Instrucción Pastoral
Y todo procede de Dios, quien
nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación” (2 Cor. 5,18)
“Igual que ustedes, estoy persuadido de que los graves
problemas de Venezuela se pueden solucionar si hay voluntad de establecer
puentes, de dialogar seriamente y de cumplir los acuerdos alcanzados. (Papa
Francisco, Carta a los Obispos de Venezuela)
Muy Queridos hermanos Presbíteros y Diáconos
permanentes,
Me dirijo a ustedes,
junto con mi Obispo Auxiliar, llevado por el deseo de responder a la gran
inquietud que muchos de ustedes tienen de hacerse presentes al lado del pueblo
al que pertenecen, en este momento de tanto dolor y sufrimiento, para compartir
con ellos estas horas de tanta angustia e incertidumbre y aportarles lo más
genuino de su vocación de servicio,
Impulsados por los
mismos motivos, los Obispos de la CEV nos reunimos recientemente en Asamblea
Extraordinaria en Caracas, con la finalidad de apoyar la posición asumida por
la Presidencia en sus comunicados, analizar la complicada situación nacional
desde la luz del evangelio, elaborar una exhortación pastoral que nos ayudara a
todos a actuar consecuentemente y contribuir, desde nuestras funciones y
carismas propios, a transformar esta realidad ominosa que nos constriñe, y
abrir espacios a la concordia y la reconciliación. Les invito a leer esos
documentos y tomar en cuenta las orientaciones que allí se presentan.
A la luz pues de esta
situación y de estos recientes pronunciamientos de los principales organismos
de la Conferencia episcopal, comparto con ustedes las siguientes reflexiones,
acompañadas de disposiciones concretas que les pido tomen en cuenta en sus
actuaciones pastorales al frente de sus respectivas comunidades.
ALGUNOS PRINCIPIOS
FUNDAMENTALES
1. Hemos de reafirmar,
primero que todo, un principio fundamental de nuestra fe: Somos conscientes de que:
“Los gozos y las esperanzas, las
tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los
pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y
angustias de (nosotros) los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente
humano que no encuentre eco en (nuestro) corazón” (GS, 1),
2. Por tanto,
nosotros, los ministros de la Iglesia, no podemos permanecer indiferentes ante la
terrible realidad que están viviendo nuestros fieles, sujetos, protagonistas y destinatarios
directos de nuestra acción evangelizadora. Ellos, en estos momentos esperan,
más que nunca, como lo comenta el Papa Francisco, vernos caminar en la delantera
para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo; otras veces estar
simplemente en medio todos en cercanía sencilla y misericordiosa, y en
ocasiones detrás de ellos para ayudar a los rezagados. (Cf EG 31)
3. Todas las
actividades y acciones que emprendamos deben tener en Jesús y en el servicio de
la reconciliación, su raíz y fuerza convocadora, no en programas y
convocatorias hechas por partidos y organizaciones políticas. De este modo,
aportaremos a la solución de la crisis que atravesamos, lo más propio y genuino de nuestro ministerio y que otros sectores del
Pueblo de Dios, no pueden aportar.
4. El Santo Padre,
desde el inicio de su ministerio petrino, nos ha pedido que seamos “’sacerdotes con olor de ovejas”; que
sintamos “el gusto espiritual de ser
pueblo” (EG 273), a imitación de Jesús, a quien se le estremecían las
entrañas cuando veía a su pueblo padecer cualquier tipo de necesidad (Cf Mt
9,36). Su entrega en la cruz no fue más que la culminación de la forma abnegada
de entrega y servicio que marcó toda su existencia y que su Padre del cielo
ratificó haciéndolo resurgir de la muerte (Cf Fil 2,5-11).
5. Por tanto, los
Sacerdotes, juntamente con toda la Iglesia, estamos obligados, en la medida de nuestras
posibilidades, a adoptar una línea clara de acción, cuando se trata de defender
los derechos humanos fundamentales, de promover integralmente la persona y de
trabajar por la causa de la paz y de la justicia. Pero todo ello, lo debemos de
hacer desde nuestra identidad propia y desde nuestro “officium amoris” (Cf Jn
21,15-17), sin quitarle el protagonismo a los laicos, valiéndonos de aquellos
medios que sean conformes con el Evangelio. Ya sabemos y espero que lo hayamos
bien asimilado, que hemos de abstenernos de intervenir directamente en la
actividad política o en la organización de la vida social -campo propio de los
laicos-, pues no tenemos esa misión ni ese carisma, y debemos ser siempre
agentes de comunión. (Cf S. Juan Pablo II, EiA 39).
