miércoles, 31 de diciembre de 2014

¡Santo y feliz año 2015 para todos!

¡Santo y feliz año 2015 

para todos los lectores y sus familiares! 

¿Qué nos deparará este nuevo año? Son muchos los que ya se han apresurado a indagar en los Medios de comunicación y en las redes sociales los augurios de los vaticinadores, brujos y quiromantes.  Los cristianos no acudimos a esos instrumentos. Ponemos nuestra vida presente y futura en manos de Dios y confiamos totalmente que El sabrá llevar a buen puerto esta humanidad y cada una de nuestras vidas por el camino pascual de su Hijo Jesús como lo supo hacer con los Magos de Oriente.
En el calendario eclesiástico del 2015 encontramos una serie de efemérides, eventos y celebraciones importantes que estamos todos invitados a conmemorar y celebrar para sacar, de cada uno de ellos, los mejores frutos. Los invito a recorrerlos conmigo y a incluirlos en sus oraciones y buenas resoluciones.

El Papa Francisco ha declarado el 2015 Año de la Vida Consagrada. Buena oportunidad para dar gracias a Dios por tantos dones derramados por medio de los hombres y mujeres de especial consagración; para conocer mejor esta forma evangélica de vida practicada por tantos cristianos de todas las edades y condiciones; para valorar su testimonio y darles todo nuestro apoyo. Necesitamos muchos jóvenes valientes que opten por este estilo de vida tan antiguo y a la vez tan actual. Los hombres tienen que saber, por testigos directos, que no hay felicidad posible fuera de Dios. El es el único absoluto. Todo lo demás es relativo.

El año jubilar de la juventud que se inició en febrero del 2014, en honor de los seminaristas y jóvenes universitarios que ofrendaron su vida en la batalla de la Victoria, se prolongará por disposición de la Conferencia Episcopal Venezolana hasta el próximo mes de agosto y se clausurará a nivel nacional en el Tercer Encuentro Nacional de Jóvenes (III ENAJO) en Barquisimeto. Dentro de ese marco celebraremos también el 25 de abril el XI Encuentro de los Jóvenes con el Arzobispo.

El mes de enero estará marcado por dos fechas importantes. El 27 se cumplirán 30 años de la memorable visita apostólica del Papa San Juan Pablo II. Espléndida ocasión para dar a conocer a la nueva generación lo que significó esta visita para nuestra Iglesia local y el legado que nos dejó este gran santo de los tiempos modernos. En el palacio arzobispal se ha acondicionado el área donde se encuentra la habitación donde pernoctó el santo y se creado un ambiente propicio para la peregrinación y la oración. Queda aún pendiente colocar un signo en los espacios de LUZ donde el santo celebró la misa campal. El 31, día de San Juan Bosco, en la rectoría y en el Centro de formación agrícola de los padres salesianos en Carrasquero, se iniciarán las celebraciones en honor del bicentenario del nacimiento de este gran santo de la juventud.

El 21 de febrero se cumplirán 100 años del nacimiento de Mons. Domingo Roa Pérez, gran pastor que guió esta Iglesia local por más de 30 años y realizó una extraordinaria labor en la formación de sacerdotes, la promoción integral de los pobres, la educación en todos sus niveles y la evangelización a través de los Medios de comunicación social. Tenemos la gran responsabilidad de cultivar y acrecentar su legado socio-educativo y religioso. Necesitamos conocerlo mejor en todas sus facetas y aprender de su ejemplo de vida.
El 13 de marzo el Papa Francisco cumplirá dos años al frente de la barca de Pedro. ¡Qué bendición tan grande nos ha dado el Señor con su elección! La llegada de un pastor latinoamericano al solio pontificio es un fuerte llamado a todas nuestras Iglesias a comprometernos más con Jesucristo y llevar a cabo el programa trazado en la Exhortación “La Alegría del Evangelio”.
El 28 de marzo conmemoraremos los 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, gran reformadora, junto con San Juan de la Cruz, de la Orden de los y las Carmelitas. Una invitación a seguir valiéndonos de esta incomparable maestra de los caminos de la oración para crecer en nuestra vida espiritual y apoyar la fundación del Carmelo descalzo que se está llevando a cabo actualmente en nuestra arquidiócesis.

El 30 de abril daremos inicio al año jubilar por las bodas de oro de nuestra Arquidiócesis, creada por el Beato Paulo VI en 1966, creación que dio inicio a una nueva provincia eclesiástica y que actualmente está conformada por las diócesis de Cabimas, El Vigía-San Carlos, Machiques y la arquidiócesis de Maracaibo. Dentro de este marco festivo daremos inicio operativo a nuestro proyecto arquidiocesano de renovación pastoral con miras a construir juntos una Iglesia local casa, escuela y taller de comunión y solidaridad, inspirados en los modelos de Iglesia propuestos por el Movimiento Por un Mundo Mejor, por San Juan Pablo II (NMI 43), por el Concilio Plenario de Venezuela y el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”.
El 27 de mayo Mons. Diego Padrón, arzobispo de Cumaná, Mons.  Mario Moronta, obispo de San Cristóbal y a este pequeño servidor, cumpliremos 25 años de vida episcopal. Fuimos consagrados por el Cardenal José Alí Lebrún en la catedral de Caracas y fueron co-consagrantes Mons. Domingo Roa Pérez y Miguel Antonio Salas. Los invito a unirse a nuestra acción de gracias.
El 8 de agosto, fiesta de Santo Domingo de Guzmán, será una preciosa ocasión para bendecir al Señor por los 500 años de presencia en Venezuela de la Orden de los Predicadores. Haremos memoria agradecida  de aquel profético intento de evangelización “a la apostólica” en tierras de los Cumanagotos, inspirados por la predicación de los Frailes Pedro de Montesinos, Pedro de Córdoba y Bartolomé de las Casas y que concluyó con la muerte martirial de los misioneros.
Del 4 al 25 de octubre tendrá lugar en Roma la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos que recogerá los trabajos realizados por el Sínodo extraordinario del 2014 sobre el candente tema de los retos que plantea a la Iglesia toda la evangelización de la realidad  familiar, en sus múltiples expresiones y variadas expresiones. Estamos conscientes que se trata de un asunto de crucial importancia que afecta la médula misma de la construcción de la Iglesia y de la sociedad humana y al cual debemos darle acertadas respuestas.
Es con todo este panorama por delante que les deseo un santo y fructífero año 2015, lleno de la gracia y de la bendición de Dios.



+Ubaldo R Santana Sequera FMI

Arzobispo de Maracaibo

HERMANA FRANCISCA DE LOS ANGELE

Hermana de la Caridad, Dominica de la Presentación de Tours
Carmen de Viboral (Antioquia, Colombia) 16-02-1916, 
Maracaibo (Venezuela) 30-12-2014

Anoche, 30 de diciembre, celebró su Pascua definitiva la Hermana Francisca de los Ángeles, digna hija de la Beata Marie Poussepin, intrépida cristiana, fundadora, en el siglo XVII en Francia, de la Congregación religiosa Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación de Tours.
Ana Josefa Tobón  Arbeláez, su nombre civil, era una antioqueña de pura cepa, con el temperamento proactivo y la sólida fe de las familias cristianas de esa región colombiana. Enviada  a Maracaibo en 1971, después de algunos años en el Colegio, volcó toda la fuerza de su carisma fundacional y  el impetuoso fervor de su vocación de servicio en sus hermanos más necesitados. El fruto de esos desposorios fue la Casa de la Misericordia, creada en 1981, frente al Colegio de la Presentación, muy cerca del Hospital Universitario. Desde entonces el lugar se volvió, gracias  a la callada y abnegada entrega de la hermana, junto con otras religiosas de su congregación y un generoso cuerpo de voluntarios, en uno de los epicentros marabinos de la manifestación de la divina misericordia.

