EUCARISTÍA
POR EL CENTENARIO DEL COLEGIO EL PILAR
HOMILIA
Muy queridos hermanos y
hermanas,
En la Carta a los
Corintios, que escuchamos en la primera lectura, Pablo, como suele hacerlo al
inicio de todas sus cartas, se desborda en acción de gracias al Padre de
Nuestro Señor Jesucristo, por todos los dones con los que ha enriquecido la
comunidad. Los Corintios valoraban sobre todo los dones de la Palabra y del
conocimiento. Pero Pablo les hace ver que es mucho más importante la gracia de
la fortaleza para dar testimonio de vida comunitaria, unidos a Jesucristo crucificado, tropiezo para los
judíos y locura para los no-judíos, desde la pobreza, la sencillez y la
insignificancia.
Es justo y necesario, como
lo proclamamos en cada prefacio, que hoy nos congreguemos en asamblea
eucarística para dar infinitas gracias a Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
por la riqueza de sabiduría y conocimiento que el Señor ha querido derramar en
este Colegio y por medio de él, a lo largo de estos 100 años, valiéndose de las
Hermanas de la Caridad de Santa Ana y de tantas personas que creyeron en ellas.
Son miles las personas que se han beneficiado de esta fecunda acción educativa
al confiarles sus hijos e hijas y asociarse de esta manera a la gran comunidad
educativa.
Cuando le damos gracias a
Dios en Iglesia, siempre lo hacemos por una obra concreta y por las personas
que la han protagonizado. Ustedes, mis queridas hermanas, tendrán sin duda en
su mente en este momento, el rostro y el nombre de muchas hermanas, benefactores,
docentes y colaboradores abnegados e insignes y sería sin duda interminable la
lista si quisiéramos nombrarlos. A mi mente vienen en este momento la dulce y
entrañable figura del Siervo de Dios Mons. Arturo Celestino Álvarez, segundo
obispo de Maracaibo, la de los padres Helímenas Añez y Felipe Santiago Jiménez
y la de la Hermana Antonia Pardo.
Iluminados por el Espíritu Santo, lograron granjearse la confianza de las superioras religiosas y de las
autoridades civiles, y hacer realidad el
sueño de un nuevo colegio para Maracaibo.
Los caminos de la
Providencia son admirables y se abren donde y cuando menos se esperan. El
Colegio El Pilar es, de algún modo, fruto del infausto suceso ocurrido con el
Colegio de Ntra. Sra. de la Academia.
Abrir un nuevo colegio después del desplome de tan hermosa obra fue un
acto de confianza y también de valentía y arrojo. Solo el amor a Dios, la
escucha del clamor de tantos padres, la
necesidad apremiante de atender tantos niños desescolarizados y el carisma de las Hermanas de la Caridad, hicieron posible emprender, en tales
circunstancias, una obra de esta magnitud.
Las obras educativas de la
Iglesia solo tienen razón de ser y perduran si llevan el sello del amor de Dios,
manifestado en Nuestro Señor Jesucristo y se mantienen permanentemente
conectadas a esa fuente de vida. El
secreto de la permanencia de esta Congregación y de esta institución educativa
se encuentra en el evangelio que acabamos de escuchar. El texto forma parte del
discurso de despedida del Señor, que Juan ubica inmediatamente después de la
última cena. Allí Jesús revela a sus discípulos la razón profunda y definitiva
por la que va afrontar la Pasión, el suplicio de la cruz y la muerte
ignominiosa en el Gólgota entre dos ladrones.
Había sin duda muchos
caminos para llevar a cabo su misión salvadora en este mundo. El diablo se los
presentó al Señor al inicio de su ministerio. El Señor los rechazó todos y optó
por uno solo. El más escandaloso. El más incomprensible: el camino del amor
llevado hasta el extremo, hasta el colmo (Cf Jn 13,1). El Hijo, obediente al
designio salvador de su Padre, entrega su vida en un acto de total abandono y confianza absoluta para salvar a
sus hermanos y glorificar a Dios.
