domingo, 22 de noviembre de 2020

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY - 2020 - HOMILIA - CICLO A

 


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DIÓCESIS DE CARORA

ADMINISTRADOR APOSTÓLICO SEDE VACANTE


SOLEMNIDAD DE CRISTO REY A 2020

HOMILIA

Lecturas: Ez 34,11-12.15-17; Sal 22; a Co 15,20-26.28; Mt 25,31-46


Muy queridos hermanos y hermanas,

Hoy celebramos jubilosos y esperanzados a Cristo Rey del universo. Con esta fiesta concluye el año litúrgico y, con él, la lectura del evangelio según S. Mateo. Un evangelio que, en sus cinco bloques de discursos, se propuso, desde el principio, darnos a conocer las enseñanzas de Jesucristo sobre el Reino de los cielos. Este Reino manifestado e implantado por Jesús pone fin a la esclavitud del pecado y libera definitivamente a la humanidad cautiva en  las tinieblas y las sombras de la muerte, bajo el dominio de Satanás. Un Reino ofrecido a la humanidad entera, pero con particular predilección, como lo enuncia Jesús en sus bienaventuranzas, a los pobres, a los afligidos, a los misericordiosos, a los hambrientos y sedientos de justicia, a los perseguidos, a los constructores de paz. 

La Iglesia, al finalizar este año, nos invita a congregarnos todos en torno a Jesús para proclamarlo como nuestro Señor y nuestro Rey; para manifestarle nuestro determinado propósito y ardiente deseo de colocarnos bajo las banderas de su Reino, de pertenecer a él, como miembros del nuevo pueblo de Dios, adquirido por su preciosa sangre, y ponernos en marcha junto con él, a su lado, detrás de él, hacia la casa del Padre, la nueva y definitiva tierra prometida.  

Este fin de año, al calor de esta fiesta recapitulativa, es también el domingo apropiado para manifestar, juntos, nuestro compromiso de trabajar ardorosamente, dentro de nuestra Iglesia, para que este Reino de libertad y de gracia, de santidad y de vida, de justicia, de paz, de verdad en el amor, se implante, primero dentro de cada uno de nosotros y luego, desde nosotros y con nosotros, se vaya irradiando, por la fuerza del Espíritu Santo, hacia todos los ambientes y realidades de este mundo  y penetrando en todos los corazones destrozados y afligidos de esta doliente humanidad.  

Para colocarnos a las órdenes de nuestro Rey y formar parte de los que siembran las semillas de su Reino, es menester que lo hayamos dejado entrar primero en nuestras vidas y lo estemos dejando actuar dentro de ella para liberarnos de las esclavitudes y pecados que aún nos atan y nos impiden ser libres. ¿Cuánto ha entrado este Reino dentro de nuestras vidas? ¿De qué manera está reinando Jesús en nuestros proyectos de vida? ¿Reina él o reinan aún nuestras pasiones desordenadas, nuestros vicios inveterados, nuestras malicias contaminadoras?

Sabremos que el Reino de Dios rige en nosotros si todas nuestras relaciones interpersonales, familiares, culturales y sociales llevan su inconfundible marca. Los invito pues a que contemplemos con serenidad y atención cómo conquistó Jesús ese reinado y cómo lo ejerce, para replicarlo en esos ámbitos dentro de los cuales se desenvuelven nuestras existencias. 

El Rey Mesías es un rey pastor que asegura el cuidado y la protección de sus ovejas. Jesús utiliza el poder que su Padre le ha dado al resucitarlo de entre los muertos, como un poder de servicio, de entrega de sí mismo y predilección por los pobres. Jesús empezó la proclamación del Reino de su Padre con las bienaventuranzas, luego lo reveló con gestos y acciones llenos de compasión, de perdón, de misericordia hacia todas las clases de menesterosos que fue encontrando en su camino. Finalmente coronó su misión de amor y bondad entregando su vida en la cruz y derramando su sangre por toda la humanidad.  

