MENSAJE
CUARESMA 2017
“HAY MAYOR ALEGRÍA EN DAR QUE EN RECIBIR”
(Hech 20,35)
¡Muy amado Pueblo de Dios y personas de Buena
Voluntad!
1 La Celebración Anual de Cuaresma, nos brinda la oportunidad de entrar
en contacto nuevamente con ustedes para invitarles a vivir santamente este
tiempo y a cumplir la exhortación del
apóstol de no echar en saco roto la gracia que Dios nos da en tiempo oportuno (2Cor. 6, 1-2).
2. En su mensaje cuaresmal de este año el papa
Francisco nos dice claramente en qué consiste este importante período: “La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino
que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de
Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a
la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl
2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con
el Señor”. (Mensaje de Cuaresma, 2017)
3. Para llegar a este destino glorioso es
necesario que cada uno de nosotros, con seriedad y decisión, nos comprometamos
a cumplir, entre otras acciones, las tres obras recomendadas por Jesús y
practicadas en la gran tradición de la Iglesia: la oración, el ayuno y la
limosna. A través de la oración, el
hombre entra en relación directa, personal y comunitariamente, con su Creador,
Redentor y Santificador. El ayuno nos permite tener un sano
dominio de nosotros mismos, y a no dejarnos arrastrar por nuestras pasiones. La limosna nos ayuda a salir de
nosotros mismos, para ir al encuentro del hermano, especialmente del pobre y el
necesitado.
4. Estas tres obras nos ayudan a realizarnos
plenamente como personas, pues abarca las tres relaciones fundamentales del ser
humano: con Dios (oración), consigo mismo (ayuno) y con el prójimo (limosna).
Son tres caminos que nos permiten realizar plenamente nuestra vocación:
alcanzar “la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez, hasta la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. (Ef. 4, 13). No perdamos
nunca de vista esta meta.
5. Queremos centrar el mensaje de este año en la
limosna, teniendo en cuenta el mensaje cuaresmal del papa Francisco y la
situación tan precaria e insegura que estamos viviendo en el país, en todo lo
que toca la alimentación sana y equilibrada de sus habitantes. La grave crisis alimentaria reclama de todos
los cristianos una participación más activa para, de algún modo, atenuar el
hambre y la desnutrición que padecen muchos hermanos nuestros.
7. La praxis de la limosna misericordiosa está
presente en el Antiguo Testamento como una acción gratísima al Señor, que nunca
queda sin su recompensa. En ocasiones viene mandada directamente por Dios: “Nunca dejará de haber pobres en la tierra;
por eso, te doy este mandamiento: abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y
al pobre de la tierra (Dt. 15, 11; Cf Tob. 4, 7). El libro del Eclesiástico
recomienda repetidas veces la limosna, y se dice que ella es más útil que el
oro y que obtiene de Dios el perdón de los pecados (3, 15.33; 17, 18; 29, 11).
8. Son innumerables los gestos mediante los
cuales Jesús comparte su tiempo, su don de sanación y sus bienes con los
necesitados. Para él no era cuestión de dedicar tiempo sino una opción de vida.
San Pablo dice que Jesús “siendo rico se
hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (Cf 2 Co 8,9). Y en su
predicación nos invita frecuentemente a ser generosos con los más necesitados:
“Den, y se les dará: se les echará en el
regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida
que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Lc. 6, 38; 12, 33).
9. Esto mismo predicaron los Apóstoles, y la
Iglesia no ha cesado nunca de repetirlo y de practicarlo: “Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando
necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios
habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera,
sino con hechos y de verdad” (1Jn 3, 17-18). Los primeros cristianos
vivieron con generosidad la comunión de bienes (Cf Hech 4,32-35) y el apóstol
Pablo promovió una gran colecta (Cf 2 Co 8 y 9), como muestra de caridad,
cuando los cristianos de Jerusalén pasaron por una gran hambruna (Rom 15, 26;
Hech 24, 17).
