PRESENTACIÓN DE LA DIMENSIÓN “COMUNIÓN”
LA
IGLESIA CASA Y ESCUELA DE COMUNIÓN
Se me ha pedido una presentación motivacional de la dimensión
comunión, uno de los cuatro ejes de trabajo de esta asamblea. Ante todo hagamos
memoria. Recordemos que esta Aula Magna
de la UCAB es de algún modo un cenáculo de la Iglesia en Venezuela, ya que en
estos espacios se llevaron a cabo algunas sesiones del Concilio Plenario de
Venezuela (2000-2006), evento eclesial que podemos considerar como el
Pentecostés venezolano de inicios del siglo XXI. El Concilio es un don de Dios
que nos permitió hacer una lectura
teológica-pastoral del Concilio Vaticano II (1962-1965) y de las
Conferencias Generales de Río (1955), Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo
Domingo (1992). Sus conclusiones se anticiparon a las que nos ofreció la
Conferencia General de Aparecida (2007).
El
impacto de la dimensión de la Comunión en nuestras Iglesias en Venezuela
La Asamblea Nacional de Pastoral es una expresión concreta de
una de las orientaciones pastorales contenidas en el documento “Instancias de comunión del Pueblo de Dios
para la Misión” (Cf ICV No 216). Es una
instancia de comunión inédita y nos transforma a todos en pioneros de una nueva
manera de ser y vivir la Iglesia en el nivel nacional. Que también en esta
oportunidad se cumpla la promesa de Jesús a sus discípulos antes de su
Ascensión: “Ustedes recibirán la fuerza del Espíritu Santo” (Hch1, 8), como
reza la frase inspiradora de la Escritura escogida para este evento.
El tema de la comunión tiene la particularidad de ser la línea
teológica-pastoral del Concilio Plenario y el contenido temático de dos de los
dieciséis documentos conciliares: La Comunión de la vida de la Iglesia en
Venezuela (Doc. No 2) e Instancias de Comunión del Pueblo de Dios para la
Misión (Doc. No 11). Estamos pues hablando del corazón y médula del Concilio;
del eje articulador de todo el evento, de los trabajos y del conjunto de los
documentos. Todos deben leerse, entenderse y aplicarse en ese horizonte.
La Iglesia, experta en humanidad y en pastoral, como buena madre
y Maestra, nos enseña que para que un evento conciliar como el Concilio
Vaticano II o el Concilio Plenario de Venezuela, llegue a tener un verdadero
impacto en la vida del pueblo creyente, es menester que se articulen
estrechamente cuatro fases o momentos: que sea recibidos como un Kairós, una expresión
concreta de la voluntad de Dios para ese momento histórico del mundo y de la
Iglesia; que entre, a través de su lectura,
estudio y comprensión emocional entre en la mente de todos los
agentes pastorales; que sus fundamentos teológicos-pastorales penetren en el corazón y en las entrañas de los
creyentes y se vuelvan convicciones ardientes, empáticas y contagiosas;
finalmente pasen a los brazos y a los pies de sus agentes transformándose en
compromisos que se lleven a la práctica con entusiasmo testimonial.
Han pasado cincuenta años desde la conclusión del Concilio
Vaticano II, diez años de la clausura del Concilio Plenario de Venezuela, y aquí estamos, obispos, sacerdotes,
consagrados y consagradas, laicos y laicos asociados y no asociados, convocado desde todas las Iglesias locales
dispersas por todos los rincones del país. Algunos pocos participamos en el
acontecimiento conciliar, otros hemos venido aplicando sus conclusiones; otros
en fin nos incorporamos por primera vez a su marcha y nos empapamos de su
espíritu. Hemos de estar claros que los cuatro momentos señalados anteriormente:
recepción, comprensión, asimilación y praxis, son fundamentales para que
podamos decir que nos tomamos en serio el don que Dios nos hizo y la
manifestación de su voluntad. Si falla uno de ellos, se quiebra la dinámica
conciliar. San Juan nos lo dice de otra manera: lo que hemos visto, oído,
tocado al Verbo de vida es lo que les anunciamos y les damos a conocer para que otros entren con nosotros en esta
comunión de vida, de salvación y de alegría. (Cfr. 1 Jn 1, 1-4). Dicho esto les
presento algunas reflexiones que nos motiven a trabajar en el área de comunión
y algunas propuestas de líneas de acción.
El CPV fue un punto de llegada de una preparación que se inició
en 1996 por invitación de San Juan Pablo II de remar mar adentro en las aguas
de la Nueva Evangelización para entrar con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas
expresiones en el siglo XXI. Pero es también y sobre todo un punto de partida.