Ese es el camino de Jesús.
No es un camino entre otros. Es el camino. Así los dijo el mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”
(Jn 14,6). Solo por este camino cumple con la voluntad del Padre y puede Jesús
retornar toda la humanidad extraviada, como la oveja de la parábola (Cf Lc
15,3-7) a la casa de su Padre. Ese es el camino que Jesús quiere que sus discípulos descubran, acepten, asimilen como
el único válido, para poderse graduar como discípulos suyos. Es en ese tronco que el Señor quiere que se
injerten para gozar de todos los dones del Espíritu y tener derecho a
participar de la vida que él ha venido a traer al mundo.
Jesús quiere introducirlos
en esa misma experiencia de amor. Solo en ese amor pueden unirse a él y por
consiguiente unirse al Padre y glorificarlo y adorarlo en espíritu y en verdad.
“Como el Padre me amó, también yo los he
amado a ustedes. ¡Permanezcan en mi amor!”
Aceptar esta oferta de Jesús es la única manera de participar plenamente de la
alegría que él lleva por dentro, a pesar de la hora terrible que va a tener que
vivir.
En esa fuente viva de amor
ha querido sumergirse desde el inicio de su historia fundacional esta
Congregación llevada de la mano de la Madre María Rafols. Este Colegio lleva un
nombre, el Pilar, estrechamente ligado al santuario de Zaragoza, donde se venera
y cultiva esa preciosa devoción. Desde allí partió toda la historia de esta
familia religiosa.
Nuestra Señora del Pilar
es sin duda la mejor maestra para llegar hasta lo más profundo del corazón de
Jesús. Las hermanas saben que para llegar a ser hermanas de la caridad de
Jesús, necesitan una guía segura y por eso, iluminadas sin duda por el Espíritu
Santo, se han colocado bajo la protección
filial de María en esta advocación histórica. Caminando con ella están seguras que van a
poder compartir la vida de su Hijo, conocerlo,
entender sus motivaciones, su mentalidad, su amor, su abajamiento y entrega.
¡Gracias, hermanas de la
Caridad de Santa Ana por habernos traído al Zulia y aquí a Maracaibo tan
hermoso testimonio de amor “hasta el heroísmo”! La historia del amor de Dios
compartido con el mundo, por medio de Jesús, no se manifiesta sino a través de
personas concretas, de vidas entregadas, de seres consumidos por la pasión de
hacer realidad la caridad en todas sus dimensiones.
¿Queremos seguir las huellas
que ha dejado la caridad en su paso por el Zulia? Allí está sembrada en las
vidas consagradas de las hermanas que dieron su vida en el leprocomio de la
isla de la Providencia, en las tocas blancas de esos ángeles que poblaron de
amor la Casa de Beneficencia, más
adelante, Hospital Central, en esas mujeres que llenaron de luz y gracia el
Hospitalito, luego Hospital Chiquinquirá, en esos ángeles en carne humana que
abrieron las puertas de la Casa de la
Misericordia San Antonio, en la Escuela San José, en la Escuela Normal, en la
Hna y Hna. Flor Fuentes que le dio rostro al amor para las mujeres de la
cárcel. En fin en tantos lugares donde hoy aún se añora su benéfica y milagrosa
presencia como en la Escuela Artesanal El Pilar, en Santa María de Guana, donde
espero que pronto retornen y en la Curia Arquidiocesana.
Mis amados hermanos
y hermanas. ¡No nos dejemos extraviar ni confundir por la inmensa avalancha de odio, de violencia y muerte que se abate sobre Venezuela y el mundo. El
grito de amor de las hermanas de la Caridad de la Beata Teresa de Calcuta y de
los ancianos y colaboradores que murieron con ellas hace poco días en el Yemen,
ejecutadas por el ISIS, nadie lo podrá acallar.
