo necesario para la comodidad de sus moradores, por ser éstos industriosos y aplicados al trabajo” Así nos la presenta José Luis de Cisneros.
En lo religioso, desde los inicios existía una choza donde se impartía catecismo y se hacían las celebraciones cultuales. Consagrada desde siempre a la Virgen del Rosario, cuyo protagonismo en la batalla de Lepanto ocurre en 1571, los mismos años de nuestra fundación, y más tarde a San Juan Bautista. Dada la afluencia de catequizados, hubo necesidad de construir una Iglesia grande y para 1620 ya existía iglesia techada, siendo ésta, la tercera Catedral en pie más antigua del país.
Ciudad matrona, levítica, doctoral y guerrera. Así la llamaron sacerdotes venidos de distintas partes, atraídos por su fervor y por sus insignes formadores, el Padre Espinoza de los Monteros, con su cátedra de teología en Arenales e Ildefonso Aguinagalde, en el Convento de Santa Lucía. Sus habitantes son llamados los hombres que vencieron la sequía y el estío.  Para 1597 existían 5 cofradías constituidas que hablan de la importancia religiosa de la ciudad. “Noble, católica y castiza” la llama el primer purpurado de Venezuela, el Emmo. Sr. José Humberto Cardenal Quintero.
Los caroreños han sido presentados de muy diversas maneras; una de ellas es buscando la similitud con el cardón, tan típico en la zona. El caroreño es como el cardón: "el cardón les enseñó la recia conformidad de la vida; fue viril maestro del viejo estoicismo hispano, tan enjuto y ayunador; y del aguante y frugalidad indígena.
Y por allí, entre las empalizadas y los ranchos, junto al corral de chivos, hombres de gran sombrero y pecho desnudo, fabricando sus quesos y pastoreando sus ganados, tienen la misma nervudez y esbelta energía de su espinosa planta totémica. Se contó con ellos para toda desesperada aventura venezolana de caballería o cargas de machete, que salió a buscar una justicia más distante que el oro de Manoa. Sol y crecientes que bajaban de las cabeceras hinchando las grietas de las quebradas secas y arrastrando chozas y sembrados y buenas mulas de silla, acostumbraron al labriego de la región a su recio ejercicio telúrico. El clima tan fuerte marcó también su erosión en los rostros morenos, en tórax y espaldas que se yerguen como rocas quemadas. Los pájaros cruzan entre los tunales con la rapidez que debió de tener la flecha del indio apostado en su guasábara”.  (Mariano Picón Salas)
Los caroreños somos eso, como el cardón nativo, siempre erguidos, dispuesto siempre, en alto siempre, al acecho de lo que sea necesario, por más inverosímil que sea.

