ARQUIDIÓCESIS DE
MARACAIBO
CARTA PASTORAL
SOBRE EL AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA
Muy queridos hijos e hijas de la Grey marabina,
El Santo Padre Francisco, el 13 de
Marzo de los corrientes, segundo aniversario de su elección, anunció el Jubileo
Extraordinario de la Misericordia. Será el 65° jubileo de la historia de la
Iglesia. El último extraordinario fue celebrado en el año 1983 por San Juan
Pablo II, para celebrar el 1950 aniversario de la Redención, y el último
ordinario, celebrado el año 2000, para celebrar el segundo milenio del
nacimiento de nuestro Salvador. Mediante la publicación de la Bula “El Rostro
de la Misericordia” (Misericordiae Vultus”), ha convocado este Año Jubilar.
El Jubileo extraordinario dará comienzo el 8 de diciembre de 2015, Solemnidad de la
Inmaculada Concepción, con la apertura de la Puerta Santa Vaticana, y se
extenderá hasta el 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey del
Universo. El rito
inicial en el mundo entero será la apertura de la puerta santa, primero la de la
basílica de San Pedro, el 8 de diciembre y luego en todas las catedrales del
mundo, el domingo siguiente, 13 de diciembre. En nuestra arquidiócesis, ese
rito solemne tendrá lugar ese día a las 3:00 pm, iniciando con una
concentración en la Basílica Nuestra Señora de Chiquinquirá, y con el rezo de
la coronilla de la Divina Misericordia, para después tener una gran
peregrinación y celebración arquidiocesana, a las 5.00 pm, a la que espero concurra un gran número de fieles
provenientes de todas las comunidades.
¿Qué es un Año jubilar?
Primero que todo preguntémonos: ¿Por
qué un Año jubilar de la Misericordia? La palabra jubileo se inspira en el
término hebreo de yobel, instrumento hecho de cuerno de cordero con el que se
convocaba al pueblo para la oración. Jubileo también tiene una raíz latina, iubilum, que significa alegría exultante, gran
gozo. Un año jubilar es ante todo un año de gracia y de salvación, que Dios le
ofrece a sus hijos para colmarlos de la alegría de su perdón.
Los Jubileos se
remontan a los tiempos bíblicos. El Año Jubilar debía realizarse cada 50 años.
Era como un gran sábado, el día santo del pueblo de Israel: un año sabático. Durante ese año debían realizarse
algunas acciones particulares: poner en libertad a los esclavos, restituir las
propiedades a quienes las habían perdido, perdonar las deudas, dejar descansar
las tierras (Cf Lv 25,8). No hay constancia en
las Escrituras de que en algún momento de la historia antigua se haya celebrado
alguno.
La Iglesia Católica celebra Jubileos
desde el año 1300, todos ligados al misterio de la Redención de Nuestro Señor
Jesucristo. En el año jubilar la Madre Iglesia concede indulgencias diversas a
los fieles que cumplen con ciertas disposiciones establecidas; se abren las
puertas para que el pueblo de Dios acceda a la gracia del perdón, y se hace un
fuerte llamado a la conversión, a la
renovación de la fe y del compromiso de asumir con mayor coherencia la vida
cristiana con todas sus consecuencias.
¿Por qué el Papa ha
declarado un Año Jubilar extraordinario de la Misericordia?
El principal motivo de esta
convocatoria es la celebración del
quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II
(1962-1965). Con este evento se inició un nuevo período la vida y misión de la
Iglesia en el mundo. Los Padres Conciliares reunidos en aquel cenáculo,
sintieron que se iniciaba una nueva época en la historia de la humanidad que
reclamaba dar un testimonio de Dios de un modo nuevo y en un lenguaje más
comprensible, un lenguaje que acercara el mensaje de Jesucristo al corazón de
la gente. Tanto el Papa San Juan XXIII como el Beato Pablo VI, entendieron que
ese nuevo modo de hablarle al mundo era el lenguaje de la misericordia. Era
menester que la Iglesia se transformara en un signo vivo del amor del Padre. Se
trataba de transformar la caridad en el nuevo código de vida de la presencia de
la Iglesia en el mundo; de reprobar sin duda el pecado, pero amar con amor
compasivo al pecador y hacérselo experimentar de manera clara y cálida. (Cf MV 3).
