sábado, 28 de julio de 2018

PALABRAS DE MONS. UBALDO R SANTANA SEQUERA FMI, EN EL INICIO DEL MINISTERIO DE MONS. JOSE LUIS AZUAJE AYALA, IV ARZOBISPO DE MARACAIBO


PALABRAS DE MONS. UBALDO R SANTANA SEQUERA FMI,
 EN EL INICIO DEL MINISTERIO DE MONS. JOSE LUIS AZUAJE AYALA,
IV ARZOBISPO DE MARACAIBO

Emmo. Señor Cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Mérida y Administrador apostólico de Caracas,
Excelentísimos Señores Arzobispos y Obispos y demás agentes pastorales de la CEV,
Ilmo. Mons. Paul Butnaru, Encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica y representante, en lugar de Mons. Aldo Giordano, del Santo Padre entre nosotros,
Hermanos sacerdotes, diáconos, miembros de los diversos Institutos de Vida consagrada y de las diversas asociaciones y movimientos apostólicos,
Autoridades civiles, militares, consulares, gremiales y universitarias  
Hermanos y hermanas de otras confesiones cristianas,
Representantes de los Medios de comunicación social
Muy querido hermano Mons. José Luis Azuaje, nuevo arzobispo metropolitano de Maracaibo

Amada grey zuliana,


Después de la cariñosa y cálida acogida que la feligresía chiquinquireña le ha brindado en la basílica a nuestro nuevo arzobispo metropolitano, nos encontramos aquí, congregados, llenos de gozo, en este vetusto templo catedralicio, que alberga  la venerada imagen del Santo Cristo Negro, para celebrar la solemne eucaristía pontifical con la cual Mons. José Luis, dará inicio a su ministerio episcopal como octavo sucesor de los apóstoles que ocupa esta sede, y cuarto Arzobispo metropolitano de Maracaibo.
Nos llena de júbilo la presencia de un gran número de arzobispos y obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana. Tener a tan dignos pastores de nuestras Iglesias nos honra. A todos ustedes les manifestamos nuestra admiración, cariño y respeto por su servicio evangelizador, y sus valientes gestos proféticos y caritativos en defensa de este sufrido pueblo, particularmente de los más pobres y abandonados. Damos también una fraterna bienvenida a todos los señores obispos, a los representantes del Consejo episcopal latinoamericano y del Caribe, a los sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas y laicos procedentes de distintas regiones de Venezuela y en particular de Trujillo, El Vigía-San Carlos y Barinas.

UN NUEVO PEREGRINO CON UNA ALFORJA LLENA DE SEMILLAS DEL REINO
Mons. Azuaje es nativo de Valera y trae llena su alforja de peregrino. Viene de la tierra del venerable José Gregorio Hernández. De él, de su familia, de la honda tradición religiosa trujillana, ha heredado un profundo espíritu de servicio y un gran amor a los pobres. Refleja en su vida y ministerio la afirmación conciliar: “Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (GS 1).
Posee una vasta formación pastoral, espiritual y académica. Viene aquilatado por una amplia y variada experiencia de servicio, tras 34 años de vida sacerdotal y 19 de obispo, primero como auxiliar de Barquisimeto y luego como II obispo del Vigía-San Carlos y IV obispo de Barinas.  Formó parte del grupo de expertos que preparó y participó en la Conferencia General de Aparecida (2007). Preside desde enero pasado la Conferencia episcopal venezolana (CEV), forma parte a título de experto del Consejo Episcopal latinoamericano (CELAM), y ha sido elegido presidente regional de Cáritas latinoamericana y del Caribe. Como ven, hermanos, el Papa Francisco ha puesto el timón de la nave marabina en muy buenas y diestras manos.