La Hermana Francisca no oraba solo por la sanación de los cuerpos; también atendía sus necesidades espirituales, pues bien sabía  que las enfermedades del alma son en gran parte la causa de las enfermedades del cuerpo y del espíritu. Los asiduos visitantes muy pronto lo advirtieron también ellos. Por eso acudían a la Casa de la Misericordia no solo en procura de curación física y de medicamentos sino también en búsqueda del camino de la fe, de  la oración, de orientación  espiritual. Y allí los recibía ella con su enorme capacidad de escucha, de amor y de misericordia, que emanaban de ese frágil cuerpecito de mujer.  Ella nunca se atribuyó nada. Todo para ella tenía su fuente en Dios.
La Hermana Francisca  era uno de los pilares orantes que sostenía esta Iglesia local. En los numerosos encuentros que tuve con ella siempre me comentaba cuánto oraba por la santificación de los sacerdotes, de las religiosas, de los seminaristas, por el advenimiento de la paz y de la justicia en Venezuela y por la concordia fraterna entre chavistas y opositores.  Ahora, desde el cielo, estoy seguro que continuará ejerciendo ese mismo servicio en nuestro favor de nuestra Iglesia y de nuestro país.

Mejor regalo no nos podía ofrecer Papa Dios en este año de la vida consagrada que este modelo de mujer que entendió la vivencia de su fe cristiana como una consagración religiosa siguiendo a Cristo contemplativo y sanador en la gran familia de los Dominicos.  Contemplar y entregar lo contemplado es el lema de esta Orden. Ese  fue el oficio de la Hna. Francisca entre nosotros: contempló el amor compasivo de Dios hecho hombre en Cristo Jesús y lo entregó sin reserva alguna y con alegría a los pobres.  
“Jesucristo es el principio y el fin de mi vida”, solía decir ella. Que su vida, su obra y testimonio susciten entre nuestras jóvenes venezolanas muchas vocaciones semejantes a la de esta extraordinaria religiosa. Nuestra Iglesia y nuestro país están hambrientos y sedientos de testigos del amor divino de esta calidad. ¡Gracias, hermana Francisca, por tu siembra de amor  entre nosotros durante estos 43 años!  Ya puedes contemplar, en toda la plenitud de su belleza, el rostro del esposo a quien serviste con tanta fidelidad en todos los que vinieron a verte.
+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo

martes, 23 de diciembre de 2014

MENSAJE DE NAVIDAD 2014 NAVIDAD: DIOS-CON-NOSOTROS Y NOSOTROS-CON-DIOS PARA SIEMPRE.

MENSAJE DE NAVIDAD 2014
NAVIDAD: DIOS-CON-NOSOTROS Y NOSOTROS-CON-DIOS PARA SIEMPRE

Queridos sacerdotes, diáconos, personas consagradas, seminaristas, laicos asociados y no asociados:
¡Un niño nos ha nacido;  un hijo  de hombre se nos ha dado! (Is 9,5). Esa es la gran noticia que celebramos los cristianos en la  Navidad. Nuestra fiesta gira en torno al advenimiento de un pequeño ser humano que es al mismo tiempo el Hijo eterno de Dios. ¡Qué grandioso acontecimiento!: ¡El Hijo de Dios se hace hijo de los hombres, uno de nosotros!  Así lo proclama el evangelista Juan en el prólogo de su Evangelio: “Y el Verbo se hizo hombre y puso su tienda entre nosotros” (Jn 1,14).
No se trata de una presencia pasajera; de una visita de turismo por la tierra; de un toque técnico, una escala antes de volver a su trono de gloria. No.  Dios ha salido de su eternidad y ha bajado hasta los subterráneos de la tierra para habitar con los humanos y todos los seres vivos y quedarse definitivamente con ellos. El profeta Isaías lo predijo siete siglos antes, al ponerle al Mesías el nombre de Emmanuel es decir: “Dios-con-nosotros” (Is 7,14). Dios para siempre e irreversiblemente con nosotros. Un “Dios-con-nosotros” que da por resultado un “Nosotros-con-Dios”.
Lo que se produce con el nacimiento de Jesús es una alianza tan fuerte entre Dios y los hombres y mujeres de la tierra que no habrá, de allí en adelante, poder humano o satánico capaz de romperla. Para hablar de ella la Sagrada Escritura utiliza la imagen de las nupcias (Cf Os 21-22; Is 62,5). No habrá más nunca humanidad sin Dios ni Dios sin humanidad. Se cumple por fin plenamente la promesa hecha por Dios a Noé al concluir el diluvio (Gen 9,12-16).
Ese niño que nace en la penuria de un pesebre, en una recóndita población de Palestina (Cf Miq 5,1), distante de los suntuosos palacios del César, envuelto en los pañales de la fragilidad humana, es la suprema revelación del amor de Dios a todos los humanos y a los seres vivos (Cf Jn 3,16) y de su poder redentor universal (Cf Rm 8,19-25). No viene afectivamente a salvar sólo al pueblo judío, ni sólo a los católicos o a los cristianos sino a todos los seres humanos, de todos los tiempos, de todas las razas, de todas las culturas, de todas las religiones. Dice la Escritura: “Dios, nuestro Salvador, quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Porque Dios es único, como único es también el mediador entre Dios y los hombres: un hombre, Jesucristo” (1 Tim 2,4).
 ¡Ésta es buena noticia! Y como todas las buenas noticias que vienen de parte de Dios, es perfecta, es buena sobre todo porque se da en la vida real. No es un discurso bonito: es un acontecimiento. Cuando los ángeles le anuncian a los pastores el nacimiento del Mesías, éstos dicen: “Vamos a Belén a ver eso que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado” (Lc 2,13-15). El evangelio prosigue: “fueron de prisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre”. Años más tarde, cuando Juan Bautista, encarcelado, manda sus discípulos para que le pregunten a Jesús si él es el Mesías que ha de venir, él les respondió: “Vayan y cuenten a Juan lo que están oyendo y observando: los ciegos ven,  los  cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia” (Mt 11, 2-5).
Los pastores van y encuentran un niño. Los enviados de Juan comprueban que  ciegos ven, sordos oyen, cojos caminan, muertos resucitan. Son hechos, son realidades, son obras del Altísimo. Así habla Dios. Así habla Jesús. Desde que el Verbo se hizo carne, todo lo que viene de Dios se hace creíble porque acontece en la carne de las realidades  de nuestra historia humana, sobre todo la de los pobres, los pequeños y los humildes. Así han de hablar los cristianos.
 No nos contentemos con hablar de Navidad. Hagamos acontecer Navidad. Nuestras familias esperan la Navidad para vivir más unidas. Nuestros niños y jóvenes tienen hambre y sed de la Navidad. Regalémosles, en vez de cosas: una vida ejemplar, obras de caridad, tiempo para escucharlos y estar atentos a sus necesidades profundas. Nuestros mayores anhelan la Navidad. Regalémosles visitas frecuentes, gestos de ternura y de atención personal. Nuestros enfermos suspiran por la Navidad que trae alegría, consuelo, compañía y sanación.
Navidad no se habla; se siente en el alma y se contagia por contacto personal. No reduzcamos la Navidad a adornos, a un ambiente, a un intercambio formal de regalos. Hagamos acontecer la   única y verdadera Navidad cristiana: la del niño Jesús, hijo de María Virgen, acostado en un pesebre y envuelto en pañales y que nos trae la profunda alegría de la salvación. Esa es la que tenemos que “ser” y “hacer acontecer” hoy y aquí en la realidad venezolana. Seamos Navidad. Seamos entendimiento y esperanza ¡Feliz Navidad!