Medio siglo después, esta moción del
Espíritu conciliar mantiene toda su vigencia. La humanidad necesita transitar con urgencia
por los caminos de la misericordia para superar las chillantes desigualdades
sociales entre las naciones, las amenazas de guerra mundial, la anticultura de
la violencia y de la muerte, la penetración de ideologías totalitarias, el
tráfico de seres y órganos humanos, la intolerancia, la discriminación, la
indiferencia ante el prójimo necesitado y la exclusión. Para el Papa Francisco
este es un momento apremiante para que la Iglesia se haga portadora del corazón
palpitante del evangelio de Jesús: la misericordia, la misericordia de Cristo.
Si Jubileo significa un tiempo de
gran gozo y alegría, ¿cuál es ese motivo de júbilo que nos propone el Papa
Francisco? El motivo se encuentra en el lema escogido por el Papa: “Misericordiosos
como el Padre”, frase tomada del evangelio de San Lucas. El texto
dice exactamente: “Sean misericordiosos
así como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc 6,36). Dios Padre es misericordioso, y sus hijos han
de ser misericordiosos como él. Así nos lo ha revelado su Hijo Jesús.
La tónica de la alegría, del gozo, se
encuentra presente en todo el evangelio de San Lucas, texto evangélico que se
leerá a todo a lo largo de este año litúrgico, pero se manifiesta de modo
relevante en el capítulo quince, capítulo en el
que se inspira el magnífico logo del Año jubilar, dibujado por el padre
Marko Rupnik sj, que muestra a Jesús cargando
sobre sus hombros al hombre herido, apaleado o extraviado, que subraya
el amor de Cristo que se encarna para redimir al hombre alejado de Dios con un
amor capaz de cambiarle totalmente la vida.
En el referido capítulo de Lucas
se nos presentan tres parábolas de
Jesús: la del pastor que pierde una oveja y la busca hasta que la encuentra (vv
1-7), la de la mujer que pierde una moneda y barre la casa hasta dar con ella
(vv 8-10), y la del padre que ve partir un hijo lejos de casa, lo espera hasta que regresa, arruinado y
arrepentido, y lo recibe con los brazos abiertos (vv 11-32).
Los tres relatos concluyen con una
explosión de la alegría. El pastor, cuando halla la oveja extraviada está “lleno de alegría la pone sobre sus hombros y
al volver a su casa, llama a sus amigos y vecinos y les dice: “Alégrense
conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido” (vv 5-6). El ama
de casa cuando da con el denario que le faltaba, llama a sus amigas y
vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la moneda
que se me había perdido” (v 9). Y el padre, cuando el hijo pródigo regresa,
monta una gran fiesta e invita a su hijo mayor a que supere su disgusto y
participe en ella. En los tres casos Jesús concluye sus relatos de esta manera:
“De la misma manera se alegrarán los
ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente(…) Dios se alegra más por un
pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan
arrepentirse (…) “Porque era necesario festejar y alegrarse porque este hermano
tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”
(vv 7,10, 23, 32).
En estas parábolas, Dios es
presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas
encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se
muestra como la fuerza que todo lo vence, que llena de amor el corazón y consuela
con perdón (MV, 9).
¿Qué es la
Misericordia divina?
La Misericordia Cristiana no es un
concepto bonito, filantrópico, es ante todo y sobre todo una persona: Jesús. En
su ser, en su vida, en su mensaje, en su trayectoria ministerial, Jesucristo revela el verdadero rostro de Dios Padre. El
Papa Francisco quiere que todos los bautizados dediquemos este año a descubrir
el rostro de la divina misericordia, tal como se ha manifestado en la persona y
el evangelio de su Hijo Jesucristo. Nos convoca a que experimentemos la inmensa alegría que causa
la presencia de esta misericordia en nuestras vidas, y a hacernos portadores
jubilosos de esa misma actitud hacia todos los hombres, particularmente los más
necesitados por medio de las obras de misericordia corporales y espirituales.
Los hombres necesitan ya, y en
abundancia, esta misericordia para salvarse. La puerta del Paraíso estaba
cerrada. Cristo la abre nuevamente. La humanidad se había extraviado por los
caminos del pecado y del mal. Jesús el Buen Pastor sale a buscarla hasta encontrarla.
