domingo, 18 de febrero de 2018

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA CICLO B 2018 - HOMILÍA

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA CICLO B 2018
HOMILÍA

Muy queridos hermanos,
El miércoles pasado, con la imposición de las cenizas, se inició el tiempo de Cuaresma, una ruta de cuarenta días de duración que ha de conducirnos a la celebración de las fiestas de Pascua. Para recorrer este camino y vivirlo a plenitud, les invito a dejarnos guiar por la Palabra de Dios que cada día de esta cuarentena, y particularmente cada domingo, la Iglesia nos ofrece, más específicamente, por el texto del evangelio según S. Marcos.
El texto de este primer domingo nos presenta, en cuatro versículos, el comienzo de la vida pública de Jesús: su ida al desierto, las tentaciones a las que lo somete Satanás, el encarcelamiento de Juan el Bautista, el inicio del anuncio de la Buena Nueva y un resumen en cuatro puntos del contenido de su predicación. Desde el comienzo de su Evangelio, Marcos nos da a entender que la Buena Nueva es, ante todo, la persona misma de Jesús, que su llegada fue objeto de una larga preparación en la historia del pueblo de Israel, narrada en el Antiguo Testamento, que, en su bautismo en el Jordán, recibió una solemne proclamación, con la manifestación de las otras dos personas divinas, el Espíritu Santo y el Padre.
El texto de hoy nos hace saber que, una vez superada la prueba de las tentaciones en el desierto, Jesús se entera que Juan ha sido arrestado y encarcelado por orden de Herodes y ve en este acontecimiento la señal de que ha llegado el momento de iniciar su misión y presentar a todo el pueblo. la buena nueva del Reino de Dios. Tanto para la comunidad a la que San Marcos dirigió este evangelio como para nosotros, esta presentación de los inicios del ministerio de Jesús, es un espejo que refleja la vida de los cristianos. El desierto, las tentaciones, la prisión formaban efectivamente en aquella época, y hoy también, parte de la vida de nuestras comunidades cristianas.  ¡Cuán importante es saber que fue en esas condiciones que Jesús inició y llevó a cabo toda su misión!
El relato de las tentaciones en este evangelio, contrariamente a los de Mateo y Lucas, es muy escueto. Solo menciona que fue el Espíritu quien lo llevó a desierto, donde Satanás lo sometió a prueba durante cuarenta días; que durante ese tiempo convivió con las fieras y era atendido por los ángeles. El texto quiere dejar claro que Jesús fue tentado (Cfr. Heb. 4,15) y que, con su victoria sobre Satanás, se acaba el tiempo del Reino del Mal en la tierra; se inicia la era de la convivencia pacífica del hombre con la creación (Cf Is 11,1-9), y que, con la ayuda de los ángeles, su Padre le muestra su amor su protección (Cfr. Sal 91,11-16). Aunque no lo menciona explícitamente, para Marcos, Jesús sale vencedor e inicia la era mesiánica porque, contrariamente al pueblo de Israel en el desierto, que cayó en la idolatría (Cf Ex 32), se acordó de la Palabra de Dios, fundamentó en ella su conducta y se atuvo siempre a ella.
Con la enseñanza de su propio ejemplo y de su predicación, Jesús dejará muy claro a sus seguidores de todos los tiempos, que las tentaciones y la confrontación con toda clase de dificultades, forman parte constitutiva de la condición discipular y que saldrán vencedores si, llenos de fe, se apoyan en la Palabra de Dios, si son constantes en la oración, si llevan su cruz con abnegación, si viven unidos y se aman y se sirven unos a otros. 
Jesús, con su comportamiento y estilo de vida, quiere mostrar a toda la humanidad, que la salvación del hombre está en aliarse con Dios. Está profundamente convencido de que la alianza de Dios con la humanidad, es la clave para que ésta alcance su plena realización. En sus Confesiones S. Agustín nos da a conocer esta convicción: “Nos has hecho, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti”. No hay otro camino de salvación.