+Ubaldo R Santana Sequera FMI         + Ángel F Caraballo Fermín
Arzobispo de Maracaibo                         Obispo auxiliar


domingo, 21 de diciembre de 2014

IV Domingo de Adviento con una oración de la Iglesia Oriental...

En este cuarto domingo de adviento comparto con ustedes esta hermosa oración de la Iglesia Oriental que encontré en la homilía para este domingo de Mons. Ángel Caraballo y que describe los regalos que la creación entera le hace a Dios: 
“¿Qué podemos ofrecer, oh Cristo, a cambio de que te hayas hecho hombre por nosotros?
Toda criatura te da testimonio de su gratitud:
Los Ángeles su canto
Los cielos la estrella
Los magos los regalos
Los pastores la adoración
La tierra una gruta
El desierto un pesebre
Pero nosotros, el género humano, te ofrecemos una Madre Virgen. 

Nosotros, esto es, la humanidad entera, te ofrecemos a María”.

martes, 16 de diciembre de 2014

ORDENACION PRESBITERAL DE LOS DIACONOS SILVERIO OSORIO ALBERTO QUINTERO, Y DAVID URDANETA

ORDENACION PRESBITERAL DE LOS DIACONOS
 SILVERIO OSORIO ALBERTO QUINTERO, Y DAVID URDANETA
13 DE DICIEMBRE DE 2014
Dt 1,9-14; Sal 115; 1Co 12,4-11; Jn 21,15-17

Muy queridos diáconos Alberto, David y Silverio,
Muy queridas familias de los ordenandos
Muy queridos sacerdotes concelebrantes
Muy queridos hermanos y hermanas


Hoy, día de Santa Lucía, santa y joven mártir siracusana, de gran arraigo popular en la devoción de los fieles zulianos, contemplamos, con gran alegría, cómo el Señor Jesús ha puesto nuevamente su mirada sobre este rebaño marabino y ha escogido a estos tres bautizados “para que estén con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar a los demonios” (Mc 3,13). Nosotros también, congregados en este templo de Ntra. Sra. de la Consolación, nos llenamos de admiración por las maravillas de Dios y, como María, cantamos nuestro Magníficat.


Cuando el Padre quiso salvar al mundo, no lo hizo solo de palabra sino mediante el envío de su propio Hijo (Cf Jn 3,16). Jesucristo, a su vez, no quiso llevar solo el cumplimiento de esta misión redentora sino que asoció a sí  doce apóstoles (Cf Mc 3,14), a quienes les comunicó su Espíritu (Cf Jn 20,22) y les confirió autoridad para  predicar el Reino de Dios hasta los confines del mundo (Cf Mt 28,20). Además estableció un vínculo muy estrecho entre sus mensajeros y su persona : “El que los recibe a ustedes me recibe a mí y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” (Mt 10,40). Finalmente transformó está unión entre ellos y de todos con él en una condición indispensable para que los destinatarios de su predicación lo aceptaran como Hijo de Dios, Señor y Salvador (Cf Jn 17,21-22).

Hemos oído, en la primera lectura, que así había actuado también Moisés cuando, agobiado por la pesada carga de conducir el pueblo de Israel a través del desierto hasta la tierra prometida, siguiendo el consejo de su suegro, eligió a “setenta varones prudentes con los cuales gobernó fácilmente un pueblo numeroso” (Cf Ex 18,13-27). Los apóstoles a su vez asumieron este mismo modelo de liderazgo. “Eligieron como auxiliares suyos en el servicio cotidiano a siete varones tenidos por fieles testigos del Señor, a quienes, mediante la oración e imposición de manos dedicaron al servicio de los pobres” (Cf Oración consecratoria; Hech 6,1-6).

Es el modelo de pastoreo recomendado por la Iglesia a través de los siglos a los obispos. No nos toca llevar solos la carga. El Señor nos ha adjuntado el Orden de los presbíteros, como próvidos cooperadores nuestros (Cf PO 2). Dentro de unos momentos, en la Oración consecratoria, elevaré al Señor la súplica siguiente: “Concede, Señor, también a mi humilde ministerio esta misma ayuda para mi más necesaria porque mayor es mi fragilidad”. El Señor ha venido en ayuda de mi fragilidad y me ha dado este año cinco nuevos colaboradores. Esta mañana damos alegre bienvenida a tres de ellos: a Silverio, David y Alberto, cristianos comprometidos provenientes de esta buena cantera zuliana que ha dado a la Iglesia tantos abnegados y santos sacerdotes como los padres: Helímenas Áñez, Felipe Santiago Jiménez, Luis de Vicente, Olegario Villalobos, Antonio Ma. Soto, Nolberto López y muchos otros de antaño y de hogaño que honran y embellecen este cuerpo ministerial. Queridos hijos, a ustedes les dirijo las palabras del profeta Isaías: “Miren la roca de la que fueron hechos” (Is 51,1).

Hermanos y hermanas, sabemos que los sacerdotes no salen de la nada. Provienen de ustedes, “descendencia elegida, reino de sacerdotes y nación santa”, pueblo sacerdotal, pueblo de Dios (Cf 1 Pe 2,9). Dios los ha tomado de entre ustedes, familias creyentes, asociaciones apostólicas, parroquias misioneras y los consagra, los unge, los configura con su Hijo Jesús y los vuelve a colocar en medio de ustedes para que sean la presencia misma de su Hijo Jesús y les transmitan su salvación. (Cf Is 61, 1-3; He 5,1). Antes de ser diáconos y presbíteros, obispos todos nosotros somos primero bautizados, cristianos, miembros del pueblo de Dios.

Durante muchos años estos tres hermanos nuestros sirvieron a su Iglesia como laicos comprometidos. Pero un buen día,  descubrieron como los primeros apóstoles que el Señor los llamaba para otra misión. “Vengan conmigo y les haré pescadores de hombres” (Mc 1,17). Cada uno de estos tres elegidos vivió este momento de manera diferente. Alberto escribe que desde su confirmación sintió la necesidad de entregarse al servicio de Dios y de la Iglesia. Silverio sintió, a través de la catequesis y de la liturgia parroquial,  que el Señor lo llamaba a dejarlo todo y a seguirlo. David cuenta que su vocación  al sacerdocio nació de la necesidad de romper la indiferencia ante las injusticias hacia el necesitado.
    