“Vivimos, dice el beato mártir carmelita
holandés Tito Brashma, en un mundo donde el amor mismo es condenado:
lo llaman debilidad, cosa que hay que superar. Algunos dicen: " El amor no
tiene importancia, hay que desarrollar más bien sus fuerzas; qué cada uno se
vuelva tan fuerte como pueda; ¡y qué la debilidad perezca!" También dicen
que la religión cristiana con sus sermones sobre el amor, es del pasado... El
amor es desconocido: " el Amor no es amado " decía en su tiempo San
Francisco de Asís; ¡y algunos siglos más tarde en Florencia, santa María
Magdalena de Pazzi tocaba las campanas del monasterio de su Carmelo para que el
mundo sepa qué bello es el Amor!
Yo también, ¡yo querría tocar las campanas para
decir al mundo qué bello es amar! El neo-paganismo [del nazismo] puede repudiar
el amor, la historia nos enseña que, a pesar de todo, venceremos este neo
-paganismo con el amor. No abandonaremos el amor. El amor recobrará los
corazones de estos paganos.
A este centenario le queda
muy bien la bella frase de Mons. Gustavo Ocando Yamarte, historiador amoroso de
la trayectoria de este Instituto religioso en Maracaibo, al punto de dedicarle
a la Madre María Rafols, una de sus últimas obras de caridad, el Hospital Madre
Rafols: “ Maracaibo fue su primer aprisco
al que abrazaron con amor martirial, con espíritu de Hospitalidad sin
fronteras” ( Ocando Y 2010, p 729). Bien vale la pena retomar la oración,
inspirada en la plegaria del Siervo de Dios, Cardenal Eduardo Pironio, que las Hermanas compusieron con motivo de
Primer centenario del inicio pastoral del Instituto en América:
“Te damos gracias por el
don que hiciste a nuestra Congregación a llamarla desde aquí, para que junto a
María, la peregrina de los pies descalzos, la que nos hace ricos con su Niño
pobre y libres con su Niño esclavo, pudiéramos colaborar con tu Obra y acelerar
el día de la salvación que ya se acerca. Gracias Padre Bueno, porque miraste la
pequeñez de una Congregación de Caridad que solo aspira a ser tu esclava y a
que se cumpla en ella tu Palabra”.
Muy
queridas hermanas, en este año de la Misericordia, sigan cumpliendo como solo
ustedes los saben hacer, con esa hermosa obra espiritual de la Misericordia,
Enseñar al que no sabe”. Pero también con todas las demás obras de
misericordia, tanto corporales como espirituales, que nos han enseñado a
practicar. Como sucesor de mis preclaros hermanos pastores, Francisco Marvez,
el Siervo de Dios Arturo Celestino Álvarez, Marcos Sergio Godoy, José Rafael
Pulido Méndez, Domingo Roa Pérez, Ramón Ovidio Pérez Morales y también en
nombre de mis hermanos sacerdotes de ayer y de hoy que secundaron sus obras de
amor y cuyos nombres resumo en el de Mons. Gustavo Ocando Yamarte, les expreso
mi inmenso agradecimiento. Mejor dicho, no hay palabras, mis queridas hermanas,
que puedan expresar la gratitud que se alberga en el corazón de los zulianos y
de los maracaiberos por tanta siembra de semillas de amor.
Los que somos de Cristo y pertenecemos a la
Iglesia, su cuerpo místico, miramos el pasado con gratitud y escuela de
aprendizaje, vivimos con pasión el
presente para sintonizar con la “hora” salvadora del Salvador y nos proyectamos
con esperanza al futuro, aguardando la plena revelación del esplendor y belleza
del amor de Jesús. “Fiel es Dios quien
las ha llamado a entrar en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor”.
Estoy convencido que lo que el Padre ha comenzado en el corazón de esa gran
mujer de Dios, llamada María Rafols y continuado en el valiente y sacrificado
testimonio de sus hijas en estas tierras de la Chinita, El mismo lo sabrá llevar a feliz culminación,
por los sorprendentes caminos de su divina Providencia.
Maracaibo
12 de Marzo de 2016
+Ubaldo R Santana Sequera FMI
III Arzobispo de Maracaibo
No hay comentarios:
Publicar un comentario