21 DE JULIO
¡AQUÍ ESTÁN MI MADRE Y
MIS HERMANOS!
INVOCA EL ESPIRITU SANTO
Ven, Espíritu Santo, envíanos un rayo de tu
luz para que escrutemos la Palabra de Dios, como Jesús lo hizo con los dos discípulos de Emaús. Abre nuestro
entendimiento a las Escrituras para que, así como ellos la descubrieron en la
pasión y muerte de Jesús de Nazaret en Jerusalén, nosotros también descubramos
la presencia de la Pascua de Jesús en los sufrimientos de nuestra vida. Que iluminados
por ti, entendamos que la cruz no es el final de toda esperanza, sino camino
que desemboca en la fuente de la vida y de la resurrección. Amén.
LEE
CON ATENCION LA PALABRA DE DIOS: Mt 12,46-50
(En aquel tiempo), mientras Jesús enseñaba a
la multitud, su madre y sus hermanos estaban afuera, buscando hablar con él.
Alguien le dijo: “Allá afuera están tu madre y tus hermanos y quieren
hablarte”. Jesús le respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis
hermanos?”. Y señalando con la mano a sus discípulos, afirmó: “¡Aquí están mi
madre y mis hermanos!”. Porque quien haga la voluntad de mi Padre que está en
los cielos es mi hermano, mi hermana y mi madre”
PALABRA DEL SEÑOR
GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS
MEDITA
LA PALABRA DE DIOS
Se concluye una sección del evangelio de
Mateo marcada por la creciente controversia de Jesús con quienes se niegan a
aceptar su mensaje y la drástica ruptura con ellos. Al final de esta de estas
discusiones con fariseos y gente que le quiere hacer daño, Jesús presenta su
nueva familia. Los lazos de consanguinidad se quedan “afuera”, relativizados.
En la genuina familia de Jesús, no priva el parentesco biológico. La relación
que de ahora en adelante importa es la fe, entendida como conocimiento,
escucha, aceptación y cumplimiento de la voluntad del Padre Dios, tal como la
revela su Hijo Jesús.
Por eso la nueva comunidad de Jesús es una
comunidad de discípulos, conformada por gente de toda raza, de todo pueblo, de
toda lengua y de toda cultura (Cf Ap 7,9), unida por haber sido engendrados
todos en la fe como hijos e hijas de Dios. Años más tarde Pablo proclamará, a
partir de su propia vivencia, “que ya no
hay distinción entre judío y griego, entre esclavo y libre, entre varón y
mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28).
En
este sentido, María, la madre de Jesús, no se quedó “fuera” sino que “entró” a
formar parte de esta nueva familia
iniciada por su Hijo. En la Anunciación, cuando el Ángel Gabriel le dio a
conocer los nuevos designios de Dios sobre su vida y su matrimonio con José,
ella contestó: “Aquí está la servidora
del Señor. Que se haga en mi (FIAT) lo que tú dices”. (Lc 1,38).
Es
necesario aclarar que el tema de los hermanos y hermanas de Jesús ha dado pie a
muchas discusiones. Algunos lo han entendido en el sentido de hermanos consanguíneos
de Jesús, de padre y madre. La Tradición católica, apelando al uso
hebreo-arameo de llamar hermanos a los primos (Gen 13,8; 14,14,), lo ha
entendido como sinónimo de parientes.
ORO A PARTIR DE LA PALABRA LEIDA Y
MEDITADA (¿Qué me
hace decir a Dios la Palabra?)
Señor,
gracias por la gran bendición haberme llamado por el bautismo a formar parte de
tu familia, extendida por toda la tierra. Ayúdame a entender que “todo ser
humano es mi hermano” y a comportarme como tal con cada uno de ellos. María,
Madre mía, tú que fuiste llamada dichosa por haber escuchado la Palabra y
haberla puesta en práctica; tú que
formas parte de la nueva familia de Jesús, que va mucho más allá de los
límites de la Iglesia católica, ayúdame a
tener un corazón sencillo, una mente abierta que siempre se deje guiar
por la voluntad de Dios y no por mis estrechos criterios autorreferenciales.
ME COMPROMETO HOY
En
las decisiones importantes que tocan las opción de un estado de vida, de una
profesión, de un trabajo ¿cuál de las
dos familias tiene más peso: la de la sangre o la de Jesús?
Pondré
más empeño en conocer la Palabra de Dios y en aprender a descubrir los caminos
que me permitan conocer cuál es la voluntad de Dios sobre mi vida.
21/07/15/
URSS
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