Por eso, a una década casi de su clausura, estamos nuevamente reunidos para
medir y apreciar el impacto de la línea teológico-pastoral de la comunión para
la misión, en la vida de la Iglesia en Venezuela; para discernir si de verdad,
impulsados por el Espíritu de la comunión y de la unidad, nos hemos colocado en
un estado de renovación y misión permanentes.
Algunas
preguntas para ayudar a medir el impacto de esa dimensión
Me vienen a la mente algunas preguntas: ¿Hasta dónde hemos
asumido la propuesta renovadora del CPV? ¿Nos estamos volviendo, gracias a los
nuevos procesos pastorales puestos en marcha, cristianos y comunidades más
comunionales? ¿Seguimos acomodándonos a ser meros cristianos cultuales o
culturales o surgen signos claros de la aparición de nuevos cristianos marcados
con el sello de la Trinidad, más “trinidianos”? ¿Qué signos podemos mencionar
que revelan que estamos por el buen camino? ¿Ha incidido significativamente nuestro modo eclesial de convivir y de actuar
en las realidades anti-comunionales que detectamos en nuestra realidad social y
eclesial hace 10-15 años? ¿Hemos identificado las semillas de comunión, de
fraternidad, de solidaridad sembradas por el Verbo de vida en nuestra realidad
venezolana actual? Los obispos ¿somos más unidos, más fraternos, más
colegiales? ¿Más pobres, más sencillos, dialogantes y solidarios? ¿Se ha
consolidado la red relacional horizontal entre todos los estados de vida y los servicios de la Iglesia ¿Cuáles son los
índices de comunionalidad que han ido apareciendo en las diversas instancias
eclesiales de nuestras diócesis? ¿Nos hemos valido de la línea-teológica
pastoral del CPV como guía y criterio de interpretación y de integración de los
acontecimientos eclesiales (renuncia del Papa Benedicto, elección del Papa
Francisco) y de los documentos magisteriales pontificios? ¿Con qué nuevos lenguajes y expresiones hemos
anunciado la comunión y la hemos propuesto como modelos de vida a nuestras
familias, a nuestra parroquias, a nuestras comunidades de vida consagrada y a
nuestras asociaciones apostólicas?
La
Iglesia casa y escuela de comunión en misión
La Iglesia casa y escuela de comunión es un nuevo modelo de
Iglesia. La casa (oikos) se refiere a la dimensión hogareña, familiar de la
comunión”. Se trata por
consiguiente de una iglesia-hogar, una iglesia-familia donde se forjan sujetos
eclesiales, personas que viven y cultivan las dimensiones propias de una casa
de familia: relaciones personalizadoras de tipo materno-paternal, esponsal,
fraternal, marcadas por la calidez de la intimidad, de la cercanía, del respeto
mutuo, de la comunión de bienes. Una Iglesia de
participación, comunidades reales y vivas en las que los creyentes se hacen
hermanos y hermanas. El espíritu de comunión alcanza horizontalmente a todos
los miembros de la Iglesia: obispos, laicos/as, religiosos/as, sacerdotes y
diáconos; los grupos y movimientos de apostolado; el presbiterio; servicios
diocesanos, zonales, vicariales y parroquiales.
Iglesia-escuela de comunión: apunta a una Iglesia sinodal, en
camino, en proceso, en salida, en dinamismo
de permanente crecimiento, de permanente conversión, incansable en la
búsqueda de actualizaciones creativas
para entregar, como pan fresco y caliente, la Buena Noticia de Jesús a
Venezuela y al mundo. La Iglesia escuela de comunión se convierte a su vez en
taller porque exige la formación procesual, desde la comunidad, desde la
acción, desde la relación Palabra-Fe-Vida, de discípulos misioneros, con miras
a ser enviados como testigos y apóstoles a comunicar el mensaje de Jesús.
Conversión
eclesiológica, pastoral y personal
Pasar de un modelo de Iglesia a otro exige una conversión
eclesiológica, es decir un cambio de mentalidad para pensar, sentir, vivir y
actuar a partir de una espiritualidad y una eclesiología de comunión, en la
acogida, el reconocimiento y la conjunción sinérgica de la diversidad de
carismas, dones, ministerios y servicios que suscita el Espíritu Santo en cada
Iglesia local y en las demás instancias eclesiales.
