viernes, 20 de noviembre de 2015

PRESENTACIÓN DE LA DIMENSIÓN “COMUNIÓN” - LA IGLESIA CASA Y ESCUELA DE COMUNIÓN

PRESENTACIÓN DE LA DIMENSIÓN “COMUNIÓN
LA IGLESIA CASA Y ESCUELA DE COMUNIÓN
INTRODUCCIÓN
Se me ha pedido una presentación motivacional de la dimensión comunión, uno de los cuatro ejes de trabajo de esta asamblea. Ante todo hagamos memoria. Recordemos  que esta Aula Magna de la UCAB es de algún modo un cenáculo de la Iglesia en Venezuela, ya que en estos espacios se llevaron a cabo algunas sesiones del Concilio Plenario de Venezuela (2000-2006), evento eclesial que podemos considerar como el Pentecostés venezolano de inicios del siglo XXI. El Concilio es un don de Dios que nos permitió hacer una lectura  teológica-pastoral del Concilio Vaticano II (1962-1965) y de las Conferencias Generales de Río (1955), Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992). Sus conclusiones se anticiparon a las que nos ofreció la Conferencia General de Aparecida (2007).
El impacto de la dimensión de la Comunión en nuestras Iglesias en Venezuela
La Asamblea Nacional de Pastoral es una expresión concreta de una de las orientaciones pastorales contenidas en el documento  “Instancias de comunión del Pueblo de Dios para la Misión” (Cf ICV No 216).  Es una instancia de comunión inédita y nos transforma a todos en pioneros de una nueva manera de ser y vivir la Iglesia en el nivel nacional. Que también en esta oportunidad se cumpla la promesa de Jesús a sus discípulos antes de su Ascensión: “Ustedes recibirán la fuerza del Espíritu Santo” (Hch1, 8), como reza la frase inspiradora de la Escritura escogida para este evento.
El tema de la comunión tiene la particularidad de ser la línea teológica-pastoral del Concilio Plenario y el contenido temático de dos de los dieciséis documentos conciliares: La Comunión de la vida de la Iglesia en Venezuela (Doc. No 2) e Instancias de Comunión del Pueblo de Dios para la Misión (Doc. No 11). Estamos pues hablando del corazón y médula del Concilio; del eje articulador de todo el evento, de los trabajos y del conjunto de los documentos. Todos deben leerse, entenderse y aplicarse en ese horizonte.
La Iglesia, experta en humanidad y en pastoral, como buena madre y Maestra, nos enseña que para que un evento conciliar como el Concilio Vaticano II o el Concilio Plenario de Venezuela, llegue a tener un verdadero impacto en la vida del pueblo creyente, es menester que se articulen estrechamente cuatro fases o momentos: que sea recibidos como un Kairós, una expresión concreta de la voluntad de Dios para ese momento histórico del mundo y de la Iglesia; que entre, a través de su lectura,  estudio y comprensión emocional entre en la mente  de todos los agentes pastorales; que sus fundamentos teológicos-pastorales penetren en el corazón y en las entrañas de los creyentes y se vuelvan convicciones ardientes, empáticas y contagiosas; finalmente pasen a los brazos y a los pies de sus agentes transformándose en compromisos que se lleven a la práctica con entusiasmo testimonial.
Han pasado cincuenta años desde la conclusión del Concilio Vaticano II, diez años de la clausura del Concilio Plenario de Venezuela,  y aquí estamos, obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas, laicos y laicos asociados y no asociados,  convocado desde todas las Iglesias locales dispersas por todos los rincones del país. Algunos pocos participamos en el acontecimiento conciliar, otros hemos venido aplicando sus conclusiones; otros en fin nos incorporamos por primera vez a su marcha y nos empapamos de su espíritu. Hemos de estar claros que los cuatro momentos señalados anteriormente: recepción, comprensión, asimilación y praxis, son fundamentales para que podamos decir que nos tomamos en serio el don que Dios nos hizo y la manifestación de su voluntad. Si falla uno de ellos, se quiebra la dinámica conciliar. San Juan nos lo dice de otra manera: lo que hemos visto, oído, tocado al Verbo de vida es lo que les anunciamos y les damos a conocer  para que otros entren con nosotros en esta comunión de vida, de salvación y de alegría. (Cfr. 1 Jn 1, 1-4). Dicho esto les presento algunas reflexiones que nos motiven a trabajar en el área de comunión y algunas propuestas de líneas de acción.
El CPV fue un punto de llegada de una preparación que se inició en 1996 por invitación de San Juan Pablo II de remar mar adentro en las aguas de la Nueva Evangelización para entrar con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones en el siglo XXI. Pero es también y sobre todo un punto de partida. Por eso, a una década casi de su clausura, estamos nuevamente reunidos para medir y apreciar el impacto de la línea teológico-pastoral de la comunión para la misión, en la vida de la Iglesia en Venezuela; para discernir si de verdad, impulsados por el Espíritu de la comunión y de la unidad, nos hemos colocado en un estado de renovación y misión permanentes.
Algunas preguntas para ayudar a medir el impacto de esa dimensión
Me vienen a la mente algunas preguntas: ¿Hasta dónde hemos asumido la propuesta renovadora del CPV? ¿Nos estamos volviendo, gracias a los nuevos procesos pastorales puestos en marcha, cristianos y comunidades más comunionales? ¿Seguimos acomodándonos a ser meros cristianos cultuales o culturales o surgen signos claros de la aparición de nuevos cristianos marcados con el sello de la Trinidad, más “trinidianos”? ¿Qué signos podemos mencionar que revelan que estamos por el buen camino? ¿Ha incidido significativamente  nuestro modo eclesial de convivir y de actuar en las realidades anti-comunionales que detectamos en nuestra realidad social y eclesial hace 10-15 años? ¿Hemos identificado las semillas de comunión, de fraternidad, de solidaridad sembradas por el Verbo de vida en nuestra realidad venezolana actual? Los obispos ¿somos más unidos, más fraternos, más colegiales? ¿Más pobres, más sencillos, dialogantes y solidarios? ¿Se ha consolidado la red relacional horizontal entre todos los estados de vida  y los servicios de la Iglesia ¿Cuáles son los índices de comunionalidad que han ido apareciendo en las diversas instancias eclesiales de nuestras diócesis? ¿Nos hemos valido de la línea-teológica pastoral del CPV como guía y criterio de interpretación y de integración de los acontecimientos eclesiales (renuncia del Papa Benedicto, elección del Papa Francisco) y de los documentos magisteriales pontificios?  ¿Con qué nuevos lenguajes y expresiones hemos anunciado la comunión y la hemos propuesto como modelos de vida a nuestras familias, a nuestra parroquias, a nuestras comunidades de vida consagrada y a nuestras asociaciones apostólicas? 