Con la parábola del Juicio final que hemos escuchado, Jesús quiere dejar bien claro, para todos sus discípulos, que será sobre este criterio de cuidado y atención a los más débiles y necesitados que se establecerá, al final de los tiempos, no solo el juicio de sus discípulos y seguidores, de los soberanos y gobernantes del mundo, sino también sin excepción alguna de todo ser mortal. No será Jesús ese día nuestro juez. El Señor no es juez, es el salvador, el redentor, el defensor. Seremos nosotros mismos quienes con nuestra conducta a lo largo de la vida, nos constituiremos en nuestros propios jueces y sabremos de que lado nos tendremos que ubicar, si del lado de los benditos herederos del Reino o del lado de los que yacen para siempre en oscuridad y tinieblas. 

El criterio determinante para saber si hemos trabajado para el advenimiento de este reino en nuestras vidas y en el mundo está claramente expuesto en las palabras que el Rey dirige a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme”. 

La misericordia, el amor compasivo, la caridad incesante para atender todas las formas de necesidad que existen en este mundo, es la clave definitiva que abre la puerta del Reino. Esa es la certeza, esa es nuestra profesión de fe. Ya desde ahora, desde que entramos en este mundo, se ha abierto delante de nosotros la posibilidad de decidir nuestro futuro y nuestra eternidad: con Dios y con los hermanos o sin Dios y sin hermanos. Lo que se desplegará sin límite alguno al final de todo, ya está en marcha en medio de nosotros. 

¿Quieres saber de qué lado vas a quedar en el juicio final, si del lado de los elegidos o del lado de los reprobados? La respuesta está contenida en el evangelio de hoy, mis queridos hermanos. Para que el Señor nuestro Rey nos reciba a su lado el día final, es menester que en esta tierra, durante mi vida nosotros lo hayamos apacentado a él, cuidado a él, defendido a él, en las personas de los hambrientos, de los sedientos, de los encarcelados, de los enfermos, de los migrantes y refugiados, de los vulnerables, de los débiles. 

Nos toca reproducir en nuestra escala, en nuestro tiempo, en nuestros ámbitos de vida, la conducta que tuvo el pastor hacia sus ovejas tal como la describen los profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel. ¿Qué recalcan estos profetas? Que Dios Pastor se hizo cargo personalmente de sus ovejas, se las arrebató de las manos a los malos postores-gobernantes y él mismo las buscó, las reunió, las alimentó, las curó y las apacentó. 

Así se comportó el Señor Jesús, como un buen pastor, con todos los que fue encontrando en su camino, mientras vivió entre los hombres. No solo atendió ocasionalmente a los que fue encontrando sino quiso darle ese sentido a toda su misión. Vino a este mundo para rescatar a toda la humanidad, quiso cargar sobre sí nuestras iniquidades, dio su vida en la cruz derramo su sangre preciosa, no solo para para arrancarnos de las garras del demonio, del pecado y de la muerte, sino para reunir en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.

Cuando terminó de contar la parábola del buen samaritano que se detuvo al ver al hombre herido, tirado a la vera del camino, se bajó de su cabalgadura, se acercó hasta donde estaba el herido, lo curó, lo vendó, lo montó en su cabalgadura, lo llevó a una posada y le pagó el mesonero para que lo atendiera en todo lo que necesitara hasta su plena sanación, le dijo a su interlocutor: “haz tu lo mismo y vivirás”. 

Jesús no solo nos trajo el Reino de Dios, sino que él mismo se transformó en camino de ese Reino para que no nos extraviáramos y llegáramos con él a la meta. ¡Qué grande será nuestra dicha, queridos hermanos, cuando el Señor nuestro Rey se dirija a ti, a mí y nos diga: ¡Tu, ven, acércate y toma posesión del Reino que mi Padre Dios tiene preparado para ti, desde la creación del mundo!”. Vivamos pues, en amor y fidelidad, cada día de esta vida, bajo el reinado de Cristo nuestro Rey; dejémonos cuidar y pastorear por ese siervo pastor, para que ese momento se produzca y gocemos de lo que tanto hemos anhelado y deseado y que el Señor en su infinita misericordia ese día nos otorgará.   

Carora 22 de noviembre de 2020



Ubaldo Ramón Santana Sequera FMI

Administrador Apostólico “sede plena” de Carora


1 comentario:

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