El ser humano había perdido la imagen original de hijos de Dios. Cristo Jesús
se la restituye. Había dilapidado la herencia paternal, cual hijo pródigo, en
una vida disoluta y desordenada: Cristo lo restablece en su dignidad de hijos
de Dios y lo reviste de gloria.
Jesús predica primero el evangelio de
la misericordia con su vida, con su ejemplo. Anuncia el evangelio del Reino
expulsando el demonio de sus atrincheramientos, devuelve la libertad a los
oprimidos, la vista a los ciegos, el oído a los sordos, el habla a los mudos,
la vida a los muertos, el perdón a los pecadores, la salud a los enfermos, la
libertad a los oprimidos, y proporciona consuelo a los afligidos.
Pero el Señor no solo revela el
verdadero rostro de su Padre. También revela cuál ha de ser el rostro y el
comportamiento de sus hijos: “Sean
misericordiosos como el Padre es misericordioso”. Los que reciben su
misericordia deben ser, a su vez,
misericordiosos. La recepción de la gracia de la misericordia impulsa al que la
recibe a comunicar esa gracia a los
demás: se vuelve un misionero de la misericordia: es decir se hace testigo de
ella, la celebra en el sacramento de la reconciliación, la vive a plenitud en
la Eucaristía y se vuelve un servidor de la misericordia del Padre en la mesa
del mundo. Se vuelve un pacificador, una persona que resuelve conflictos, un facilitador
del diálogo.
Es la Misericordia que sabe contagiar
la alegría de recuperar la verdadera unión con Dios a través de la contrición y
el sacramento de la confesión. Misericordia que pasa a través de la
recuperación de la conciencia del pecado personal, y que en el reconocimiento
íntimo de la propia culpa, descubre el tesoro del perdón de Dios, don que
libera, misericordia que nos hace rectificar y nos mueve a la lucha por ser
mejores. De ahí que convenga alentar a los
fieles a recurrir al Sacramento de la Reconciliación, al menos una vez al mes,
durante el Año Jubilar de la Misericordia convocado por el Papa Francisco.
¿Qué
no es misericordia?
A veces el concepto
de misericordia puede ser utilizado erróneamente, convirtiéndose en una falsa
misericordia, pseudomisericordia, y puede darse cuando:
·
se protege más al victimario que a la víctima en caso de
injusticia. Tal “indulgencia” puede ser el resultado de una malentendida
amistad o colegialidad, o cuando se quiere proteger a una institución (estado,
iglesia, congregación religiosa, etc) de las consecuencias perjudiciales que
podrían seguirse para ella, en caso de descubrimiento y persecución de la injusticia cometida por uno de sus
miembros. El Papa Emérito Benedicto XVI y el actual Pontífice, han dado un gran
ejemplo de firmeza y transparencia, en los casos de los delitos más graves que
hacen referencia al sexto mandamiento,
no aceptando que se caiga en la impunidad.
·
Hay algunas personas que tienen una actitud pasiva ante el
mal y siguen el principio laissez faire,
que todo lo tolera y consiente. A veces los padres, por falsa misericordia,
ceden en cosas que no deben ceder, ante sus hijos. Esta misma actitud
equivocada se verifica cuando alguien, investido en autoridad, se hace de la
vista gorda en relación con una conducta equivocada y pecaminosa, en vez de
exhortar a la conversión.
Dos de las obras de
misericordia nos dicen: Aconsejar al que lo necesita, corregir al que yerra. El
Profeta Ezequiel, al respecto, afirma: que el centinela, si no toca la trompeta
para avisar a la población cuando divisa un peligro inminente, se le pedirá
después cuenta de la sangre derramada. Y prosigue Ezequiel: “Si tú no hablas y
adviertes al malvado, si no le dices que morirá por su culpa, entonces él
morirá a consecuencia de sus pecados.
Pero a ti se te pedirá cuenta de su sangre” (Ez. 33, 6-9).
En varios textos del
Nuevo Testamento habla también de la corrección fraterna (1Tes 5, 11-14; 2Tes
3, 15; 2Tim 2,5). La corrección fraterna
a simple vista puede parecer una medicina amarga, puede ocasionar aparente daño
al que la recibe, pero es necesaria, a semejanza del médico cuando opera, debe
hacer daño, no con la intención de perjudicar, sino para ayudar y curar.