La Iglesia casa y escuela de comunión en misión
La Iglesia casa y escuela de comunión es un nuevo modelo de Iglesia. La casa (oikos) se refiere a la dimensión hogareña, familiar de la comunión. Se trata por consiguiente de una iglesia-hogar, una iglesia-familia donde se forjan sujetos eclesiales, personas que viven y cultivan las dimensiones propias de una casa de familia: relaciones personalizadoras de tipo materno-paternal, esponsal, fraternal, marcadas por la calidez de la intimidad, de la cercanía, del respeto mutuo, de la comunión de bienes. Una Iglesia de  participación, comunidades reales y vivas en las que los creyentes se hacen hermanos y hermanas. El espíritu de comunión alcanza horizontalmente a todos los miembros de la Iglesia: obispos, laicos/as, religiosos/as, sacerdotes y diáconos; los grupos y movimientos de apostolado; el presbiterio; servicios diocesanos, zonales, vicariales y parroquiales.
Iglesia-escuela de comunión: apunta a una Iglesia sinodal, en camino, en proceso, en salida,  en dinamismo de permanente crecimiento, de permanente conversión, incansable en la búsqueda  de actualizaciones creativas para entregar, como pan fresco y caliente, la Buena Noticia de Jesús a Venezuela y al mundo. La Iglesia escuela de comunión se convierte a su vez en taller porque exige la formación procesual, desde la comunidad, desde la acción, desde la relación Palabra-Fe-Vida, de discípulos misioneros, con miras a ser enviados como testigos y apóstoles  a comunicar el mensaje de Jesús.
Conversión eclesiológica, pastoral y personal
Pasar de un modelo de Iglesia a otro exige una conversión eclesiológica, es decir un cambio de mentalidad para pensar, sentir, vivir y actuar a partir de una espiritualidad y una eclesiología de comunión, en la acogida, el reconocimiento y la conjunción sinérgica de la diversidad de carismas, dones, ministerios y servicios que suscita el Espíritu Santo en cada Iglesia local y en las demás instancias eclesiales. 
Los respuestas de las Asambleas provinciales tomaron en su mayoría, como criterio referencial para elaborar su reflexión y formular sus propuestas, los seis desafíos contenidos en el Documento conciliar sobre Instancias de comunión para la Misión: Espiritualidad de comunión, formación permanente para la comunión en misión, renovación de las actuales instancias y organismos para que puedan ser expresiones más eficaces de la comunión en la misión (familia-Iglesia doméstica, pequeñas comunidades cristianas, parroquias, zonas pastorales, diócesis, Provincias, CEV, promoción de nuevas instancias de comunión para la misión, comunicación cristiana de bienes, pastoral de comunión orgánica, planificada y de conjunto ( ICV NN 148-238).