Queridos diáconos, dentro de poco, por la gracia sacramental y el don del Espíritu Santo ingresarán al Orden de los Presbíteros, quedarán incardinados a una Iglesia local, regida por un Obispo, quien será, de ahora en adelante, su padre, amigo, hermano y pastor. Se incorporarán a un presbiterio, para vivir juntos,  sacerdotes diocesanos y religiosos, en fraternidad y comunión  y cooperar en el ministerio episcopal que desempeñamos Mons. Ángel y este servidor. En el presbiterio marabino aprenderán a construir la Iglesia local como casa, escuela y taller de comunión. A vivir en fraternidad, a ser solidarios unos con otros,  a compartir los bienes, a crecer en capacidad de servicio y entrega a la porción del rebaño encomendado.

Su ministerio será tanto más eficaz cuanto más unidos trabajen entre sí  con  su Obispo, al servicio del crecimiento y santificación del conjunto del pueblo de Dios. Si por la ordenación quedan configurados con Cristo Buen Pastor es para trabajar, junto con el Obispo y sus demás hermanos, en la constitución y el cuidado de un solo rebaño. “Entonces se formará un rebaño único, bajo la guía de un solo pastor” (Jn 10,16). No hay que confundir hacer Iglesia con hacer conucos de Iglesia; hay que construir una sola Iglesia. Formar parte de un presbiterio no basta: hay que construir un solo presbiterio y no un archipiélago de curas yuxtapuestos. Déjense moldear por el Espíritu de Cristo, único arquitecto capaz de llevar a cabo, la construcción, a primera vista imposible, de esta unidad a partir de la variedad de los dones, de los ministerios y de las funciones que él mismo ha distribuido entre todos. (Cf Segunda lectura).

Vivimos en un mundo lacerado por las guerras, marcado por escandalosas desigualdades, dominado por la anticultura de la muerte, devastado por los odios, las discriminaciones y lo que el Papa Francisco llama “la cultura del descarte”, es decir una cultura que impide que los niños nazcan, que los jóvenes trabajen, que los mayores sean tomados en cuenta. Nuestro pueblo sufre no solo por el desabastecimiento, la angustia para conseguir las medicinas, el alto precio de los productos de primera necesidad  sino también por la violencia incontrolada, la inseguridad, la corrupción de las autoridades y de los líderes sociales y religiosos; la falta de valores, de principios morales y orientaciones éticas y religiosas. El pueblo que les toca pastorear sufre por la falta de convivencia, de respeto mutuo, de tolerancia.

Por eso es esencial que los pastores de este siglo, de este nuevo milenio, crean en la comunión, la construyan en sus propias vidas y se empeñen en buscar la unidad de su Iglesia en el cumplimiento de su ministerio. Quedó definitivamente atrás el viejo modelo de cura tridentino. No fue malo. En su tiempo dio buenos frutos. No seríamos hoy lo que somos sin ellos pero no seríamos fieles al legado si intentáramos preservarlo. El magisterio de la Iglesia, desde el Concilio Vaticano II, nos dice  que el viejo modelo de Iglesia de cristiandad ya no responde a las necesidades de la evangelización del mundo y de la sociedad postmoderna y que se impone por consiguiente una decidida y valiente conversión personal y pastoral.

No hay nueva evangelización sin nuevos y renovados pastores, sin una Iglesia que sea de los pobres, desde los pobres y con los pobres. La nueva evangelización tiene que dejar de ser retórica y tema de discursos y sermones y ha de empezar a verse. El Hijo de Dios para hacer creíble su amor y su voluntad de salvar al mundo no solo habló en las Escrituras sino que se encarnó, se hizo hombre; trabajó con sus manos, vivió pobremente en medio de su pueblo, recorrió a pie sus caseríos, entró en sus casas, compartió sus penas y sus alegrías, curó sus enfermos, expulsó sus demonios; sufrió persecución, cárcel y martirio; murió en la cruz (Cf GS 22).

La nueva evangelización ha de encarnarse entonces en sus pastores. Tiene que verse y tocarse: en la santidad personal y comunitaria de los obispos y sacerdotes, en sus métodos pastorales, generadores de vida comunitaria, de cristianos adultos, de laicos comprometidos en la gestación de una nueva sociedad, justa y fraterna, impregnada de la cultura de la vida y de la solidaridad. Ha de verse en su estilo de vida sencillo, austero, desprendido de toda clase de ínfulas de poder, de prestigio y de privilegios. Ha de verse en hombres concretos que gastan la vida con humildad y alegría entre la gente de las parroquias, educan a los jóvenes, acompañan a las familias, visitan a los enfermos en casa y en el hospital, se hacen cargo de los pobres, en la certeza que, como dice Tolstoi, “separarse para no ensuciarse con los otros es la suciedad más grande” (Cf Papa Francisco).
 
El sacerdocio que recibimos no es nuestro: es el de Cristo que quiere compartirlo con nosotros para construir su Iglesia, que es su cuerpo, su pueblo, su esposa. Su vocación es ser un hombre de comunión no solo con la jerarquía, el Papa, el Obispo, sus hermanos sacerdotes, diáconos sino con todos los demás miembros del pueblo de Dios. No está sobre nadie. Su puesto no es el primero sino el último (Cf Lc 22,26). Es un simple soldado raso que, por donde pasa, va sembrando la pasión por la unidad,   la comunión y la misión. Nunca deja detrás de sí un cementerio sino una sementera. Un pastor que es consciente de que su propio ministerio proviene únicamente de la misericordia y del corazón de Dios, nunca podrá asumir una actitud autoritaria, como si todos estuvieran a sus pies y la comunidad fuera de su propiedad, su reino personal.” (Papa Francisco). La autoridad que se le confiere, los poderes ministeriales que recibe  no son para pisar ni tiranizar a nadie sino pura y exclusivamente para servir mejor y siempre a sus hermanos (Cf Mc 10,41ss).

Mis hijos, amen profundamente a su Iglesia, no en abstracto, no en general sino en concreto: amen esta Iglesia a la que  pertenecen, en la que viven con sus bellezas y arrugas, sus cualidades y defectos. Siempre estén disponibles para servirla donde sea, cuando sea, como sea sin condiciones y desinteresadamente. Construyan Iglesia, den a luz comunidades cristianas, edifiquen y consoliden su presbiterio, formen creyentes adultos, hagan acontecer el Reino de amor, de justicia y de paz. La Buena noticia del Reino es buena noticia porque acontece no solo porque se predique. Jesús condenó a los fariseos porque decían y no hacían (Cf Mt 23,3).

 El Evangelio que hemos escuchado nos enseña que desde Pedro, el primer Papa, hasta hoy, todos los sacerdotes y obispos, son pecadores perdonados.  Los que figuran en el catálogo de los santos, los que forman parte de la gran muchedumbre anónima que rodea al cordero inmolado (Cf Ap 7,9-10), los centenares de miles que en las cuatro latitudes del mundo, en ciudades, selvas, llanos y campos, se levantan cada día y se entregan incansablemente a su ministerio, todos somos pecadores perdonados. Somos hombres débiles que Cristo hace fuertes (Cf 2 Co 12,9), hombres incrédulos, como Tomás, vueltos creyentes en sus llagas gloriosas (Cf Jn 20,27-29); hombres cuyos abrumadores  pecados han quedado sepultados en la sobreabundancia de su amor (Cf Rm 5,20).  Unos renegados, transformados por el milagro de su perdón, en pastores de su rebaño. “¿Me amas? Pastorea mis ovejas” (Jn 21 15-16). Siempre que predomine el amor de Cristo sobre nuestra miseria humana, podremos hacernos cargo de una parte de su rebaño.