"Esa es Carora, mi amada patria chica, tierra donde germina la hidalguía como en su propio campo, y donde toda nobleza tiene asiento y toda idea grande acogida. Por algo brotaron de su áspero suelo las siete rosas heroicas de los Torres, las palmeras de los Riera Aguinagalde, los lirios de innumerables sacerdotes, y aquella que es azucena y clavel, pureza y caridad: El alma candidísima y encendida de nuestro Padre Carlos”.
Esta frase de Monseñor Salvador Montes de Oca, dictada en medio de la oscuridad de su expatriación, en tiempos de la tiranía de Gómez, nos habla de cómo somos los caroreños.
En estos días difíciles para todos los venezolanos, pero que son, al mismo tiempo, días de apasionado amor y reto patrio, necesita Carora hacer memoria, como nos los pide San Juan Pablo II en su encíclica “Al comienzo del tercer Milenio”. Memoria donde, no solo surjan nombres queridos y aguerridos, sino valores y virtudes que han sido rasgo de nuestra identidad. A una valerosa mujer caroreña se le atribuye un grito exhortativo ante la llamada de Bolívar en Trujillo a la guerra a muerte: “Cuando la patria perece, vacilar es traicionar”.
Una patria perece no solo por lo económico, perece, sobre todo, cuando pierde la paz, la seguridad, la alegría, la confianza, Cuando hay miedo. No hay mejor proyecto de patria que un pueblo católico, consciente de su rol y dispuesto, como el cardón nativo, a darse por entero a tan quijotesca labor. por algo una leyenda regional dice que Don Quijote vino a morir a Carora.
Carora es tierra buena para emprender faenas, No es puro cuento esto, es la prueba evidente de una historia patria cargada de protagonismo caroreño,  Cuadro de texto: 28De Carora surgieron hombres y mujeres que dieron la talla, surcaron caminos, abrieron horizontes, hicieron patria, es tiempo de volver a ello. Eso se hizo desde las aulas, desde unos viejos colegios, escuelas y liceos sostenidos por nuestras Cofradías, donde hombres y mujeres de firmes convicciones, de acendrada fe y de mucha espiritualidad, dieron la batalla para formar mentes y voluntades que pusieran por delante las aspiraciones de un pueblo.
Nuestra historia está cargada de hermosas gestas en las que siempre estuvo presente la espiritualidad, capaz de doblegar al más duro y de tumbar al más cerrado. ¿Por qué negar lo que es propio de la identidad de un pueblo? ¿Qué fue lo de ayer sino un rasgo de la identidad católica de Venezuela, de Lara? ¿Por qué desconocer eso, e irrespetar el sentido cristiano de nuestro pueblo? ¿Por qué ir contra la esencia de un pueblo?
Lo de ayer no es cuento, lo de ayer es una realidad que nadie puede negar.  Tenemos que ser libres, auténticos discípulos de Jesús. Por ello, repito ante ustedes, con todo el cariño y la fe puesta en su hombría de bien, mil veces demostrada: Es necesario rescatar la memoria histórica de nuestro pueblo para apuntalar el futuro.  Dios bendiga este tiempo que se inicia, Dios bendiga esta dimensión de amplitud, de perdón, de paz, de unidad que todos queremos imprimir desde nuestra Iglesia local.
Valoramos mucho el gesto de cercanía, de comunión, de acercamiento y diálogo con las todas las fuerzas. Dios permita continuar encontrándonos, en el profundo respeto a sus particulares ideologías, dialogando y entendiéndose, como tiene que ser en pueblos civilizados, como lo ha sido a través de la historia plurisecular de nuestra tierra y como lo único que explica la pervivencia de eso que sanamente estamos llamados a  rescatar: El caroreñismo, que rompe fronteras políticas e ideológicas para fundirse en un solo sentimiento; el sueño hermoso de ver a nuestro pueblo próspero, pero, por encima de ello, a nuestro pueblo hermano, como lo fuimos  y como lo tenemos que ser.
Empeño mi gratitud con ustedes al iniciar mi servicio encomendado por el Santo Padre. No soy un extraño, soy uno más de ustedes que sueño con todo esto, que creo en ustedes y que cuento, como los bizarros fundadores de Carora, con la magnífica asistencia de María, la Madre de Dios, María del Rosario de Chiquinquirá, la hermosa india, como la llamaban los santos curas que se encargaron de darla a conocer; la hermosa trigueña, la misma que por muchos años tuve como madre y protectora en las tierras zulianas, que Dios me encomendó por un tiempo.
Aquí me tienen, todo de ustedes, garantizando que esa intención estará siempre en mi Eucaristía diaria y en mi disposición permanente de colaborar en cuanto sea necesario, porque me siento responsable de ustedes ante el Dios de la vida, del Dios del amor.

Termino como nuestro santo paisano y mártir, el Siervo de Dios Monseñor Salvador Montes de Oca: “Coromoto, es el Lourdes de Venezuela, es el honor de nuestro pueblo y la clave de nuestros esfuerzos, porque cuando la Santísima Virgen quiso posar sus plantas sobe esta tierra venezolana, fue para posar su trono de misericordia y de bondad”.

Madre Del Rosario de Chiquinquirá, tú has caminado con esta gente por 450 años, has conocido de cerca sus esfuerzos, te has hecho parte de ella, viste crecer a este pueblo, lo viste hacerse grande, abriste con ellos los brazos a tantos hombres y mujeres venidos de otras tierras, incluso más allá de nuestras fronteras. En esta hora, verdadero “Kairos”, tiempo y oportunidad de salvación desde la fe, asiste a cada hijo de este pueblo y permite que se imponga siempre el bien desde el discernimiento permanente de la voluntad de nuestro Padre Dios. En ti confiamos, Divina Madre. AMEN
Santa Iglesia Catedral de Carora, 8 de septiembre de 2019, en los 450 años de la fundación de la ciudad y de su fiesta patronal.

+Ubaldo R Santana Sequera fmi
Administrador Apostólico “sede plena” de Carora





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