·
Hay otros que, en nombre de la misericordia, afirman que es
legítimo hacer caso omiso del mandato divino de la justicia; se cree que el
amor y la misericordia no como realización plena de la justicia, sino como una
evasión. Al respecto, el Papa Francisco, afirma. “la justicia y la misericordia…no son dos momentos contrastantes entre
sí, sino dos dimensiones de una única realidad que se desarrolla
progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor” (MV, 20).
No incurrir en estos
errores no significa tratar despiadadamente a quienes les cuesta cumplir los mandamientos del Señor
o han cometido ya un pecado. No se trata de juzgarlas con severidad, sino de
ayudarlas a reconocer su culpa en vez de ocultarla, y a confiar luego en la
misericordia de Dios y en su disposición de perdonar, “donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Rom 5, 20)
Obras
de misericordias corporales y espirituales
El Evangelio nos
exhorta: “Den, y se les dará: se les echará en el
regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida
que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Lc. 6, 38). El Papa Francisco
nos invita en este Jubileo “a realizar la
experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias
periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente
crea” (MV, 15). Se trata de poner en acto cuanto leemos en el relato del
juicio final del evangelista San Mateo: “lo
que hayan hecho a uno solo de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo
hicieron” (Mt. 25, 40). Y de tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús
que “siendo rico se hizo pobre por
nosotros” (2Cor. 8, 9) y asumió la condición de siervo (Flp 2, 7). No sólo
se solidarizó con los pobres, también se identificó con ellos.
La Iglesia, desde
sus inicios, ha seguido el ejemplo de Jesús y ha practicado las obras de
misericordia, tanto espirituales como corporales, de manera afectiva y
efectiva, no como una idea abstracta o una mera compasión, sino con la
convicción profunda que en el pobre está presente el mismo Jesús, pues “la palabra de Dios nos enseña que en el
hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de
nosotros” (EG. 179), los pobres son la carne de Cristo. Por tanto, “el servicio de caridad es una dimensión
constitutiva de la misión de la iglesia y expresión irrenunciable de su propia
esencia” (Benedicto XVI, Motu proprio Intima
Ecclesiae natura, 11 de Noviembre de 2.012).
San Agustín lo
expresa de este modo: “Qué has dado sino
lo que de mí recibiste? Das cosas terrenas, recibes cosas celestiales. De lo
mío has dado, yo me entrego a ti. Si Cristo se te ha dado, ¿cómo no vamos a
darnos también nosotros a Cristo, a quien encontramos en los necesitados?
Cristo alimenta y pasa hambre por ti, da y está necesitado. Cuando da, quiere
recibir, ¿ y no vas a querer dar cuando está necesitado?. Cristo está
necesitado cuando lo está un pobre. Quien está dispuesto a dar a todos los
suyos el bien de la vida eterna se ha dignado recibir bienes temporales en
cualquier pobre. ¿Deseas encontrar a Cristo que se sienta en el trono celestial?
Pues espera encontrarlo durmiendo bajo un puente, espera encontrarlo hambriento
y tembloroso de frio, espera encontrarlo como extranjero” (San Agustín, 38,
8).
Gracias a la
generosidad de la grey marabina, al aporte de instituciones públicas y privadas,
la Arquidiócesis, a lo largo y ancho de su territorio, cuenta con obras
sociales a través de las cuales pone en práctica las obras de misericordia,
tanto espirituales como corporales. La gran cantidad de escuelas pertenecientes
a la Arquidiócesis, a Fe y Alegría y a las diferentes Congregaciones Religiosas han formado a
centenares de miles de niños y jóvenes, no sólo en la formación académica sino
también moral y espiritual. Los Centros de Salud han atendido, a través de
religiosas y personal médico altamente calificado, a los enfermos con
delicadeza cariño y profesionalidad. Las parroquias e Iglesias filiales,
Rectorías y Centros de Atención al Necesitado han dado de comer al hambriento,
de beber al sediento, de vestir al desnudo. Contamos con la presencia
valiosísima de los Padres Mercedarios quienes, con gran esfuerzo y no poco
tropiezo por las políticas del gobierno, visitan a los privados de libertad. En
los últimos años, parejo al incremento de la inseguridad y la violencia, y al número de muertos, se incrementó la atención
de la Iglesia a los familiares, dándoles
consuelo y fortaleza.