Los
respuestas de las Asambleas provinciales tomaron en su mayoría, como criterio
referencial para elaborar su reflexión y formular sus propuestas, los seis
desafíos contenidos en el Documento conciliar sobre Instancias de comunión para
la Misión: Espiritualidad de comunión, formación permanente para la comunión en
misión, renovación de las actuales instancias y organismos para que puedan ser
expresiones más eficaces de la comunión en la misión (familia-Iglesia
doméstica, pequeñas comunidades cristianas, parroquias, zonas pastorales,
diócesis, Provincias, CEV, promoción de nuevas instancias de comunión para la
misión, comunicación cristiana de bienes, pastoral de comunión orgánica,
planificada y de conjunto ( ICV NN 148-238).
¿Qué debemos hacer?
Del
conjunto de las consultas y respuestas se desprende un gran anhelo y deseo de
entrar más a fondo en el modelo de Iglesia comunión. Se reconoce en general
que algo nos hemos despegado de la
orilla del modelo eclesial hasta ahora vigente pero que no hemos tomado aún suficiente
impulso en conjunto, seguimos trabajando muy aisladamente y no nos sostenemos
unos a otros. Por eso surge una gran pregunta, como la que surgió el día de
Pentecostés, después del discurso kerigmático de Pedro. Cito:
“Al oír estas cosas, todos se conmovieron
profundamente y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Hermanos, ¿qué debemos
hacer? Pedro les respondió: “Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de
Jesucristo…” (Cfr. Hch 2,37).
Como pueden
apreciar esta respuesta tiene un fuerte sabor coromotano. Un mensaje parecido
les entrego la Virgen de Coromoto a los venezolanos a través de la familia del
Cacique de los Cospes. Yo hoy les dirijo en nombre de todas nuestras Iglesias que
peregrinan en Venezuela la siguiente pregunta:
¿Qué
debemos hacer o hacer mejor como Iglesia en los planes, estrategias y
estructuras para profundizar la eclesiología y espiritualidad de comunión en la
familia y otras instancias eclesiales?
Propuestas
de trabajo
Para no quedarnos solo
en una pregunta, así como Pedro instó a sus oyentes a bautizarse les hago las
siguientes propuestas, fruto del trabajo de las asambleas provinciales. Es importante tener en cuenta que las
proposiciones que adoptemos deben reunir entre otras a las siguientes
características: estar vinculadas e inspiradas por el Concilio Plenario de
Venezuela y el magisterio pontificio post-conciliar y particularmente por el
del Papa Francisco: estar integradas dentro de una Pastoral global de comunión
y los respectivos planes provinciales y diocesanos; tomar en cuenta la gran
comunidad eclesial que formamos y al mismo tiempo la diversidad de nuestras
regiones y de nuestras culturas regionales; ser ejecutables a relativamente
corto plazo para conducirnos hacia una Iglesia en permanente proyección
misionera “ad intra” y “ad extra”, “inter gentes” y “ad gentes”; ser una
Iglesia luz, sal y fermento de una cultura de la vida y de la solidaridad.
1.- Espiritualidad de comunión
Definir las
líneas centrales y operativas que han de regir la espiritualidad de comunión en
una Venezuela políticamente polarizada, necesitada de reconciliación, de
convivencia y respeto mutuo.
Traducir en
nuestros itinerarios de iniciación cristiana algunos rasgos fundamentales que
identifican el catolicismo de los venezolanos (bautismo, patronazgo nacional
coromotano, la valoración del compromiso laical a partir de figuras como la del
venerable Dr. José Gregorio Hernández).
2.- Instancia Familia, Iglesia doméstica
Trabajar más a
fondo el tema de la familia venezolana dentro de un Proyecto pastoral de
conjunto y definir y articular más claramente las líneas de las pastorales que
la conforman para constituirla en una instancia real y efectiva de comunión,
participación y solidaridad. Tener como norte y brújula la evangelización de la
familia integrándola dentro de los itinerarios de pastoral sacramental.
3.- Instancia Pequeñas comunidades cristianas
Promover las pequeñas
comunidades cristianas dentro de la visión del Concilio Plenario de Venezuela y
del proyecto de renovación de las parroquias como comunidades de comunidades
discipulares y misioneras.
4.- Instancia Provincial:
Dotar a la
instancia provincial de un estatuto más preciso que le permita se de manera más
efectiva una instancia de comunión y de consolidación de la fraternidad
Cristiana y de la comunión Cristiana de bienes.
5.- Pastoral de comunión
Trabajar más a
fondo el tema de la Pastoral de Comunión de tal manera que cada diócesis tenga
una pastoral de conjunto orgánica, participativa y planificada y podamos avanzar de
manera más clara y conjunta en la conversión eclesiológica, pastoral y
personal.
UCAB, Caracas 6
de noviembre de 2015
+Ubaldo R Santana Sequera FMI
Arzobispo de Maracaibo
Padre José A. Da Conceicao, referente de la Dimensión Comunión
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