
En una de sus
intervenciones, la madre Angélica relató una experiencia que le ayudó muchísimo
a confiar más en la misericordia divina. Una vez ella estaba en una playa de
California, se detiene cerca de la espuma de las olas. Una ola grande cayó y el
agua cubrió sus zapatos. Una gota llegó a su mano y ella la miró. Después miró
el mar inmenso. Oyó la voz del Señor, "Angélica, esa gotita representa
todos tus pecados, todas tus imperfecciones y todas tus fallas. Échala en el
océano." Y la devolvió al mar. Entonces el Señor le dijo, "El océano
es mi misericordia. Ahora, si buscas esa gotita, puedes encontrarla?"
"No,
Señor," ella replica. La Madre Angelica les dijo a las personas en su
audiencia, y a nosotros hoy, que nuestros pecados son como esa gota en el
océano. "Cada día, cada minuto de cada día, echa tu gotita en el océano de
su misericordia. Acude al sacramento de la Confesión con frecuencia,
verdaderamente arrepentido y deseoso de darle una gran alegría al Padre que nos
espera con los brazos extendidos, que nos besa y manda hacer una gran fiesta,
pues "hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por 99 justos que no necesitan arrepentirse".
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