sábado, 12 de marzo de 2016

EUCARISTÍA POR EL CENTENARIO DEL COLEGIO EL PILAR - HOMILIA



EUCARISTÍA POR EL CENTENARIO DEL  COLEGIO EL PILAR
HOMILIA

Muy queridos hermanos y hermanas,
En la Carta a los Corintios, que escuchamos en la primera lectura, Pablo, como suele hacerlo al inicio de todas sus cartas, se desborda en acción de gracias al Padre de Nuestro Señor Jesucristo, por todos los dones con los que ha enriquecido la comunidad. Los Corintios valoraban sobre todo los dones de la Palabra y del conocimiento. Pero Pablo les hace ver que es mucho más importante la gracia de la fortaleza para dar testimonio de vida comunitaria, unidos a  Jesucristo crucificado, tropiezo para los judíos y locura para los no-judíos, desde la pobreza, la sencillez y la insignificancia.
Es justo y necesario, como lo proclamamos en cada prefacio, que hoy nos congreguemos en asamblea eucarística para dar infinitas gracias a Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo, por la riqueza de sabiduría y conocimiento que el Señor ha querido derramar en este Colegio y por medio de él, a lo largo de estos 100 años, valiéndose de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana y de tantas personas que creyeron en ellas. Son miles las personas que se han beneficiado de esta fecunda acción educativa al confiarles sus hijos e hijas y asociarse de esta manera a la gran comunidad educativa.
Cuando le damos gracias a Dios en Iglesia, siempre lo hacemos por una obra concreta y por las personas que la han protagonizado. Ustedes, mis queridas hermanas, tendrán sin duda en su mente en este momento, el rostro y el nombre de muchas hermanas, benefactores, docentes y colaboradores abnegados e insignes y sería sin duda interminable la lista si quisiéramos nombrarlos. A mi mente vienen en este momento la dulce y entrañable figura del Siervo de Dios Mons. Arturo Celestino Álvarez, segundo obispo de Maracaibo, la de los padres Helímenas Añez y Felipe Santiago Jiménez y la de la Hermana Antonia Pardo.  Iluminados por el Espíritu Santo, lograron granjearse la confianza  de las superioras religiosas y de las autoridades civiles,  y hacer realidad el sueño de un nuevo colegio para Maracaibo.
Los caminos de la Providencia son admirables y se abren donde y cuando menos se esperan. El Colegio El Pilar es, de algún modo, fruto del infausto suceso ocurrido con el Colegio de Ntra. Sra. de la Academia.  Abrir un nuevo colegio después del desplome de tan hermosa obra fue un acto de confianza y también de valentía y arrojo. Solo el amor a Dios, la escucha del clamor de tantos padres,  la necesidad apremiante de atender tantos niños desescolarizados  y el carisma de las Hermanas de la Caridad,  hicieron posible emprender, en tales circunstancias, una obra de esta magnitud.
Las obras educativas de la Iglesia solo tienen razón de ser y perduran si llevan el sello del amor de Dios, manifestado en Nuestro Señor Jesucristo y se mantienen permanentemente conectadas a esa fuente de vida.  El secreto de la permanencia de esta Congregación y de esta institución educativa se encuentra en el evangelio que acabamos de escuchar. El texto forma parte del discurso de despedida del Señor, que Juan ubica inmediatamente después de la última cena. Allí Jesús revela a sus discípulos la razón profunda y definitiva por la que va afrontar la Pasión, el suplicio de la cruz y la muerte ignominiosa en el Gólgota entre dos ladrones.
Había sin duda muchos caminos para llevar a cabo su misión salvadora en este mundo. El diablo se los presentó al Señor al inicio de su ministerio. El Señor los rechazó todos y optó por uno solo. El más escandaloso. El más incomprensible: el camino del amor llevado hasta el extremo, hasta el colmo (Cf Jn 13,1). El Hijo, obediente al designio salvador de su Padre, entrega su vida en un acto de total  abandono y confianza absoluta para salvar a sus hermanos y glorificar a Dios.