6. Pese a que la Iglesia
no intenta entrar en la política con el objetivo de apoyar a partidos políticos
o de influenciar indebidamente a gobiernos legítimos, tiene el deber de enseñar
con firmeza lo que, en esta materia, es conforme a la verdad. Dicha enseñanza
no debe de ninguna manera entenderse como un intento de ejercer el poder
político o de eliminar o restringir la libertad de los católicos en cuestiones
que son de libre elección. Por el contrario, intenta- tal como lo indica su
función propia- instruir e iluminar las conciencias de los fieles, en
particular de aquellos involucrados en la vida política, de modo que con sus
acciones puedan actuar siempre en la promoción integral de la persona humana,
de todas las personas y del bien común.
CUATRO DESAFIOS
7. En su reciente
Exhortación Pastoral (No 5), los Obispos nos trazamos cuatro desafíos “que hemos de asumir con decisión”:
a)
COMPROMISO POR LA PAZ. Es decir, trabajar juntos por la edificación de la paz
entre todos, de acuerdo a lo que nos enseña el Evangelio. Esto conlleva abrir espacios de encuentro y diálogo para
la negociación de soluciones reales.
b) DENUNCIA
PROFETICA. Advertir con claridad sobre las situaciones estructurales de pecado presentes
y denunciar todo aquello que vaya en contra de la dignidad de los ciudadanos y
que pretenda destruir la paz social;
c) SOLIDARIDAD
FRATERNA. Para colocarnos sin titubeos del lado de los que pasan más necesidad
por la falta de alimentos, insumos médicos y encarecimiento de la vida diaria, mostrándonos
con ellos más que solidarios, hermanados.
d) CARIDAD Y ORACIÓN.
Acompañar la acción de la Iglesia con gestos de fraterna caridad y oración,
alimentada por la Palabra y la Eucaristía.
Estos compromisos no
son solo de los Obispos sino también de todos ustedes, mis queridos sacerdotes
y diáconos, ya que son nuestros más estrechos colaboradores en el ejercicio del
ministerio episcopal. Por eso, les
invito a aprovechar este tiempo pascual y las próximas solemnidades de
Pentecostés, Corpus Christi, el 118º aniversario de la Consagración a Venezuela
al Santísimo Sacramento, el próximo dos de julio, y el aniversario de la
creación de nuestra Iglesia local, el 28 de julio, para vivirlos más
intensamente e implementarlos de manera concreta y conjunta.
EDIFICACIÓN DE LA PAZ
Y DE LA CONCORDIA
8. En primer lugar, comprometámonos, como embajadores de la
reconciliación (2 Co 5,18-20), a edificar
la paz y la concordia entre los venezolanos, siguiendo el camino abierto
por la triunfante resurrección de Jesús, por medio de la cual derribó el muro
que separaba a judíos y paganos y los unió en un solo pueblo (Cf. Ef. 2, 14). Es
una tarea difícil pero no nos
desanimamos, porque Dios, en su misericordia, nos ha encargado su trabajo”
(2 Cor. 4, 1): “y ese trabajo es hacer
realidad en nuestra patria el reinado de justicia, paz y amor nacido en la
Cruz, y manifestado en la Resurrección” (Cf Exhortación pastoral de la CEV
No 13).
Les invito entre
otras iniciativas a que, en todas las próximas Solemnidades, Misas dominicales
y feriales introduzcamos una intención por la paz en Venezuela, para que todos
los dirigentes políticos, sociales y económicos tengan la sabiduría divina
necesaria para realizar actos que apunten a la solución de la crisis, y para
que todos actuemos según los principios del Evangelio y de la Caridad fraterna.
Puede ser la recitación de la Oración por Venezuela al final de la Oración de
los Fieles.
SEAMOS PROFETAS QUE
ANUNCIAN Y DENUNCIAN
9. En segundo lugar, comprometámonos a ejercer nuestra función
profética de anuncio y denuncia. Tendamos puentes, acerquemos a las partes
enfrentadas, creemos iniciativas para fomentar la solidaridad y la generosidad,
evitar cualquier tipo de violencia; promover la dignidad humana y sus derechos
fundamentales. Anunciemos a tiempo y a destiempo que la violencia, sea
institucional, civil o militar, no tiene ninguna explicación cristiana y no
puede ser aceptada.
