sábado, 18 de noviembre de 2017

Homilía en la Solemnidad de Nuestra Señora de Chiquinquirá, Maracaibo, 18 de noviembre de 2017

¡DIOS TE SALVE, REINA, MADRE DE MISERICORDIA!
Homilía en la Solemnidad de Nuestra Señora de Chiquinquirá,
Maracaibo, 18 de noviembre de 2017
+Jorge L. Urosa  Cardenal Arzobispo de Caracas

¡Dios te salve, Reina,  Madre de Misericordia!
Con esas palabras queridos hermanos, iniciamos la bellísima plegaria a María Santísima de Chiquinquirá que todos los católicos conocemos  como la Salve. En ellas  destacamos   su reinado por  la grandeza de su amor de su viva caridad, y su inmensa misericordia maternal, manifestada  a su Hijo Jesucristo, y a cada uno de nosotros.

LA FIESTA FILIAL
Hoy, en esta solemnísima y festiva celebración, que expresa la ardiente fe cristiana del pueblo zuliano, festejamos la inmensa caridad, el amor maternal de María Santísima, que es precisamente lo que motiva la inmensa devoción del pueblo venezolano a la madre de Dios, y la extraordinaria devoción de los zulianos a ella en la advocación de la Chiquinquirá.
Agradezco de corazón a S.E. mi querido hermano y amigo de más de 50 años, Mons. Ubaldo Sanana, la gentil invitación a presidir y acompañar esta comunidad de fieles que jubilosos nos hemos congregado para  dar gracias a Dios por Jesucristo nuestro Divino Redentor, Rey de reyes y Señor de los Señores, y por su madre amorosa, la reina de los zulianos, y madre de misericordia, María santísima de Chiquinquirá.  He podido venir precisamente en esta festiva ocasión, cuando Mons. Santana ha decidido, en el 75 aniversario de la coronación de la reliquia de la Chinita, declarar a la Basílica Santuario Mariano  del Zulia. Felicitaciones por esa acertada iniciativa, que querido Mons. Santana!  Felicitaciones a todos Ustedes, queridos hermanos, por su fe católica y por su amor y devoción a María de Chiquinquirá, nuestra querida Chinita. Y esa devoción, por supuesto, debe llevarnos a todos nosotros a ser cada vez mejores. A vivir a fondo la fe cristiana, a practicar  los diez Mandamientos de la Ley de Dios, a vivir a cabalidad como católicos en nuestra familia, dejando a un lado el desorden,  el pecado, en particular el libertinaje afectivo sexual, qué tanto daño hace al pueblo venezolano, sobre todo  a la mujer y a los  niños.  Que esta celebración renueve y fortalezca nuestra devoción a la Chinita, y que se robustezca y intensifique nuestra vida cristiana con el cumplimiento  de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios.

REINA DE LA CARIDAD
Cuando estaba preparando esta Homilía, mi querido hermano Ubaldo me indicó que el tema de las fiestas de la Chinita  en este año es la caridad de María. También algo muy acertado, pues la caridad es la reina, la más importante de las virtudes, y María Santísima se destacó por vivir esa gran virtud. Acabamos de escuchar el hermoso relato que nos hace San Lucas de la visitación de María  a su prima Santa Isabel. Ella, que ya estaba embarazada por obra y gracia del espíritu Santo, sabiendo que su prima Santa Isabel por su avanzada edad  tenía un difícil embarazo,  se dirigió presurosa a acompañarla y prestarle su apoyo en esas semanas difíciles. De esa manera ella nos dio ejemplo de caridad viva con los necesitados. Ese acto de caridad viva de María fue la ocasión para que Isabel, movida por el Espíritu Santo reconociera en ella la madre del Mesías. Y  alabara su fe: “Dichosa tu que has creído, porque lo que te ha dicho el Seño, se cumplirá” (Lc 1, 45).  Y me llena de alegría,  queridos hermanos, señalar que esa felicidad de María la compartimos también nosotros los cristianos, pues como ella  hemos sido bendecidos con el don de la fe: “El que me sigue no camina en tinieblas, sino tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). Queridos hermanos: Les pido que en este momento le demos todos gracias a Dios por el don de la fe, que nos conduce a la felicidad: Dichosa tu que has creído. Digamos todos: ¡Gracias, Señor, Gracias!
Pero la caridad de María se manifestó también  en las Bodas de Caná, cuando comenzó a faltar vino en la fiesta y ella movió a su Divino Hijo, Nuestro Señor Jesucristo a proporcionar milagrosamente el vino necesario para la celebración. Allí ella nos da otra enseñanza, al decir a los mesoneros: refiriéndose a Nuestro Señor: “Hagan lo que El les diga” (Jn 2, 5).  También nos lo está diciendo a nosotros hoy, mis queridos hermanos: Hagamos lo que nos diga Jesucristo, cumplamos su Palabra, que es palabra de vida eterna.
María es sin duda, reina, ejemplo vivo de  caridad. Lo cual es para nosotros un ejemplo y una motivación. Es importante recordar que la auténtica, la verdadera devoción a María santísima no consiste en ir a una fiesta ocasionalmente, sino en imitarla en el cumplimiento de la voluntad de Dios, en el seguimiento de Jesucristo, Nuestro Divino Salvador.  También nosotros, queridos hermanos, como María Madre de Dios y madre nuestra,  estamos llamados a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, más aún, como Cristo mismo nos amó. Y esto significa que hemos de comprometernos a ayudar al necesitado, al desposeído, al que sufre y llora, al que se encuentra triste y abandonado, al pobre y al menesteroso. Y a sacar de nuestros corazones sentimientos de odio y de rencor  contra cualquier persona.

JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
Mis queridos hermanos: en esta festiva ocasión, cuando recordamos la viva y ardiente caridad de nuestra madre celestial,   es una feliz coincidencia que mañana, por decisión del Papa Francisco, la Iglesia en el mundo entero celebrará por vez primera la JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES. Con ella ha querido el Papa destacar el compromiso de cada uno de nosotros los fieles cristianos católicos de ayudar a nuestros hermanos pobres, que son la gran mayoría de la humanidad. En su mensaje para esta ocasión, el Papa ha querido destacar la necesidad de que amemos de verdad, con las obras, no de palabra solamente ( Cfr. I Jn 3, 18). ¡Que vayamos al encuentro de los necesitados! Y esto es muy necesario siempre, pero más aún en estos tempos difíciles que vivimos en Venezuela, cuando la inflación es cada vez más alta y por esa razón somos  todos cada vez más pobres, cuando faltan los alimentos y las medicinas, cuando no hay repuestos y los que hay tienen precios altísimos. Pues bien: es preciso que  todos seamos solidarios con nuestros hermanos, y especialmente con aquellos más golpeados por estas carencias: los desempleados, los niños los ancianos, la gente en situación de calle e indigentes, los que comen de la basura, los que no tienen cómo alimentar a sus hijos, por lo cual hay cada vez más niños desnutridos en nuestro país.
Esta Jornada mundial de los pobres es un llamado a que todos y cada uno de nosotros, a ejemplo de María, Madre de Misericordia, seamos generosos, amables, solidarios, más aún, misericordiosos, con los pobres, con los necesitados, con los afligidos, con los que necesitan que seamos amables y buenos con ellos.  Esta Jornada Mundial de los Pobres nos debe llevar a tomar conciencia de la necesidad de trabajar orquestadamente, como comunidad eclesial, como sociedad civil, como grupos organizados, y  como funcionarios de gobierno, quienes  lo sean, para erradicar el flagelo de la miseria, de la pobreza extrema, y para propiciar las condiciones para que todos los venezolanos salgan de la pobreza.
En 1979 los Obispos latinoamericanos   y del Caribe hicieron  en Puebla, México,  la opción preferencial, no exclusiva ni excluyente, por los pobres. Y esto es importante que lo recordemos los católicos, especialmente los religiosos y ministros del altar. Y que actuemos en consecuencia, acogiendo a los pobres, trabajando con ellos, acompañándolos en sus barriadas, compartiendo sus sufrimientos, y apoyándolos en la defensa de sus derechos. Esto es un deber que no podemos soslayar.

CONCLUSION
¡Dios te salve reina y madre de misericordia!  En esta celebración  proclamemos de nuevo nuestra fe en Cristo, Rey de reyes y Señor de los señores, Hijo de Dios hecho   hombre, Dios como el Padre y el Espíritu Santo. Y proclamemos nuestra viva  fe en la grandeza de María, madre de Dios y  madre nuestra,  a la cual imploramos confiadamente como  reina y madre de misericordia.
Que esta santa Eucaristía  fortalezca nuestra fe, pero sobre todo nuestro compromiso, nuestra voluntad de seguir a Cristo e imitar a María en el cumplimiento de la Palabra de Dios, de la voluntad de Dios.
Que nos acojamos a su misericordia, para poder seguir siempre a Jesús. Que la imitemos en su fe y amor a Dios, y en la práctica de la misericordia con los más pobres. Que vivamos a fondo nuestra condición de devotos de la Chinita, con una devoción sólida, auténtica, concreta, que nos lleve a la felicidad. Recodemos las palabras de Jesús: “Dichosos serán los que escuchen la palabra de Dios y la cumplan” (Lc 11,28).
Mis queridos hermanos: que Dios nos bendiga: que  bendiga a Maracaibo y al Zulia, a su Iglesia y a sus pastores y religiosos; a sus familias, a sus niños y jóvenes. Que Dios bendiga,  fortalezca y ayude a los pobres! Que bendiga a Venezuela, de manera especial, con un incremento de nuestra fe. Y que en estos momentos de aguda crisis del país, ¡nos ayude a todos los venezolanos a resolver nuestros actuales conflictos de manera pacífica!  AMEN ¡

Que viva Jesucristo!
Que viva la Chinita.
Que viva la Iglesia,
Que viva el Papa, 

Que viva Venezuela. Amén.

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