Ese es el camino de Jesús. No es un camino entre otros. Es el camino. Así los dijo el mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Solo por este camino cumple con la voluntad del Padre y puede Jesús retornar toda la humanidad extraviada, como la oveja de la parábola (Cf Lc 15,3-7) a la casa de su Padre. Ese es el camino que Jesús quiere que sus  discípulos descubran, acepten, asimilen como el único válido, para poderse graduar como discípulos suyos.  Es en ese tronco que el Señor quiere que se injerten para gozar de todos los dones del Espíritu y tener derecho a participar de la vida que él ha venido a traer al mundo.
Jesús quiere introducirlos en esa misma experiencia de amor. Solo en ese amor pueden unirse a él y por consiguiente unirse al Padre y glorificarlo y adorarlo en espíritu y en verdad. “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. ¡Permanezcan  en mi amor!” Aceptar esta oferta de Jesús es la única manera de participar plenamente de la alegría que él lleva por dentro, a pesar de la hora terrible que va a tener que vivir.
En esa fuente viva de amor ha querido sumergirse desde el inicio de su historia fundacional esta Congregación llevada de la mano de la Madre María Rafols. Este Colegio lleva un nombre, el Pilar, estrechamente ligado al santuario de Zaragoza, donde se venera y cultiva esa preciosa devoción. Desde allí partió toda la historia de esta familia religiosa.
Nuestra Señora del Pilar es sin duda la mejor maestra para llegar hasta lo más profundo del corazón de Jesús. Las hermanas saben que para llegar a ser hermanas de la caridad de Jesús, necesitan una guía segura y por eso, iluminadas sin duda por el Espíritu Santo, se han colocado bajo la protección  filial de María en esta advocación histórica.   Caminando con ella están seguras que van a poder  compartir la vida de su Hijo, conocerlo, entender sus motivaciones, su mentalidad, su amor, su abajamiento y entrega.
¡Gracias, hermanas de la Caridad de Santa Ana por habernos traído al Zulia y aquí a Maracaibo tan hermoso testimonio de amor “hasta el heroísmo”! La historia del amor de Dios compartido con el mundo, por medio de Jesús, no se manifiesta sino a través de personas concretas, de vidas entregadas, de seres consumidos por la pasión de hacer realidad la caridad en todas sus dimensiones.
¿Queremos seguir las huellas que ha dejado la caridad en su paso por el Zulia? Allí está sembrada en las vidas consagradas de las hermanas que dieron su vida en el leprocomio de la isla de la Providencia, en las tocas blancas de esos ángeles que poblaron de amor  la Casa de Beneficencia, más adelante, Hospital Central, en esas mujeres que llenaron de luz y gracia el Hospitalito, luego Hospital Chiquinquirá, en esos ángeles en carne humana que abrieron las puertas de  la Casa de la Misericordia San Antonio, en la Escuela San José, en la Escuela Normal, en la Hna y Hna. Flor Fuentes que le dio rostro al amor para las mujeres de la cárcel. En fin en tantos lugares donde hoy aún se añora su benéfica y milagrosa presencia como en la Escuela Artesanal El Pilar, en Santa María de Guana, donde espero que pronto retornen y en la Curia Arquidiocesana.
Mis amados hermanos y hermanas. ¡No nos dejemos extraviar ni confundir por la inmensa avalancha  de odio, de violencia y muerte  que se abate sobre Venezuela y el mundo. El grito de amor de las hermanas de la Caridad de la Beata Teresa de Calcuta y de los ancianos y colaboradores que murieron con ellas hace poco días en el Yemen, ejecutadas por el ISIS, nadie lo podrá acallar.