Los Caínes que ejercen
la violencia, derramando la sangre inocente de tantos Abeles, cometen un grave
pecado del cual deben arrepentirse, confesarse, y responder por ellos ante la
justicia. Así mismo los saqueos, los atentados contra las personas y las
propiedades, comercios, instituciones también son pecados. Quienes cometieron o
auparon los saqueos no sólo deben confesar su grave pecado, sino arrepentirse y
resarcir los daños (devolver las mercancías robadas, por ejemplo). Apoyémonos, a este respecto, en lo que nos
enseña el CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA sobre el séptimo mandamiento (NN
2408-2414)
SOLIDARIDAD AFECTIVA
Y EFECTIVA CON LOS POBRES
10. En tercer lugar, manifestemos nuestra solidaridad con los
más pobres y necesitados con gestos concretos de servicio fraterno y
misericordioso. Por eso, los párrocos motivarán a los fieles a realizar ayuno y
pequeñas penitencias. Los frutos de estas privaciones serán entregados a los
más desfavorecidos, siguiendo el consejo de San Agustín “Tus privaciones serán infecundas si no muestras generosidad con otros”,
e imitando las primeras comunidades cristianas, “que compartían lo que tenían y nadie pasaba necesidad” (Cf Hech
2,44-46). Una obra que ha ayudado mucho en tiempo de Cuaresma son las Ollas
Comunitarias. Los invito a continuarlas manteniendo todos sus objetivos que no
son solo asistenciales sino también promocionales y liberadores y a
confiárselas a las Cáritas parroquiales.
ORACION, AYUNO Y
CELEBRACIONES
11. En cuarto lugar acompañemos nuestras
acciones caritativas con la oración personal, familiar y comunitaria,
sostenida por el ayuno y fundamentada en la Palabra de Dios y en la Eucaristía.
Les exhorto vivamente a organizar en cada parroquia las Cuarenta Horas, como
novena preparatoria a la fiesta solemne del Corpus. Donde no puedan realizar
las $0 Horas, podrán organizar un “Via Lucis” juvenil. En
todas las parroquias, al terminar una de las celebraciones eucarísticas de la
Solemnidad del Corpus Christi, se realizará, donde se den las condiciones de
seguridad, una concurrida procesión con el Santísimo Sacramento por las
principales calles del territorio parroquial, siguiendo las indicaciones
litúrgicas. Antes de la bendición final, se realizará con todos los fieles la
consagración a Venezuela al Santísimo Sacramento.
El domingo 2 de
julio, con motivo de cumplirse 118 años de la Consagración de Venezuela al
Santísimo Sacramento y el viernes 28 de ese mismo mes, en el centésimo vigésimo
aniversario de la creación de nuestra Iglesia local, realizaremos dos intensas
Jornada de Oración, ayuno y solidaridad,
Un arma poderosa, y
muy querida por nuestro pueblo, es el rezo del Santo Rosario, el cual puede ser
rezado donde sea posible también fuera del templo. Recordemos la petición y
promesa que hizo Nuestra Señora de Fátima a los pastorcitos en la sexta y
última aparición, el 13 de octubre de 1917, “Yo soy la Señora del Rosario. Continúen siempre rezando el Rosario cada
día. La guerra va a su fin y los soldados pronto regresarán a sus casas “
EUCARISTIAS Y
PROCESIONES CON EL SANTISIMO
12. Procuremos no
protagonizar eventos alejados del marco litúrgico que puedan llevar a
confusiones o a malas interpretaciones por parte de los diferentes sectores de
la sociedad venezolana. Igualmente les recuerdo que no deben participar ni
hacerse presentes, de no ser urgentemente necesaria su presencia para evitar males
mayores o derramamientos de sangre, en actividades como los llamados
“plantones”, “guarimbas” o en cualquiera otra programación donde se irrespete
el orden, no se tome en cuenta el bien común, se dañe el patrimonio de la Nación
y puedan desembocar en represiones o actos de violencia.
Les pido encarecidamente
se abstengan, en las circunstancias actuales, de celebrar misas en las calles,
ofrecer el sacramento de la confesión dentro del marco de acciones de protesta
cívica así como exponer o procesionar con el Santísimo Sacramento.
CONCLUSION
13. Que Dios Padre
bueno, “que hace salir el sol sobre malos
y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5,45), nos haga
partícipes, por la intercesión de nuestra Madre de Chiquinquirá, de la
bienaventuranza de la edificación de la paz en Venezuela, la cual es a la vez
un don y una tarea de todos.
Imploro la bendición
de Dios sobre ustedes y cada una de sus comunidades parroquiales, a fin de que
puedan ser signos visibles y creíbles de Jesús Resucitado,
Maracaibo 27 de mayo
de 2017
+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo
+Ángel Caraballo Fermín
Obispo Auxiliar
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