Aquí está la fuente de la caridad pastoral. La caridad pastoral es el modo propiamente cristiano del sacerdote de vivir el mandamiento del amor que el Señor dejó a sus discípulos en el cenáculo (Cf Jn 13,34). Para pastorear como Cristo hay que amar a las ovejas de Cristo como él las amó. El Señor las amó hasta el colmo dando su vida por ellas. “No hay mayor amor que el de dar la vida por sus hermanos” (Jn 13,1; 15,13). La caridad pastoral es el amor del corazón de Jesús, Buen Pastor, presente en nuestras vidas que nos sostiene, nos inspira, nos motiva y nos lleva permanentemente a cuidar con atención y ternura las personas confiadas a nuestro cuidado, a conocerlas por sus nombres, a reunir  a las dispersas, a apacentarlas en buenos pastos, a buscar a las perdidas, a traer al redil a las descarriadas, a vendar a las heridas, a robustecer a las débiles, a mantener a las fuertes (Cf Ez 34,11-16; Lc 15).

La fuente de donde mana la caridad pastoral es la eucaristía. No solo la celebración diaria de la eucaristía sino sobre todo una vida, una espiritualidad eucarística. La Eucaristía ha de impregnar todos los momentos de la vida del sacerdote desde que se levanta hasta que se acuesta, desde el inicio de su ministerio hasta que el Señor lo llame a su casa. Sacerdocio y Eucaristía nacieron juntos en el Cenáculo y juntos los hemos de mantener. “Hagan esto en conmemoración mía” (Lc 22,19) les dijo el Señor a sus apóstoles. Seamos fieles a su mandato. Que la eucaristía nos haga más sacerdotes y que el ejercicio de nuestro sacerdocio nos haga cada vez más eucarísticos.

Alberto, ama y apacienta el rebaño de tu Señor. Silverio, se buen colaborador de la Verdad. David, que siempre estés dispuesto a dar respuesta a todo el que te pida razón de tu esperanza. Que a los tres la Virgen María les muestre todo su amor de madre, les guíe diariamente al Cenáculo para orar con ella y esperar la llegada del Espíritu pentecostal; les consiga la gracia de encontrarse personalmente con Cristo; los haga oyentes obedientes de su Palabra; les enseñe a decir siempre SI a Dios; les dé el gusto espiritual de ser parte del pueblo pobre y sencillo y a llevar el evangelio de la vida por los nuevos caminos de la misión.

Maracaibo 13 de diciembre de 2014

+Ubaldo R Santana Sequera FMI

Arzobispo de Maracaibo

LA HIJA MENOR TIENE SEIS AÑOS...

En este sexto aniversario del Semanario Católico “La Grey” damos gracias a Dios por el precioso don que le ha hecho a esta Iglesia de evangelizar a través de los Medios de Comunicación Social. Efectivamente, desde sus inicios, la Iglesia local de Maracaibo, bajo la conducción de sus pastores y el apoyo de creativos sacerdotes y seglares, siempre tuvo una clara consciencia de la importancia primordial que tienen los Medios de Comunicación Social para cumplir a cabalidad con el mandato de Nuestro Señor Jesucristo a sus discípulos de llevar su Buena Noticia por el mundo entero (Cf Mt 28,20). 
El primer obispo, Mons. Francisco Marvez, quien tomó posesión de la recién creada diócesis el 10 de febrero de 1898, llevaba por dentro esa inquietud y al encontrarse a su llegada con el diario, “La Lectura Popular” le dio su  aprobación para que circulara con carácter de prensa católica. También dio inicio a la publicación del Boletín Eclesiástico, órgano oficial de la Diócesis del Zulia.

El historiador Iván Darío Parra, en su libro “Los prelados del Episcopado zuliano”, reseña que, durante el episcopado del segundo obispo de la diócesis, Mons. Arturo Celestino Álvarez (1910-1919),  existían varios periódicos que se publicaban como prensa católica: “El Boletín Eclesiástico”, órgano del obispado; “La Propaganda Católica”, órgano de los devotos del Santísimo Sacramento; “El Adalid Seráfico”, órgano de la parroquia de Santa Lucía; “El Tesoro del Hogar”, publicación de las mujeres de Acción católica y “El Tesoro de la Infancia”, órgano de la Sociedad Infantil de San José. (Cf o.c. p 59).

Mons.  Marcos Sergio Godoy, tercer obispo de la diócesis, al tomar posesión  puso sus dotes de periodista y de gran orador al servicio de la diócesis.  Apoyó al p Olegario Villalobos para que en 1922 editara, desde  la parroquia El Sagrario de Catedral, “La Hojita Parroquial” que circulaba los domingos y se distribuía gratuitamente en las Iglesias de Maracaibo. Este micromedia se convertirá luego en la herramienta preferida de muchos párrocos para proyectar el mensaje cristiano, sobretodo en tiempos de la dictadura. Famosa “la Hoja parroquial” y sus “Alfilerazos” de la parroquia Santa Bárbara dirigida por el p. Mariano Parra León. Continuó el Boletín Eclesiástico, fundó, en 1924, el diario católico vespertino “La Columna” y lo colocó bajo la dirección del p Helímenas  Añez, de ilustre memoria en el clero zuliano, quien lo dirigió hasta su muerte. En junio de 1939 salió al aire la emisora “La Voz de la Fe”, de amplio radio de transmisión, conducido por el p Olegario Villalobos, otro gran apóstol de la caridad del clero marabino.

Mons. Domingo Roa Pérez, con amplia visión y aguda inteligencia pastoral, continuó esta labor y le dio un decisivo impulso a los medios de comunicación social. Los consideró una herramienta de primera categoría para difundir el mensaje cristiano, la doctrina social de la Iglesia y la defensa de todos los valores de la región zuliana. Bajo su pontificado se creó el Complejo Cultural “Niños cantores del Zulia”, con el apoyo del p Gustavo Ocando Yamarte, que comprendía, entre otras muchas obras visionarias y futuristas, una nueva emisora de radio de frecuencia modulada, NC Estéreo, y un canal de Televisión, NCTV, ideado para contribuir a la evangelización de la cultura no solo en el ámbito regional sino en amplios espacios del territorio nacional.  Confió a “Fe y Alegría” otra emisora, Radio Selecta, más adelante asumida por la Renovación carismática católica con el nombre de “Lumen, la Buena Noticia”. Creó dentro de  la Universidad Católica Cecilio Acosta, UNICA, la facultad de Comunicación social, una de sus ofertas académicas más prestigiosas y reconocidas. Todos estos medios tenían una  clara finalidad: poner en práctica las orientaciones contenidas en el  Decreto “Inter Mirífica” del Concilio Vaticano II. A todos ellos vinieron a sumarse las emisoras promovidas por la organización educativa Fe y Alegría.