Es obra de todos,
laicos, religiosos y sacerdotes, enseñar al que no sabe, dar buen consejo al
que lo necesite, corregir al que se equivoca, consolar al triste, perdonar las
ofensas, sufrir con paciencia los defectos de los demás y rogar por los vivos y
por los muertos.
La Iglesia Marabina,
quiere seguir prestando este servicio, siempre necesario, pero ahora, debido a
la crisis económica, urgente y prioritario. Pide a las Instituciones del Estado
que le permita seguir cumpliendo su misión, en un clima de colaboración
subsidiaria pero de respeto mutuo, porque tanto la Iglesia y el Estado, desde
ópticas distintas, sirven al mismo pueblo.
El
Presbiterio Arquidiocesano ha decidido que se apoye desde todos los puntos de
vista la XXXVI Campaña Compartir de próximo año 2.016, la cual tiene como
lema “Alienta la Vida: Donde haya desesperación que yo lleve alegría”. Es una oportunidad singular para acompañar a
las víctimas dela violencia, a los enfermos, a los a los privados de libertad y
a los niños y jóvenes en situación de riesgo, creando grupos de Aliados y de
Solidaridad. Asimismo las
Vicarias Episcopales Territoriales apoyarán un proyecto social que se esté
desarrollando en la zona.
Con palabras del
Papa Francisco les recuerdo: “En cada uno
de estos más pequeños está presente Cristo. Su carne se hace de nuevo visible
como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga…para que
nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos
las palabras de San Juan de la Cruz: “en el ocaso de nuestras vidas, seremos
juzgados en el amor” (MV 15).
Ese juicio sobre el
amor nos recuerda que, la vivencia de todas las obrar de misericordia tendrá siempre
su origen en el corazón de las personas. Tanto aquellas ayudas que llegan a
tener un carácter institucional, como las que se ejercitan de forma totalmente
personal y anónima, serán realmente obras de misericordia, solo si nacen de una
entrega personal.
El sacerdote
misericordioso
En la Bula de Convocación el Papa Francisco hace un
llamado apremiante a los sacerdotes a ser “sobre
todo, signo vivo de como el Padre acoge cuantos están en busca de perdón”, deben ser signos de la misericordia del
Padre. Y recuerda que para llegar a ser buenos confesores, se requiere que nos
hagamos primero buenos penitentes en busca de perdón”.
El Papa Francisco ha sido un gran apóstol de
sacramento de la confesión. Prácticamente, en todas sus intervenciones hace
alusión a este sacramento, lo cual ha permitido que aumente el número de los
fieles que acuden a este sacramento.
¿De dónde viene esa inspiración del Santo Padre? Él mismo lo comenta en una entrevista: ''Yo soy un pecador –dice el
Papa Francisco- estoy seguro de ello. Yo soy un pecador a quien el Señor ha
mirado con misericordia. Como dije a los presos en Bolivia, soy un hombre
perdonado. Dios me miró con compasión y me perdonó. Incluso ahora cometo
errores y pecados, y me confieso cada quince o veinte días. Y si me confieso es
porque necesito sentir que la misericordia de Dios todavía está en mí''.
El Papa Francisco recuerda que
tuvo esa sensación de forma especial el 21 de septiembre de 1953, cuando sintió
la necesidad de entrar en una iglesia y confesarse con un sacerdote que no
conocía y a partir de entonces su vida fue diferente; decidió hacerse sacerdote
y aquel confesor, enfermo de leucemia, lo acompañó durante un año. ''Murió al año siguiente -dice el Papa-
Después del funeral lloré amargamente, me sentí totalmente perdido, como con
miedo de que Dios me hubiera abandonado. Ese fue el momento en que me topé con
la misericordia de Dios y está muy vinculado con mi lema episcopal. El 21 de
septiembre es San Mateo, y el Venerable Beda, hablando de la conversión de
Mateo dice que Jesús miró Mateo " atque eligendo miserabit "... La
traducción literal sería "misericordiando y eligiendo", casi como un
trabajo de artesanía. "Lo misericordió: sería la traducción literal del
texto''.
