sábado, 16 de abril de 2016

XII ENCUENTRO DE LOS JÓVENES CON EL ARZOBISPO - EJA 2016



XII ENCUENTRO DE LOS JÓVENES CON EL ARZOBISPO
EJA 2016
MENSAJE DEL ARZOBISPO A LOS JOVENES


“La paz esté con ustedes”. Esta mañana, queridos jóvenes, les saludo con las mismas palabras que el Señor resucitado les dirigió a sus discípulos el mismo día de su Resurrección.   ¡La Paz esté con ustedes! Ese día también les quitó el miedo y les comunicó su alegría.
Por décimo segundo año consecutivo, acudo a esta cita con la juventud arquidiocesana, con la esperanza de que este nuevo encuentro, más que con el arzobispo, sea un encuentro con el mismo Señor Jesús. ¡Que se manifieste aquí el Señor Resucitado y sople fuerte sobre todos su Espíritu Santo! Que hoy él les muestre sus llagas gloriosas de crucificado, les quite el miedo,  los envuelva en su alegría y los haga testigos de su Misericordia.
Este año, la cita se produce en el marco del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Por este motivo se ha escogido el lema: Testigos de la Misericordia. ¿Qué es un testigo? Un testigo es aquel que ha visto, que ha oído, que ha presenciado un acontecimiento y está en condiciones de narrarlo tal como ocurrió (1 Jn 1,1-4).
¿Qué han visto ustedes de Cristo Jesús, qué han oído de él, que han presenciado de su vida, que los habilita para contárselo a otros jóvenes? Queridos jóvenes, ¡cuánto deseo que el mensaje, la persona, el estilo de vida, la forma de ser de Jesús, se incrusten tan profundamente en sus corazones que los transformen en formidables testigos de su Misericordia! Que a través del sacerdocio bautismal, todos ustedes se vuelvan puentes por donde circule la vida misericordiosa de Jesús.