El sucesor de Mons. Roa, Mons. Ovidio Pérez Morales, comunicador nato,  se ocupó de fortalecer ese valioso patrimonio comunicacional con el apoyo de un amplio equipo de jóvenes seglares. El mismo contribuyó con numerosos artículos en varios medios impresos de la región y la publicación de varios libros.  Hoy, ya retirado, sigue activamente presente como agudo articulista y gran usuario de las redes sociales.
Al cumplirse el sexto aniversario de la Grey, hija menor y aún muy pequeña de esta gran familia comunicacional, tomamos conciencia renovada de la imperiosa necesidad de valernos  de estos medios, más sólidos y mejor articulados, con mayor dominio de los nuevos códigos tecnológicos, para llegar a las nuevas generaciones, penetrar en sus mundos culturales y entregarles, con toda su fuerza transformadora, el evangelio de Jesús el Señor. ¡Felicidades, La Grey!

+Ubaldo R Santana Sequera FMI

Arzobispo de Maracaibo

martes, 2 de diciembre de 2014

EL POST CAM 4: Y DESPUÉS DEL CUARTO CONGRESO MISIONERO AMERICANO ¿QUÉ?

EL POST CAM 4
DESPUÉS DEL CUARTO CONGRESO MISIONERO AMERICANO ¿QUÉ?


Hace un año- del 26 de noviembre al 1º de diciembre- nuestra arquidiócesis  tuvo la dicha y el privilegio de ser la sede del más importante evento misionero continental: el Cuarto Congreso Americano Misionero (CAM 4), noveno en su versión latinoamericana (COMLA 9).  Concurrieron delegados de todos los países de América. Se inauguró con la presencia del episcopado venezolano y del Cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los pueblos, como Legado extraordinario del  Papa Francisco. Todo se desarrolló bajo el manto de la Chinita cuyas  fiestas se acababan de celebrar.

A finales del pasado mes de octubre las Obras Misionales Pontificias de Venezuela publicaron un libro en el que se recogen las Conclusiones del Congreso. Trae el Mensaje del Cardenal Filoni, un resumen de las ponencias de los expertos invitados y las 302 propuestas provenientes de los 22 foros temáticos.  Ya tendremos oportunidad de compartir, en otro editorial, el rico contenido de las ponencias y de los trabajos de los foros temáticos.
Pero ahora nos podemos preguntar: ¿Y cuál fue el fruto de este congreso en las Iglesias de América, en Venezuela y más concretamente en la arquidiócesis de Maracaibo?  Es muy prematuro, quizá, medir el impacto real de este acontecimiento en las Iglesias de nuestro país y en los demás países de América. Los Congresos son grandes momentos significativos de la vida de la Iglesia. Necesitan varios años de preparación. Involucran un gran número de personas.  Son experiencias pastorales que convocan multitudes,  fortalecen la fe, ayudan a tomar conciencia de la índole misionera de la Iglesia y permiten avanzar en la reflexión de grandes temas teológicos y pastorales.
Pero quede claro que lo más importante de esta clase de eventos  es que animan a sus participantes, tanto personal como institucionalmente,  a  asumir compromisos concretos, en este caso en el campo de la misión “ad intra” y “ad gentes”. Se, por ejemplo, de una diócesis del centro del país en la que se han activado parroquias misioneras. ¿Se acuerdan de los misioneros que fueron enviados al final de la misa de clausura, provenientes de cuatro diócesis venezolanas? Pues,  ya se encuentran en la Misión de Mangé,  en Mozambique (África), al servicio de la diócesis de Teté. Es el primer paso de un compromiso de mayor envergadura: asegurar el relevo del equipo actual, al término de su período de servicio, con el envío de otro equipo misionero venezolano.
 ¿Es mucho soñar que las arquidiócesis y diócesis de Venezuela se preparen para poner, a la disposición de esta misión africana y de otras que puedan surgir dentro y fuera del país, equipos integrados por seminaristas, sacerdotes, diáconos, laicos y laicas misioneros? ¿No sería ésta una manera de cumplir con la norma del diezmo misionero asumida en el Concilio Plenario de Venezuela? Una cosa es cierta: sea con ésta u con otras modalidades, las Iglesias que peregrinan en Venezuela y en el continente tienen que salir ya a llevar el evangelio fuera de sus fronteras internas o externas. La presencia de un Papa latinoamericano en Roma vuelve este compromiso mucho más apremiante. No lo podemos dejar solo. Exceptuando México, Colombia y Argentina, la gran mayoría de los países no se han puesto aún las botas misioneras y permanecen encerrados dentro de sus propios confines eclesiales. El verdadero termómetro para medir la mayoría de edad de una Iglesia diocesana es su capacidad de apertura misionera “ad intra y ad gentes”. Iglesia que no misiona, Iglesia sin futuro.
Dejemos a las demás diócesis hacer su propio examen de conciencia. Hagamos el nuestro aquí en Maracaibo. Nuestra responsabilidad es mayor porque fuimos los anfitriones.  ¿Por qué el Señor escogió nuestra Iglesia local para realizar esta gran convocatoria misionera? ¿Qué llamado especial nos está haciendo el Señor en estos momentos? ¿Qué podemos hacer para hacer efectiva nuestra respuesta y transformarnos, como nos lo pide el Papa Francisco, en Iglesia en salida misionera hacia las periferias existenciales y territoriales de este planeta? Ya no es hora de palabras sino de producir frutos concretos.
En todo caso tenemos que admitir que después de un concilio universal, de cinco conferencias generales Latinoamericanas y del Caribe, de un concilio plenario nacional, de 9 congresos misioneros latinoamericanos y de cuatro congresos continentales aún no hemos logrado romper el viejo paradigma según el cual la misión es una realidad asociada a un grupo especializado. Paradigma paralizante y anquilozador, presente no solo en los fieles sino también en gran parte del clero. Mientras sigamos pensando que el asunto de la misión involucra a unos pocos y no a todos los bautizados o que se trata de la organización de eventos transitorios pirotécnicos, seguiremos siendo una Iglesia con pantalones cortos. La Iglesia o es misionera o no es Iglesia.

+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo
www.elpastorysugrey.blogspot.com
@MonsUbaldo


Comunicado de la Comisión Justicia y Paz de la CEV ante los trágicos sucesos ocurridos en el penal de Uribana (Edo Lara).

Les comparto el comunicado de la Comisión Justicia y Paz de la CEV ante los trágicos sucesos ocurridos en el penal de Uribana (Edo Lara). Solidarizarse y difundir. Dios los bendiga

La misericordia es la que cambia el corazón y la vida, la que puede regenerar a una persona y permitir que se reintegre de forma nueva en la sociedad''. Papa Francisco.

La Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), ante los  sucesos ocurridos en el centro penitenciario conocido como David Viloria, ubicado en el sector Uribana del Estado Lara, el miércoles  26 de Noviembre del 2014 en el que perdieron la vida por ahora treinta y tres (33) privados de libertad y donde hay más de 145 afectados, quiere manifestar una vez más sus sentimientos, preocupaciones y exigencia.

Sentimientos:
Nos duele: La muerte de seres humanos Venezolanos recluidos en instituciones resguardadas por el Estado, y la de tantos otros que dentro y fuera de los centros penales son víctimas de la espiral de violencia. Nos unimos al dolor de las familias de los que han muerto, las acompañamos con nuestra oración a Dios Padre compasivo que quiere que todos sus Hijos tengan Vida y Vida en abundancia (cf Jn 10,10).
Sentimos verdadera preocupación:
Que los recintos penitenciarios, lejos de ser centros formativos de reinserción social, son más bien lugares de hacinamiento, violencia, castigo y represión que deteriora aún más a la persona privada de libertad.

