viernes, 1 de mayo de 2015

EL TRABAJO HUMANO


Entre las grandes gracias derramadas sobre  Venezuela en el siglo XX figuran, sin duda alguna, las dos visitas apostólicas del Papa San Juan Pablo II. Este año conmemoramos el trigésimo aniversario de su primera visita. Ocurrió entre el 26 y el 29 de enero de 1985. Tuvo numerosos encuentros con todas las categorías del Pueblo de Dios. Peregrinó por cuatro ciudades: Caracas, Maracaibo, Mérida y Ciudad Guayana.  A todos les dejó un mensaje centrado en  la Nueva Evangelización, idea motora inspirada para preparar la Iglesia al Tercer Milenio.
Celebró cuatro eucaristías multitudinarias y en cada una de ellas, pronunció vibrantes y memorables homilías. En Caracas abordó el tema del matrimonio y la familia; en Maracaibo la Catequesis; en Mérida la creación y la fe; en Ciudad Guayana el trabajo humano. Con motivo de este 1o de mayo quiero recordar su mensaje a los guayaneses y a todos los venezolanos.
El Papa Wojtyla tenía autoridad moral para hablar del trabajo manual. En 1939 su tierra natal, Polonia, fue ocupada por alemanes y rusos. La parte sur del país quedó bajo el dominio nazi. Una de las primeras medidas del invasor fue cerrar  la Universidad de Cracovia. Karol tuvo que buscar trabajo para conseguir una cartilla de racionamiento y poder comer él y su padre que se hallaba enfermo. Durante tres años trabajó como obrero en unas canteras y luego como maquinista y responsable de las calderas y del depurador de la fábrica Solvay.
¿En qué consiste el evangelio del trabajo para el Papa Juan Pablo? He aquí las afirmaciones fundamentales contenidas en su homilía. El trabajo está en el centro mismo de la creación de la pareja humana. El hombre trabaja no por castigo sino por ser semejante a Dios creador.  Entre todas las criaturas del universo solo el hombre trabaja conscientemente.  Trabajar es la vocación fundamental del hombre mediante la cual colabora responsable y libremente con Dios en el sometimiento o dominio  de la tierra, con todas las riquezas que contiene. Mediante el trabajo el hombre y la mujer alcanzan su realización personal y completan la labor iniciada por Dios y que voluntariamente dejó incompleta para que el hombre la perfeccionara y la llevara a su plenitud.  
El trabajo se ordena al hombre y no el hombre al trabajo. Todas las herramientas que el ser humano utilice para llevar a cabo su obra transformadora, como la ciencia, la técnica y la tecnología, tienen un valor positivo si le permiten ser más humano y mantener un dominio inteligente y responsable sobre la tierra y la creación entera. Si se subvierte esta escala de valores el trabajo se deshumaniza, se ideologiza y la materia impone un yugo opresor sobre el espíritu. 
Por eso es tan importante revisar constantemente las nociones de progreso y desarrollo para asegurarse de que responsan a criterios y principios verdaderamente humanos. “¿Hasta cuándo, se pregunta el Papa, tendrá que soportar injustamente el hombre y los hombres del Tercer Mundo, la primacía de los procesos economicistas sobre los inviolables derechos humanos y, en particular, de los derechos de los trabajadores y de sus familias?”.
El trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo. El trabajo es para la realización de su humanidad, de su vocación de persona y de hijo de Dios. Todos los sistemas industriales de producción y de todo proceso económico, político y social deben regirse por el principio fundamental de la dignidad inviolable  de la persona del trabajador. Es tan inhumano un estatismo sofocante como un capitalismo salvaje que ponga el lucro y el capital por encima del bien de las personas. El trabajo ha de llegar a ser un bien del hombre, de todos los hombres y para todo el hombre. Un bien para la familia; un bien para el desarrollo justo y equitativo de un país.  A la Iglesia le corresponde hacerle descubrir al trabajador la belleza y dignidad de este evangelio y darle a conocer a Jesús que perteneció al mundo del trabajo durante 30 años y le ayudará a llevar el peso de la cruz que surge en toda vida terrenal.
+Ubaldo R Santana Sequera FMI

Arzobispo de Maracaibo

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