EL ARZOBISPO METROPOLITANO Y LA PROVINCIA ECLESIASTICA
En tu persona, Monseñor José Luis, reconocemos un nuevo don que el Señor le hace a esta Iglesia para mantenerla dentro de la gran comunión de la Iglesia una, santa, católica y apostólica y acompañarla con la presencia de su Santo Espíritu. A inicios de este siglo, en el Concilio Plenario de Venezuela (2000-2006), reasumido diez años después por la Asamblea Nacional de Pastoral (2015), todos los bautizados nos comprometimos a trabajar conjuntamente, a través de planes pastorales de renovación, para hacer realidad, en todas las instancias y niveles de Iglesia, la espiritualidad de comunión y misión. Una de esas instancias que ha cobrado particular relevancia es la provincia eclesiástica.
La Provincia de Maracaibo se constituyó en 1966, con la creación de la diócesis de Cabimas. Actualmente está conformada además de Cabimas, por las diócesis sufragáneas del Vigía-San Carlos, de la cual Mons. José Luis fue obispo del 2006 al 2013, y por Machiques. Están actualmente en estudio la creación de la diócesis de la Guajira y de San Francisco.
El arzobispo metropolitano es instrumento y signo tanto de la hermandad entre los obispos de la provincia como de su comunión con el resto de las provincias y con el Santo Padre. Preside la provincia eclesiástica y promueve, conjuntamente con sus hermanos obispos, un trabajo coordinado y colegial que favorezca la inculturación del evangelio, servicios comunes en el campo de la formación sacerdotal, diaconal y demás agentes pastorales, (ICM 112-114; 200). Este servicio del metropolita se pondrá particularmente de relieve cuando el Señor nuncio apostólico, en nombre del Santo Padre y con la presencia y participación de la Provincia, venga a Maracaibo a imponerle el palio arzobispal.  

UNA EXPERIENCIA VIVA DE SUCESIÓN APOSTÓLICA
Les invito a todos, tanto a los presentes en esta sede catedralicia como a los que nos siguen por los medios de comunicación social y las redes sociales, a acoger de nuevo entre nosotros la gracia de la sucesión apostólica mediante la cual, es Cristo mismo quien llega a nosotros; en la palabra de sus sucesores y de sus estrechos colaboradores, es él quien nos habla; mediante sus manos es el quien nos salva en los sacramentos; en la mirada de sus elegidos es él quien nos envuelve en su mirada misericordiosa, llevándonos a la conversión y al descubrimiento de su amor incondicional.
 A través de sus sucesores, es Cristo mismo quien nos dice, una vez más, que es el Guardián de nuestras almas, el Alfa y el Omega de la historia y de nuestras vidas, el iniciador y consumador de nuestra fe, que no debemos tener miedo a las muchas tribulaciones y pruebas que nos sacuden porque él camina con nosotros y, desde el árbol de la cruz, tal como nos lo recuerda el Cristo Negro, ha vencido los incendios de odio, de guerra, de injusticia que han ido brotando en este mundo. El amor siempre será más fuerte. ¡El amor de Dios siempre puede más!!
En estos momentos de gran turbación, de ofertas engañosas y manipuladoras que reducen al pueblo a la indigencia y a la esclavitud servil, nos viene muy bien sentir todos juntos, en una gran hermandad familiar, que el Señor está siempre con nosotros y nos provee de los pastores y guías que necesitamos para mantenernos unidos, fuertes y llenos de esperanza; para prodigar a los más humildes ese amor y misericordia que brota, como agua viva, de nuestro Señor y Salvador.

UNA NUEVA NAVE LLEGA AL LAGO
La feliz y providencial coincidencia de esta celebración con el centésimo vigésimo primer aniversario de la creación de la diócesis del Zulia, me invita a detenerme brevemente en el nacimiento de esta diócesis. Su creación fue producto de un largo proceso de peticiones, iniciativas y gestiones por parte de personalidades civiles y religiosas, que se iniciaron desde finales del siglo XVIII. Pero solo a finales del siglo XIX se dan los pasos efectivos para lograrlo.
Hechas las gestiones previstas en el Patronato regio, que se mantuvo vigente en Venezuela hasta 1964, por los órganos legislativos regionales y nacionales, el 25 de mayo de 1895, el presidente Joaquín Crespo le puso el ejecútese al decreto, promulgó la Ley que creaba la nueva diócesis del Zulia y se dirigió al Papa León XIII para presentar la solicitud de la creación del obispado. Después de las debidas consultas y obtenida la aprobación de Mons. Antonio Ramón Silva, de cuya diócesis se desmembraba la nueva jurisdicción eclesiástica, el Papa León XIII, mediante la Bula “Supremum catholicam ecclesiam”, con fecha del 28 de julio de 1897, creó la nueva diócesis del Zulia, quedando como sufragánea de la Arquidiócesis de Caracas.
Mons. Gustavo Ocando Yamarte, en una nueva versión, aún inédita, de la Historia político-eclesiástica del Zulia (Tomo VII), recalca acertadamente que “todo esto sucedió cuando la Iglesia apenas empezaba a recuperarse de las guerras de independencia y de las guerras civiles subsiguientes. La propuesta de una nueva diócesis, solicitada por el Gobierno venezolano, descubría un tiempo nuevo, actitudes distintas, posibilidades de florecimiento”. Para ese momento solo existían en el país la arquidiócesis de Caracas y las diócesis de Mérida, Guayana, Barquisimeto y Calabozo. Habría que esperar 25 años, ya adentrados en el siglo XX, para la creación de cuatro nuevas diócesis: Cumaná, Valencia, Coro y S. Cristóbal.