Exhortamos
- Al Estado: para que inicie inmediatamente una investigación completa que clarifique las circunstancias que rodearon las muertes e intoxicaciones de la población Privada de libertad. Se informe  rápida y verazmente  a los familiares y al país de la situación, con miras a que la familia calme la tensión que han vivido las últimas 72 horas producto del desconocimiento del paradero de sus familiares.

- Al Poder Judicial: la aplicación de la justicia para agilizar la mora judicial, eliminar la impunidad y los malos tratos en los recintos penitenciarios.

-Al Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario de Venezuela: que se comprometa de manera más decidida a solucionar la grave crisis penitenciaria existente y se tomen todas las medidas necesarias para la no repetición de estos hechos y para la garantía efectiva de todos los derechos humanos de las personas privadas de libertad bajo custodia del Estado venezolano.

- A todas las Iglesias y en especial a la Iglesia Católica: les pedimos su oración por los afectados en los recientes sucesos de Uribana, así como por todos los que padecen la violencia carcelaria en la rutina de cada día. Igualmente hacer una reflexión comunitaria sobre el valor de la Vida y la responsabilidad del Estado en reconocerla y cuidarla.

Reiteramos la petición de:
Permitir el trabajo de la Pastoral Penitenciaria para que puedan promover una pastoral de prevención y acogida al interno de los centros penales, así como en el entorno familiar.

La ratificación del Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura de las Naciones Unidas. Este tratado internacional establece la creación de un mecanismo nacional de prevención, que pueda realizar visitas de supervisión a los centros de detención del país y recomendar medidas para mejorar las condiciones y el respeto a los derechos humanos en el sistema carcelario.

En Caracas, a los 28 días del mes de Noviembre  2014

+ Mons. Roberto Luckert León
Presidente de la

Comisión  de Justicia y Paz de la CEV

HOMILIA EN LA ORDENACIÓN PRESBITERAL DEL DIAC. DILMER BAEZ.

HOMILIA EN LA ORDENACIÓN PRESBITERAL DEL DIAC. DILMER BAEZ.
Sábado 29 de Noviembre de 2014
(Isaías 61, 1-3; Salmo 88; Heb 5, 1-10;  Jn. 20, 19-23)