10. Dar limosna no es solamente desprendernos de
bienes materiales en beneficio de los necesitados. Para que cobre su pleno
significado es menester que brote de un corazón que ama a los pobres y nos
lleve a compartir también con ellos, nuestro tiempo, nuestros talentos y
nuestros bienes espirituales (EG No 200). Acordémonos que en ellos y en su
religiosidad se dan las bienaventuranzas y se encierra un gran potencial
evangelizador. Debemos abrirnos a los
demás, sentir sus diversas necesidades, tocar las llagas de su dolor, de sus
sufrimientos e infortunios, y buscar –no solo en nuestros recursos, sino sobre
todo en nuestros corazones, en nuestro modo de comportarnos y de actuar- los
medios para adelantarnos a sus necesidades o llevar alivio a sus sufrimientos y
desventuras. La limosna verdadera no afecta solamente nuestros bolsillos o
nuestras cuentas bancarias sino también y sobre todo nuestras entrañas de
misericordia y de compasión, nuestra sensibilidad por el dolor ajeno, tal como
nos lo mostró Jesús en su actuar cotidiano (Cf Mt 14,13-21).
11. “Dar limosna” no es dar migajas, no es dar
lo que sobra, es darnos nosotros mismos como se dio aquella pobre viuda
observada y elogiada por Jesús (Cf Lc 21,1-4). Es un primer paso para llegar a vivir la opción preferencial por los más
necesitados, opción que hizo Jesús, y
que el papa Francisco no se cansa de recordarnos en sus mensajes y en su actuar.
Inspirada en ella, la Iglesia hizo una
opción por los pobres entendida como una forma especial de primacía en el
ejercicio de la caridad…Esta opción está implícita en la fe cristológica en
aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su
pobreza. Por eso quiero una Iglesia pobre y para los pobres” (EG. 198).
12. Hemos de tener en cuenta, que por voluntad
divina los bienes de la creación están destinado a todo el género humano. El
hombre, al servirse de ellos, debe considerar que es sólo administrador, no dueño
exclusivo. Si posee bienes de fortuna debe comportarse con ellos como un colaborador
de la providencia divina, multiplicarlos, hacerlos fructificar y transferir sus
beneficios a sus hermanos que carecen de ellos.
13. La Iglesia no se ha cansado de denunciar
insistentemente en sus mensajes sociales el grave escándalo de la desigualdad
en la distribución y disfrute de los bienes de la tierra, del saber, de la
tecnología y de la información. Esta
injusticia social clama al cielo y está en contra del plan de Dios. Socorrer a
los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad. Los
planes asistenciales, como las ollas comunitarias y las bolsas de comida, solo
deben pensarse como respuestas coyunturales y pasajeras. “La inequidad es la
raíz de todos los males”, por eso la Iglesia basada en el Evangelio y en la
Doctrina Social de la Iglesia, nos llama a luchar con todos los hombres y mujeres
de buena voluntad, para superar las
causas estructurales de la pobreza en nuestro país y en el mundo (EG No 202).
14. Ante la magnitud de la miseria que vivimos
en nuestro país no podemos quedarnos indiferentes. Nuestros bienes –riquezas,
capacidades, talentos recibidos- nos han sido dados para bien de todos.
¿Estamos seguros de que hacemos servir todo lo que hemos recibido para bien de
la sociedad, para bien de nuestros hermanos? ¿Es ésta la orientación que damos
a nuestros negocios, a nuestros estudios, a nuestra carrera y profesión, a
nuestro estilo de vida? No debemos considerar como propio lo que otros hermanos
necesitan para sobrevivir. ¿Somos consecuentes con esta verdad y estamos
dispuestos a sumarnos cada año a la Campaña Compartir promovida por la Cáritas
Nacional y arquidiocesana en Cuaresma?
15.- El Compartir nuestros bienes no tiene que
ver con la cantidad que tengamos sino con una actitud fundamental de todo
cristiano pues representa un ejercicio ascético para librarnos del apego a las
cosas materiales. Todos experimentamos de un modo u otro la tentación que el
diablo le presentó a Jesús en el desierto (Cf Mt 4,1-11). Es fuerte la
seducción de las riquezas materiales y como el Señor tenemos que alimentarnos,
personalmente y en comunidad, de la Palabra de Dios para vencer esa tentación y
alejar de nosotros la idolatría del dinero y de las posesiones (1Tm 6, 10; EG, 55). En lugar de ser
instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con
los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una
lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz” ( Papa Francisco,
Mensaje de Cuaresma 2017).