Vivimos, dice el beato mártir carmelita holandés Tito Brashma,  en un mundo donde el amor mismo es condenado: lo llaman debilidad, cosa que hay que superar. Algunos dicen: " El amor no tiene importancia, hay que desarrollar más bien sus fuerzas; qué cada uno se vuelva tan fuerte como pueda; ¡y qué la debilidad perezca!" También dicen que la religión cristiana con sus sermones sobre el amor, es del pasado... El amor es desconocido: " el Amor no es amado " decía en su tiempo San Francisco de Asís; ¡y algunos siglos más tarde en Florencia, santa María Magdalena de Pazzi tocaba las campanas del monasterio de su Carmelo para que el mundo sepa qué bello es el Amor!

Yo también, ¡yo querría tocar las campanas para decir al mundo qué bello es amar! El neo-paganismo [del nazismo] puede repudiar el amor, la historia nos enseña que, a pesar de todo, venceremos este neo -paganismo con el amor. No abandonaremos el amor. El amor recobrará los corazones de estos paganos.

A este centenario le queda muy bien la bella frase de Mons. Gustavo Ocando Yamarte, historiador amoroso de la trayectoria de este Instituto religioso en Maracaibo, al punto de dedicarle a la Madre María Rafols, una de sus últimas obras de caridad, el Hospital Madre Rafols: “ Maracaibo fue su primer aprisco al que abrazaron con amor martirial, con espíritu de Hospitalidad sin fronteras” ( Ocando Y 2010, p 729). Bien vale la pena retomar la oración, inspirada en la plegaria del Siervo de Dios, Cardenal Eduardo Pironio,  que las Hermanas compusieron con motivo de Primer centenario del inicio pastoral del Instituto en América:
“Te damos gracias por el don que hiciste a nuestra Congregación a llamarla desde aquí, para que junto a María, la peregrina de los pies descalzos, la que nos hace ricos con su Niño pobre y libres con su Niño esclavo, pudiéramos colaborar con tu Obra y acelerar el día de la salvación que ya se acerca. Gracias Padre Bueno, porque miraste la pequeñez de una Congregación de Caridad que solo aspira a ser tu esclava y a que se cumpla en ella tu Palabra”.

Muy queridas hermanas, en este año de la Misericordia, sigan cumpliendo como solo ustedes los saben hacer, con esa hermosa obra espiritual de la Misericordia, Enseñar al que no sabe”. Pero también con todas las demás obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, que nos han enseñado a practicar. Como sucesor de mis preclaros hermanos pastores, Francisco Marvez, el Siervo de Dios Arturo Celestino Álvarez, Marcos Sergio Godoy, José Rafael Pulido Méndez, Domingo Roa Pérez, Ramón Ovidio Pérez Morales y también en nombre de mis hermanos sacerdotes de ayer y de hoy que secundaron sus obras de amor y cuyos nombres resumo en el de Mons. Gustavo Ocando Yamarte, les expreso mi inmenso agradecimiento. Mejor dicho, no hay palabras, mis queridas hermanas, que puedan expresar la gratitud que se alberga en el corazón de los zulianos y de los maracaiberos por tanta siembra de semillas de amor.

Los  que somos de Cristo y pertenecemos a la Iglesia, su cuerpo místico,  miramos  el pasado con gratitud y escuela de aprendizaje,  vivimos con pasión el presente para sintonizar con la “hora” salvadora del Salvador y nos proyectamos con esperanza al futuro, aguardando la plena revelación del esplendor y belleza del amor de Jesús. “Fiel es Dios quien las ha llamado a entrar en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor”. Estoy convencido que lo que el Padre ha comenzado en el corazón de esa gran mujer de Dios, llamada María Rafols y continuado en el valiente y sacrificado testimonio de sus hijas en estas tierras de la Chinita,  El mismo lo sabrá llevar a feliz culminación, por los sorprendentes caminos de su divina Providencia.

Maracaibo 12 de Marzo de 2016


+Ubaldo R Santana Sequera FMI
III Arzobispo de Maracaibo

No hay comentarios:

Publicar un comentario