Querido Diácono Dilmer y familia
Queridas hermanas y queridos hermanos en Cristo Jesús,
Con gran alegría les saludo a todos ustedes, familiares y amigos que han venido de diversas partes del territorio arquidiocesano y de otras diócesis, para acompañar al diácono Dilmer en este acto trascendental y único que lo transformará en “sacerdote para siempre”. Bendigamos al  Señor Jesús quien, en su infinita misericordia, lo ha ido a buscar entre los jóvenes de Guarero, en su tierra goajira, para ponerlo, como dice la Carta a los Hebreos “a su servicio en favor de los hombres a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados” (Heb 5,1).
Están presentes en esta celebración los feligreses de la parroquia Sagrado Corazón de Guarero, parroquia que lo vio nacer y descubrir su vocación, de la parroquia Cristo Redentor de Tamare, donde realizó su etapa pastoral  y ejerció su ministerio diaconal, y de  la Parroquia Santa María de Guana donde ejercerá como su ministerio sacerdotal. Agradecemos la fraterna acogida que nos dispensa  esta comunidad parroquial de San Rafael Arcángel.
 Un pensamiento muy especial dirijo a los padres de Dilmer que donan este hijo a Dios y a la Iglesia. Los hijos, son hijos de Dios. Ustedes le han dado lo mejor a Dios, y Dios que, no se deja ganar en generosidad, los recompensará largamente. Todos sus hijos son estupendos, pero Dilmer, dentro de algunos minutos, será Cristo vivo, actuante y presente  en medio de su pueblo. Él les dará, estoy seguro de ello, las mayores alegrías. Pediré, y pido que me acompañen en esta petición, al dueño de la Iglesia, a Dios, que nos envíe más sacerdotes, que nos envíe sacerdotes santos, espejos refulgentes  de Jesús en esta tierra.
En varias partes de la liturgia de esta solemne celebración, mencionaremos al Espíritu del Señor. En la primera lectura, hemos escuchado una profecía de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí" (Is 61,1). El evangelio nos narra cómo, la tarde misma del día de su resurrección, Jesús se presenta en el cenáculo, donde, llenos de miedo, están encerrados sus apóstoles y, después de saludarlos, los envía en misión,  les confiere su espíritu y les da poderes para perdonar pecados en su nombre (Cf Jn 20,22). Dilmer, cuando estés  postrado en tierra, pediremos al Padre celestial que “por la efusión del Espíritu Santo te libre de todo mal”. Y en la oración consecratoria, después de la imposición de las manos, pediré al Señor: “Renueva “en su corazón el Espíritu de Santidad; reciba de Ti el sacerdocio de segundo grado y sea, con su conducta, ejemplo de vida” (Ritual de Ordenación de Presbíteros).
Mis queridos hermanos y hermanas, el Espíritu Santo es el que preside hoy esta Eucaristía. Él es quien dona a la Iglesia hoy un nuevo presbítero wayuu  para formar parte del presbiterio que está colaborando conmigo y Mons. Ángel Caraballo en el pastoreo de esta Arquidiócesis. El Espíritu Santo sigue sembrando en los corazones de los jóvenes de esta tierra goajira la semilla de la vocación sacerdotal. No nos cansemos de orar, en familia y en parroquia; en grupos apostólicos y asociaciones misioneras para que todos los llamados respondan con generosidad, sin titubeos, sin miedos, con gran alegría y disponibilidad, como lo hizo el profeta Isaías cuando el Señor se le manifestó y preguntó: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” Y él respondió: “Aquí estoy yo envíame” (Is 6,8).
Querido Dilmer, dentro de pocos minutos, con la imposición de mis manos y la oración consecratoria, el Espíritu del Señor te invadirá, tomará posesión de ti, te ungirá, te consagrará y, sin cambiar tu identidad y tu naturaleza, te vaciará de ti para llenarte de Él. Te convertirá en una persona “dedicada” total y exclusivamente al servicio de la misión divina; serás enviado por El para actuar en nombre de Jesús,  ser signo de su presencia, anunciar su evangelio  a los pobres, vendar los corazones rotos, liberar a los esclavizados por el  pecado, anunciar la alegría de la salvación.
El Espíritu que descenderá sobre ti es el mismo Espíritu que “se cernía sobre las aguas” cuando Dios creaba todas las cosas (Cf Gen 1,2); el mismo que guió y protegió a Moisés en el desierto (Ex 33,12-17); el que descendió sobre la Virgen María en el momento de la encarnación del Hijo de Dios en su seno (Cf Lc 1,35); el que reveló la identidad y la misión de Cristo en el momento de su bautismo en el Jordán (Cf Lc 3,22); el mismo Espíritu que Cristo transmitió a los apóstoles en la tarde de Pascua y Pentecostés (Cf Jn 20,22; Hech 2,4).
Hoy, querido hijo, Cristo te dona su Espíritu, el cual te cubre, te llena, te fortalece, te anima, te ilumina, en resumen, te santifica, para que seas, delante de los hombres, su testigo fiel e idóneo,  pues, “aunque la gracia de Dios puede realizar la obra de la salvación, también por medio de ministros indignos, sin embargo, Dios prefiere, por ley ordinaria, manifestar sus maravillas por medio de quienes, hechos más dóciles al impulso y guía del Espíritu Santo, por su íntima unión con Cristo y su santidad de vida, pueden decir con el apóstol: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gal., 2, 20). (PO, 12). Está unción del Espíritu debe permanecer en ti y debes comunicarla a las personas que la Iglesia, en mi persona hoy y en mis sucesores más adelante, te encomiende. Debes cultivarla y aumentarla cada día con tu trato con Jesús en la oración, en la lectura asidua de la Palabra de Dios, en la recepción de los sacramentos de la eucaristía y confesión, y en la disponibilidad y apertura de corazón para  dejarte evangelizar por los pobres y sencillos.
El Papa Francisco ha insistido en las homilías que celebra diariamente en la casa Santa Marta, sobre la necesidad de que el sacerdote se tome en serio su vida espiritual. “La fuerza – dice el papa- de un sacerdote está en la relación con Jesús; éste, cuando crecía en popularidad, iba al Padre, se retiraba en lugares solitarios a rezar (CF Jn 6,15)”. En tus exámenes de conciencia, nunca debe faltar la pregunta siguiente: “¿cuál es el lugar que ocupa la oración en mi vida sacerdotal?, ¿tengo (con Jesús) una relación viva de discípulo a maestro, de pobre hombre a Dios, o es una relación artificial…que no viene de corazón?” 
Sigue diciendo el papa que “cuando un sacerdote se aleja de Jesús puede perder la unción”. En su vida no, pues está ontológicamente configurado a Cristo…”pero la pierde existencialmente. Y en vez de ser ungido termina por ser grasiento. Los que ponen la fuerza en las cosas artificiales, en las vanidades, en comportamientos impropios…en un lenguaje cursi…Cuantas veces hemos escuchado decir con dolor “éste es un cura vanidoso porque siempre habla de superficialidades…ha perdido la unción: es un grasiento
Por la presencia del Espíritu en ti, por su acción y gracia, podrás realizar gestos extraordinarios que superan infinitamente tus capacidades naturales: los hombres se convertirán en hijos de Dios, los pecadores encontrarán la misericordia del Padre, los prisioneros del mal encontrarán la vía de la conversión en la escucha de la palabra que salva. El Espíritu estará sobre ti, cuando, en cada misa, Cristo toma posesión de tu frágil humanidad para hacerse presente en su cuerpo y Sangre  en las especies eucarísticas. Saber todo esto, debe llenarte por un lado de temor y de temblor, pero por otro de alegría y de responsabilidad todos los días de tu vida.
La presencia del Espíritu sobre ti no te hace miembro de una clase que debe ser homenajeada o venerada; no te convierte en un huésped o un extranjero al servicio  de la Iglesia, sino en un familiar de Dios. El huésped y el extranjero son servidos y homenajeados; los familiares sirven, acogen, son responsables del buen andar de la familia, no son señores y propietarios, sino siervos y administradores alegres y fieles (Cf Mt 24,45-47). 
Esa es la actitud que nos pide el Papa Francisco en el capítulo V de su Exhortación apostólica “El gozo del Evangelio”: que seamos “Evangelizadores con Espíritu”, es decir, que nos abramos, sin temor,  a la acción del Espíritu Santo, para que se repita la escena que nos narra el libro de los Hechos, cuando los apóstoles, al recibir la efusión del Espíritu, salen de sí mismos y se transforman en anunciadores de las grandezas de Dios (Hech 2,1-11).
Es un gran reto que tienes, querido hijo. Cuenta con mi oración y mi cercanía de Padre, con el apoyo y la compañía fraterna de tu presbiterio al cual desde hoy te incorporas y la entrega al lado tuyo de muchos laicos comprometidos. Tienes todavía poco tiempo en la Misión del Guana, pero ya la amas y estás dando la vida por ella. Estás en la periferia geográfica y existencial de nuestra arquidiócesis. Allí has podido ver con tus propios ojos la pobreza, la carencia de los productos de primera necesidad, el contrabando que está desangrando nuestro país….Siéntete orgulloso de servir a estos hermanos tuyos de fe y de etnia; ellos son los preferidos del Señor.
Ser evangelizador con Espíritu te llevará a asumir la opción evangelizadora de Jesús, que asumió la naturaleza humana menos el pecado, que no hizo alarde de su categoría de Dios, que miraba a las personas con una profunda atención amorosa, que era accesible a todos, no ponía barreras sino más bien las quitaba, no excluyó a nadie de su corazón: pecadores públicos, prostitutas, ricos, pobres, personas con diferentes ideologías, a pesar de la crítica de los que lo tildaban de comilón, borracho  y no entendían su modo de actuar. Todos recibieron de Jesús: perdón, consuelo, afecto, reprensión y guía.
Hace una semana, la Iglesia Universal y nuestra Iglesia Arquidiocesana, inició el Año de la Vida Consagrada decretado por nuestro querido papa Francisco. También estamos preparándonos para celebrar el quinto centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, santa, mística, reformadora del Carmelo y doctora de la Iglesia de cuya doctrina y experiencia espiritual se alimenta la Iglesia. Esta mística afirmó que  "El Espíritu Santo como fuerte huracán hace adelantar más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad, que lo que nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con nuestras solas fuerzas".
Que ese Espíritu, especialmente a través de sus dones, te ayude en el cumplimiento de tu misión: el don de la sabiduría para saber descifrar la presencia de Dios en los acontecimientos de tu propia vida y de la Iglesia (Cf Rom 12,2); el don de la inteligencia, para buscar con pasión la verdad revelada y sentir con la Iglesia; el don de consejo para dejarte orientar en tu propia conducta según la Providencia, sin dejarte condicionar por los prejuicios del mundo; el don de la fortaleza para enfrentar con ánimo las dificultades del ministerio (Cf 2 Tim 2,3) y proclamar a tiempo y a destiempo, con « parresía » (audacia) apostólica, el Evangelio de la salvación (cf. Hch 4, 29.31); el don de la ciencia “para que puedas comprender, junto con todos los creyentes, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo” (Ef 3,18); el don de piedad que reavive en ti “el don de Dios que te fue conferido desde el momento en que te impuse las manos” (2 Tim 1,6); finalmente,  el don del temor de Dios, el último en la jerarquía de los dones, para que vivas y actúes siempre consciente de que llevas el tesoro del sacerdocio en un frágil vaso de barro (Cf 2 Co 4,7) y por consiguiente de la inaplazable necesidad de la gracia divina (Cf 2 Co 12,9-10), puesto que « ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer » (1 Co 3,7)”.
Sé que tienes una gran devoción a Nuestra Señora de Guadalupe. Que ella que es modelo de acogida, de escucha, de obediencia al Espíritu, te ayude en tu ministerio sacerdotal, para que, con libre y consciente docilidad, dejes al Señor actuar a través de ti, en favor de la salvación de los hombres. Que Dios y su Santísima Virgen, “que comenzaron en ti esta buena obra, ellos la lleven a feliz término”. Amén.
San Rafael de El Moján, 29 de noviembre de 2014


+ Ubaldo Ramón Santana Sequera
Arzobispo de Maracaibo.