Eso fue lo que Dios le dio a entender a Noé, a Abraham, a David, a Elías y a todos los demás profetas y sabios, que fueron testigos y portadores de este mensaje. Desconectado de Dios, el ser humano no tiene sentido y no puede alcanzar nunca su más plena realización. Esa es la convicción que lleva Jesús muy dentro de sí y por eso, el, El Hijo de Dios, siguiendo los planes de su Padre, se hizo hombre, para hacerle descubrir al hombre esta dimensión fundamental de su ser y existencia, que lleva dentro de sí desde su misma creación a imagen y semejanza de Dios (Gen. 1,26), pero que ha quedado muy debilitada y vulnerable por el pecado de Adán.
Una vez proclamado por el Espíritu y su Padre, como verdadero Hijo de Dios, y superada las tentaciones a las que Satanás lo sometió en el desierto, dejando así en claro que con él se inicia la era de la convivencia armoniosa del hombre con toda la creación según el primigenio plan de Dios (Cf Primera Lectura), Jesús está listo para iniciar su misión pública. Se va a Galilea e inicia su ministerio con una breve, pero densa, predicación que contiene cuatro puntos: 1) El tiempo de la espera ha cumplido. 2) El Reino de Dios ha llegado. 3) Hay que cambiar de vida. 4) Hay que creer en esta Buena Nueva.
La espera ha terminado. Todo el pueblo de Israel esperaba al Mesías y la llegada del Reino de Dios, pero la gran mayoría esperaba señales cósmicas, triunfales, bélicas, a veces con claras tonalidades políticas. Jesús no lo entendió así. Su mensaje encontrará aceptación en los pobres y sencillos, pero un rechazo frontal de los poderes establecidos y los vinculados con el invasor romano.
El Reino de Dios ha llegado. Para los fariseos y esenios, el Reino de Dios sería producto de actos de poder y dominio y resultado del esfuerzo humano. Para Jesús era, ante todo, una iniciativa de Dios, independientemente del esfuerzo humano, un don de su misericordiosa bondad, una presencia definitiva de Dios entre los hombres. -en varias oportunidades le hará entender a sus oyentes que el Reino se encuentra en medio de ellos, dentro de ellos(Lc 17,21).
Cambien de vida. Para recibirlo hay que cambiar de vida, arrepentirse, convertirse. Hay que darle un vuelco total al modo de pensar de sentir de vivir y de actuar. Hay que dejar de lado el legalismo de los fariseos y abrir los ojos, destapar los oídos y desarrollar nuevas capacidades para percibir la presencia del Reino a través de los acontecimientos ordinarios y sencillos de la vida.
Crean en la Buena Nueva: He aquí la clave para estar en condiciones de recibir ese Reino de Dios y dejarlo entrar en la vida: creer. La fe es la herramienta que Jesús le ofrece a sus seguidores de parte de su padre. Es la llave que abre la puerta estrecha, la fuerza que permite caminar por los senderos empinados y pedregosos del Reino. No es fácil cambiar la mentalidad, el modo de pensar y de relacionarse aprendidos desde la infancia. Solo la fe lo hace posible.
Esta presencia nueva de Dios por medio de Jesús en medio de los pobres y sencillos que hace posible este modelo de vida, llena de servicio y amor desinteresado, es lo que Satanás quería y quiere precisamente detener. La gran tentación del diablo es precisamente hacernos creer que Dios no está presente, que Dios no vive entre nosotros, que nos ha abandonado a nuestra triste suerte. Que estamos solos. Que el único que está con nosotros es él, Satanás. Por eso lo primero que hace Jesús para implantar el Reino de su Padre es expulsar al demonio y hacerle entender que el tiempo de su dominio y de sus engaños se acabó (Cfr. Jn 12,32).
Hermanos, no nos dejemos engañar por el demonio. Dios si está con nosotros, camina con nosotros, sufre con nosotros. No nos ha dejado solos. Con Cristo Jesús hecho hombre y presente en nuestro mundo, ha empezado una nueva vida. No solamente para él, o para los que lo acompañaron en su ministerio público sino para todos nosotros. Esta es la oferta de Jesús, la oferta de la Iglesia al inicio de esta cuaresma, que yo les invito a aceptar para que vivan y vivan plenamente como se lo merecen como seres humanos hechos y amados a imagen y semejanza de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

+ Ubaldo R Santana Sequera FMI
Maracaibo 18 de febrero de 2018.



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