domingo, 3 de enero de 2016

LA EPIFANIA DEL SEÑOR

La fiesta de la Epifanía es conocida popularmente entre nosotros como la fiesta de los Reyes Magos y ha entrado profundamente en nuestra cultura. Hay lugares donde se entrega regalos a niños pobres; en otros se realiza la escenificación dramatizada del relato en un ambiente festivo. Forma parte de la cultura religiosa del venezolano. La Iglesia en Venezuela lastimosamente ya no la celebra en fecha fija, que solía ser el 6 de enero, llamado el día de Reyes. Esta movilidad la ha alejado sin duda de la dimensión religiosa y cultural de la fiesta y ha dejado la fiesta popular sin acompañamiento evangelizador. Creo que no ha sido una ganancia sino una pérdida, pues cada fiesta religiosa encierra un  potencial religioso y evangelizador que no nos debemos dejar robar.
 
1. INVOCA AL ESPIRITU SANTO
Prepara tu ánimo para entrar en diálogo con el Señor, que te va a dirigir su Palabra. Deja a un lado tus ocupaciones habituales. Porque este tiempo es el más importante para tu vida. Ábrete al Espíritu que desea inspirarte el sentido de la Palabra y quiere animarte a vivirla. Invoca al Espíritu, para que te ilumine y te fortalezca
 
2 LEE EL TEXTO DEL EVANGELIO: Mt 2, 1-12
Después del nacimiento de Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos sabios que venían del oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo”.
Cuando el rey Herodes oyó esto se alarmó y con él toda Jerusalén. Reunió a todos los sumos sacerdotes y a los maestros de la Ley y les preguntó acerca del lugar donde tenía que nacer el Mesías. Le respondieron: “En Belén de Judea, porque así está escrito en el profeta:
Y tu Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un jefe que será pastor de mi pueblo Israel” (Mi 5,1.3).
Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios e investigó con exactitud el tiempo de la aparición de la estrella. Y enviándolos a Belén, les ordenó: “Vayan y averigüen con cuidado sobre este niño y cuando lo encuentren, avísenme, para que yo también vaya a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino. En eso, la estrella que habían visto en el oriente los guió hasta que llegó y se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño.
Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron. Luego abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos en sueños de que no volvieran a donde estaba Herodes regresaron a su tierra por otro camino.
 
 
3. REFLEXIONA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO EVANGELICO?
Epifanía significa manifestación. Celebramos en este día la manifestación de Jesús, el Salvador, al mundo pagano, representado por los sabios de oriente. El texto no dice que eran reyes ni que eran tres ni tampoco menciona sus nombres. Todos estos datos son productos de la tradición.
Después de haber presentado a Jesús como hijo de Abraham y descendiente de David, en la genealogía, Mateo lo presenta ahora en su relación con los no-judíos, es decir los paganos,  representados por los sabios de oriente que llegan para adorarlo y ofrecerle sus dones. Mateo anuncia desde el inicio el rechazo de los dirigentes de Israel, personificados por Herodes, contra Jesús, actitud que se encuentra a lo largo del evangelio, y que se irá agudizando hasta llegar a su eliminación física. Como dice San Juan en su prólogo: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11).
Al mismo tiempo hace patente la apertura del evangelio que trae Jesús a los paganos y el cumplimiento  de algunas profecías del Antiguo Testamento: Num 24,17, relativa a la estrella; Salmo 72, 10-15 relativa al reconocimiento del Mesías por reyes paganos que vienen de lejos. La aparición de la estrella indica que el Libro de la creación y el Libro de las Escrituras están interconectados para señalar la presencia de Dios humanado, en medio de nosotros.
La peregrinación de los sabios hasta la casa de José y María para adorar al Niño Mesías, nos desvela el sentido de la venida del Hijo de Dios a la tierra. Ha venido con la misión de ofrecer la salvación a todas las gentes, “de toda tribu, lengua, pueblo y nación” (Ap 5,9). Pues “Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4).
Este relato nos invita a mirar con gozo y agradecimiento la convocatoria universal del Señor para formar la gran familia de los hijos de Dios. Esa es también la vocación de la Iglesia. Mateo concluirá precisamente su evangelio con el expreso mandato dado por Jesús a sus seguidores de todos los tiempos de llevar a los paganos el evangelio de la salvación: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,16-20). Esa es la Iglesia misionera, en salida, samaritana que el Papa Francisco nos pide en su magnífica Exhortación “L Alegría del Evangelio “ (EG 20-23)
4. APLICA EL EVANGELIO A TU VIDA
Todos necesitamos encontrarnos con Dios. Ese encuentro se da dentro de los contextos reales donde nos encontramos; desde la realidad de la vida cotidiana de cada uno (familia, profesión, estudios). Los caminos no se repiten: cada uno de nosotros ha de preguntarse cómo se presenta Dios en su propia vida, cómo se nos da a conocer; cómo se comunica con nosotros. Los sabios lo encontraron a través de una estrella; oyeron su voz en un sueño. ¿Cómo llega el Señor hasta ti?
La decisión que toman de abandonar su casa y su país simboliza las salidas y las peregrinaciones que en algún momento debemos emprender para desprendernos de la rutina, de la comodidad, de la indiferencia para ponernos a buscar al Señor. Sin búsqueda no hay encuentro. Pero no una búsqueda al azar, probando toda clase de fórmulas. Hay que estar atento para descubrir por cuál camino el Señor nos quiere conducir hasta él. Es el camino de la fe.
 
5. ORA
Te doy gracias, Padre, porque te preocupas de mi persona y me llamas constantemente para que sea feliz, siguiendo a tu Hijo Jesús.
Te doy gracias, Jesús, porque Tú me indicas el camino de tu seguimiento y quieres que sea tu discípulo y tu misionero.
Te doy gracias, María, buena Madre, que nos muestras y nos regalas siempre a tu Hijo para nuestro bien.
6. ACTÚA
Inicia este año de la Misericordia tu camino, tu peregrinación. Busca tu estrella que te lleve donde está Dios. Esa peregrinación ha de ser primero hacia dentro de ti, hacia tu interioridad, tu corazón. Pero luego, si es verdadera, ha de sacarte de ti colocarte en otro camino para llevar la buena noticia del encuentro a los demás. Sigue el consejo de Herodes que es bueno aunque lo da con malas intenciones: “Vayan y averigüen con cuidado sobre este niño y cuando lo encuentren, avísenme, para que yo también vaya a adorarlo”.
 
¡Feliz día de Reyes!
Mons. Ubaldo Santana

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