Los sacerdotes hemos de
aprender del Papa Francisco a tener la valentía y humildad de reconocernos
pecadores y acudir al sacramento de la confesión, que es el trono en el cual
podemos obtener misericordia. Una
idea que ya se encuentra en el Directorio de la Vida y Ministerio de los
Presbiterios”, el cual afirma “Como todo
buen fiel, el sacerdote también tiene necesidad de confesar sus propios pecados
y debilidades. Él es el primero en saber que la práctica de este sacramento lo
fortalece en la fe y en la caridad hacia Dios y los hermanos” Y más
adelante afirma categóricamente: “Toda la
existencia sacerdotal sufre un inexorable decaimiento si le falta por
negligencia o cualquier otro motivo el recurso periódico, inspirado por
auténtica fe y devoción, al sacramento de la Penitencia. En un sacerdote que no
se confesase o se confesase mal, su ser como sacerdote y su ministerio se
resentirían muy pronto, y se daría cuenta también la comunidad de la que es
pastor» (DVMP 72). Invito, por tanto, a los sacerdotes a recibir asiduamente la
gracia que se nos otorga a través de este sacramento, y también a que sean
generosos en su administración.
Como se trata de un
Año Santo en el cual el Padre, fuente de consuelo y misericordia, derramará
abundantes bendiciones sobre sus hijos, el Santo Padre ha decidido otorgar
algunas prerrogativas especiales a los sacerdotes:
·
Una de estas prerrogativas es la de conceder a todos los sacerdotes para el Año
jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del
pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden
por ello perdón”. Por este motivo, prosigue el Papa, “los sacerdotes se deben
preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con
una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar
un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y
generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia”. Es bueno
recordar que la pena de la excomunión, aneja al pecado de aborto, llamada ‘latae sententiae’ (automática)”, tiene como objetivo proteger la vida
humana y llevar “a los culpables al arrepentimiento y a la conversión”.
“Con la pena de excomunión
la Iglesia no intenta de algún modo restringir el campo de la
misericordia. Simplemente se evidencia la gravedad del crimen y el daño
irreparable causado al inocente muerto, a sus padres y a la sociedad entera”.
Durante el año jubilar, todos los sacerdotes estarán facultados para perdonar
este pecado y levantar la pena.
·
Igualmente el Papa ha concedido a los Misioneros de la
Misericordia la facultad de perdonar los pecados que están reservados a la Sede
Apostólica, también ha invitado a los sacerdotes a que lleven a cabo en sus
parroquias o zonas pastorales, la iniciativa “24 horas para el Señor” cuyo
objetivo principal es que el mayor número de feligreses, especialmente los
alejados y tibios, experimenten la grandeza de la misericordia divina. Esta
actividad, en nuestra arquidiócesis, se realizará en las diferentes zonas
pastorales.
·
Como fruto de este Año de la Misericordia, debemos dotar
nuestros templos parroquiales de confesionarios, siguiendo las indicaciones del
canon 964, el cual indica que “existan
siempre en lugar patente confesionarios provistos de rejillas entre el
penitente y el confesor que puedan utilizar libremente los fieles que así lo
deseen”. Los estudiosos de la materia y los santos que se distinguieron en
el ejercicio de este ministerio lo aconsejan grandemente porque: se salvaguarda
la necesaria discreción y prudencia, se garantiza el derecho de todos los
fieles a confesar sus pecados sin necesidad de revelar su identidad personal,
se facilita la comprensión del carácter sacramental y se protege el derecho
tanto del confesor como del penitente a defender su integridad y su honra de
cualquier peligro o sospecha.
·
Espero igualmente que secundemos cuanto nos pide la Iglesia:
“Todos los que, por su oficio, tienen
encomendada la cura de almas, están obligados a proveer que se oiga en
confesión a los fieles que les están confiados y que lo pidan razonablemente; y
a que se les dé la oportunidad de acercarse a la confesión individual, en días
y horas determinadas que los resulten asequibles” (c. 986). Es recomendable
que en la cartelera parroquial se publique los horarios de confesiones, y que
el sacerdote esté dispuesto. En no pocas ocasiones he tenido que aceptar quejas
de los fieles porque los sacerdotes no confiesan. El Papa nos recuerda que “ninguno de nosotros es dueño del Sacramento,
sino fiel servidor del Perdón de Dios” (MV 17).