¿Qué debemos hacer?
Del conjunto de las consultas y respuestas se desprende un gran anhelo y deseo de entrar más a fondo en el modelo de Iglesia comunión. Se reconoce en general que  algo nos hemos despegado de la orilla del modelo eclesial hasta ahora vigente pero que no hemos tomado aún suficiente impulso en conjunto, seguimos trabajando muy aisladamente y no nos sostenemos unos a otros. Por eso surge una gran pregunta, como la que surgió el día de Pentecostés, después del discurso kerigmático de Pedro. Cito:
 “Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Hermanos, ¿qué debemos hacer? Pedro les respondió: “Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo…” (Cfr. Hch 2,37).
Como pueden apreciar esta respuesta tiene un fuerte sabor coromotano. Un mensaje parecido les entrego la Virgen de Coromoto a los venezolanos a través de la familia del Cacique de los Cospes. Yo hoy les dirijo en nombre de todas nuestras Iglesias que peregrinan en Venezuela la siguiente pregunta:
¿Qué debemos hacer o hacer mejor como Iglesia en los planes, estrategias y estructuras para profundizar la eclesiología y espiritualidad de comunión en la familia y otras instancias eclesiales?
Propuestas de trabajo
Para no quedarnos solo en una pregunta, así como Pedro instó a sus oyentes a bautizarse les hago las siguientes propuestas, fruto del trabajo de las asambleas provinciales. Es importante tener en cuenta que las proposiciones que adoptemos deben reunir entre otras a las siguientes características: estar vinculadas e inspiradas por el Concilio Plenario de Venezuela y el magisterio pontificio post-conciliar y particularmente por el del Papa Francisco: estar integradas dentro de una Pastoral global de comunión y los respectivos planes provinciales y diocesanos; tomar en cuenta la gran comunidad eclesial que formamos y al mismo tiempo la diversidad de nuestras regiones y de nuestras culturas regionales; ser ejecutables a relativamente corto plazo para conducirnos hacia una Iglesia en permanente proyección misionera “ad intra” y “ad extra”, “inter gentes” y “ad gentes”; ser una Iglesia luz, sal y fermento de una cultura de la vida y de la solidaridad.
1.- Espiritualidad de comunión

Definir las líneas centrales y operativas que han de regir la espiritualidad de comunión en una Venezuela políticamente polarizada, necesitada de reconciliación, de convivencia y respeto mutuo.

Traducir en nuestros itinerarios de iniciación cristiana algunos rasgos fundamentales que identifican el catolicismo de los venezolanos (bautismo, patronazgo nacional coromotano, la valoración del compromiso laical a partir de figuras como la del venerable Dr. José Gregorio Hernández).

2.- Instancia Familia, Iglesia doméstica

Trabajar más a fondo el tema de la familia venezolana dentro de un Proyecto pastoral de conjunto y definir y articular más claramente las líneas de las pastorales que la conforman para constituirla en una instancia real y efectiva de comunión, participación y solidaridad. Tener como norte y brújula la evangelización de la familia integrándola dentro de los itinerarios de pastoral sacramental.

  
3.- Instancia Pequeñas comunidades cristianas

Promover las pequeñas comunidades cristianas dentro de la visión del Concilio Plenario de Venezuela y del proyecto de renovación de las parroquias como comunidades de comunidades discipulares y misioneras.

4.- Instancia Provincial:

Dotar a la instancia provincial de un estatuto más preciso que le permita se de manera más efectiva una instancia de comunión y de consolidación de la fraternidad Cristiana y de la comunión Cristiana de bienes.

5.- Pastoral de comunión

Trabajar más a fondo el tema de la Pastoral de Comunión de tal manera que cada diócesis tenga una pastoral de conjunto orgánica, participativa y planificada y podamos avanzar de manera más clara y conjunta en la conversión eclesiológica, pastoral y personal.

UCAB, Caracas 6 de noviembre de 2015

+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo

Padre José A. Da Conceicao, referente de la Dimensión Comunión







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