XII
SEMANA DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
DE
LA CONFERENCIA GENERAL DE MEDELLÍN
Y
LA IGLESIA DE LOS POBRES.
Acepté gustoso la invitación
que me dirigió el padre Andrés Bravo y a través de él, del Foro eclesial de
Laicos, de la Universidad Católica Cecilio Acosta, porque soy de la generación
del 68. Ese año en que se llevó a cabo Medellín, 1968, fui ordenado sacerdote y
de algún modo soy tributario de la dinámica de renovación eclesial que generó
el Concilio Vaticano II a través de la lectura y aplicación de Medellín.
Se me ha pedido que trate del
significado histórico de esa Conferencia y su relación con el sueño de
Francisco de una Iglesia de los pobres. Entiendo el término “significación” en
el sentido de importancia, de influencia de alguna persona o de un
acontecimiento. Significación proviene de la palabra signo, término teológico
que tomó particular proyección en el Concilio Vaticano II, con la expresión “signos de los tiempos”. ¿Se puede decir
que Medellín reviste una gran significación histórica, en sí mismo, por ser uno
de esos signos de los tiempos que debemos saber discernir e interpretar?
Se me pide además que vincule
esta relevancia de Medellín con la propuesta del Papa Francisco de una Iglesia
pobre para los pobres. No tengo la intención de realizar una investigación
exhaustiva sobre el uso de este término en el Magisterio del Papa. Me limitaré
a entenderlo, tal como lo presenta en el cap. IV la Exhortación apostólica
“Evangelii Gáudium” (24-11-2013). El Papa la trata en la segunda parte del
capítulo IV, que lleva por título “La inclusión social de los pobres” (NN
186-216).
A la hora de valorar la
importancia de un acontecimiento histórico precisa ser muy modesto. La Iglesia
lleva un caminar de siglos. Ciertos acontecimientos que se han producido en su
larga historia ha tenido una particular trascendencia. El impacto de muchos de
ellos no ha sido inmediato, sino que se ha dado progresivamente, a través de
una lenta maduración de las conciencias. La Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano (aún no se había añadido el Caribe) ocurrido en Medellín, hace
apenas cincuenta años, fue uno de ellos. Es un lapso muy corto aún para poder
valorar su significación y su influjo en la configuración del pueblo de Dios
que camina en los distintos países latinoamericanos.
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