·
Por último, el Papa nos recuerda que los sacerdotes “no harán preguntas impertinentes, sino como
el Padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo
pródigo, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la
invocación de ayuda y la súplica de perdón” (MV 17). El confesor deberá ser muy prudente a la hora
de realizar el interrogatorio cuando éste sea necesario para ayudar al
penitente, para salvar la integridad de la confesión, o para comprobar la
sinceridad de su arrepentimiento, teniendo en cuenta la edad y condición del
penitente y absteniéndose de preguntarle el nombre del cómplice en cualquier
pecado, pero especialmente cuando se trata de pecados contra la castidad (c.
979). Las preguntas no deben ofender a los fieles, o dar motivos de sospechas,
y evitar todas aquellas preguntas que pueden ser principio de profanación del
sacramento
¿Cómo obtener
indulgencia?
Durante este Año Santo se puede
obtener indulgencia, que es una muestra más del amor de Dios, pues “el perdón de Dios por nuestros pecados no
conocen límites” (MV. 22). “El
Sacramento de la Reconciliación perdona los pecados, que realmente quedan
cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados dejan en nuestros
comportamientos y en nuestros pensamientos permanecen (…) la Indulgencia
alcanza al pecador perdonando y lo libera de todo residuo, consecuencia del
pecado, habitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que
recaer en el pecado” (MV. 22).
Como norma general, para obtener la
indulgencia se debe cumplir con las siguientes condiciones: recitar la
profesión de fe, confesión sacramental, la sincera e íntima disposición de la
voluntad de rechazar todo lo que pudiera ser ofensa de Dios, comunión
eucarística y oración por las intenciones del Santo Padre.
Además, los fieles “están
llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa,
abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano
y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de
auténtica conversión”. En nuestra Arquidiócesis he designado además de la Santa
Iglesia Catedral, a la Parroquia “La Inmaculada Concepción” de la Cañada, San
Rafael, del Moján y Parroquia La Inmaculada Concepción de Carrasquero. También
todas las Parroquias de la Arquidiócesis el día de su Santo Patrono.
El Papa Francisco señala también que cada vez que
un fiel realice personalmente una o más las obras de misericordia corporales y
espirituales “obtendrá ciertamente la
indulgencia jubilar”. “De aquí el
compromiso a vivir de la misericordia para obtener la gracia del perdón
completo y total por el poder del amor del Padre que no excluye a nadie. Será,
por lo tanto, una indulgencia jubilar plena, fruto del acontecimiento mismo que
se celebra y se vive con fe, esperanza y caridad”.
Sobre los enfermos y las personas ancianas que no
pueden salir de casa, el Pontífice afirma que para ellos “será de gran ayuda vivir
la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que
en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía maestra para
dar sentido al dolor y a la soledad”. “Vivir con fe y gozosa esperanza este
momento de prueba, recibiendo la
comunión o participando en la Santa Misa y en la oración comunitaria,
también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos
el modo de obtener la indulgencia jubilar”.
Sobre los presos, el Pontífice explica que “en
las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que
atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al
Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa,
porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también
capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”.
Por último se podrá obtener Indulgencia para los
difuntos: “de igual modo que los
recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio
de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso
del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la
bienaventuranza que no tiene fin”.
Agenda
de la Arquidiócesis de Maracaibo.
A continuación les
presento el calendario de actividades programadas por la Comisión
Arquidiocesana integrada por los delegados de las zonas pastorales, laicos de
los diversos movimientos y pastorales que hacen vida en la Arquidiócesis y
presidida por el Obispo Auxiliar Mons. Ángel Caraballo, para este Año de
Gracia:
CALENDARIO DE ACTIVIDADES Y JUBILEOS
MES
|
DÍA
|
ACTIVIDAD
|
NIVEL
|
Diciembre 2015
|
08
|
Solemnidad
de la Inmaculada Concepción.
Santa
Misa. Apertura de la puerta Santa de San Pedro.
|
|
13
|
III
Domingo de Adviento.
Apertura
de la Puerta Santa de la Catedral.
4:00 pm
Procesión desde la Basílica hasta la Catedral.
5:00 pm
Celebración en la Catedral
|
Arquidiócesano
|
|
26
|
San
Esteban. Protomártir
Jubileo
de los diáconos
|
Arquidiócesano
|
|
27
|
Jubileo
de la familia
|
Parroquial
|
|
Enero 2016
|
17
|
Solemnidad
de María Madre de Dios.