MONS. FRANCISCO MARVEZ, PRIMER OBISPO DE LA DIOCESIS DEL ZULIA
El 25 de octubre de 1897 el Papa acogió la presentación que le hizo el Congreso de la República y nombró al Pbro. Francisco Marvez, como primer obispo y pastor del Zulia. Su consagración episcopal tuvo lugar el 16 de enero de 1898 en la catedral de Caracas. Mons. Francisco Marvez tomó posesión del obispado el 10 de febrero de 1898. Escogió como lema en su escudo episcopal el inicio de la antigua oración mariana: “Sub tuum praesidium confugimus, sancta Dei Genitrix”, Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios.
Los tiempos eran de fuertes turbulencias sociales y políticas. El Ing. Iván Darío Parra en su obra: “Los prelados del Zulia”, recalca que la creación de la tan anhelada diócesis trajo para la depauperada población una nueva bocanada de esperanza: “los primeros lapsos que vivió la novel sede obispal fueron gratos: lealtad del clero y solidaridad de la feligresía zuliana” (p. 38).
Después de Mons. Marvez (1897-1904) se produjo una larga sede vacancia (1904 y 1910) y luego se sucedieron, con algunos intervalos más cortos de sede vacante: el siervo de Dios, Mons. Arturo Celestino Álvarez (1910-1919), Mons. Marcos Sergio Godoy (1920-1957), Mons. José Rafael Pulido Méndez (1958-1961), Mons. Domingo Roa Pérez (1961-1993), Mons. Ramón Ovidio Pérez Morales (1993-1999), y este humilde servidor (2001-2018).

SU MISERICORDIA LLEGA DE GENERACION EN GENERACION
Este breve recorrido por la historia de nuestra hermosa Iglesia, trae a mi mente aquellas palabras de Santa María en su visitación a su prima Isabel: “Su nombre es santo y su misericordia llega de generación en generación a sus fieles” (Lc 1, 50). Esta Iglesia posee dos fuertes advocaciones populares: el Cristo Negro y la tablita de María de Chiquinquirá. No hay duda que la imagen de Ntra. Sra. del Rosario posee mayor atracción en la feligresía, pero todo el que se acerque a ella, se oirá decir la frase que Mons. José Luis recoge en su lema episcopal: “Hagan lo que él (Jesús) les diga” (Jn 2,5). La verdadera devoción a María conduce indefectiblemente a un encuentro con Jesucristo nuestro Señor.
No fue solo el Cristo Negro que se dejó arrastrar hasta acá por las corrientes marinas, ni sola la tablita que se posó mansamente en estas playas, mecida por los marullos del lago. Somos muchos los que hemos sido traídos y luego atraídos por esas mismas corrientes, mecidos por esos mismos marullos y, franqueado el puente, nos hemos quedado definitivamente atrapados en las redes de este “pueblo bravo y fuerte, que en la vida y en la muerte, ama y lucha, canta y ora”.
Hoy, al entregar el cayado de esta grey marabina a mi querido hermano Mons. José Luis Azuaje Ayala, me embarga la gran alegría de aquellos servidores a los que no tienen que darle las gracias porque no han hecho más que cumplir con su obligación (Lc 17,10). Me retiro, pero no me jubilo. Me quedo aquí, ahora en mi condición de arzobispo emérito, para seguir sirviendo a esta amada Iglesia con la oración, el sacrificio, compartiendo la vida del pueblo con sus gozos y tristezas, sus aspiraciones y esperanzas. Todo ello bajo la conducción de nuestro nuevo pastor. Cuento siempre con sus oraciones. Tienen asegurados mi amor y mis oraciones ahora y siempre.  
Maracaibo 28 de julio de 2018.

+Ubaldo R Santana Sequera FMI
 Arzobispo emérito de Maracaibo


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