No es fácil ser testigos calificados de la Misericordia divina porque vivimos en un mundo que prefiere escuchar la mentira y no la verdad. Vivimos en una civilización cruel que mata criaturas en el vientre de la madre, utiliza miles de embriones como material para hacer experimentos científicos. Un mundo que considera a los viejos, a los discapacitados, a los seres especiales como material desechable. Un mundo que ha perdido el rumbo porque no valora la dignidad de los seres humanos ni reconoce en cada uno de ellos la presencia de la imagen y semejanza de Dios.
Este mundo lo llevamos dentro  de nosotros mismos. Somos de alguna manera producto de esta civilización. Por eso nos cuesta deshacernos de sus falsos valores, de sus pautas engañosas y deshumanizadoras. Si no dejamos a Jesús trabajarnos a fondo dentro de nuestras familias, grupos, comunidades y parroquias nuestra conversión se puede quedar en la nata, en la superficie; carecer de raíz, de profundidad. ¡Cuidado! Que pueden estar privando a lo mejor en nosotros intereses egoístas que nos vuelven vulnerables, manipulables ante el acoso de las tentaciones.
Pero el Señor es un Buen Pastor, que no tira la toalla fácilmente con nosotros. Nos vuelve a llamar. Nos ofrece nuevas oportunidades para ser de los suyos, adherirnos más fuertemente a su persona,  ponernos a trabajar en su proyecto de amor, de misericordia y de perdón. ¡Qué maravilloso es poder llegar a decir juntos: Somos la juventud de Cristo! Cristo identifica  mi voz, Cristo me conoce a fondo. ¡Somos de Cristo! ¡Formamos parte de su Equipo!
Si, jóvenes, sean ustedes  de Cristo y sea Cristo  de ustedes! Restéense con él, a fondo, para siempre. ¡Que su vida, su tiempo, sus opciones, sus palabras, su celular, su tablet, sus redes, pertenezcan claramente a Jesús! El nos hizo el centro de su vida y de su misión en esta tierra. Déjense convocar por él para ser ustedes ovejas de su rebaño. Familiarícense con su voz, conózcanlo más a fondo. Síganlo. Caminen con él, déjense envolver por la fuerza de su amor. El les enseñará las claves para actuar en todo momento y en todo lugar como testigos de su misericordia.
No se dejen engañar por otras falsas voces que tratan de imitar la suya para engatusarlos. Para seguir a Jesús por el camino de la misericordia, necesitan prestarle atención a su Palabra, buscarlo en la Oración personal, comunitaria, escuchar atentamente y tenderles la mano a  las personas que se acercan a ustedes, en busca de ayuda, de amistad, de consuelo, de fortaleza. Tienen un tesoro que es Cristo. Comuníquenlo. No se lo guarden para ustedes. Como dice San Francisco de Asís: dando es que se recibe. San Juan Pablo II decía que la fe solo se fortalece entregándola a otros.
No le tengan miedo a sus propias debilidades. El Señor sabe  de qué barro han sido hechos. El conoce sus  virtudes, sus dones y talentos. Conoce sus alegrías y tristezas.  Así como son, los ama y los llama a colaborar con él y los envía a difundir  su mensaje de misericordia para colaborar junto a él en la promoción de una nueva cultura de la paz, del perdón y de la reconciliación.
Muchos se asustarán al verlos caminar con Jesús y les dirán que esa es una aventura loca. Apóyense unos a otros, en sus grupos y comunidades juveniles. No se suelten de sus asociaciones y de sus parroquias. Juntos podemos llegar a ser hombres y mujeres nuevos y construir un mundo más justo y mejor. Eso es posible porque caminamos detrás de un piloto seguro, que no suelta el timón y conserva la ruta en medio de las tempestades; de un baqueano poseedor del mejor GPS del mundo que nos lleva indefectiblemente a puerto seguro.  Alguien que nos brinda paz, confianza y seguridad.
Ustedes saben que hay por allí mucho muchacho y muchacha que rescatar  del licor, de la droga, del bachaqueo, del esoterismo, del sexo desenfrenado, de la delincuencia callejera. No son malos. Sus familias, su sociedad, sus malas juntas los dañaron. La solución no es lincharlos ni encerrarlos en cárceles donde se pudren y llenos de odio y resentimiento. La solución es, como enseñaba Don Bosco, prevenir y ayudar a los jóvenes con gran amor antes de que caigan en vicios y malandrajes.  
En este año de la misericordia, el papa Francisco nos dice que este mundo tiene solución si le aplicamos una buena dosis de Misericordina. En vez de sembrar marihuana, amapola y minas antipersonales, sembremos misericordia.  El terreno de Venezuela está minado de escasez alimentaria, de inseguridad impune, de odio fratricida. Reina la ley de la selva:  ¡sálvese quien pueda! Se está sembrando cizaña pura en el corazón de los venezolanos.  
El Buen Pastor necesita jóvenes que le ayuden a seguir su obra en el mundo. Pidámosle, en víspera del domingo de las vocaciones, que suscite en el nuestros corazones el deseo de darle a nuestras vidas un decisivo giro de servicio: en el sacerdocio  en la vida religiosa, misionera,  en la construcción de una familia cristiana, en la renovación de la función política. La mies es grande en esta arquidiócesis. Los fieles que componen nuestra Iglesia Marabina son muchos: alrededor de 3.000.000 de habitantes, y solo cuenta con 150 sacerdotes, entre religiosos y diocesanos, algunos ya enfermos y ancianos, 20 diáconos permanentes y alrededor de 100 religiosas dedicadas a la educación.
Necesitamos una legión de ministros extraordinarios de la comunión, delegados de la Palabra, catequistas de adultos, adolescentes y niños. Hago un llamado a los jóvenes, aquí presentes, para que dejen resonar fuertemente, hoy, en su corazón, el campanazo de la voz poderosa de Cristo Buen Pastor que los invita a seguirlo en una de estas vocaciones. Déjense interpelar por el Señor: Reflexionen seriamente y respóndanle con decisión.  El los está llamando y cuenta con ustedes para ser sacerdotes, diáconos, religiosas, misioneras, consagradas, familias cristianas, servidores del país en el mundo de la política, de la economía y de la cultura.
Jóvenes, Cristo los necesita. No se queden con los brazos cruzados. El Buen Pastor tiene necesidad de sus labios para seguir predicando el evangelio, de sus manos para seguir curando heridos, de su corazón para seguir amando, de toda sus personas para seguir salvando.  Tiene necesidad de ustedes para sembrar en  muchos jóvenes, estériles y vacíos, las semillas de la bondad, de la comprensión, de la ayuda mutua, de la amistad desinteresada y de la fraternidad.
Oigan al Papa Francisco: No queremos jóvenes debiluchos, jóvenes que están “ahí no más”, ni sí ni no, pegados eternamente a un celular, desconectados del mundo y de la realidad. No queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados, con cara de aburridos. Queremos jóvenes fuertes, queremos jóvenes con esperanza y con fortaleza, ¿por qué? Porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios, porque tienen un corazón libre”. (Palabras improvisadas en el encuentro con los jóvenes en la Costanera de Asunción, el 12 de julio).
Que María de Nazaret, la primera joven que se atrevió a decirle SI a Dios y se resteó con El a fondo hasta el final, sea  la inspiradora, la madre bendita que les comunique a todos su fuerza testimonial y su inagotable alegría en la entrega de cada día. Que ella haga resonar siempre en su corazón las palabras de su Hijo Jesús: No tengan miedo, Yo he vencido el Mal, el pecado y la muerte y estaré con ustedes todos los días  hasta el fin del mundo”. ¡En nombre de Jesús, lancen conmigo la red y la pesca será abundante!
Buen Pastor, enseña a los jóvenes aquí reunidos 
lo que significa «dar» su vida
 
mediante
 la vocación y la misión. 
Como enviaste a los Apóstoles
 a predicar el Evangelio 
hasta los confines de la tierra,
 
lanza ahora tu
 desafío a la juventud de esta Iglesia 
para que cumpla la gran misión de darte a conocer
 
a cuantos aún no han oído hablar de ti.
 

Da a estos jóvenes la valentía  y la generosidad
de los grandes misioneros del pasado, 
de suerte que, a través del testimonio de su fe
 y su solidaridad con todos sus hermanos y hermanas necesitados, 
el mundo descubra
 la verdad, la bondad 
y la belleza de la vida que sólo tú puedes dar.

Enseña a los jóvenes reunidos en este Palacio de  Eventos,
a llevar tu mensaje de vida y verdad,
 de amor y solidaridad, 
a  ciudades y campos, a  edificios y villas a  barrios y caseríos,
Y a sembrarlo en el centro de todos las realidades y problemas  
que afligen a la familia venezolana al inicio de este siglo XXI.

Buen Pastor, cuenta con nosotros para lanzar en tu nombre la red
en los mares donde nunca la hemos lanzado
y a salir a trabajar animosos en tu viña,
contando con tu amor y tu inmensa misericordia. Amén. 

(Adaptada de una oración de S. Juan Pablo II)
Maracaibo 16 de abril de 2016

+ Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo

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