Jornada
Mundial de la Paz
Misa en
Ntra. Sra. de la Paz.
|
|
20
|
Día de San
Sebastián
Jubileo
de la ciudad de Maracaibo
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Arquidiócesano
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25
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Fiesta
de la conversión de San Pablo.
Celebración
Ecuménica.
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31
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Jornada
de la Vida Consagrada
Jubileo
de la vida consagrada
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Arquidiócesano
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Clausura
del Año de la Vida Consagrada
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Arquidiócesano
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Febrero2016
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2
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Fiesta
de la Presentación del Señor.
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10
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Miércoles
de Ceniza
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11
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Jornada
de oración por los enfermos. Día de Lourdes. Jubileo de los enfermos y del
personal que se encarga del cuidado de los enfermos.
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Parroquial
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19
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Nacimiento
de Mons. Domingo Roa Pérez
Jubileo
de la educación: Docentes, trabajadores, y todas las personas relacionadas.
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Vicarial
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Marzo 2016
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04 y 05
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24 horas
para el Señor (Confesiones).
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Vicarial
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Abril 2016
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03
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Domingo
de la Misericordia
Jubileo
de los devotos de la espiritualidad de la Divina Misericordia
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Arquidiócesano
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16
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Jubileo
de la Juventud. (Sábado Previo al Domingo del Buen Pastor)
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Arquidiócesano
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30
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Jubileo
de la Arquidiócesis de Maracaibo
50 años
de elevación a Arquidiócesis
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Arquidiócesano
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Mayo 2016
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5
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Solemnidad
de la Ascensión del Señor.
Jubileo
para los profesionales de la comunicación social
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Arquidiócesano
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12
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Solemnidad
de Pentecostés.
Jubileo
del Seminario.
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Arquidiócesano
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26
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Corpus
Christi.
Jubileo
de los Estudiantes (Escuelas Arquidiócesanas)
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Arquidiócesano
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29
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Jubileo
de los comerciantes, empresarios y trabajadores
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Arquidiócesano
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Junio 2016
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03
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Solemnidad
del Corazón de Jesús.
Jubileo
de los Sacerdotes
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Arquidiócesano
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Julio 2016
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16
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Virgen
del Carmen
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Arquidiócesano
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17
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Jubileo
de los niños
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Parroquial
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22
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Jubileo
de las autoridades
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Arquidiócesano
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Septiembre 2016
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24
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Jubileo
de los privados de libertad
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Arquidiócesano
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26
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Fiesta
de San Joaquín y Santa Ana
Jubileo
de los ancianos
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Vicarial
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Octubre
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1
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Jubileo
de los catequistas
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Vicarial
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15
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Sábado y
domingo después de la memoria de la Virgen Del Rosario. Jubileo Mariano en
Roma.
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16
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Jubileo
de los artistas
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Arquidiócesano
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21
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Jubileo
de los trabajadores de la Curia Arquidiócesana
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Arquidiócesano
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23
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Jubileo
de los Misioneros DOMUND
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Arquidiócesano
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Noviembre
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Jubileo
de los trabajadores de la Curia Arquidiócesana
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Arquidiócesano
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18
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Ntra.
Sra. de Chiquinquirá.
Jubileo
Mariano.
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Arquidiócesano
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20
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Cristo
Rey.
Jubileo
del Apostolado Seglar.
Clausura
del Año de la Misericordia
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Arquidiócesano
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La
Madre de la Misericordia.
“Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”, recitamos en la
oración del Salve. María es madre de Misericordia, la tuvo en su seno y la
sostuvo en sus brazos, pudo nacer de ella, porque se hizo humilde sierva del
Señor. A ella le pedimos que nos “dejemos
sorprender por Dios en este Jubileo. Él nunca se cansa de destrabar la puerta
de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida”
(MV 25)
Los bendigo, deseándoles un santo y próspero
Año de la Misericordia.
+Ubaldo
Ramón Santana Sequera.
+Ángel Francisco Caraballo Fermín
Arzobispo de Maracaibo
Obispo auxiliar
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de Maracaibo: https://www.facebook.com/Arquidi%C3%B3cesis-de-Maracaibo-1646749035583120/?ref=hl
gracias a quien me hizo leer esta carta
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