16. Para quien ha quebrantado el séptimo
mandamiento: NO ROBARÁS, la limosna es un medio para restablecer la justicia y
enmendar al pecador. Así lo atestigua toda la tradición y el Magisterio de la
Iglesia. Al respecto, San Ambrosio afirma: “Te
vendiste al pecar, redímete ahora con tus bienes, paga tu rescate con tu
dinero. Viles son las riquezas, pero la misericordia es preciosa. <<La
limosna libra del pecado>> (Tob 12, 8). Y en el Evangelio dice el Señor:
Hagan amigos de las riquezas injustas (Lc. 4, 9). Convierte tú, como
dispensador, las riquezas e instrumentos de la avaricia, en recursos de la
misericordia” (San Ambrosio, Libro de Elías y el ayuno, 20; PL 14, 759).
17. Nuestro Señor Jesucristo nos señala una
característica típica de la limosna cristiana: tiene que ser en secreto. “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la
derecha…así tu limosna quedará en secreto” (Mt. 6, 3-4), La preocupación
principal del seguidor de Jesús es que todo vaya orientado a darle mayor gloria
a Dios y ayudar al hermano necesitado sin buscar beneficios o reconocimientos
personales.
18. Queridos hermanos, teniendo en cuenta estas
consideraciones, les invitamos a ser generosos en su entrega cristiana, pues
hay más alegría en dar que en recibir. Durante este tiempo de cuaresma, cumplamos
con la obra de misericordia de dar de comer al hambriento (Mt 25,35). La Iglesia en Venezuela, a través de la Red de
Cáritas, nos propone concretamente como praxis caritativa este año, el programa de Ollas comunitarias. Este
programa no consiste solo en alimentar el cuerpo, ni es un fin en sí mismo,
sino principalmente una animación y acción pastoral que invita a la
organización comunitaria, la solidaridad, el encuentro y el acompañamiento con
los que más sufren ante la falta de alimentos.
19. Unámonos con alegría,
entusiasmo y voluntad a participar en este importante programa de Cuaresma. Seamos
creativos y busquemos juntos, incluso con los hermanos de otras Iglesias y
confesiones religiosas, la manera de
disminuir las deficiencias alimentarias de nuestros hermanos más afectados. La
Colecta Compartir de este año, fruto de nuestra generosidad y de nuestras
privaciones y ayunos, será destinada a fortalecer en la arquidiócesis las
Cáritas Parroquiales, para que estén en condiciones de llevar adelante los
programas asistenciales, de promoción humana y organización comunitaria que
reclaman las circunstancias.
20. Los agentes parroquiales de la pastoral
social, los miembros de las Cáritas arquidiocesanas y parroquiales, los
delegados de la Palabra, los catequistas y todos los agentes de pastoral, los
laicos inmersos en el mundo de la política,
están invitados a participar en la XI Semana de Doctrina Social de la
Iglesia, organizada por el Foro eclesial y la UNICA. Todos debemos sentirnos
particularmente urgidos de prepararnos mejor para ser más eficaces y
pertinentes en nuestro compromiso de trabajar por el restablecimiento de la
justicia social, de la convivencia y de la fraternidad entre todos los
venezolanos.
21. Queridos hermanos, entremos en este camino
cuaresmal con la firme decisión de convertirnos, de escuchar el mensaje que
Dios nos dirige a través de su Palabra, de dejar entrar el amor de Dios en
nuestros corazones, de mostrar a través de nuestro desprendimiento la
encarnación del maravilloso y alegre don del dar con generosidad.
22. María de Chiquinquirá, Madre y Sierva del
Señor, nos ayude a llevar adelante la batalla espiritual de la cuaresma armados
con la oración, el ayuno y la práctica generosa de la limosna, para llegar a
las celebraciones de las fiestas de Pascua, renovados en el Espíritu y más
convencidos de la dignidad inviolable de cada ser humano.
Con estos sentimientos, conjuntamente con mi
Obispo auxiliar, les imparto mi bendición paternal.
Maracaibo 28 de febrero de 2017
+Ubaldo Ramón Santana Sequera
Arzobispo de Maracaibo.
+ Ángel Francisco Caraballo Fermín
Obispo Auxiliar
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