MIÉRCOLES DE CENIZA
2016
HOMILÍA
Muy
queridos hermanos y hermanas,
Hoy
se inicia el ciclo litúrgico de la Cuaresma, tiempo fuerte de combate cristiano
contra las tentaciones y el pecado que nos acecha permanentemente. El Catecismo
de la Iglesia Católica nos enseña que en el ser humano al ser “un compuesto de
espíritu y cuerpo existe cierta tensión, y se desarrolla una lucha de
tendencias entre el espíritu y la carne” (No 2516). Es una lucha que proviene
de nuestra condición pecadora, inclinada hacia el mal. Forma parte de la
experiencia cotidiana del combate espiritual.
En
la primera lectura el profeta Joel convocaba a todas las categorías de
personas, niños de pecho, jóvenes, recién casados, ancianos, sacerdotes, a
volver a Dios, a arrepentirse y a llorar sus pecados y pedir humildemente
perdón. Hoy también la Liturgia convoca a todo el pueblo de Dios a abandonar
los caminos del mal, a voltearse nuevamente hacia Dios y reemprender la ruta
que conduce hacia su casa. Y la razón principal es que Dios es compasivo y
misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia y se conmueve ante la
desgracia de sus hijos.
Nuestra
madre la Iglesia nos exhorta con mucha insistencia y fuerza, a ponernos en ruta
hacia Dios recibiendo la ceniza. Por medio de este signo que el ministro nos
coloca en la frente, mientras nos dice: “Acuérdate
que eres polvo y en polvo te convertirás”, reconocemos nuestra pequeñez,
nuestra fragilidad y la gran necesidad que tenemos de vivir fuertemente
aferrados a Dios y a sus mandamientos.
Hacemos
nuestro el Salmo 90: “Señor, Tú haces que
los hombres vuelvan al polvo, con solo decirles: <vuelvan seres humanos>.
Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una
vigilia de la noche. Tú los arrebatas y son como un sueño como la hierba que
brota de mañana: por la mañana brota y florece y por la tarde se seca y se
marchita (…) Nuestros años se acaban como un suspiro (…) Ten compasión de tus
servidores. Sácianos enseguida con tu
amor y cantaremos felices toda nuestra vida”
Es
Dios mismo que nos ofrece por medio de Jesucristo este tiempo de gracia y de
reconciliación. Así lo anuncia el apóstol Pablo en la segunda lectura: “En nombre de Cristo, hermanos, reconcíliense
con Dios para recibir la salvación”. Este es un tiempo favorable. No lo
echemos en saco roto. La ruta cuaresmal nos ha de llevar renovados y
fortalecidos a las fiestas pascuales de este año y a asumir con mayor
entusiasmo y coherencia nuestro bautismo y las promesas que allí le hicimos a
Dios.
No
echemos en saco roto esta gracia que se nos ofrece con particular abundancia en
este año jubilar de la misericordia. El Papa Francisco nos exhorta a vivir esta
Cuaresma jubilar “con mayor intensidad para celebrar y experimentar la
Misericordia de Dios”. La Misericordia de Dios se vive, se celebra, se
experimenta. No es una palabra vacía. Es una realidad concreta en la que todos
estamos llamados a sumergirnos. La palabra Misericordia nos abre a la vivencia
de un Dios que nos revela su amor, como el de un padre o una madre, que se
conmueve en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo (Cf
Misericordiae Vultus No 6). Escuchemos esta palabra del profeta Oseas: “¿Cómo voy a abandonarte, como voy a
entregarte, Israel? Mi corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura:
no daré libre curso al ardor de mi ira, no destruiré a Efraín. Porque yo soy
Dios y no hombre, soy el Santo en medio de ti.” (Os 11, 8-9).
La
Iglesia en Venezuela, a través de la Conferencia Episcopal Venezolana, nos
invita cada año al inicio del tiempo de Cuaresma a abrirnos a Dios y al prójimo
por medio de la Campaña Compartir. Este año, nos propone adentrarnos en una novedosa experiencia de misericordia y
solidaridad con el lema: “Alienta la
vida, donde haya desesperación que yo lleve esperanza”. Con esta Campaña pone a nuestra disposición
una herramienta para luchar juntos, en comunidad cristiana, contra tres males
que dañan la vida personal, familiar y socio-política de los venezolanos: la
indiferencia, la violencia y el individualismo. Todos, sin excepción, estamos
invitados a emprender juntos la construcción de una cultura del encuentro, de
la reconciliación y de la solidaridad.
Esta
Campaña hace eco del Mensaje que el Papa Francisco para la Jornada Mundial de
la Paz que lleva por título “Vence la
indiferencia y conquista la paz”. La corresponsabilidad solidaria, para el
Santo Padre, “está en la raíz de la
vocación fundamental a la fraternidad y a la vida común. La dignidad y las
relaciones interpersonales nos constituyen como seres humanos, queridos por
Dios a su imagen y semejanza” (No 2).
El Papa nos recuerda que con la persistente escucha orante de la Palabra
de Dios, nos podemos transformar en cuidadores de nuestros hermanos y hermanas
que Dios pone en el camino de nuestras vidas.
Es
por este camino y solo por este camino que podremos superar la civilización de
la violencia y de la muerte iniciada por
Caín al matar a su hermano Abel (Cf Gen 4,1-16) con todas las siniestras consecuencias que
sufrimos hasta el día de hoy, guerras, atentados terroristas, tráfico de seres
humanos, secuestros, narcotráfico, asesinatos de niños en el vientre de su
madre, y desembocar en la civilización de la empatía samaritana iniciada por el
Hijo de Dios al hacerse hombre en Jesucristo, hijo de María (Cf Lc 10,25-37):
dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, acoger a los inmigrantes,
asistir al enfermo, liberar a los prisioneros de conciencia y los oprimidos por
toda clase de males.
Para
luchar contra esos males, que están alojados dentro de nosotros, en nuestras
familias y en toda la sociedad, la Cuaresma nos ofrece tres herramientas: la
oración, el ayuno y la limosna. Con la oración nos reconectamos con Dios, fuera
de cuya presencia no podemos vivir como hermanos. Con el ayuno, nos enfrentamos
a nosotros mismos, a nuestras pasiones y vicios y asumimos el control de
nuestro cuerpo y de su tendencia a vivir sometido a los pecados capitales. Con
la limosna, compartimos generosamente los bienes personales y de la creación
con los más necesitados.
Pidámosle
al Señor, con la oración colecta de la misa de hoy que “nos conceda emprender este tiempo el combate cristiano con santos
ayunos para que en el momento de combatir contra las tentaciones, seamos
fortalecidos con los auxilios de la penitencia. Por Jesucristo Nuestro Señor
que vive y reina con Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos. Amén”. Santa
provechosa cuaresma para todos. Que nos encontremos en la vigilia
pascual para renovar como hombres y mujeres cristianos, nuestras promesas
bautismales.
Maracaibo,
10 de febrero de 2016
+Ubaldo
R Santana Sequera FMI
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